Discurso del Dr. Guillermo Estévez Boero, en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
29 de Junio de 1993
Dr. Guillermo Estévez Boero (Diputado Nacional - Unidad Socialista)
Estamos ante un aniversario importante, un 75º aniversario del hecho cultural más importante de la historia de América Latina en el presente siglo. No ha perdurado 75 años ningún detractor de la Reforma Universitaria, ¡eso que ha tenido muchos en todas las épocas!.
Ser reformista supo ser subversivo, ser reformista era trasladar la estructura de la lucha de clases al seno de la Universidad; todas estas cosas se dijeron hasta el cansancio. De los que lo dijeron no nos acordamos, ni existen los nombres, ni la memoria.
Sin embargo, a pesar de nuestra profunda crisis cultural, nos acordamos de los nombres de Deodoro Roca, de Arturo Orgaz, Jorge Orgaz, Alejandro Korn, del “Ripa” Alberdi, Gabriel del Mazo, de tanta gente de la que lamentablemente no leemos lo suficiente.
Creo que es necesario profundizar en la idea de la Reforma, porque en este país, los grandes movimientos de ideas fueron en el siglo pasado. Nuestros liberales de 1810, nuestra generación romántica del ‘37, nuestra generación positivista del ‘80, pero, en el corriente siglo, sólo tiene trascendencia, esto que fue la Reforma Universitaria, que como acá lo han dicho, tiene todo un planteo que hace a la modernidad de la enseñanza, de dejar, específicamente, una Universidad medieval y escolástica, atrás. Pero esto no es, con lo mucho que vale, lo más trascendente de la Reforma.
La Reforma también avanza en algo revolucionarios para el mundo, que es la incorporación del estudiante en el Gobierno Universitario, éste es el legado más importante e imperecedero de la Reforma Universitaria, porque esta es la semilla que dinamiza, que genera las tensiones necesarias de la creatividad de ideas a través de los tiempos.
Es la presencia del estudiante en el gobierno universitario, el legado más importante, lo que fue rechazado por Europa durante décadas, como una locura de la América Latina. Que un estudiante no podía opinar de ciencia, de un programa de ciencia, no tenía capacidad. En esto se fue avanzando y ganando, incluso en la realidad de las universidades europeas.
Y, además de esto, el antiimperialismo de la Reforma, que expuso un pensamiento, una interpretación de la realidad de nuestra dependencia, y de la unidad latinoamericana. Creo que, Reforma Universitaria e identidad latinoamericana son dos cosas inseparables. Por eso, los que niegan la identidad latinoamericana, los que tratan de ir al NAFTA al margen del MERCOSUR, los que negaron nuestra comunidad de ideales con los países no alineados del Tercer Mundo, también niegan el contenido de la Reforma Universitaria.
No ha habido un solo acto oficial fuera de la Universidad conmemorando el hecho cultural más importante de la Argentina del corriente siglo, que es la Reforma Universitaria. Todos los comentaristas, modernos y antiguos, de pensamiento retaceado en la reacción, nunca encontraremos en ellos, en la historia de las ideas de nuestra Patria, el hecho de la Reforma Universitaria, ni tampoco su contenido social, profundo, su principio de la solidaridad obrero-estudiantil.
Pero, llegamos a este aniversario en un momento dramático. Creo y no solo creo, sino que tengo la absoluta convicción, de que, ¡nunca la educación argentina, ha estado tan mal! Esto no es una palabra ni una cuestión política. Desde antes de la Ley 1420 hasta la fecha, ¡jamás hemos tenido una educación tan baja!, ¡tan paupérrima!, porque…después viene el tema de las ideas, en esta Argentina de hoy, no hay preocupación por el niño, no hay un lugar para el niño, no hay valor para el objeto central de la educación, que es el niño, y que es el joven. Esta sociedad, y, casi la familia de hoy, ya no tiene lugar para el niño, y no puede existir educación donde no haya una preocupación por el sujeto trascendente de esta educación, que son el niño y el joven.
Por eso, el gran pensador contemporáneo en nuestro país, que es Ernesto Sábato, no exagera cuando dice: -"¿Y a dónde iremos sin las escuelas nacionales y gratuitas en las que se educaron generaciones de hijos de inmigrantes o de humilde gente del interior? Quedarán únicamente las escuelas para los ricos, las que forman en la competencia, en la destrucción del condiscípulo, cuando una de las notas más hermosas de este desdichado país nuestro, era que el hijo de un hombre venido de alguna pobrísima aldea de Galicia, Sicilia, Ucrania o de los Pirineos, hiciera brillar el nombre de Argentina en el mundo”. Y entonces, volvió a recordar aquella fiesta del 9 de Julio, en el patio de una escuela paupérrima, aterido de frío, con sabañones, con aquel guardapolvo simbólico e igualitario: -“Así en aquellas escuelas públicas, gratuitas y democráticas se amasó esta Argentina que tanto nos duele."
Hoy la noticia es otra: la escuela shopping. Hoy no hay una preocupación genuina en la creación de nuevas escuelas, en el análisis de la deserción del escolar. Hoy la preocupación está en ahorrar, en no gastar en educación, por eso el ajuste, el "thatcherismo" ideológico tiene, frente a la educación, una idea central: gastar cada vez menos en presupuesto educacional y elevar los aranceles.
Esto es lo que se propone en el país. Esto es lo que hizo la Thatcher en Inglaterra, y en esa Inglaterra tradicional, la reacción frente a lo que hizo la Thatcher fue tan grande, que la “tradicional y elegante Universidad de Oxford”, le negó a la Thatcher, como Primer Ministro, que era su graduada, una mención honoraria, por su actitud anti-universitaria durante todo su quehacer en el gobierno de Inglaterra. Y esto es lo que hoy estamos viviendo.
Y, en nuestro país, la Reforma, que siempre fue combativa, ¡y siempre fue combatida!, porque, a pesar de la crisis de los otros reformistas, de nuestros errores, de nuestras limitaciones, siempre la Reforma tiene un contenido terriblemente peligroso para el privilegio.
Me acuerdo en mi ciudad, Rosario, el 50º aniversario, donde salimos a la calle, a tratar de hacer una acto, que fue brutalmente reprimido, donde se empapeló la ciudad con denuncias de la Jefatura de Policía diciendo “el marxismo subversivo” de este aniversario de la Reforma Universitaria, era el 50. Y, donde ese hombre que ya fue mencionado, que fue el “Presidente de la dignidad”, Don Arturo Illia, en el ’68, en las calles, de mi ciudad, el 15 de Junio, fue reprimido por los bomberos, a manguerazos, mientras él avanzaba sin mirarlos, y con su dignidad los apartó, y siguió su camino solidario con el 50° aniversario.
Entonces, esta no es una gesta de momentos, de chicos que quieren exámenes más fáciles, más periódicos. Esto es, entrañablemente, una idea trascendente, como lo dijo Alejandro Korn.
Pero, para volver, hoy, a la Universidad que queremos, tenemos que volver a las ideas trascendentes. Nosotros no creemos que el objetivo central de la universidad sea suministrar engranajes al modelo, creemos que, el objetivo central de la universidad es generar ideas, una gran tormenta ¡de ideas!. El futuro del mundo no son los "yuppies", el futuro del mundo no es el capitalismo salvaje.
El futuro del mundo es una sociedad respetuosa del hombre, solidaria, y para la concreción de esa sociedad debemos generar la idea, debemos generar filosofía. ¡La idea!, lo otro se puede comprar, la idea, hay que generarla. Y, ésta es la trascendencia de nuestro desafío. Hay unas pocas páginas de Jaspers, fundamentales, que es el análisis que él hace en el ‘45, de la universidad, en esa época después del nazismo en Alemania, y reclama la idea, reclama el estudio, reclama el esfuerzo y dice muchas cosas que nos pasaron, y fuimos también nosotros responsables. Y, muchas veces, con nuestro facilismo, les damos argumentos a los enemigos de la sociedad solidaria y democrática que queremos.
Este es nuestro gran desafío, ¿cómo lo encaramos?: ¡No haciendo lo de ayer!, ¡no copiando afuera!, porque, la Reforma, es la primera que vez que, en nuestras latitudes, se invierte el diálogo con la civilización europea. La Reforma es la primera vez que, de aquí salen ideas para el mundo. Es la primera vez que dejamos de recibir ideas, ¡emitimos ideas con la Reforma del ‘18! ¡Y debemos volver a emitir ideas!, con nuestro trabajo, si queremos volver a colocarnos a la cabeza de los tiempos y de nuestro futuro. Esta es la fuerza del ideal.
Estamos en un país donde tenemos muchísimos problemas. No es porque seamos “un lote seleccionado de tontos”, sino porque hemos sido golpeados, con algo que creo que nunca hemos terminados de analizar, histórica, sociológica, filosóficamente, que son los golpes que se inician en el '30, donde cada golpe es peor que el anterior, desde el punto de vista sociológico, político, cultural, patrimonial, y de derechos humanos. Y, ese gran Rector de la Universidad de Buenos Aires, que fue José Luis Romero, nos decía que, esta Argentina, debidos a esos golpes, tenía estratos incomunicados, culturales, donde después de tantos años, todos empezábamos a hacer todo de nuevo, lo que otras generaciones ya había empezado a hacer 20 ó 30 años antes, pero sin contacto, porque nos encontramos en las ruinas, y ¡comenzamos a reconstruir!
Y, el efecto de retraso, de retroceso y de frustración que han tenido estas interrupciones, irresponsables, de nuestros procesos institucionales, es algo que tenemos que tener en cuenta, porque también es cierto que, aunque, nos importe el futuro, no podemos explicar el presente sin saber el pasado, ¡ni proyectar el futuro!
Entonces, es necesario, para nosotros, jerarquizar lo formativo de la universidad. Es importante formar el joven, esa maravillosa materia prima. Ése es el gran pedestal, después se especializará en una ciencia o en otra, en un conocimiento o en otro, pero lo jerárquico es ¡formar ese joven!, que sepa ubicarse en la realidad de su tiempo y de su espacio, que sepa relacionarse con los otros hombres y relacionarse con el medio, y generar esa convivencia armónica, hacia adelante.
Pero eso no lo da una ciencia en particular, no lo da un desarrollo en particular, eso lo da una formación integral que nos dicen que “no es económica”, que “no sirve”, que “no nos permite embotellar más gaseosas por segundo”, ¡no nos interesa! Nos interesa saber qué somos, para qué estamos, y a dónde vamos. No como embotelladores, sino como seres humanos porque, la vida, como embotellador, es muy difícil vivirla, y para embotellar se puede embotellar en dictadura o en libertad o en un campo de concentración. Vivir en plenitud, solamente se lo puede hacer en democracia, ¡cuanto más equitativa y solidaria, mejor!
Entonces, éstos creo que son los desafíos, esto es lo que tenemos que reconstruir: la fuerza del ideal, que es nuestra invencibilidad, que es por qué, 75 años después, estamos aquí, reunidos en un Buenos Aires muy diferente por la trascendencia de aquellos valores y de aquellas ideas.