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Ante la crisis: más democracia, concertación y gobierno de coalición nacional

Hace tiempo que los argentinos vivimos agobiados de tanta inflación y de tanto saqueo. Los gobiernos constitucionales a partir de 1983, cometie­ron el profundo error de aceptar incondicionalmente la herencia degradada que dejaba al país el equipo de Martínez de Hoz y de la patria financiera. Los argentinos vamos perdiendo día a día estabilidad, porvenir y futuro cierto, disminuyendo en forma alarmante la credibilidad en las Institucio­nes de la Constitución y de la Democracia para resolver los problemas del pueblo.

La gravedad y la profundidad de la crisis, no se han considerado en su justa medida. Se ha intentado muñequear la crisis y, al mismo tiempo, ga­nar internas y externas.

Se teme más a la participación popular que a la propia crisis. En todos estos años, a nivel nacional, a nivel provincial y a nivel municipal, no se han creado, no se ha institucionalizado una sola forma de real participación popular. No se ha comprendido la primera verdad de esta hora: el único ca­pital no usurario con el que cuenta la Nación Argentina es la capacidad cre­adora y realizadora de su pueblo.

Desde antes de 1983, el Socialismo afirma que vivimos la crisis más grave desde la organización nacional, producida por el agotamiento irre­versible de un viejo modelo que se pensó para un país que ya no existe y para un mundo que tampoco existe.

Aquel modelo, que a fines del siglo pasado, organizó la economía, des­pués de temporarias modificaciones, concluye hoy con la feroz supremacía de la usura y la especulación sobre el trabajo y la producción y con la ena­jenación del patrimonio espiritual y material de los argentinos.

La crisis, que comenzó en el pasado siendo económica, se ha transfor­mado en social, política, de identidad, de integración, de legitimidad, de credibilidad, de representatividad, para culminar en una profunda crisis moral que envuelve y abarca todas las actividades de la sociedad nacional.

La experiencia histórica argentina, demuestra que fuera de la democracia no existen posibilidades válidas para superar la realidad.

El Socialismo ha reiterado que la realidad nacional está enmarcada por dos hechos esenciales: la difícil transición hacia la democracia reclamada por la inmensa mayoría de los argentinos; y por la crisis global imperante.

El Socialismo, reitera hoy, como lo viene haciendo desde antes de 1983, que la única posibilidad de superar estas dos complejas realidades super­puestas, se encuentran en la concertación, franca y transparente de la mayo­ría de los sectores integrantes de la sociedad argentina, para asumir la reali­dad de la emergencia nacional y defender el patrimonio espiritual y mate­rial de la nación, acordando un conjunto de medidas que permitan a los ar­gentinos comenzar a superar su terrible presente.

También el Socialismo ha expresado, desde 1987, y con anterioridad a las elecciones de 1989, que, ganase quien ganase, era necesaria la confor­mación de un gobierno de coalición nacional, a los efectos de garantizar la aplicación de la concertación que se alcanzare entre todos los sectores de la vida nacional.

En su oportunidad, el Socialismo ha elevado al Congreso de la Nación un detallado proyecto de creación de un Consejo Económico, Social y Polí­tico concebido como ámbito institucional de la concertación nacional.

El tiempo no se detiene, el incremento de la incertidumbre, de la desa­zón, de la corrupción y del éxodo de la juventud, constituyen una realidad diaria.

La gravedad de la crisis se agudiza diariamente y puede agudizarse mu­cho más demoliendo las instituciones y destruyendo la convivencia de los argentinos, antesala de la desintegración nacional.

Cabe al gobierno asumir urgentemente la responsabilidad que la grave situación imperante le impone: la convocatoria de todos los sectores de la vida nacional para acordar el derrotero a seguir, y la conformación de un gobierno de coalición nacional. El gobierno deberá poner sus recursos téc­nicos y administrativos al servicio de la realización de los acuerdos logra­dos, que han de ser constantemente verificados a través de la participación popular orgánica a todo nivel.

La convocatoria transparente y objetiva de todos los sectores de la vida nacional, no solo a las cúpulas, ni solo a los capitalinos, ni solo a los traba­jadores y empresarios, sino a todos los sectores de la vida nacional, consti­tuye el imperativo ineludible del momento actual.

En la mesa de la concertación el Socialismo planteará:

1) Planificación democrática de la economía a través de organismos democráticos y democratizantes, que han de integrarse con representantes de los trabajadores, de las empresas nacionales, de los productores del agro, de las cooperativas, del Estado nacional o provincial a los efectos de garantizar que ella se realice en beneficio de la comunidad y no en su des­medro.

2) Control social de la banca para que el ahorro nacional no sea motivo de especulación, sino que se revierta en créditos accesibles hacia las peque­ñas y medianas empresas de la ciudad y del campo, los profesionales, los trabajadores y los sectores productivos del interior.

3) Manejo social de la moneda extranjera a través del Banco Central. Como único organismo autorizado a comercializar la divisa e impedir que sea motivo de especulación, fuga o desequilibrio económico.

4) El control social del comercio exterior, y de las operaciones de rease­guro, para combatir la sobre y sub facturación y el contrabando.

5) El control social en la administración de las empresas líderes conformadoras de precios. Para que éstos no se incrementen en forma desmesura­da, y para que haya una relación razonable entre los precios y los costos, haciendo hincapié en los alimentos y los medicamentos.

6) La participación protagónica de los usuarios y los trabajadores en la reformulación de las empresas del Estado.

Cada argentina, cada argentino, con la misma confianza, con la misma fuerza que los integrantes del pueblo de Buenos Aires rechazaron el colo­nialismo inglés; con la misma grandeza y el mismo desinterés con que los jujeños siguieron la estela moral inextinguible de Manuel Belgrano, no de­ben estar esperando la convocatoria sino exigiendo a cada gobernante mu­nicipal, provincial y nacional la inmediata convocatoria al pueblo para sal­var la patria, construyendo los cimientos de aquella Nación Argentina, in­dependiente y solidaria, que todos anhelamos y que es absolutamente posi­ble.

Partido Socialista Popular · Comité Nacional · Febrero de 1990


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