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La unidad de las mayorías nacionales

DEFENDAMOS SU MAS GRANDE VICTORIA

El 1º de julio muere el indiscutido conductor de la mayoría de la clase trabajadora, el General Juan Domingo Perón. Muere en el apogeo de su gloria. Sus largos años de lucha y las experiencias que en ellas acumulara lo acercaron definitivamente a la clave de la Liberación Na­cional: la unidad de las mayorías nacionales. Por ello, su muerte, su ve­latorio, su sepelio, son la expresión crudamente viva, trágicamente mul­titudinaria de su más grande victoria: la unidad de las mayorías na­cionales.

Pocas horas bastaron para que quienes tienen por norte el mantenimiento de la dependencia y la defensa de los monopolios internacio­nales, comenzasen a accionar con gran rapidez. En el extranjero se co­mentó que, conocida la muerte del Líder, la mitad de los viajeros que se dirigían a la Argentina lo hacía para expresar sus condolencias, y la otra mitad la constituían los agentes de los servicios norteamerica­nos. (*} Estos, al igual que todos los servidores de los monopolios que ya se encontraban en nuestro país, persiguen claros objetivos: a) impe­dir se afiance la unidad de las mayorías nacionales, impulsando políticas divisionistas en el seno de los sectores populares; b) debilitar el gobierno divisionistas en el seno de los sectores populares; b) debilitar el gobier­no popular que encabeza la Señora Isabel M. de Perón; c) remover el equi­po económico a los efectos de implantar una política económica que fa­vorezca el accionar de los monopolios extranjeros.

Con estos móviles coinciden conscientemente los desarrollistas a quienes Perón mantuviera sumergidos durante todo su gobierno, y cuyos planteos económicos rechazara públicamente en reiteradas oportunida­des. Coinciden conscientemente quienes, amparándose bajo el manto de la ortodoxia y del verticalismo, impulsan políticas sectarias y, por ende, divisionistas en el seno de las organizaciones de masas. Coinciden consciente o inconscientemente quienes, a través del terrorismo, persisten en un accionar al margen de las mayorías nacionales y de la realidad.

Aquellos que, por divisionistas al servicio de los intereses monopólicos, ven desaparecer su existencia en el diálogo de las grandes mayo­rías nacionales, impulsarán la sectarización del gabinete nacional, la sectarización de la conducción del Movimiento Nacional Justicialista, la sectarización del FREJULI y la sectarización de la Confederación Gene­ral del Trabajo.

De esta manera, se tratará de desdibujar primero y destruir después, la más grande victoria del presidente Perón: la unidad de las grandes mayorías nacionales.

La demora en celebrar la anunciada reunión de las organizaciones políticas, gremiales y empresariales, no se justifica en un momento en que es preciso exteriorizar ante el mundo la firme voluntad de los ar­gentinos de continuar el proceso institucional y económico iniciado el 25 de mayo de 1973.

La lamentable desaparición de Adelino Romero asesta un duro gol­pe a la existencia de una Confederación General del Trabajo abierta al diálogo y jugada decididamente, sin cálculos, tras los objetivos fija­dos por el General Perón.

La elección de Arturo Mor Roig como víctima de un accionar even­tualmente dirigido contra colaboradores de la dictadura militar, en la actual realidad política del país lesiona la vida institucional y sirve, en la práctica, a los intereses de los enemigos externos e internos de las mayorías nacionales, como lo hace todo accionar desligado de las mismas.

En consecuencia, se hace necesario bregar en todos los niveles por la realización de reuniones multipartidarias, gremiales y empresariales donde, desde abajo hacia arriba, se marque ante propios y extraños la firme e irrevocable voluntad de los argentinos de continuar transitando el superior sendero señalado por el general Perón: la unidad de las grandes mayorías nacionales. Para la defensa de los intereses de estas últimas, convocadas por el Presidente Perón el pasado 12 de junio, es preciso mantener la integración del gabinete nacional que él designara, es preciso guiar al Movimiento Nacional Justicialista hacia el diálogo con los sectores populares, apartado de toda la política pro monopólica del desarrollismo.

En el seno del movimiento obrero organizado, es también necesario bregar por una CGT que comprenda que resulta imposible defender los intereses de la clase trabajadora en un país dependiente de los mono­polios extranjeros. Es preciso enarbolar alto en la Central de los traba­jadores las banderas que campearan en los conceptos con que Adelino Romero despidiera los restos mortales de su Líder.

En definitiva, quienes integran el Partido Socialista Popular invitan una vez más a las organizaciones políticas, gremiales y empresariales, representativas de las mayorías nacionales, a convocar a una reunión pública en donde todas las instituciones del quehacer nacional asuman la responsabilidad de respaldar el desarrollo institucional y las políticas adoptadas por el gobierno popular que encabeza Isabel Perón.

Los enemigos de la Patria no descansan. No descansemos nosotros.

(*) "Diario de Noticias", Río de Janeiro.

 

Editorial "La Vanguardia", Julio de 1974


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