El nombramiento del nuevo equipo económico, sus declaraciones y sus primeras medidas, demuestran con claridad que quienes ocupan la administración de nuestra Patria, han definido un camino: continuar aplicando y profundizar las medidas y la orientación económica responsable de la crisis económica y social que soportan la inmensa mayoría de argentinos. Este plan tiene como objetivo último, adecuar la realidad argentina, a una nueva división internacional de trabajo, planificado por los monopolios extranjeros en defensa de sus intereses y que otorga a nuestro país el papel de productor de granos, carnes, energía y minerales estratégicos.
Los trabajadores, a quienes se le ha quitado aproximadamente la mitad de la participación que tenían antes de 1976 en la renta nacional, han sufrido de lleno una de las primeras medidas: el congelamiento de los salarios.
En materia de impuestos se continúa aumentando los impuestos indirectos, impuestos al consumo, que no tienen en cuenta el capital o la ganancia de quien lo paga y que determinan que la mayor parte del presupuesto nacional sea pagado por quienes menos tienen y por quienes menos ganan.
Con relación a las empresas estatales y al papel regulador del Estado en la vida económica de la Nación se ha abierto un verdadero concurso donde los voceros de los intereses extranjeros expresan a diario las diversas formas posibles de rematar el patrimonio nacional, y de reservar al estado el único rol de reprimir a quienes se opongan a los grandes intereses económicos o a quienes reclamen un salario que le permita comer, educar y dar atención médica a su familia.
Jamás en la historia de la República se ha planteado con tanta claridad la liquidación del patrimonio nacional y la defensa de los monopolios, fundamentalmente financieros y fundamentalmente extranjeros.
Mientras estas medidas se aplican, extraoficialmente se habla del estado de asamblea y de la intervención de los partidos políticos, medidas que constituyen una amenaza a los partidos políticos que desde la Multipartidaria y con el apoyo a la multipartidaria han denunciado la situación que sufre el país.
Al mismo tiempo se han efectuado una cantidad de nombramientos de afiliados a pequeños partidos, que han apoyado la actual situación como forma práctica de llegar a los cargos, pero que sumando todos sus votos no alcanzan para ganar la intendencia de alguna de las ciudades que integran el Gran Buenos Aires.
Ante esta realidad los argentinos debemos unirnos, defender nuestros valores y rodear nuestros sindicatos, rodear nuestros colegios, nuestros hospitales, nuestros centros de estudiantes, difundir nuestra tradición nacional, el pensamiento de los hombres que hicieron Mayo, de los hombres que declararon la Independencia Nacional, de los nobles y grandes caudillos de nuestro interior, de los hombres que organizaron la Nación, de los militares y de los marinos que condujeron a su pueblo en los campos de batalla tras la bandera de la Independencia Nacional y de la Libertad. Difundir el pensamiento de los maestros que crearon nuestras escuelas, de los profesores que crearon las universidades, de los médicos que organizaron nuestra salud pública, de los ingenieros que trazaron nuestros puertos y caminos. En este tiempo debemos difundir especialmente el pensamiento de quienes fundaron el partido político de los trabajadores: el Partido Socialista; debemos difundir la obra de los trabajadores que fundaron las primeras organizaciones gremiales en defensa de su derecho a la vida; estudiar en el medio de la noche que vive el país, estudiar y difundir las inmortales semillas de la nacionalidad argentina.
Todo lo que vemos es contrario a la existencia de la Nación y al bienestar de su pueblo; lo importante hoy es tomar conciencia de la profundidad del daño y de la necesidad de construir una nueva sociedad argentina, que basada en sus antiguos e ireemplazables valores y organizada conforme a principios socialistas de convivencia, no vuelva a transitar jamás este tiempo de degradación, y jamás sea nuestra bandera atada al carro triunfal de ningún vencedor de la tierra.
Para concretar esto es necesario respetar la voluntad popular expresada en inmediatas elecciones libres y sin proscripciones. Los argentinos construimos una vez la Nación. Hoy somos más, hoy sabemos más, la construiremos otra vez y mejor, en ella no habrá lugar para la explotación del hombre por el hombre y del pueblo por el capital.