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Unidad Nacional

Jamás en la historia de nuestro país se han iniciado las clases con tan poca esperan­za, para niños y para jóvenes. La mayoría de los niños en edad escolar viven en sus ho­gares el resultado de una organización social que se de­rrumba y no quiere morir. An­te este cuadro, este año el ré­gimen ha tenido una extraor­dinaria sensibilidad, ha expre­sado: "no le pidan libros muy caros ni útiles caros", ¡no tie­nen con qué comprarlos!.

Hay realidades duras, in­seguras, que el régimen produce cuando quita la estabilidad a los trabajadores que la tenían hace 6 años, cuando decreta cesantías, suspensiones, cuando cie­rra fuentes de trabajo. La desocupación es como un fantasma que re­volotea por sobre los hogares de los trabajadores argentinos. Allí hay tensión, hay soledad, hay ausencia, allí hay muchas veces una simple caricatura de familia, y de esa realidad salen y a esa realidad vuelven la mayor parte de los hijos de trabajadores que tienen el privilegio de ir a la escuela.

También hay otros hogares en Argentina en donde grabadores y juguetes electrónicos han reemplazado la paz, la comunicación y el diálogo familiar. Estos niños pueden comprar libros y útiles, pero al igual que los primeros, lo que no pueden comprar es seguridad y es­peranza en un futuro. ¿Quién puede dar seguridad y esperanza a los niños de Argentina?

A los niños, a los ancianos, a las mujeres y a los hombres de la Patria sólo pueden darle seguridad y esperanza los sec­tores del pueblo, las grandes mayorías nacionales. Solamen­te las mayorías nacionales que integran los niños, los ancia­nos, las mujeres y los hombres tienen interés y capacidad para dar seguridad y esperanza a la mayoría de los niños, los ancia­nos, las mujeres y los hombres. Las mayorías nacionales, para lograr el objetivo de su bienestar, deben escuchar el legado de sus grandes caudillos, que al llegar a la etapa de la vida en que se adquiere una mayor comprensión de la realidad, se dirigieron al país para pe­dir la unidad de todas las fuer­zas populares; Juan Domingo Perón y Ricardo Balbín con­cluyen sus vidas reclamando la unidad de los argentinos. Reconocían así que la derrota popular siempre vino prendida de la división del campo nacio­nal. La realidad de la crisis que vive el país supera toda denun­cia y cálculo. Cada día que se mantenga este plan económico y que se desconozca la sobera­nía popular, está dedicado a dificultar y a jaquear al próximo gobierno popular. Para avanzar en el camino que desemboque en una realidad política en la que sea el pueblo el que elija sus autoridades, la multipartidaria es un nucleamiento valioso y hoy irreemplazable. Para constituirse día a día en alternativa de seguridad y esperanza para los argen­tinos, la multipartidaria deberá profundizarse, ensancharse y salir a la calle, como lo está haciendo, pero por sobre todas las cosas quienes tienen la profunda responsabilidad de integrar la junta con­vocante de la multipartidaria deben escuchar el clamor popular y la herencia de sus grandes caudillos; deben acortar distancias y profundizar su unidad. La unidad es requisito imprescindible para la victoria de los intereses morales y materiales de la Nación Argentina.


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