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Socialismo y Participación

Día a día empeora la situación de los trabajadores, de los jubilados y de los pensionados. Se mantienen congelados los salarios y las jubilaciones.

Los precios se van descongelando. Como consecuencia de ello cada día disminuye el poder adquisitivo de los ya bajos salarios. La situación de la pequeña y mediana empresa y de la pequeña y mediana explotación agropecuaria se agrava y la disminución creciente del mercado interno, nos aproxima a la paralización de la economía.

La realidad es terca, el viejo modelo está agotado y no puede ni podrá ser reflotado con ningún plan.

El viejo modelo se caracteriza por dos aspectos centrales: primero, la falta de participación popular democrática en la planificación de la economía y en segundo lugar por la dependencia.

El agotamiento del viejo sistema se exhibe cada día con mayor crudeza: desocupación, sueldos de hambre, jubilaciones misérrimas, drogadicción, corrupción, delincuencia y prostitución juvenil e infantil.

Confrontaciones sectoriales insuperables; quiebra de las economías del interior y una ineficacia creciente en todos órdenes.

Los débiles fogonazos de la propaganda no consiguen sacar al corazón argentino de la bruma.

Los partidos políticos que representan al viejo modelo continúan ocupándose de la interna y no ofrecen ninguna propuesta.

El socialismo mantiene sus propuestas. Austeridad y solidaridad para manejar los intereses del pueblo.

Rebajar o no aumentar las dietas, según los casos. Terminar con los gastos superfluos, como peatonales y fuentes.

Llevar agua, vereda, mejorado y cloacas a los barrios que no lo tienen. 1986 nos pone dos objetivos difíciles, pero necesarios en nuestro tiempo o imprescindibles para la Nación, los trabajadores y la juventud: consolidar la democracia y desarrollar la alternativa socialista.

En la democracia, hoy hay hambre, pero podemos y debemos organizamos y movilizarnos para enfrentar la usura de adentro y de afuera.

En la dictadura, en el campo de concentración, siempre hay hambre y el que quiere luchar contra él pone en peligro su vida.

Ante la gravedad de la crisis económica y social del país, el socialismo propone que el saldo de la balanza comercial de 1986, es decir la diferencia entre lo que vendemos y lo que compramos quede en el país.

Ante el estado de necesidad, que no es una simple fórmula jurídica sino una realidad que nos golpea en los barrios y en el interior del país, mantenemos todos los cuestionamientos de la deuda externa, pero promovemos para 1986 esta medida muy concreta que ha de permitir: una inmediata recomposición salarial de monto fijo; líneas de créditos reales a la producción concretada y una programada baja de las tasas de interés.

Estas medidas darán tiempo para que los argentinos concretemos la indispensable unidad nacional para llevar adelante un proyecto económico de mínima. Seguimos sosteniendo que la institución adecuada para lograrlo es el Consejo Económico Social, multipartidario y multisectorial.

Las empresas del Estado que permiten regular los mercados de insumos, en actividades esenciales como la siderurgia y la petroquímica en vez de transferirlas a las multinacionales deben ser reestructuradas a través de una administración tripartita entre usuarios-consumidores, trabajadores y representantes del Estado.

La alternativa socialista de una Nación independiente y solidaria es posible, el pueblo participando es el único artífice válido de ella.


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