INTRODUCCIÓN
Este documento fue presentado, por el Movimiento Nacional Reformista, al Consejo Federal de la federación Universitaria del Litoral y aprobado, en su seno, por amplia mayoría. Fue dado a publicidad el 1° de Julio de 1966, a escasos días de producido el golpe de estado que expoliara a las mayorías populares argentinas. Del presente documento rescatamos la clara y valerosa postura del movimiento estudiantil organizado qué, en momentos de confusión para el país, levantara por primera vez la revolucionaria bandera de la defensa insobornable de la soberanía popular.
El 28 de Junio de 1966, la realidad argentina es sacudida por un golpe de Estado; como en ocasiones anteriores, el mismo aparece como aparente salida a las situaciones críticas que se viven en el país. Para unos se avecinaban situaciones críticas de tipo electoral y para la gran mayoría del pueblo, situaciones críticas por lo agobiante del costo de la vida, por la brutal inflación que soporta, por la desintegración del gobierno, por la anarquía en que se vive traducida, eso sí, en carrera de mayor y mejor despojo del producto de su trabajo diario.
En muchas oportunidades el pueblo ha recibido por ello, con esperanza y expectativa, a los golpes militares. Esto configura un estado anímico popular ampliamente justificado, ya que la inmensa mayoría de los argentinos ambiciona solucionar los problemas del país y los de cada uno de los habitantes.
Pero no es menos cierto que a ese estado anímico, a ese conjunto de esperanzas que tiene el pueblo, ante cada golpe, se fue evaporando y brutalmente destrozando por el lenguaje de los hechos y las experiencias vividas, que han sido signadas por un recrudecimiento de los defectos pretendidamente superados por los golpes.
Estas consideraciones, lejos de pertenecer al campo de lo abstracto de la pura teoría, hunden sus raíces en las entrañas dolorosas de nuestra historia. Recordemos, si no, la esperanza producida ante la caída del viejo presidente Hipólito Yrigoyen, el continuismo que con Justo deparó Uriburu y la multitudinaria expresión de dolor que produjo la muerte de Yrigoyen; recordemos con detenimiento y valor, porque en Historia, lamentablemente, los mejores deseos no alteran la naturaleza precisa de los hechos.
Si la expectativa y la esperanza de la mayoría de la gente es justificable al influjo de las condiciones existentes en el país, no lo es en cambio la posición que adoptan las direcciones formales de los grandes sectores populares; ya que siendo su responsabilidad, en extensión y en profundidad muy diferente, se han abocado a negociaciones cuyo objetivo real es mantenerse en sus sitiales.
Los golpes de estado y las auténticas revoluciones, constituyen hechos históricos con profundas diferencias.
Desde la época de Roma hasta nuestros días, la historia nos enseña que las revoluciones están signadas por la participación activa y ejecutora del grueso de la población; y que están dirigidas a modificar profundamente la tendencia de los medios de producción e incrementar, por ende, la participación popular en la distribución de la riqueza; esa es la enseñanza de los hechos históricos a lo largo de los milenios.
Otro tipo de movimiento que se produce en nuestros tiempos, tiene por objetivo fundamental el control del comercio exterior, el control de cambios, la nacionalización de los depósitos bancarios, la de los resortes principales de la economía del país (energía, petróleo, electricidad, transportes, comunicaciones, etc.), tendiendo con ella, a impedir la evasión de riqueza del país, a capitalizarlo mediante un auténtico ahorro nacional, desembocando, en síntesis, en una mayor participación de los sectores populares en la renta nacional. Se tiende, en consecuencia, a sustentar una política exterior soberana, ligada a las necesidades e intereses nacionales. Ejemplo de ello han sido países como Argelia, y algunos países de África.
Cualquiera sea el enfoque, lo cierto radica en la adopción de medidas que alteran profundamente la situación económica preexistente. Estas medidas van invariablemente ligadas a la participación activa y dirigente de las mayorías nacionales, expresadas en una u otra forma. Estamos en presencia, pues, de auténticos movimientos revolucionarios que, aunque no se denominen así, producen hechos revolucionarios que constituyen adelantos en la historia de los pueblos.
Los golpes de estado sólo modifican el elenco de hombres y las formas de gobierno, pero no alteran la realidad profunda del país, y en consecuencia, los problemas subsisten y con el tiempo el pueblo aprecia que si situación real y la del país en nada mejoran. Es la experiencia vivida por los pueblos en la historia, es la experiencia vivida por las mujeres y hombres de Argentina, que ya comprenden que son ellos precisamente los que deben elaborar su posición ante los hechos actuales que vive el país. Lo harán eso sí, con la experiencia que les indica indiscutiblemente que no se puede hablar en el futuro argentino de”ORDEN”, sino empezamos imponiéndoselo al privilegio a través de cercenarlas profundamente sus anárquicos poderes.
Que no podemos hablar de MODERNIZAR al país sin superar los problemas de alimentación, vestido y educación de la mayoría de los sectores populares. Que no podemos hablar de AUTORIDAD como nación, mientras se siga decidiendo su futuro en base a la ayuda exterior. Que no se puede hablar de romper con ESTRUCTURAS ARCAICAS, sin definir con claridad las nuevas estructuras donde el latifundio sea destrozado y donde los beneficios de la renta nacional recaigan sobre el pueblo.
Que no se puede hablar de”NUEVA AURORA”en términos teóricos o como anhelo, sino ejecutando medidas que solucionen la situación económica y social del país. Es por ello que creemos también, que la expectativa de los nuevos hombres del gobierno, ya que muchos de ellos como Álvaro Alsogaray son de conocidas”inquietudes políticas y económicas”¿Quién ha olvidado ya el cierre de fábricas y la creciente desocupación de 1962 bajo su largo invierno?
El embate a las universidades, con el ataque y avasallamiento a su autonomía, configura un índice de todo proceso retrógrado ya que no está dirigido a posibilitar el acceso de crecientes sectores juveniles a las universidades, sino que persigue la supresión de la limitada democracia interna y la persecución del Movimiento Estudiantil por su constante accionar en defensa de los grandes objetivos populares.
Cabo en consecuencia al pueblo y a los estudiantes la defensa sin concesiones de sus organizaciones, fruto de largos años de lucha orientados al servicio del interés nacional y popular.
Por último, sí podremos hablar para Argentina de REVOLUCIÓN auténticamente nacional, cuando las mayorías nacionales protagonistas fundamentales de todo lo progresista y de avanzada en la historia, pasen a jugar su papel dirigente, elaborador y ejecutor, hasta ahora ausente en todos los golpes militares.