Nosotros pensamos que la resolución positiva de estos lamentables y condenables hechos que nuevamente hemos sufrido los argentinos se debe, en primer lugar, a la decisión del Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de nuestro país que por imperio de la Constitución es el Presidente de la Nación. Esta decisión ha podido concretarse por la adhesión digna de todos los sectores políticos del país y de todos los sectores sociales (tales como la CGT y las organizaciones empresariales) y fundamentalmente por los cientos de miles de anónimos argentinos que han estado velando por la institucionalidad de la República en sus plazas y sus calles.
Es frecuente escuchar: "¿Qué ganamos con estar en la plaza?" Ganamos poder estar hablando hoy; el poder estar viviendo en un Estado de Derecho. Si el pueblo no hubiese estado en la calle, nadie debe dudar que a esta hora el país estaría sumergido en otra dictadura que desconocería todos los derechos, y básicamente el derecho más apreciado por los hombres y las mujeres de nuestra patria; el derecho a la vida y el derecho a decidir por nuestra propia voluntad nuestro presente y nuestro futuro. Pero el Estado de Derecho, y los derechos y garantías que él mismo implica nunca se han ganado en la historia de una vez y para siempre.
Los derechos fundamentales imperan en la medida que en forma clara e inequívoca merezcan constantemente la adhesión activa de la ciudadanía. Es necesario, en consecuencia, hoy más que nunca, mantener la comunicación y la movilización orgánica de las instituciones políticas y sociales del país para la defensa de la unidad nacional y de la forma de vida que han elegido los argentinos por su propia y libre voluntad. Este es nuestro criterio de siempre y este será nuestro criterio responsable en cualquier oportunidad. De esto pueden estar absolutamente seguros todos los que anhelan un cambio, un cambio real, un cambio celeste y blanco que construya la nación independiente y solidaria que nuestros hijos merecen.