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Raíces para la democracia

Después de casi ocho años los argentinos vivimos una nueva etapa constitucional. Se abre una nueva y esperanzada etapa para nuestro país. Volver a restituir el imperio de la ley, la vida de las instituciones, de la Constitución Nacional, la justicia, no es fácil porque millones de compatriotas han forjado su personalidad en la ley de la selva. En la práctica diaria, todas las jóvenes generaciones desconocen la ley, la Constitución, la justicia, la equidad; todas ellas fueron conformadas bajo el imperio de la itaka, de la fuerza y del despotismo.

Afianzar el valor de la ley, de la justicia, de la Constitución no es ni será fácil. Por eso es necesario, y justo que el pueblo perciba hoy la posibilidad real de ir resolviendo sus problemas concretos. El valor de nuestra Constitución radica en que reconoce en el pueblo el origen de todo poder. Esta es la idea básica de la democracia. Para edificar una democracia viva, una democracia plena, el pueblo debe ocupar su lugar a través de sus representantes y a través de sus organizaciones. Para ello es preciso dialogar permanentemente con los representantes y participar plenamente en las organizaciones.

La etapa que iniciamos los argentinos es doblemente difícil, primero por la herencia material y moral que recibimos y segundo por la ausencia de un proyecto nacional. La herencia de degradación que recibimos, tiene para los socialistas muchos pequeños nombres y apellidos y un gran nombre y apellido: el sistema capitalista dependiente.

Los socialistas opinamos que a los pequeños nombres y apellidos hay que aplicarles la ley. Resulta arbitrario en la doctrina y en la ley crear eximentes o atenuantes ya existentes. Al gran nombre y apellido hay que erradicarlo definitivamente. Esta tarea, esta construcción de un nuevo futuro, con justicia social, con salud, con educación, con viviendas para todos y con independencia nacional solamente puede ser pensada y concretada por las grandes mayorías nacionales.

El pueblo, los trabajadores, la juventud, para intercambiar ideas, para dialogar, para elaborar el nuevo proyecto nacional necesitan de la vigencia, plena de las instituciones constitucionales afianzadas, arraigadas en el accionar y en la movilización popular diaria. Las instituciones sin pueblo,el parlamento, la justicia, el Ejecutivo sin pueblo, son como los árboles sin raíces, se secan.

Los socialistas establecemos hoy como primera prioridad la defensa y el afianzamiento de las instituciones a través de la participación, la organización y la movilización popular. Dentro de esta concepción creemos necesaria la democratización de todos los sectores de la vida nacional.

Pensamos necesario el esclarecimiento de todo lo acontecido en nuestra Patria; la justicia, con los jueces de la Constitución, debe llevar la paz a todos los corazones que durante años vivieron la angustia de la arbitrariedad en este gran campo de concentración del Cono Sur que compartimos con los hermanos chilenos y uruguayos. Pero también deben esclarecerse las vinculaciones existentes entre las multinacionales y el equipo que encabezado por José Martínez de Hoz las representara y las violaciones de los derechos humanos, porque de ese esclarecimiento ha de surgir el gran responsable: el sistema capitalista.

dependiente. Esto es necesario, para concientizar, para que todos sepamos que cada día que no cercenamos la actividad, la influencia de las multinacionales y de la usura internacional entre nosotros, estaremos posibilitando futuras y más graves violaciones de los derechos humanos en nuestra Patria.

En materia económica resultará imposible satisfacer a la usura internacional y aliviar al mismo tiempo las apremiantes necesidades de los trabajadores.

Esto hace imprescindible la adopción de una moratoria que determine que el país pague lo que puede y como puede.

En el camino de la democratización saludamos el reconocimiento de las organizaciones estudiantiles, criticamos el mantenimiento del examen de ingreso, porque es antidemocrático al castigar fundamentalmente a los hijos de los humildes, que carecen normalmente de la posibilidad de acceder a la formación cultural exigida.

Pensamos necesaria la existencia de organizaciones empresariales .únicas en la ciudad y en el campo, con participación democrática de todos los sectores de la producción, que aseguren la defensa de la producción nacional y se contrapongan a la existencia de grupos empresariales fundamentalmente aliados a las multinacionales y promotores permanentes de la ruptura del orden constitucional y del desconocimiento de los derechos del pueblo. El reciente golpe de 1976 aconseja otorgar prioridad a esta democratización de los entes empresariales.

Los socialistas creemos necesario un reordenamiento de la vida sindical que posibilite una mayor participación de los trabajadores en sus organizaciones que determinará una mejor defensa de sus intereses y de los intereses de la Nación. En este reordenamiento los trabajadores, a partir de los 18 años deberán tener derecho a elegir y a ser elegidos.


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