SEMINARIO: SOCIALISMO ES JUVENTUD. PRIMER ENCUENTRO DE JÓVENES SOCIALISTAS (CUADERNO 1 Y 2)
Charla de Guillermo Estévez Boero en el seminario de jóvenes socialistas.
15 y 16 de Noviembre de 1986, Capital Federal
Compañeros, lamentablemente estamos muy limitados por el tiempo. Digo lamentablemente, porque esta sería una magnífica oportunidad para avanzar en una serie de ideas, pero nos limitaremos a dejarles algunas preocupaciones, porque tenemos que recorrer distancias largas y estar con otros compañeros que nos esperan en la provincia de Santa Fe.
Venimos de una fiesta maravillosa en Formosa, donde se comprueba una vez mas lo inserto que esta el Socialismo Popular en la realidad, y lo correcto de su método de trabajo. Formosa constituye una de nuestras federaciones más pobres desde el punto de vista material, los únicos medios -por ejemplo- de movilización con que cuentan nuestros compañeros son algunas bicicletas. En este Federación no hay doctores, no hay compañeros de recursos, sólo hay jóvenes trabajadores, que se ven interpretados por una prédica, por una postura, por una línea del Socialismo Popular, y por un método de trabajo.
Con su trabajo, esta federación crece, se afianza en el seno del pueblo, de los trabajadores, de los barrios, de los estudiantes; anoche realizó un acto que supera en resonancia y en concurrencia a todo lo realizado en las campañas electorales anteriores. Esto se hizo, con la colaboración de diversos sectores de la población, que ven en el Socialismo la alternativa de cambio posible, la alternativa de cambio argentina, alternativa de cambio accesible para la gente normal de Argentina. A veces puede más la fuerza de la convicción de una realidad como esta, que muchos libros y folletos hechos en piezas en las que nunca penetra la realidad del trabajo, del dolor y de la esperanza de la juventud trabajadora de la Argentina de 1986.
Esta Argentina 1986, tiene un rasgo fundamental: la dependencia. Ese rasgo fundamental, que hace años señalara nuestro partido, se ha agravado a través del proceso dictatorial, y ha dejado al país encerrado en un círculo vicioso compuesto por los acreedores de la deuda externa y por la especulación y la usura interior. Unos son los socios de los otros, los dos son parte de una misma realidad que viene conformando y asfixiando a nuestro país.
Nuestro partido fue el primero en decir que el modelo dependiente estaba agotado, que acá no había ninguna perspectiva si no se cambiaba el viejo modelo de país. Porque nuestro partido no tiene una visión fragmentaria, ni sectorial de la realidad, sino que tiene una concepción integral de la Nación, una interpretación global de nuestra realidad. Nuestro partido, que viene con todas las banderas de las reivindicaciones de los trabajadores, nuestro partido que participa activamente de las manifestaciones y concentraciones de la C.G.T., también trae una respuesta para los sectores medios de nuestro país, trae una respuesta para el pequeño y mediano productor de nuestro campo, trae una respuesta para el pequeño y mediano empresario, para el poblador abandonado del interior, de aquellos pueblos desamparados de los cuales habló Alfredo Palacios, trae una respuesta para el joven integrante de las Fuerzas Armadas, porque en definitiva nuestro partido trae un proyecto para la inmensa mayoría de la Argentina, un proyecto de país de una Nación Independiente y Solidaria.
Esto es muy concreto y este es nuestro trabajo, que va siendo comprendido día a día por mayor cantidad de argentinos, y fundamentalmente por mayor cantidad de jóvenes. Cuando se aplica una metodología correcta se tienen en el seno del pueblo, los éxitos que se tuvieron anoche, por ejemplo, en Formosa, se tienen los éxitos de nuestro desarrollo en el seno del movimiento obrero organizado: un desarrollo a un nivel, sin antecedentes en el anterior periodo, logrado por una interpretación científica de la realidad y por nuestra militancia cada vez más comprendida y compartida por mayores sectores de trabajadores de nuestro país. Tenemos un desarrollo imparable en el seno de la juventud universitaria, donde los resultados electorales últimos están dando un vuelco muy claro y concreto. Jamás una fuerza política tuvo nuestro desarrollo y nuestro incremento sin tener el gobierno y ser mayoría política en la República. Y esto significa que, a pesar de lo que muchas veces se dijo, que no teníamos nosotros una propuesta supuestamente revolucionaria como para agradar a la juventud, esta juventud entiende, con el Socialismo Popular, que lo realmente revolucionario es encuadrar la revolución posible en el tiempo y en el espacio que nos toca vivir.
Nosotros no somos propagandistas de revoluciones ideales en tierras extrañas, sino que somos constructores de la revolución argentina, en el territorio argentino. Así lo comprende la juventud en forma creciente.
Esto nos creó un terrible compromiso, que es dar mayores respuestas, a las mayores necesidades, y a la mayor complejidad por la que atraviesa nuestra realidad política y social, día a día.
El país vive dentro del círculo de la dependencia, de la deuda externa y de la patria financiera; si no rompe este círculo, no tiene alternativa. Por eso nuestro partido ha planteado una necesidad de argentinizar nuestra economía, de poner en manos argentinas la banca, el comercio exterior, el mercado de cambio, las operaciones de seguro y reaseguro y de declarar rápidamente una moratoria en el pago de toda obligación emergente de la deuda externa. Esto lo ha planteado como la forma, no de resolver los problemas estructurales del país, sino simplemente de parar la hemorragia financiera y darnos tiempo a los argentinos para concretar un acuerdo nacional acerca de qué hacer para volver a construir un país con futuro.
Pero conque nosotros digamos y sepamos que el país es dependiente, no cambiamos nada, si no damos una batalla en la conciencia de más argentinos, cada día, para convencerlos de que realmente vivimos en la dependencia, de que en dependencia no podemos resolver nuestros problemas, de que la dependencia es posible romperla, que los argentinos la podemos romper y que en independencia podemos garantizar el desarrollo integral de quienes viven en nuestro país. Un país con comida, un país con energía, un país que tiene posibilidad de asegurar a sus integrantes salud, educación, techo y un desarrollo integral de la persona a través del trabajo y la educación, dejando de lado que el trabajo y la educación sean actividades incompatibles para pasar a ser tareas complementarias en un nuevo país, en una nueva realidad.
Mientras nosotros no logremos convencer a un importante número de trabajadores y de jóvenes de que estos pasos son posibles, nosotros no podremos realizar el cambio que anhelamos. Porque aquí el cambio lo hace el pueblo, no los iluminados, no los profetas. Quienes entendemos que el pueblo y fundamentalmente el pueblo trabajador es quien tiene el rol protagónico en la historia, sostenemos que el cambio lo hace el pueblo. Quienes entendemos que al país lo han hecho los que trabajan, que a el país lo han hecho los que producen, sabemos que al nuevo país no lo puede hacer más nadie que el que trabaja y el que produce. En consecuencia, es necesario que el que trabaja y el que produce crean en la posibilidad de hacer un nuevo país.
Esta no es una tarea fácil; esta no es una tarea voluntarista; ésta no es una tarea de expresión de deseos; esta es una tarea científica, objetiva, que debemos encuadrarla en nuestra realidad sociocultural, porque a la dependencia económica, a la dependencia de las multinacionales y de la deuda externa, se agrega aquí durante décadas una dependencia cultural que nos ha enseñado y trata de tenernos convencidos de que los argentinos solos no podemos salir, que los argentinos no tenemos tecnología para salir, que no tenemos capital para salir, que necesitamos de la ayuda externa para salir, que necesitamos del capital extranjero para despegar. Esta es la convicción generalizada. Romper esta convicción, volver a hacer creer a los argentinos en su capacidad para salir, es la gran tarea revolucionaria: volver a convencer a la gente en su posibilidad de jugar un rol protagónico. No se trata de que crea en el socialismo en vez de creer en el justicialismo o en el radicalismo; éste es un problema de etiquetas intrascendentes. Lo trascendente es que la gente crea en ella para salir adelante; lo trascendente es que los compañeros de Formosa creen en ellos sin ser doctores, andando en bicicleta, para hacer un partido en Formosa y para cambiar Formosa, y entonces Formosa comienza a cambiar.
Así nace la revolución nacional. Ese es nuestro objetivo central de lucha, que debemos condicionar nuestra realidad, que es una realidad propia. Y entonces - como lo decía el compañero - tenemos que extraer la lección de nuestra historia; tenemos que ver donde están nuestras raíces; tenemos que estudiar las experiencias de todos los pueblos del mundo, pero las raíces de nuestra revolución están en nuestra historia. Las raíces de nuestra revolución están en los Siete Jefes de Cayastá, un día de 1581, se levantaron frente a los españoles. Estos criollos, que venían de Asunción, lucharon por un reparto de tierras justo y equitativo, que no dejara a los criollos sin tierra y diera únicamente las mejores tierras a los españoles. Nuestras raíces están en estos Siete Jefes que plantearon la esperanza de cambiar, que lucharon con la hidalguía del cambio popular y que fueron muertos y ejecutados por los colonialistas, a quienes ellos, cuando tuvieron la fuerza, no mataron ni ejecutaron.
En las legendarias raíces de nuestra lucha por la independencia está la confianza de los hombres y mujeres de esta ciudad de Buenos Aires para echar a los ingleses, sin pensar si teníamos una desigualdad tecnológica o científica con las fuerzas inglesas. Y porque creyeron en su capacidad y en su fuerza para echar a los ingleses los echaron. Si, en ese momento, hubiéramos nombrado comisiones para estudiar la diferencia tecnológica, para neutralizar la tecnología de los ingleses, hoy seríamos una colonia inglesa. Como dijo Walter Scott, comentado el rechazo de los ingleses en Buenos Aires: si los porteños hubieron preferido las muselinas y los algodones ingleses que estaban en sus bergantines a no ser colonia inglesa, hoy serían colonia inglesa.
Ustedes son la primera generación en Argentina formada totalmente bajo la "cultura de la televisión" que tiene como mensaje una sociedad consumista. Si nosotros no rompemos las pautas de ese consumismo, si preferimos los artefactos sofisticados de la electrónica a ser independientes; si preferimos las zapatillas, el pantalón, la mugre de la importación a ser independientes, a usar lo nuestro y a pisar lo nuestro, no romperemos la dependencia. Esto es lo que debemos comprender y esto es lo que debemos generar: el desarrollo de nuestras formas culturales, el desarrollo de nuestra tradición, que no es volver a lo viejo, sino que es hundir las raíces en lo viejo para construir lo nuevo; ésta es nuestra diferencia, éste es el duro trabajo.
Nosotros tenemos la razón y la fuerza de la historia. Tenemos, entonces, que convencer a mayor cantidad de argentinos de que este camino es posible, que ellos tienen todos los medios de comunicación pero que nosotros tenemos las razones de nuestra nacionalidad y de nuestra historia. Porque nosotros empalmamos el campo de la liberación nacional con el campo de la liberación social, de las reivindicaciones sociales. Nosotros somos conscientes de que no hay justicia social en una colonia, que no hay salud pública ni educación para los hijos del pueblo en una colonia. Solamente reivindicando los criterios y los valores de nuestra nacionalidad podemos alcanzar otra vida solidaria, donde vuelva a ser dignificado el trabajo, donde vuelvan a ser mayoría los trabajadores, donde se termine con el reinado de la usura y de la especulación y vayamos nuevamente a un país que pueda reconstruirse en base al trabajo y a la producción. Pero esta vez no será un trabajo y una producción ni para los españoles, ni para los ingleses ni para los norteamericanos, sino que sera un trabajo y una producción para los argentinos. Esta será la diferencia fundamental del nuevo modelo, de la nueva organización de nuestro país.
Nosotros comprobamos que todos los golpes de estado -el del 30, el del 55, el del 66 y el del 76- tuvieron diversas excusas, pero todos tuvieron una idéntica motivación, que fueron planes económicos de Pinedo, del Prebisch joven, de Krieger Vasena y de Martínez de Hoz, cuyos objetivos han sido disminuir drásticamente la participación del trabajador y del productor argentino en la renta nacional en beneficio de las multinacionales y del interés extranjero.
Por ello, peleamos para mantener y afianzar la convivencia democrática entre los argentinos, porque en democracia es donde tenemos posibilidades de organizarnos, de avanzar, de dialogar, de conversar, no para ser cada vez más dependientes, ni para modernizar la dependencia, sino para crear la organización y la movilización popular que rompa la dependencia. Este es nuestro sentido de la realidad, es inequívoco y se avanza y se crece en la medida en que transcurren los días. En consecuencia, en nuestro país es necesario defender la convivencia democrática, no sólo por sus valores intrínsecos sino, además, por nuestra pesada y dolorosa experiencia.
Hoy, el imperialismo norteamericano y el colonialismo inglés nos vuelven a recordar su presencia con un nuevo agravio en Malvinas. Lo de Malvinas es serio, es una nueva agresión. Se llevan millas un nuestro mar y nos hacen recordar que no somos independientes, nos hacen recordar que una política exterior que ha tratado de ser independiente -como es la política exterior actual- no puede llevarse a cabo en la América Latina sin entrar en contradicción con los planes de la administración Reagan. Esta es la realidad: en América Latina no se puede estar impunemente por la paz y el desarme, en el grupo de los Seis, pues esto se contrapone a los delirios letales del plan de las galaxias de Reagan. No se puede estar activando en el grupo de Apoyo a Contadora, por la paz, la no intervención y el derecho de autodeterminación de los pueblos de Centroamérica, pues esto entra en colisión con los designios de agresión, de muerte del imperialismo norteamericano, sobre el pueblo de Nicaragua y de El Salvador. No se puede estar impunemente militando en los No Alineados y definiendo una cantidad de aspectos puntuales de nuestra política exterior, sin entrar en confrontación con la administración del señor Reagan.
Y el asunto de Malvinas -del que nadie puede soñar siquiera que lo haya hecho Inglaterra sin el pleno conocimiento y el acuerdo de la administración Reagan- es la demostración, es el aviso a la Argentina en vísperas de una posible escalada de agresión en Centroamérica, de que es necesario tener aquí una política exterior no tan independiente. Estamos en la encrucijada de definir y de avanzar sobre este problema y sobre esta presión. En este sentido, Malvinas -en un aspecto y con una característica-, Nicaragua -en otro aspecto y con otra característica-, El Salvador -en otro aspecto y con otra característica-, Perú -en otro aspecto y con otra característica-, Granada -en otro aspecto y con otra característica-, son todos la expresión de que nosotros solamente podremos romper nuestra dependencia a través de la integración de los pueblos de América Latina.
Alguien que fue tres veces presidente constitucional de los argentinos, que comprendió la realidad argentina en forma profunda -se comparta o no su interpretación-, que fue el General Perón, volvió de su largo destierro con algunos resúmenes muy claros, que obedecían a una visión muy cierta de la realidad. Trajo dos mensajes finales. El primero: la necesidad de la unidad de las mayorías nacionales para poder romper la dependencia. Y esto, justicialistas y radicales que se olvidan de sus orígenes, lo dejan de lado por las internas y para discutir aspectos superficiales de viejas politiquerías. Dejan de lado este objetivo trascendente de la unidad de las mayorías nacionales, la concreción del Frente del Pueblo, como lo viene sosteniendo nuestro partido político desde su 2º Congreso en 1975, para enfrentar y romper la dependencia. El segundo mensaje fue la necesidad de integración latinoamericana, porque fuera de ella, ninguno de nuestros países tenía la posibilidad de salir hacia adelante. Estos dos mensajes, al margen de las disidencias y de las diferencias, siguen vigentes y es necesario desarrollarlos.
Por eso saludo aquí la presencia de compañeros hermanos del Uruguay; doy la bienvenida a otros compañeros hermanos de otros países latinoamericanos. Lo jerárquico es que estemos juntos, que estemos conversando; que coincidamos o no es un problema a solucionar, pero lo importante es que rompamos la balcanización que en América Latina nos impuso el imperialismo. Lo importante es tener un diálogo permanente, latinoamericano, pues de ahí saldrá nuestra fuerza, por sobre nuestros matices y por sobre nuestras disidencias. Lo central es el diálogo, nuestro contacto, nuestra unidad. La revolución se hace promoviendo estos contactos, promoviendo este diálogo: promoviendo las bases de la integración latinoamericana.
Por eso nosotros reiteramos al auspicio, en el seno de la Universidad Nacional, al intercambio de juventudes, al intercambio de estudiantes, de graduados, volviendo a potenciar en la universidad argentina las características latinoamericanas que le dio la Reforma Universitaria y que quebró la dictadura de 1966. Que se vuelvan a ver por las calles de nuestras ciudades universitarias grandes colonias, conjuntos de compañeros de América Latina; que estudiantes de Argentina vayan a estudiar a otras capitales de América Latina. Nuestra fuerza para hacer una revolución independiente y latinoamericana -al margen de los intereses de las superpotencias-, para jugar para nosotros y no para otros, está en la integración profunda con los pueblos de América Latina.
En este sentido, compañeros, hay que avanzar, hay que intercambiar publicaciones, experiencias, viajes, conocimientos, porque todo parte de la realidad. El conocimiento parte de la aprehensión de la realidad. Debemos ir a la teoría cuando la realidad nos demanda ir a ella, y entonces tendremos un aprovechamiento correcto de la teoría, cuando vayamos a ella a golpear por las necesidades que nos determina la realidad. Si vamos por el camino inverso, si vamos a llevar nosotros ideología abstracta a la realidad, no vamos a comprender nunca nada y vamos a querer ajustar la realidad a una concepción, siendo que tiene que ser esta relación al revés; entre la teoría y la práctica debemos dar preponderancia a la práctica. Entre la teoría latinoamericana de la revolución y el contacto personal entre los jóvenes, entre los trabajadores de América Latina, debemos jerarquizar esto último. Esta es una base real para la vehiculización de nuestra integración, que es un objetivo central para llevar adelante.
Nosotros tampoco podemos, dentro de estos grandes lineamientos, dejar de dar respuestas a las necesidades concretas de los jóvenes de hoy; nosotros somos los compañeros de los jóvenes argentinos de hoy: 15 de noviembre de 1986.
En un país en crisis, con un sistema agotado, el primer problema, el más grave que tiene la juventud es conseguir su primer trabajo. Así es el joven de familia trabajadora, que no puede estar esperando a ver cuándo le sale algún rebusque, sino que necesita trabajar para vivir. Cuando este joven puede conseguir su primer trabajo, un trabajo estable, un trabajo que le depare una seguridad, una obra social, una estabilidad; más allá o más acá del sueldo que gane, importa si la forma de insertarlo con seguridad, con tranquilidad en la realidad y en el futuro.
Este país -como ya lo hemos dicho muchas veces-, con un modelo agotado, no tiene futuro y no lo tiene para nadie. Ningún trabajador sabe si dentro de dos o tres meses va a seguir trabajando, si lo piensa sabe que no tiene seguridad en ningún lado porque la fábrica, el comercio o la empresa puede estar abierta o cerrar en dos o tres meses, según convenga a la especulación, como se ha cerrado la fábrica de Jabón Federal, Saipe y tantas industrias, como puede cerrarse el diario La Razón -que es de la misma gente- por un problema de la usura, de la especulación y dejar, en este caso, casi mil compañeros en la calle, como dejaron, con el cierre de Tiempo Argentino, 450 familias en la calle porque convenía a la especulación. Hay que terminar con el capital especulativo!.
Sobre esto mucho no se piensa; como muchas veces no se piensa en una enfermedad que se tiene y se sigue tirando. Pero el trabajador que lo piensa sabe que no tiene en nuestro país ningún futuro, ninguna estabilidad. El pequeño y mediano empresario sabe que carece de perspectivas ciertas. El pequeño y mediano productor no sabe cuánto va a perder cuando termine de cosechar lo que ha sembrado. Aquí lo único claro, lo único cierto es el resultado y las ganancias de las multinacionales. Aquí los monopolios del medicamento, de las semillas, de los automotores, del comercio exterior, estos sí tienen una certeza total de lo que van a ganar. Estos mismos monopolios, que fabrican las mesas de dinero, tienen certeza de la ganancia que produce la usura.
Esta falta de futuro que hace años tiene nuestro país, revienta la cabeza de todos los argentinos; esta falta de estabilidad en el trabajo, rompe la cabeza de todo trabajador y destruye a su familia, porque aunque el trabajador no lo diga, epitelialmente, transmite en forma permanente a ese hogar la falta de estabilidad, la falta de seguridad que emerge de vivir siempre en la inseguridad y en la inestabilidad.
Toda esta incertidumbre de Argentina -que es uno de los peores efectos del agotamiento del modelo- golpea con toda su fuerza en la juventud, porque la juventud fisiológicamente es futuro y cuando a ella se le quita el futuro, se la degrada en su esencia. Ustedes son jóvenes porque tienen pocos años de edad, pero no son juventud porque no tienen un futuro accesible. Solo los compañeros militantes que están trabajando por una causa con futuro, por un futuro en el cual creen, conservan su juventud, su optimismo, que parte de la condición de ser jóvenes. El resto de la juventud argentina no ve el futuro y está descreída, desesperanzada. Son hombres y mujeres de pocos años pero no son jóvenes, no tienen optimismo porque no tienen mañana.
Aquí están creadas las condiciones sociales y económicas necesarias para la corrupción, para la degradación, para la violencia, la delincuencia. No es que los jóvenes vengan hoy contaminados, es que los jóvenes -prohibidos de ser jóvenes- se van eliminando como generación. Esta es nuestra realidad.
De esta realidad no hablan los gobernantes porque no tienen respuestas. No afrontan esta realidad porque no conciben la posibilidad del país para romper la dependencia. No ven la posibilidad cierta de un país que sea independiente y que vuelva a tener un futuro para quienes habitan el él. Este es nuestro trabajo: crear la convicción de que podemos ser independientes con nuestra fuerza, con nuestra capacidad y que en esa independencia tendremos que sacrificar las degradaciones de esta sociedad comunista, pero ganaremos la posibilidad de que en la Argentina los hombres y mujeres de poca edad vuelvan a ser jóvenes, vuelvan a tener futuro, vuelvan a tener optimismo.
Y en esto, como siempre, quienes cargan con el mayor peso de la realidad son los compañeros trabajadores, de familias trabajadoras, con menores recursos, que son los compañeros que no encuentran ese primer trabajo; que son los compañeros que cuando deberían estabilizarse en la vida para caminar hacia adelante, con un trabajo estable y digno, tienen que vivir "mangueando", tienen que vivir "rebuscándosela". Una tarde, en Formosa, encontré un compañero cerca del río; era un compañero rosarino, joven, 24 años, y me dijo: "Que tal, compañero Guillermo?. Tenemos hoy un acto?" "Yo vengo porque no tengo trabajo, vendo cosas, recorro el país, recién llego de Jujuy. Allá me encontré con otro compañero del socialismo que era de Santiago del Estero, que también vende cosas. Le dije: vámonos para Formosa, hay un acto, yo te alojo en casa, estoy viviendo allá y después salimos otra vez. Yo ando por aquí, por la Patagonia, por La Pampa, vendo artesanías, cosas". Esta es la realidad.
Esta es la realidad del país y este compañero después de conversar ayer a la tarde, se fue a trabajar a la organización del acto de Formosa. Cuando un rato antes de comenzar el acto, pasamos a ver como andaban las cosas, él estaba trepado en los techos colgando los carteles. Cuando más tarde llegamos al acto para participar en él, el compañero estaba sirviendo las mesas. Esta es la realidad. Esta no está en los libros, no está en las piezas, está en el país real.
Este país es el que nosotros vamos a cambiar. Este país es el que vamos a hacer independiente. Será el país en el que los argentinos vamos a volver a tener futuro y en el que los jóvenes van a volver a ser jóvenes. Creemos en esta capacidad, en esta posibilidad; esto es posible. Pero tenemos nosotros que dar también, todos los días, una respuesta, una palabra de comprensión a todos estos jóvenes que en nuestro país viven esta terrible realidad diaria y, como socialistas, tenemos que llevarles una palabra, una orientación y también una solidaridad concreta, que es algo más que trabajo y que orientación. Los que tenemos la suerte de tener un trabajo, debemos estar en la organización sindical, en una organización vecinal, barrial, parroquial; debemos crear una posibilidad y una organización para dar una mano a todos estos compañeros que viven esta difícil situación. La revolución es muy interesante, la revolución vendrá, la independencia vendrá, pero los jóvenes que estén más necesitados, más golpeados, viven hoy. Hoy tenemos que tener una palabra, hoy tenemos que tener una respuesta, una solidaridad para ellos, para salir hacia adelante en la medida de nuestras posibilidades. Lo que no podemos nosotros es borrarnos de la realidad de cada día y de cada hora, envueltos en un futuro, que, además, comienza, hoy y ahora. Si no lo comenzamos a recorrer hoy y ahora nunca nos acercaremos a él.
Este es nuestro compromiso con nuestra realidad, con nuestra obra de cada día, de cada lugar. Donde estemos, tenemos que ayudar a organizarnos, a movilizarnos, a estudiar para salir hacia adelante.
Esto, compañeros, son algunos aspectos, algunas notas, de nuestra realidad. Tenemos que ir creando otras condiciones. Tenemos que ir formando a la gente en la participación. Tenemos que hacer participar cada día a mayor cantidad de compañeros en las responsabilidades de los barrios, de las fábricas, de las universidades. Debemos confiar en la participación de la juventud, en su capacidad de organización, de elaboración y de trabajo. Y, al mismo tiempo que creamos nuevos canales para la participación, que tenemos una práctica permanente, militante, debemos estudiar, compañeros.
Debemos estudiar todo, pero estudiar primero lo nuestro. Estudiar lo que pensaron y lo que hicieron nuestros hombres frente a las invasiones inglesas; estudiar lo que hicieron nuestros hombres y mujeres de Jujuy en el Exodo; estudiar lo que pensaron nuestros hombres que cruzaron los Andes para afianzar nuestra independencia y para integrar América Latina en la independencia. Ellos creyeron en su capacidad; ellos creyeron que Argentina podía ser independiente, que los argentinos podíamos gobernar una Nación independiente. Argentinos con convicción arrastraron los cañones en el barro de este Buenos Aires. Argentinos en nuestro norte quemaron sus casas sin preguntar cómo sería el tamaño de la nueva casa, porque creyeron en su capacidad para derrotar al colonialismo español. Héroes anónimos que cruzaron el gigante del Ande para dar la independencia a un pueblo hermano y para combatir al colonialismo. Con esa convicción nos dieron Patria.
Si nosotros no aprendemos de ellos; si no los estudiamos; si no imitamos sus ejemplos, no tenderemos Patria, porque en el mundo nadie regala Patria ni independencia a quienes no creen en su capacidad para tener Patria y para ser independientes. Y a nuestros hijos les daremos un territorio que será nuevamente colonia porque nosotros no habremos sabido tomar de nuestra historia lo mejor, dejar lo peor, para construir el nuevo país independiente y solidario. Nada más compañeros.