Nuestro país vive su crisis más grave. El síntoma económico más claro de ello es la existencia simultánea del crecimiento de la inflación y del desempleo, cuando se afirmaba que lo uno excluía a lo otro. Para los trabajadores, la disminución del poder adquisitivo de sus salarios, junto con la inseguridad del empleo constituye una realidad injuriante.
La crisis, que fue profundizada por la aplicación del plan económico de las multinacionales impuesto dictatorialmente por el equipo de M. de Hoz, se viene agravando desde hace un año y medio por la aplicación progresiva de medidas con efectos recesivos dictadas por el Fondo Monetario Internacional y la banca extranjera.
Estas medidas nos han sido impuestas a través de una aceptación incorrecta de la deuda externa -fabricada por el equipo de Martínez de Hoz— por parte del actual poder ejecutivo sin discusión de su legalidad y sin considerar los efectos del pago.
A través del tiempo transcurrido las propuestas formuladas por los equipos de los viejos partidos gobernantes, a nivel nacional y provincial, han demostrado su ineficacia para proponer alternativas fuera del campo de la dependencia.
El plan de Martínez de Hoz, jerarquizó y premió la usura y la especulación por sobre el trabajo y la producción, permitiendo el funcionamiento de todo un aparato financiero —la patria financiera— que actuó y actúa como una verdadera garrapata, chupando sin límites la riqueza del país. Así giró hacia el exterior miles de millones de dólares y fabricó una deuda que hoy supera los cincuenta mil millones de dólares.
Además de esto, el permanente menosprecio durante años del trabajo y la producción creó en la minoría argentina que maneja algún peso, el hábito de retirar fondos de las acciones, de las fábricas y del agro, para transformarlos en moneda extranjera, que envió en la mayor cantidad de los casos al exterior.
Se sumó así al vaciamiento producido por las multinacionales la fuga permanente de pequeños y medianos capitales nacionales.
Sobre ésta realidad se aceptaron los planes del F.M.I. que determinan que el reducido producto de la poca actividad económica que queda en el país, no se distribuya en sueldos, ni en coparticipación a las provincias más necesitadas, sino que también se envía al exterior, esta vez bajo la etiqueta de pago de intereses de la deuda externa.
La práctica de éstas medidas agravan cada día aún más la crítica situación social y económica del país.
Ante ésta realidad, los equipos de gobierno, en vez de cortar con firmeza la hemorragia que afecta nuestra economía van al extranjero a buscar nuevas garrapatas para ser aplicadas a nuestro ya débil y anémico aparato económico.
Estas nuevas garrapatas son los capitales petroleros, que traerán poco y se llevarán mucho como siempre han hecho en nuestro país y en todos los países del mundo.
Ante ésta situación, que día a día debilita la independencia nacional, debilita la integración nacional y carcome la propia existencia de la democracia, el Socialismo Popular plantea el corte inmediato de la hemorragia que afecta a nuestra economía poniendo en manos de la comunidad nacional el manejo de las finanzas.
Para ello es necesario nacionalizar la banca, el comercio exterior, el mercado de cambios y las operaciones de reaseguro.
El socialismo propone nacionalizar y no estatizar, propone argentinizar y no burocratizar. Para eso proyecta la creación de organismos democráticos y democratizantes, integrados por representantes de los usuarios, de las cooperativas, de las empresas privadas interesadas en la actividad, de los trabajadores, del Estado Nacional y de las Provincias cuando así correspondiese, a los efectos de garantizar que estas actividades básicas de las finanzas sean realizadas al servicio de la economía nacional y no en su perjuicio.
El socialismo, como fuerza generadora de la necesaria reformulación del país, propone la participación popular, que es IB incorporación plena de la capacidad creadora y realizadora de todos los integrantes del pueblo —a través de un sistema político abierto y pluralista- al logro de una realidad política, social y económica que permita la realización plena del hombre argentino con la satisfacción de sus necesidades básicas, morales y materiales, en el marco de una Nación Independiente y Solidaria.
La poca participación y la injusticia social son dos caras de una misma organización institucional. Para concretar una sociedad más equitativa y más humana es necesario un sistema político más participativo.
Lo decisivo, lo definitorio, es avanzar hacia la concreción de una mayor participación y éste es el compromiso y la propuesta del socialismo.
Para el socialismo, la participación es el ejercicio de la libertad, es el perfeccionamiento de la democracia, es la incorporación a la actividad económica de una fuerza insustituible para concretar un futuro nacional no contradictorio con la realización del hombre.
Solamente esta economía al servicio de estos objetivos será una economía a la medida del hombre, que aplique una tecnología adecuada que preserve el escenario de la vida, evitando la contaminación del aire, el agua y la tierra, impidiendo el extravagante agotamiento de los recursos naturales y la posibilidad de causar daños ecológicos irreversibles.
La calidad de vida, los valores humanos son sólo compatibles con ésta economía.
La economía de escala, la llamada economía de mercado, ha arrojado al país a la actual situación, donde a la degradación de la economía se ha sumado la degradación moral que se exterioriza en la drogadicción y en el manejo aberrante de lo erótico y en el terror.
La participación popular orgánica, democrática y democratizante, arraigada en la comunidad cultural nacional modificará esta realidad.
La experiencia vivida en las ciudades de nuestro país orientadas por el Socialismo Popular, demuestran lo posible, lo correcto y lo fructífero que es la participación popular.
El socialismo consciente de la gravedad del momento actual realizará todos los esfuerzos necesarios para concretar su unidad, ella está posibilitada por la existencia de una propuesta concreta que tiene como objetivo la reconstrucción moral y material de la Nación.
Quebrar la apatía, golpear las mentes y los corazones, devolver al hombre la confianza en su fuerza creadora y realizadora, es el objetivo de la militancia socialista.
Concretar una Nación Independiente y Solidaria es el objetivo de la participación del pueblo argentino.