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Situación de la Juventud Argentina

“La energía juvenil crea la grandeza moral de los pueblos”.

JOSÉ INGENIEROS

Los argentinos vivimos el agotamiento de un modelo dependiente. Somos los jóvenes los primeros damnificados. Juventud es en esencia futuro; un sistema sin futuro con quien esté más fuertemente en contradicción es con la juventud.

A continuación, reseñamos algunos datos estadísticos (emanados de distintos trabajos del INDEC) y ejemplos de la vida diaria que nos muestran cómo incide en la juventud la degradación del modelo dependiente.

En 1980, 7.600.000 personas se hallaban en situación de pobreza, de las cuales 3.100.000 tenían menos de 25 años. Analizando estos indicadores sobre la base de la población juvenil (13 a 24 años) encontramos que de 5.300.000 jóvenes, 1.500.000 se encontraban en la situación descripta.

En materia laboral, a partir de 1976 la oferta de trabajo disminuyó un 250%, provocando un tremendo incremento de la desocupación, a la par de la emigración de muchos compatriotas y el aumento de los trabajadores por cuenta propia.

Si la tendencia 1976/83 de disminución del empleo asalariado continúa, sumado a la política de restricciones del gasto público que las imposiciones del FMI aceptadas imponen, en 1985 la situación empeoraría (una opinión reciente calcula que la adecuación a las imposiciones del FMI llevarían a una disminución del 40% de los puestos públicos, cifra equivalente a 700.000 trabajadores).

Se estima que año tras año 250.000 jóvenes cumplen 14 años, de éstos 180.000 no tendrán trabajo. Somos los jóvenes, a la búsqueda de nuestra primera ocupación, quienes constituimos el mayor contingente de desocupados. Ante cualquier disminución de puestos de trabajo, seremos los jóvenes los primeros expulsados.

El joven que pudo cursar alguno de los tres niveles en que se divide nuestra enseñanza formal, padece grandes frustraciones al no poder desempeñarse acorde al nivel y contenido de los conocimientos adquiridos. Por otro lado, aquel que por sus condiciones socioeconómicas no lo pudo hacer, no sólo sufre el lógico estancamiento de la ausencia de capacitación, sino que la falta de trabajo lo arrastra irreversiblemente al deterioro creciente de su calidad de vida.

A la relación del joven con el puesto de trabajo, que ya es deformante, debemos sumar la distorsión de la sociedad de consumo fundamentalmente a través de los medios de comunicación de masa por ella programados. La sociedad de consumo, impuesta por la voracidad de las multinacionales, propaga la irracionalidad. Al no jerarquizar las necesidades reales del ser humano produce una alienación más compleja y desintegradora que la anterior alienación. La oferta jerarquiza la satisfacción de las necesidades fabricadas antes que las necesidades naturales, y se va creando así una mentalidad conformada por la falta de respuesta a las necesidades básicas del hombre y por la no satisfacción de la mayor parte de las necesidades creadas artificialmente, esto produce un estado de insatisfacción general, que suele expresarse en la carencia de un sentido de la vida, en la falta de objetivos trascendentes de vida, que se transmiten individuo-nación-individuo. De este pantano de intrascendencia en que se vive, el hombre pretende salir, a través de la exacerbación de aspectos de su vida de sus costumbres, de sus formas, que lo evadan de la realidad circundante. Así procura reemplazar la inexistencia de valores trascendentes con el vértigo de la velocidad, el alcoholismo, la droga, el terror y la instrumentación patológica de lo erótico; todas estas prácticas corruptoras que fomentan la desintegración del hombre, base de la Nación.

Hemos descripto las consecuencias negativas para la juventud que produce la situación económica, hemos planteado el mecanismo alienante de la sociedad de consumo. Todo esto genera la actual realidad de la juventud.

Veamos: la prostitución ha aumentado en todos los sectores sociales pero castiga con mayor dureza a los más postergados. En los barrios y en las villas se ven jóvenes de 15 a 25 años implicadas en este problema. Muchas de ellas (del 80 al 90%) tienen hijos y alegan que su prostitución es para mantenerlos, otras se justifican en la ausencia de trabajo. Lo real es el denominador común de la pobreza y la falta de perspectivas de la sociedad actual.

Se registra un gran aumento de menores embarazadas (12 a 16 años) cuyo futuro muchas veces es la expulsión de sus hogares, terminando en el mejor de los casos, en instituciones de madres menores. Se registran infinidad de casos de auto aborto, que en la mayoría de las veces culminan en muertes por infección.

Otro drama es el incremento de la homosexualidad que llega a niños de 7 a 9 años que por lo general son el producto del secuestro de niños abandonados, de barrios humildes, posteriormente trasladados a Buenos Aires donde son ofrecidos a quien quiera hacer uso de los mismos.

La penetración cultural de la dependencia en todos los sectores de nuestra juventud tiene un índice en el incremento de break-dance, que ha invadido el centro y los barrios.

La falta de perspectiva en los jóvenes determina que no tengan interés en continuar sus estudios secundarios o universitarios. Se registran testimonios como el siguiente: “El secundario es una mierda, los profesores te cagan y aprendes cosas que no sirven para nada. Me hice fumanchero justo el día que cumplí 15 años. Unos amigos me regalaron un porro (cigarrillo de marihuana), entré a acelerarme como loco, me puse alegre, desinhibido, con mucha imaginación para hacer cualquier cosa. Desde esa vez le entré a dar seguido y a comprar. Cuando mi viejo se apioló me quería matar, ya me tenía podrido así que me fui y no volví nunca más”, palabras de Fernando, 17 años, se pasa el día en un pool de calle Santa Fe (Buenos Aires), vive en un departamento de calle Belgrano con un amigo y es camello (minorista o último eslabón de la cadena de la droga, generalmente también son adictos).(Información periodística).

Vemos claramente cómo este modelo agotado que no incentiva a la juventud a vivir porque no ofrece perspectivas, determina la degradación moral e incluso física de la misma.

El avance de la droga en la juventud y la transformación de drogadictos en traficantes, para poder tener mayor cantidad y calidad de drogas, es un hecho que se registra en todo el país. En los sectores de clase media circulan drogas de alto poder, en los más postergados también circula, aunque aún es mayoría el alcoholismo o la drogadicción con pegamentos, nafta e incluso gas.

Mucho podríamos hablar sobre la drogadicción, pero lo fundamental que queremos dejar sentado es que ésta no es privativa de la juventud, sino que es una actividad lucrativa del sistema que además produce el sojuzgamiento y el aniquilamiento de quienes constituyen el potencial liberador de nuestra Patria y del Tercer Mundo. No es casualidad que la droga haya bajado en los últimos años un 25% su cotización, ni que desde la dictadura haya aparecido una especie de campaña de promoción publicitaria con entregas de muestras gratis en las escuelas y en distintos lugares donde se nuclean los adolescentes (confiterías, pooles, snaks bars), como tampoco es casual que a partir de 1977 en el Ministerio de Salud Pública se desarmó la Comisión encargada de inspeccionar los laboratorios medicinales. El Colegio Oficial de Farmacéuticos y Bioquímicos de la Capital Federal viene denunciando y haciendo público el hecho de la circulación clandestina en Buenos Aires de 1.000.000 -en número de unidades- de psicotrópicos, con nombres y apellidos, domicilio de laboratorios y farmacias implicadas, denuncia que no tuvo respuesta del Ministro de la dictadura y espera la del actual.

Por mencionar algunas cifras diremos que entre 1970 y 1980, el número de estudiantes adictos aumentó un 100%, la edad promedio es de 17 a 26 años (según estimación periodística).

La realidad social también determina la delincuencia juvenil e infanto-juvenil, que en los últimos cuatro años se incrementó vertiginosamente. El 80% de los jóvenes que roban provienen de los sectores más postergados, el 20% de la clase media. Ha aumentado la participación de jóvenes mujeres en la delincuencia, que muchas veces asumen el papel de líder. Niños de 8 a 9 años no escapan a esta práctica.

Estas cifras y estos testimonios constituyen una terrible realidad, para muchos puede resultar increíble, pero provienen de hechos objetivos que abarcan en forma directa a gran cantidad de jóvenes de nuestro país y constituyen una amenaza potencial y permanente para toda la juventud argentina. Juventud que vive el momento histórico del agotamiento de un modelo que en su degradación la precipita.

Ante esta realidad de nuestra Argentina y a poco más de un año de vigencia de la democracia en nuestro país, los jóvenes del Partido Socialista Popular ratificamos con nuestra práctica militante, con nuestra experiencia diaria en el trabajo, en el aula, en los barrios o en los pueblos la corrección de la línea política y del accionar de nuestro Partido.

Ante la profundización de la dependencia producida durante la última dictadura, ante la crisis de los países centrales, nuestro Partido viene demostrando, hace ya tiempo, con anticipación histórica que en nuestra Patria se agota vertiginosamente el modelo dependiente, que en nuestra Patria se hace cada día más incompatible la vida de quienes trabajan, de las mayorías nacionales, con la organización dependiente de nuestro país.

Consecuentemente nos planteamos una postura electoral con los trabajadores y para los trabajadores, con la juventud y para la juventud, es decir con y para la Nación. A su vez afirmamos que sería difícil vivir en democracia sin atacar la dependencia; que sería imposible cumplir las promesas electorales y asegurar la salud, alimentación, vivienda, educación, calidad de vida de nuestro pueblo, las aspiraciones de los trabajadores, de la mujer y de la juventud sin argentinizar nuestra economía y nuestra cultura. No nos cansamos, ni nos cansaremos, de repetir que la única garantía para ello era y es la convocatoria a todos los sectores de la vida nacional para concretar la unidad nacional y la participación.

Si comparamos la política de Yrigoyen e Illia con la actual, constataremos que el agotamiento del modelo dependiente se refleja en el accionar del gobierno. De igual modo la situación que atraviesa la primera oposición, nos pone de relieve que sufre la misma falta de respuesta para asegurar un futuro a la juventud.

Esta realidad se explica, si comprendemos que el agotamiento del actual sistema y de sus proyectos políticos tradicionales constituye dos caras de una misma realidad. No es lo mismo responder a los intereses de la Nación y de los sectores medios en 1916 que en 1984. No es lo mismo responder a los intereses de la Nación y de los trabajadores en 1945 que en 1984. Así comprenderemos el mantenimiento de la dependencia, y la corrupción imperante. Sostener las instituciones democráticas con estos valores es muy difícil.

Nosotros debemos defenderlas y denunciar a quienes atentan contra ellas; debemos denunciar la dependencia, en cada opinión, en cada documento; pero paralelamente debemos encender la luz, mostrar la única herramienta capaz de modificar la realidad: La Participación.

Así lo hace nuestro Partido en todo el país, en los distintos lugares de trabajo en las comunas que conduce el Socialismo Popular. Ello es lo que posibilitará la construcción de la Nueva Argentina. Eso es lo que duele y eso es lo que atacan e intentan frenar las multinacionales y los intereses a ellas vinculados. Pero la conciencia nacional, desarrollada y fortalecida a través de la participación y de nuestra difusión es indestructible, es imparable.

Miles de compañeros se suman a la práctica activa de amor al pueblo, a nuestro estudio de la realidad, a nuestras reuniones. En cada lugar donde sumamos una compañera o un compañero más, estamos construyendo el irreversible futuro de felicidad de nuestro pueblo. Por ahí pasa nuestra revolución, por más Vanguardias, más puertas golpeadas y diálogos entablados. Por el desarrollo de agrupaciones laborales y estudiantiles, por más profesionales ganados al servicio de nuestro pueblo. Esa es para nosotros la tarea; la validez de esta apreciación la demuestran los números.

Los jóvenes del Partido Socialista Popular, integrados con todas las obligaciones y derechos a nuestro Partido somos conscientes de la realidad; la estudiamos, militando la modificamos y por eso la superaremos. Por ello nuestro futuro no es incierto, por ello no es necesario corrompernos para evadirnos de la realidad. Nuestras banderas son las banderas de la Patria, las mismas que impidieron que se corrompieran San Martin y Belgrano, Berutti y sus Chisperos, Moreno y Saavedra. Son las banderas por las cuales murieron tantos héroes anónimos de nuestra Independencia: el Tamborcito de Tacuarí, las Niñas y las Mujeres de Ayohuma, el pueblo de Jujuy, los Tres Sargentos. Son los estandartes por los cuales damos nuestras horas cada día con más convicción, son las banderas que marcan el futuro, que llaman irresistiblemente a la juventud y por las cuales estamos dispuestos a entregar nuestras vidas.

La existencia de objetivos trascendentes en nuestras vidas desplazan la evasión de la realidad que la droga, el terror, el alcohol, o la pornografía implican. Hacemos y sentimos la Argentina Independiente y Solidaria todos los días, en contacto con nuestro pueblo, con nuestros jóvenes. Esta práctica salvaguarda nuestras caberas de la degradación existente, esta práctica construye al hombre del futuro.

Buenos Aires, 1,2 y3 de febrero de 1985.

"Jóvenes, reflexionad que tenéis en vuestras manos los destinos futuros de la Patria".

ALFREDO PALACIOS


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