La crisis política y económica que vive el país depara una realidad cada día más dependiente, menos solidaria y menos democrática. El socialismo se une para concretar la alternativa de una Nación independiente, solidaria y democrática.
Para los técnicos del gobierno la solución de la crisis económica es clara: reducir el gasto público sin considerar el costo social: se disminuyen las partidas destinadas a seguridad social y la coparticipación federal, se fuerza a los sectores económicamente más débiles y a las regiones más postergadas a que se aprieten el cinturón.
Publicitarios y politicólogos de turno, han descubierto que el plan Martínez de Hoz ha reducido la cantidad de trabajadores en relación de dependencia, y que en consecuencia, se puede ganar elecciones sin el voto de los que trabajan y aún, en contra de sus intereses. Gobernar con esta concepción es transitar el camino de la desintegración social y en consecuencia de la desintegración nacional.
El mayor peso de la crisis se hace recaer así sobre los hombros de los trabajadores y en especial de los sectores marginados del proceso de producción (jubilados, pensionados, mujeres sin trabajo, enfermos, discapacitados, niños, desocupados y jóvenes sin empleo.
A la crisis económica del modelo dependiente se le suma la crisis política, que se expresa en la debilidad del sistema democrático. Esta debilidad se agrava por no ajustarse el quehacer del gobierno a la naturaleza de la etapa de transición hacia la democracia que vive el país y por no haberse concretado nuevas formas de participación.
El socialismo no es una protesta, ni se agota en la denuncia de un modelo irreversiblemente perimido. El socialismo es una propuesta de reformulación del país al que quiere independiente y solidario.
Sabe que la independencia es el resultado de la capacidad y del sacrificio nacional. Por creer en ellas cree posible y real el ejercicio activo y cotidiano de la soberanía popular. Solidario, porque quiere un Estado que eficientemente garantice a cada ciudadano igualdad de oportunidades.
La política de mercado con la cual se disfraza el privilegio nacional y extranjero para explotar en su beneficio al conjunto de la comunidad, debe ser definitivamente remplazada por una planificación democrática de la economía, que no sólo compute la ganancia sino las posibilidades de realización espiritual y material de los integrantes del pueblo.
La alternativa socialista proyecta la salida de la crisis otorgando al sector público el papel de dinamizador del conjunto de la economía e impulsando una política de servicios públicos que garantice el bienestar social y la calidad de vida par todos los ciudadanos.