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El Partido Socialista Popular responde a los mercaderes de la salud

Para quienes leen corrientemente los diarios, no pueden haber pasado desapercibidas unas solicitadas que se repiten con una frecuencia desusada y con la constancia de quienes quieren grabar un concepto en la mente de los lectores; las solicitadas en cuestión están firmadas por la CAEME (Cámara Argentina de Especialidades Medicinales) o sea la Cámara que agrupa a todos los laboratorios extranjeros radicados en el país. Los laboratorios nacionales se agrupan en CILFA - Centro Industrial de Laboratorios Farmacéuticos Argentinos.

Bajo el lema "Medicina médica o medicina módica o Argentina no es un país del tercer mundo" se trata de demostrar que el nivel sanitario de un pueblo esté directamente ligado al número de especialidades medicinales a disposición del profesional para realizar la indicación; se trata de demostrar que cuanto mayor es el número de medicamentos autorizados por Salud Pública, tanto más posibilidades tiene el paciente de acceder a su curación.

El Partido Socialista Popular no dispone de millones de dólares para espacios de publicidad, por lo tanto no puede replicar con otras solicitadas de media página en los diarios de más tiraje del país, pero a través de estas modestas páginas trataremos de demostrar lo falso de semejante aseveración, trataremos de demostrar que tipo de medicamentos necesita nuestra población y porqué.

Según un informe de CILFA (La Nación 9-12-79) existen en este momento 3816 nombres de productos a los que correspondería un equivalente de alrededor de 9.000 presentaciones, si tenemos en cuenta que cada nombre se produce en distintas “formas farmacéuticas" (comprimidos, gotas, inyectables, pomadas, supositorios, etc.). Ese número de especialidades medicinales se produce con aproximadamente 1.000 drogas básicas (que al combinarse entre sí dan origen a las casi 4.000 declaradas por CILFA).

Si tenemos en cuenta que el Comité de Expertos de la O.M.S. (Organización Mundial de la Salud) considera que con 200 drogas básicas se pueden cubrir todas las necesidades terapéuti­cas de la población; si observamos que ese criterio fue ratificado en nuestro país en repetidas oportunidades y por distintos grupos profesionales, cuya más reciente expresión fueron las "Referencias Terapéuticas" integradas por 235 drogas seleccionadas por la COMRA (Confederación Médica de la República Argentina) y presentada a las actuales autoridades; podemos tener una idea de la poca importancia que puede tener el disponer de un gran número de marcas comerciales para elegir el producto.

Lo que realmente interesa es qué droga contiene el medicamento, cuando fue descubierta, qué ensayos se le hicieron y durante cuánto tiempo, que riesgos puede correr el paciente al usarla, cuál es la dosificación más adecuada, cuál es el método de obtención más conveniente, cuáles los países productores, cuál es su costo real, etc., y en función de esos datos, determinar su necesidad real, y la incidencia que puede tener su utilización en el balance sanitario de un país.

Es precisamente el país líder de la "libre empresa" y la "competencia comercial", EE.UU., el primero en sancionar en 1962 -(después del problema de la Talidomide)- a través de su Con­greso, una serie de enmiendas a la Food and Drug Administration (organismo que controla la calidad de drogas y alimentos que se consumen en él) y que se tradujeron en exigencias más rigurosas por parte del ente estatal en los aspectos vinculados con la seguridad y eficacia requeridas para la aprobación de nuevos medicamentos.

Son justamente los países más adelantados del mundo los que más controlan la calidad y seguridad de los medicamentos uti­lizados por su población, independientemente que su número total sea mayor o menor que el nuestro; lo que interesa es que las drogas empleadas en su elaboración sean realmente útiles y probadas. Esto es lo que precisamente no ocurre en nuestro país.

Baste señalar al efecto que de los 443 "lanzamientos" de productos nuevos correspondientes a laboratorios Norteamericanos en 1975 solo el 11% se realizó en EE.UU. y Canadá, 35% en Eu­ropa, 34% en Latinoamérica y 20% en África, Asia y Oceanía (en estos dos últimos fue el factor económico y no legislaciones proteccionistas lo que impidió que fueran lanzados en su totalidad).

Es necesario tener claro que el nivel de salud de un pueblo, en lo que a medicamentos se refiere, no es más elevado cuanto mayor sea el número de especialidades que estén a la venta en las farmacias, sino cuando todos los que los necesitan puedan acceder a él sin más requisito   que su necesidad.

Eso es justamente lo que no sucede entre nosotros; tenemos, es cierto, gran cantidad de especialidades; el médico puede optar entre una multitud de productos similares teniendo como principal criterio de selección la simpatía que siente por el laboratorio productor, la propaganda más insistente que haya recibí do o el nombre de fantasía más fácil de recordar, pero... olvidan do, por lo general, el precio de venta de ese producto y la posibilidad de adquirirlo por parte del paciente.

No podemos tratar de imitar a Alemania Federal con sus 17.000 especialidades ni a Dinamarca con sus 1900, porque ambos países tiene realidades totalmente distintas a la nuestra, por idiosincrasia de su población, por sus costumbres, por su capacidad económica etc., lo que si debemos tener en cuenta es que ambos tie­nen un nivel sanitario superior al nuestro y a ese nivel es al que debemos tratar de arribar, con nuestra realidad, con nuestras soluciones, con nuestra capacidad.

Si según la O.M.S. (Organización Mundial de la Salud), con 200 drogas básicas se pueden cubrir todas la necesidades terapéuticas, con 1 o 2 especialidades de cada una tendríamos amplia­mente cubiertas nuestras necesidades y podríamos reducir a 400 nuestras actuales 3816 marcas comerciales.

Esa selección de drogas se denomina Formulario Terapéutico y es sin dudas la única solución valedera para nuestra realidad; reduciendo el número de drogas, es más factible controlar sus efectos, su buen o mal uso por parte de la población, su calidad, su seguridad y su precio.

Estamos frente a un campo de actividades en el que el libre juego de la oferta y la demanda no tiene sentido alguno; los medicamentos tienen funciones específicas y bien determinadas y si hoy ese campo está distorsionado y ellos no cumplen su verdadera función, es precisamente por que quienes lo manejan solo persiguen el lucro como objetivo y no les interesa en lo más mínimo la salud del consumidor.

En el artículo de CILFA al que hacíamos referencia anteriormente, se declara que el total de lo producido por los laboratorios farmacéuticos durante el presente año asciende a los 948 millones de dólares o sea 1516 billones de pesos nuevos.

Allí está el meollo de la cuestión, esa y no otra es la razón de sus reiteradas solicitadas. Temen que una selección de drogas y un control adecuado sobre su producción les arruine el negocio, por eso cabalgan sobre falsos prejuicios de nuestros ciudadanos, por eso defienden con tanto ahínco el absurdo desarrollo del mercado farmacoquímico en la Argentina, sin aclarar, que los anti­bióticos no curan en los anaqueles de las farmacias sino en el organismo de los que hoy no pueden pagarlos, que los psicotrópicos están envenenando a nuestra juventud, que los cardiotónicos no suprimen el stress de la sociedad de consumo, que las vitaminas no reemplazan a una alimentación adecuada.

Si mañana pudieran garantizar que produciendo 400 especialidades (marcas comerciales) no disminuyen sus ganancias, serían los más acérrimos defensores de ese sistema y encontrarían los argumentos más convincentes para sostenerlo.

Por eso, no podemos equivocarnos; la salud del pueblo, pilar fundamental de nuestra existencia independiente, no puede estar jamás en esas manos.

Corresponde al Estado manejarla y garantizarla y es función de los argentinos conseguir ese objetivo.

Diciembre de 1979

"Es necesario determinar precios fijos y uniformes a los medicamentos y la implementación del formulario tera­péutico nacional. Se deberá ejercer control público de la industria farmacéutica, a los efectos de garantizar seguridad y accesibilidad al medicamento. Es preciso eliminar los actúa les métodos de propaganda y promoción del mismo".


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