LA UNIDAD SOCIALISTA EN EL CONGRESO
LA DEMOCRACIA ES FUERTE CUANDO EN SU SENO ES POSIBLE EL CAMBIO
En el primer editorial de la Vanguardia, en 1894, Juan B. Justo decía: "Este país se transforma". Y planteaba que para transformar un país en el que se condenaba a la especulación y al capitalismo improductivo, era necesario organizar y llevar hacia adelante el accionar político de los trabajadores. Como se ha afirmado, el primero y último objetivo de la democracia y el socialismo es posibilitar que el pueblo asuma el rol protagónico de la historia, del quehacer político, social y económico. En nuestro país de hoy, donde vivimos las consecuencias de una crisis tan profunda y tan compleja, la primera responsabilidad de los socialistas es la consolidación de la democracia y afianzar las instituciones que permiten que en nuestro país se respete la vida, se respete la posibilidad de consenso y de disenso.
Somos los socialistas quienes hemos planteado que para salir de la crisis que atravesamos, para transitar el camino que nos falta para la consolidación de la democracia, es necesario e imperioso el consenso de una mayoría del país, fundamentalmente de quienes trabajan y de quienes producen. Por eso hemos llevado a la mesa de los partidos políticos y del gabinete nacional la inquietud del socialismo de que una vez logrado el acuerdo entre los partidos y el gobierno, este acuerdo sea discutido en un pie de igualdad con los trabajadores y con los productores, porque sin los actores protagónicos del quehacer económico-social, el consenso político no tiene relevancia, no tiene inserción en la realidad y no es posible que tenga vigencia. El crecimiento de estos días del socialismo es el resultado del trabajo de la juventud, de los trabajadores y demás sectores populares que en todo el país han permitido este resurgimiento definitivo del socialismo en nuestra Patria. Muchas manos nudosas en todos los parajes del país mantuvieron durante todos estos años difíciles brasas del socialismo, las bibliotecas del socialismo, los libros amarillos que tenemos que reeditar para aproximarlos al estudio de nuestra realidad y de nuestra historia. A toda esa gente hay que rendirle un homenaje real. A todas esas mujeres y hombres que mantuvieron en nuestro país la historia del socialismo durante tantos años difíciles y oscuros, los debemos recordar porque toda la vida no es alegría, toda la via no es el triunfo, toda la vida se construye, como muchas veces lo decimos, en el esfuerzo gris, militante, anónimo. Esfuerzo que es gris como el cemento, pero como el cemento que construye las grandes obras. Así es la militancia de todos los socialistas que permitió que haya llegado este rebrote del socialismo que ya no va a tener retroceso.
Aquí se abre una nueva etapa, como lo dijera Enrique Dickmann en 1912, al comentar el triunfo del socialismo en la Capital y frente a esta etapa que se abre, tenemos nuevas, graves y grandes responsabilidades. En lo interno, debemos trabajar sin dogmatismos, sin sectarismo, jerarquizando lo que nos une. Debemos ser en la sociedad una fuerza de atracción, una suma, un polo de futuro y no una fuerza que repele, una fuerza sectaria, dogmática. Debemos convocar a la construcción y a la comprensión en un país cansado de frustraciones, debemos crear un nuevo tiempo: el tiempo de la construcción.
Tenemos todas las posibilidades para hacerlo, si pensamos en la Nación y en quienes trabajan y han trabajado en este país, y si tomamos aquellas tres banderas que nos dejara Juan B. Justo: el accionar político en el que ya estamos; el accionar gremial en el que debemos unirnos para reforzarlo, porque el movimiento sindical argentino no tendrá un objetivo actualizado de reforma y de reestructuración mientras no haya una activa participación socialista en las organizaciones de los trabajadores y la otra bandera que debemos apuntalar siempre es el desarrollo del cooperativismo libre, no sólo porque va enseñando y abriendo camino a los trabajadores para el manejo y organización de las riquezas, sino porque en medio de la irracionalidad de un sistema que se desintegra, va haciendo crecer un territorio de racionalidad económica imprescindible para poder reconstruir nuestro país y nuestra economía.
Este último proceso electoral, con el crecimiento del socialismo, fortaleció a la democracia, porque la democracia es fuerte cuando en su seno es posible el cambio. Si esta democracia no pudiera ser otra cosa que la alternancia entre peronismo y radicalismo, sería una democracia cada vez más anémica. La existencia del socialismo como alternativa de cambio real, posible y moral, le da fuerza a todo el sistema democrático. Alguna vez el compañero Francisco Pasini recordó que en otras dos oportunidades históricas el socialismo había estado con una sola banca en el Congreso de la Nación; en 1904 con Palacios y en la década del '30 con Repetto. No cabe comparar la situación actual con la vivida por aquellos gigantes. Pero de ahí nace la tarea de todos los socialistas de ayudar con su crítica y su aporte a la labor parlamentaria, para no traicionar los ideales de los gigantes y no defraudar la esperanza de la juventud y de los trabajadores.