El 22 de febrero de 1904 se instaló en nuestras islas Oreadas del Sur un observatorio dependiente de la Oficina Meteorológica Nacional del Ministerio de Agricultura; por esto, esa fecha ha sido instituida como Día de la Antártida. Día de la reafirmación de la soberanía nacional sobre una porción del continente antártico. Este año esa conmemoración se vio afectada por el problema del Beagle, aún sin definir.
El laudo de la corona británica es absolutamente inaceptable desde el punto de vista nacional. Por eso, toda intermediación o mediación que lo tenga por base, a pesar de los desvelos del intermediario o mediador, será siempre lesiva de los legítimos derechos argentinos en la zona del Beagle. Toda aclaración o sugerencia que efectúe oficialmente el país con relación a la mediación, empeorará la situación de nuestros intereses.
El único camino es aceptar la realidad, que es la única verdad. Es la única actitud coherente.
En consecuencia, lo correcto sería contestar al mediador expresando que la situación creada por el contenido de la mediación, escapa a las posibilidades de resolución por parte del actual gobierno; que quien detenta la soberanía territorial de la Nación Argentina es el pueblo y que, en consecuencia, será éste quien deberá responder a través de sus representantes en el momento en que se opere la normalización de la situación institucional.
Este sinceramiento, sí que es necesario, y posibilitaría el respeto por los sacrificios y los trabajos de todos los argentinos que, a través de nuestra vida como Nación, defendieron nuestras fronteras y, en especial, nuestra soberanía en los mares del sur.
Ya en 1827 la población de Carmen de Patagones resistió heroicamente la agresión brasileña. El marino argentino Luis Piedrabuena, en sus hazañas que jalonan las costas patagónicas, llega hasta el Cabo de Hornos en 1863.