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El Pueblo custodia la dignidad y contempla

A mediados del año 1812 la suerte de la Re­volución de Mayo en el norte era negra. Las fuerzas de nuestro Ejército del Norte no llegaban a la mitad de las fuerzas españolas.

Ante esta realidad, Manuel Belgrano, Ge­neral en Jefe del Ejér­cito del Norte, convocó a las armas a todos los hombres de 16 a 35 años de edad.

Frente al avance del enemigo, el General Belgrano "santo laico de la cruzada" decreta el éxodo de todos los pobladores, con sus ganados, con sus granos y con sus bienes. La consigna es quemar lo que no se puede lle­var. La tierra arrasada es la muralla infran­queable que levanta ante él enemigo el sa­crificio, el desinterés y la dignidad de los pobladores de nuestro norte.

La noche del 23 de agosto comienza el acto más anónimo y glo­rioso de nuestro pueblo: el Exodo Jujeño.

La participación popular, el heroísmo popular y la resolución po­pular son los antecedentes necesarios para las victorias patriotas de Tucumán y de Salta, que hieren de muerte los planes de dominación española en esa región.

Siempre es necesaria la participación, el heroísmo y la resolución del pueblo para que en la historia suceda algo trascendente. Lo grueso de la historia lo escriben los pueblos, con su capacidad crea­dora y realizadora. Son los más, los humildes quienes construyen la base de la historia. En la epopeya jujeña, las clases populares se pliegan al éxodo sin necesidad de compulsión. No ocurre lo mismo con la clase pudiente, algunos consiguen esconderse en espera de los realistas. Hoy también en horas difíciles de la Patria, los traba­jadores y la juventud son los custodios de la dignidad nacional, mientras otros sectores suministran ministros.

La jornada del 22 de julio, quizás tenga una incidencia pequeña en el mejoramiento de las malas condiciones de vida de los traba­jadores de Argentina, pero tiene una grande incidencia en el mante­nimiento de la dignidad de la clase trabajadora, que es la base ancha y profunda de la dignidad nacional.

Las movilizaciones estudiantiles en contra del arancelamiento de la enseñanza, quizás no logren devolver hoy la gratuidad a la enseñan­za universitaria, pero sí logran mantener en­cendido el papel de la juventud de la Patria, centinela generosa y desinteresada de las po­sibilidades educaciona­les de los argentinos y del avance cultural de la Nación.

En esta realidad cin­co partidos políticos argentinos, el 28 de ju­lio han producido un documento, que reco­noce que las dificulta­des del país se originan en la ausencia de toda participación popular en las decisiones tras­cendentes que hacen al destino de la Patria, y que únicamente la participación real de los sectores representativos podrá hacer efectivo el rescate de la normalidad y la paz de todos los argentinos.

La convocatoria iniciada por estos cinco partidos puede cumplir un alto objetivo, puede transformarse en una alternativa para las mujeres y los hombres de Argentina, que en los últimos años tu­vieron como única alternativa la de empeorar. Todos los sectores de la vida nacional deben apoyar hoy esta alternativa, para que no se tuerza, para que no se pierda. Para que todos los sectores de la vida nacional puedan en forma conjunta concretar un proyecto nacional que asegure la plena vigencia de la Constitución Nacional, que recupere la autonomía de la decisión nacional en defensa del patrimonio moral y económico de la Patria, que asegure la vigencia de la legislación social y produzca la recuperación del salario real para dar seguridad y resguardo a la familia trabajadora. Que jerar­quice la producción nacional por sobre la especulación y la impor­tación. Que reconozca en definitiva y por sobre todas las cosas a la soberanía popular como única vía de legitimación del poder.

Para alcanzar todo esto, tan querido, tan anhelado por la inmensa mayoría de los argentinos, es necesario que todos recordemos todos los días que solamente la participación popular da trascendencia y validez a los hechos y a las convocatorias en la historia.

El pueblo custodia la dignidad y contempla.


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