El mes de marzo de 1982 se cumplen 6 años de la instauración del actual régimen.
Estos 6 años, han sido largos, han sido eternos, para quienes en Argentina viven de su trabajo, cada día han ganado menos y cada día ha aumentado el costo de vida.
El poder adquisitivo de los salarios perdió aproximadamente un 66 % desde junio de 1975 —fecha en que el gobierno constitucional fijó el último salario mínimo vital y móvil— hasta diciembre de 1981.
En otras palabras el plan económico de Martínez de Hoz que hoy continúa Alemann quitó a los trabajadores argentinos de cada 1000 pesos, 666.
A las asignaciones familiares, se les quitó la mitad de su valor desde marzo de 1976 a diciembre de 1981. El salario familiar que debe recibir una familia tipo con dos hijos en edad escolar, perdió la mitad de su poder adquisitivo.
Hablando en dólares —plato favorito de la usura—, cada mes le fueron quitados por la fuerza a los trabajadores argentinos millones de dólares, durante 72 meses, millones de dólares cada mes. A un pobre se le pone preso por robar una gallina.
En este sexto aniversario, sería importante que los habitantes del país, trabajadores y empresarios, jóvenes y jubilados, civiles e integrantes de las Fuerzas Armadas, habitantes de la ciudad y del campo, supiesen en que fueron invertidos por los diversos equipos responsables estos millones de dólares que les fueron quitados a la familia trabajadora argentina.
Los trabajadores no sólo fueron desposeídos de decenas de millones de dólares que superan nuestra abultada deuda externa; sus organizaciones gremiales fueron intervenidas y jaqueadas con disposiciones que desconocen el derecho a la libre asociación. Los trabajadores también fueron desapoderados de las Obras Sociales de su propiedad. Hoy más de un millón y medio de trabajadores argentinos están condenados a la desocupación. Esto significa que aproximadamente un millón y medio de familias argentinas padecen sin pan y sin trabajo las consecuencias de las medidas económicas que se impusieron a un pueblo, para adecuar su explotación a una nueva división internacional del trabajo fundada en exclusivo beneficio de los monopolios extranjeros.
En materia de deuda externa la República Argentina acumuló desde 1810 a 1976, es decir en 166 años, algo más de 7.000 millones de dólares. El actual régimen en 6 años adquirió deudas externas por 27.000 millones de dólares. Los comentarios están de más. Hoy la Argentina debe 7.000 más 27.000, es decir 34.000 millones de dólares.
Conforme a informes oficiales, se espera con optimismo que en 1982 nuestro comercio exterior arroje un beneficio de 2.000 millones de dólares. En otras palabras si la usura internacional no cobrase intereses, harían falta 17 años de buenas cosechas y de restricción de las importaciones para pagar la actual deuda externa.
En medio de la crisis más profunda de nuestra historia nacional, que los representantes del privilegio nacional e internacional han ejecutado, pero cuyas raíces todos hemos regado en mayor o menor medida —con nuestra negligencia y nuestra falta de firmeza en la defensa de los valores morales y materiales de la Nación Argentina—, los argentinos debemos reflexionar. No es tiempo de impúdicos asados de toneladas de carne y de kilómetros de chorizo.
Más de un millón y medio de desocupados argentinos miran, escuchan y graban día y noche. Sólo queda un camino: respetar el derecho del pueblo a elegir sus autoridades y destino; todo otro atajo ya fue perdido. El tiempo del pueblo ha llegado.