El Partido Socialista Popular ha publicado en varias oportunidades una tabla de necesidades mínimas para una familia tipo. Esta canasta familiar daba para el mes de junio de 1980 un salario mínimo de $1.775.449. A partir de esta cifra y si­guiendo los datos oficiales al respecto, confeccionamos el si­guiente cuadro:

Este cuadro es muy ilustrativo. Según podemos ver, en 1974 bajo un gobierno surgido del ejercicio de la soberanía del pue­blo, los trabajadores no calificados, con un 22% de aumento podían completar la tabla de necesidades mínimas y los operarios calificados tenían un margen de ahorro y una tranquilidad so­bre su futuro.

La política salarial ha sido brutalmente clara. Cuando se desconoce la voluntad popular, el 22% que necesitaban los tra­bajadores de menos recursos se transforma en un 88%. Es decir que en ese momento ganaban muy poco más de la mitad de lo que necesitaban para vivir dignamente. Esto lo logran en pocos meses da implementación de un plan económico que se aplica en contra de los trabajadores, porque está concebido en beneficio de los intereses extranacionales, para aumentar sus ganancias a costa de la miseria de la inmensa mayoría del pueblo argentino. Ya en 1815 un economista clásico decía: "Cuando las ganancias suben disminuyen los salarios y cuando los salarios suben, ba­jan las ganancias".

Este plan no se detuvo aquí; en el pasado mes de agosto, se necesitaba un aumento del 182% para alcanzar ese nivel de vida. Esto quiere decir que un operario hoy gana lo suficiente para vivir dignamente diez días del mes. Los otros veinte días tiene que morir, o distribuir exiguos ingresos para que le al­cance. La situación de los operarios calificados es distinta, pero no por ello deja de ser grave. Este trabajador, que mientras gobernaba el país un gobierno elegido por el pueblo, tenía un margen de ahorro, inmediatamente después del golpe de estado necesitaba un aumento del 60%, no para volver a su situación an­terior, sino para vivir con lo justo. Esto se mantuvo hasta junio de 1980. Hoy este trabajador está ganando la mitad de lo que necesitaba para cubrir sus necesidades mínimas.

MÁS GANANCIAS, MENOS SALARIOS

En al año 1974 los asalariados participaban de la renta nacional en un 42%. Es decir que del total del ingreso de la Nación, el conjunto de los trabajadores recibían $42 de cada $100. En agosto de 1976 la participación en la renta cae bruscamente al 25%. En agosto de 1980 al 23% y en agosto de este año, apenas al 19%.

La renta nacional, en líneas generales, se mantuvo igual en estos años. Es decir que el ingreso a repartir es el mismo, lo que ha cambiado es el reparto. De 100 partes del ingreso nacional, en 1974, le correspondían 42 a los trabajadores. En este año sólo 19 partes son para quienes todo lo producen.

A esta situación debemos sumar suspensiones, reducción de la jornada laboral, atraso en el pago de los ya magros sa­larios, y la desocupación, definitivamente instalada en miles de hogares argentinos.

¿Quién despojó a los trabajadores de la participación que tenían en 1974 en la renta nacional?.

La usura internacional, los grandes bancos extranjeros, las multinacionales, que son los que implementaron con sus so­cios, agentes y empleados nativos este plan económico al ser­vicio de la ganancia y no del hombre.

Y esto sigue, se incrementa, se distribuye el peso de la crisis con todas las cargas en contra de los trabajadores.

CADA VEZ MAS HORAS DE TRABAJO

Tomaremos otros datos del último año: para comprar 1 kg. de pan, un trabajador necesitaba en agosto da 1980, 30 minutos de trabajo, en el mismo mes de 1981, 52 minutos. Perdió el 73,3%.

Para 1 kg. de azúcar, 18 minutos en 1980 y 34 minutos en 1981, perdió un 88,9%.

Para pagar la factura mínima de la luz, trabaja en 1980 9hs. y 41 minutos; en 1981 15hs. y 25 minutos. Perdió un 59,2 por ciento.

Si alquila un departamento de dos ambientes, el año pasa­do necesitaba 15hs. y 13 minutos; en agosto de este año 172 horas y 5 minutos. Consideramos aquí que en un mes normal se trabajan 200 horas.

De 95 minutos que trabaja para pagar una entrada al cine en 1980, hoy tiene que trabajar 137 minutos. Perdió un 44,2%.

Si compra el diario todos los días, en agosto de 1980 le costaba 9 horas, este año 12 horas y media. Perdió el 40,6%.

Estas son cifras oficiales. Corresponden a las que publi­ca el Ministerio de Economía, a través del INDEC, a la revista FIDE, y a la UADE (Universidad Argentina de la Empresa).De nuestra elaboración son la combinación e interpretación de estos datos y su relación con la tabla de necesidades mínimas.

HACIA UN NUEVO CONCEPTO DEL SALARIO

El Partido Socialista Popular considera que el trabajo es la actividad fundamental del hombre.

El trabajo es irremplazable en toda actividad económica. No puede existir una economía, ni satisfacerse las necesidades elementales del hombre (como la comida, el vestido y la vivienda) si no es en base al trabajo.

En términos estrictamente económicos el salario es lo que se paga por el trabajo producido en relación de dependencia. La importancia y la irremplazable participación del trabajo remu­nerado en la vida social en general y en la vida económica en particular, debería determinar la importancia y la jerarquía de la contraprestación del mismo, que es el salario.

La jerarquía del salario está determinada por dos aspectos. Primero, es la paga para quienes aportan el elemento esencial de la vida nacional: el trabajo. Segundo, es el medio de vida fundamental de la mayor parte de los habitantes de la Na­ción.

Por su importancia, por su jerarquía, por ser el medio de satisfacción de las necesidades vitales del trabajador y su familia, por su gravitación en la economía, el Partido Socialis­ta Popular rechaza la concepción actual del salario que consi­dera a éste como un precio más, dejando librada su determinación a las leyes del mercado. Rechazamos la organización de la Nación subordinada al culto del lucro como valor supremo de la comunidad.

El libre juego del mercado, permite el manejo del mismo por minorías económicamente privilegiadas, monopolicas y la mayor parte de las veces ligadas o asociadas a los intereses ex­tranjeros.

No podemos aceptar que estas minorías determinen el nivel de vida de los trabajadores argentinos, sus perspectivas de vida su cantidad y calidad de alimentación, su vivienda y la existencia y el desarrollo de sus núcleos familiares.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos, expresó el derecho de toda persona que trabaja"... a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure a sí y a su familia una existencia conforme a la dignidad humana" (ONU. 1948).

El artículo 37 de la Constitución Nacional de 1949 expre­sa: "Declárense los siguientes derechos especiales: derecho a una retribución justa, derecho de los trabajadores al bienestar cuya expresión mínima se concreta en la posibilidad de disponer de vivienda, indumentaria y alimentación adecuada, de satisfacer sin angustias sus necesidades y las de su familia". Este derecho alcanza así por primera vez en nuestro país el rango constitucional.

El actual artículo 14 bis de la Constitución Nacional dispone el derecho a una "retribución justa" al "salario mínimo, vital y móvil"..."la protección integral de la familia y el acceso a una vivienda digna".

La Ley de Contrato de Trabajo incorpora la concepción mo­derna del salario, en su definición en el artículo 116: "Salario mínimo vital, es la menor remuneración que debe percibir en efectivo el trabajador sin cargas de familia, en su jornada legal de trabajo, de modo que le asegure alimentación adecuada vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento, vacaciones y previsión".

Es necesario institucionalizar organismos a través de los cuales sean la mayoría de los integrantes de la Nación quienes por medio de una participación orgánica y democrática, determinen las mínimas necesidades que debe satisfacer el monto salarial y en definitiva el nivel de participación de los trabaja dores en el ingreso nacional.

El salario debe asegurar al trabajador y a su familia una existencia conforma a la dignidad humana, en retribución a una jornada laboral de ocho horas como máximo y de no más de seis para trabajos insalubres.

Esta función del salario puede ser y ha sido violada fundamentalmente desde dos ángulos: vino de ellos, es la disminu­ción de su poder adquisitivo y el otro, es el aumento de las horas de trabajo.

Cuando se jerarquiza la ganancia, sucede lo que vimos en los ejemplos que detallamos en este trabajo y se aprecia la diferencia que existe entre ésta grave realidad, determinada por la aplicación del plan económico vigente, y lo que plan­tean y sostienen las mujeres y los hombres que integramos el Partido Socialista Popular.

Esta concepción del salario, que asegura una vida digna al trabajador y a su familia con una jornada de ocho horas, es independiente de la ganancia de las empresas, en tanto no puede estar sujeto a otra condición que la calidad de vida de quienes crean toda la riqueza.

Mientras se ha incrementado la participación de los tra­bajadores en la formación de los recursos del Estado, las prestaciones estatales en materia de salud, vivienda y educación han sido reorganizadas en perjuicio directo de los sectores del trabajo y fundamentalmente de los sectores más humildes de los trabajadores.

La gratuidad de la atención de la salud pertenece al pasado y el incremento vandálico de loa precios de los medicamen­tos determinado por los monopolios extranjeros pertenece al presente. El cierre de escuelas, de hogares escuelas, de comedo­res escolares, la supresión del vaso de leche, el incremento del precio de los artículos escolares, el manejo especulativo de los textos de todos los niveles, la deserción escolar y la existencia de un plan de limitación al ingreso, caracterizan una realidad educacional coherente con la concepción económi­ca que impera en el país.

La disminución da la construcción de viviendas económicas para los trabajadores, el incremento del monto de las cuotas por viviendas sin tener en cuenta el incremento salarial y la liberación de los alquileres, también configuran una política habitacional coherente con la filosofía económica imperante.

Esta desprotección de los trabajadores se agrava en todos los aspectos en las regiones del interior de nuestra patria.

Este agravio a la participación del trabajador argentino, en el ingreso nacional, se extendió coherentemente a los medios que a través de toda la evolución social contemporánea, forja­ron los trabajadores para defender su salario y para incremen­tar su participación en el ingreso nacional: el reconocimiento de sus organizaciones y la modalidad de sus convenciones colectivas.

La historia de la heroica y abnegada lucha de los trabajadores del mundo, que ha concretado sus alcances en un nuevo derecho -el derecho del trabajo- nos enseña que la extraordinaria desigualdad existente entre la poderosa y gobernante patronal y el trabajador aislado, que debe atender a través de cualquier sacrificio las necesidades vitales de él y su familia, se vio en cierta forma amortiguada por la conquista universal de las modalidades de las convenciones colectivas de trabajo.

Mundialmente el contrato individual de trabajo fue reemplazado por las convenciones colectivas del moderno y reparador derecho del trabajo. Así mismo, a través de décadas de lucha, los trabajadores obtuvieron el reconocimiento de su derecho a organizarse y en consecuencia la legalidad de sus organizaciones, destinadas a la defensa de sus intereses.

La actual política atacó estas conquistas universales de los trabajadores, suspendiendo la vigencia de las convenciones colectivas y posibilitando con posterioridad la desintegración y atomización del movimiento obrero, que apunta, dentro de este orden de cosas, a la disgregación de sus fuerzas en el trata­miento de las futuras remuneraciones y condiciones de trabajo.

UNIDAD Y ORGANIZACIÓN

Esta realidad social arbitraria que existe en nuestra Pa­tria, sólo podrá ser superada por la participación activa y orgánica de los trabajadores argentinos. Esta participación posibilitará la recuperación de sus sindicatos intervenidos y el fortalecimiento de la Confederación General del Trabajo (CGT), como organización única nacional.

El movimiento obrero argentino ha alcanzado con sus luchas una experiencia que le ha permitido gozar por décadas de las mejores organizaciones sindicales y asistenciales de todo el con­tinente. Tiene en consecuencia la capacidad, la madurez y el conocimiento necesario, para orientar y encauzar la marcha victo­riosa del pueblo argentino hacia la concreción de ideales socialistas de solidaridad y confraternidad, que aseguran la liber­tad, el inmediato ejercicio de la soberanía popular a través de elecciones libres y sin proscripciones, la independencia nacio­nal y el bienestar y la felicidad de las mujeres y los hombres de Argentina.

Tras estos objetivos se debe multiplicar la participación popular y fortalecer las organizaciones del pueblo.

Hoy somos muchos más, hoy sabemos mucho más, hoy los argentinos venceremos una vez más.

PARTIDO SOCIALISTA POPULAR

Buenos Aires, 16 de octubre de 1981.

Guillermo Estévez Boero, Héctor J. Cavallero, Héctor Miguel Di Biasi, Miguel A. Godoy, Juan Carlos Zabalza, Rubén Bilicich, Car­los R. Constenla, Victor M. Mondschein, Carlos E. Spini, Óscar Beban, Horacio Blanco, Eduardo Correa, Marcelo Gallino, Ernesto Jaimovich, Jorge López, Carlos Nibio, Oscar Santarelli, Roberto Simes, Rodolfo Succar, Hugo Vallejo

 TABLA DE NECESIDADES MÍNIMAS MENSUALES DE UNA FAMILIA TRABAJADORA CONSTITUIDA POR MADRE, PADRE Y DOS HIJOS EN EDAD ESCOLAR.