Buenos Aires, 27 de agosto de 1976.
Al Señor Presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical
Doctor Ricardo Balbín
s./d.
De mi mayor consideración:
Cumplo en dirigirme a Usted a los efectos de expresarle nuestra absoluta e incondicional solidaridad con la declaración suscripta por Usted relacionada con la muerte de Angel Pisarello y con los secuestros de Mario Abel Amaya e Hipólito Solari Yrigoyen, ejemplos imperecederos del patriota de hoy.
Todo argentino que ha defendido conscientemente el sufragio secreto y obligatorio, que ha defendido a Y.P.F. forjada por Mosconi, que ha defendido la existencia de la legislación social, el acceso a la tierra por parte de quienes la trabajan, que ha defendido la salud y la educación para todos; todo ciudadano que con esta conducta en su haber se ha quedado conscientemente en el país, comiendo a diario en su mesa y pernoctando en su propio hogar, constituye un nuevo tipo de héroe sólo comparable con aquellos anónimos que escribieron las grandes epopeyas de nuestra historia.
Tal conducta constituye un formidable desprecio por la muerte, restándole todo sentido y validez a la matanza provenga ésta de donde provenga.
Cuando en la memoria de la historia ya no se registren los nombres de quienes eligieron el terror como modo de existencia, los nombres de los hombres de su Partido que hoy caen seguirán constituyendo el lecho por donde transcurrirá inexorablemente la vida de la futura Argentina que todos anhelamos en común.
Como es de su conocimiento, nos es permanente la preocupación por la vigencia de los derechos humanos en nuestra Patria. Ella se fundamenta no sólo en elementales sentimientos de humanidad y de respeto por la persona humana, sino además en nuestra creencia de que se hará muy difícil organizar la convivencia indispensable para el bienestar de nuestro pueblo sobre un territorio poblado por cadáveres y deudos.
Al reiterarle a Usted nuestra solidaridad, expresémosle nuevamente la convicción de que toda acción tendiente a encontrar nuevas formas económicas e institucionales para nuestro país debe estar precedida en forma inmediata por el respeto de los derechos humanos. Defendamos la vida para defender la paz.
Saludo a Usted muy respetuosamente.
Guillermo Estévez Boero