25 de Mayo de 1810, hermosa, valiente lección de nuestro pueblo.
¿Cuál es el contenido? ¿Cuál es la enseñanza? ¿Cuál es la lección que el pueblo nos da el 25 de Mayo de 1810?
El pueblo de Buenos Aires, era uno de los lugares más pobres de la América Española, lugar sin oro y sin plata, sin ricas catedrales, lugar de taperas, una aldea recostada contra el Río de la Plata.
Este Buenos Aires, fundado por la propia América, este Buenos Aires concretado por los hombres de Asunción, quizás por tener menos oro y plata, quizás por estar menos corrompido por las deformaciones y costumbres de las viejas y burocráticas capitales virreynales, era más naturalmente americano, era más simplemente criollo.
Cuando Buenos Aires nacía, en el propio territorio de la Patria se oían los primeros gritos de libertad: la Revolución de los Siete Jefes en Cayastá. Parecería que Buenos Aires a través de su historia no olvidó nunca esos gritos hermanos que auguraron su propia rebeldía.
Pocos años antes de 1810, la armada invencible de Inglaterra, la misma de Trafalgar, se lanzó sobre esta aldea de taperas y bajos campanarios, rodeada de riachos y pantanos, y vio la deserción y la cobardía de la burocracia española, pero también vio que desde sus pantanos y riachos, desde San Fernando a Miserere, surgía el pueblo heroico, con laicos, clérigos y militares a su frente, avanzando y reconquistando a Buenos Aires pero en verdad, no ya para España, sino para sí. Quien así no lo comprendió se equivocó; allí quedaron Cisneros y Liniers. Quien no lo comprenda en el futuro, no tendrá lugar para transitar por él.
¿Cuál es el contenido, la enseñanza, la lección del pueblo de Buenos Aires? Que un pueblo que sabe lo que quiere, puede. Que un pueblo que está dispuesto a sacrificarse por lo que quiere, puede. Este es el secreto de Mayo.
El avance de la historia no está en la tecnología, no está en las finanzas, está en que los pueblos asuman la conciencia de su capacidad y posibilidad. Hoy los traficantes y mercaderes de la usura y de la tecnología, tratan de convencernos de otra cosa, nos imponen planes económicos en beneficio de la importación de absurdas tecnologías y de la propia usura. Desarrollan la sociedad de consumo, que consume irracionalmente tecnología, energía y la propia vida para redituar intereses a la usura extranjera.
Esta sociedad de consumo que no aceptamos, que rechazamos, es la hoguera contemporánea de la vida humana. Esta sociedad que carece de objetivos trascendentes, sólo ofrece a la juventud droga, pornografía y terror. Al pueblo dieciséis horas de trabajo para sobrevivir, la destrucción de la familia, el endeudamiento y la inexistencia de espacio para niños y ancianos.
El pueblo argentino, manso pero no podrido, pero no corrupto, contempla esta gran orgía del despilfarro, del desorden y de la usura, con la amargura de sentirse y saberse la víctima del plan, pero con la tranquilidad y la confianza de saberse único constructor del futuro.
El ha conocido también otros planes, otras fiestas de la explotación y de la usura que fueron arrojados al basurero de la historia por el avance del pueblo y el progreso de la humanidad.
Allí está el pian de Pinedo, el plan Presbisch, el plan Krieger Vasena cuyas últimas flores marchitas se están cayendo, como el B.I.R. y Sase-tru. Allí irá a parar el actual plan, que ha jerarquizado a la usura y a la importación por sobre la producción y el trabajo.
Los nombres son simples referencias históricas, lo que importa es el sistema y cuando pequeños grupos tienen la totalidad del manejo económico, político y militar, la historia nos enseña que no se aseguran las circunstancias favorables para el progreso social ni para la democracia.
Sólo la participación popular, sin trampas, garantiza el progreso del país y una economía al servicio del pueblo y de la Nación. Sólo la participación popular reconquistó Buenos Aires, sólo la participación popular aseguró el 25 de Mayo, sólo la participación popular nos dio la Patria.
Las más terribles tormentas, las más bravas tempestades no han hecho ni harán desaparecer el sol y el sol de la historia como el sol de Mayo es el pueblo de la Patria.
Hoy, después de un tiempo, en un nuevo aniversario de Mayo, vuelve la Vanguardia Popular, siguiendo como siempre la lección de la Patria, saludando su grandeza desde nuestra pequeñez pero queriendo seguir su camino: Juan Hipólito Vieytes: Semanario de Agricultura, Industria y Comercio; Manuel Belgrano: Correo de Comercio; Mariano Moreno: La Gazeta de Buenos Aires; Monteagudo: Mártir o Libre.
Queda mucho por hacer de lo que nos enseñaron los hombres de Mayo; no lo haremos nosotros débiles testigos y actores de la gran tragedia y de la gran epopeya nacional. Lo hará el pueblo todo y fundamentalmente sus sectores más maravillosos, ricos y generosos: la juventud y los trabajadores de la Patria que asegurarán para las futuras generaciones de argentinos, el bienestar, la libertad y la independencia nacional.