Archivo Histórico: Documentos

Movimiento Nacional Reformista

Frente del Pueblo

Octubre de 1967

ORIGEN

Los compañeros del Movimiento Nacional Reformista, del frente gremial y del frente universitario de la Regional Litoral, nos han pedido la elaboración de un informe que abarcara los producidos en los diversos frentes acerca de la táctica del "Frente del Pueblo".

Es este pedido el que origina la elaboración del presente informe que se nutre en los materiales que ha redactado el MNR conforme a su método del estudio y la elaboración colectiva.

Este informe que, con ligeras modificaciones, va a ser parte integrante del documento acerca de la situación nacional —que en breve publicará nuestro Movimiento- es de circulación interna.

NUESTRO METODO

Para la realización del análisis correcto de la realidad nacional, es oportuno acotar algunas consideraciones de orden teórico cuyo olvido impide a diver­sos sectores de izquierda arribar a una resultante correcta en la interpretación de los problemas.

“El materialismo en general explica la conciencia como derivada de la existencia, y no al revés -escribe Lenin- su aplicación a la vida social de la humanidad exige que la conciencia social se explique cómo derivado de la existencia social”.

“La tesis básica del materialismo de Marx en su aplicación a la sociedad, significa que el modo de producción de la vida material condiciona el proceso social, político y espiritual de la vida en general. El ser social determina la conciencia social de los hombres”.

“Fue precisamente Marx el que descubrió primero la gran ley que rige la marcha de la historia -escribe Engels- la ley según la cual todas las luchas históricas, aunque se desarrollen en el terreno político, religioso, filosófico o en otro terreno ideológico cualquiera, no son en realidad, más que la expresión más o menos clara de luchas entre clases sociales, y que la existencia -y por tanto también los choques de estas clases-, están condicionadas a su vez, por el grado de desarrollo de su situación económica, por el modo de su producción y de su cambio”.

Pero por sobre todas las cosas es preciso, con relación a todos los problemas, tener presente el juicio de Engels… “EL SOCIALISMO, DESDE QUE SE HA HECHO CIENCIA, EXIGE QUE SE LO TRATE COMO TAL, ES DECIR, SE ESTUDIE”.

Para quien pretenda basar su accionar sobre las reglas y principios descubiertos y analizados por Marx, Engels y Lenín, el análisis de clases y sus características es el factor elemental en el estudio de una realidad determinada, en un momento dado. Y estas clases, sus luchas, sus características están determinadas por las relaciones de producción existentes entre ellas, por el lugar que ca­da una de ellas ocupa en el proceso productivo en ese mismo momento.

El proceso productivo de nuestro país se diferencia de la mayor parte de los países de América Latina, por un grado de industrialización, que si bien es dependiente y deformado, origina una producción superior al del sector agropecuario, determinando que una alta proporción de la población activa se encuentre vinculada a él directa o indirectamente (comercio, transporte, sector financie­ro).

La naturaleza de nuestras relaciones de producción, las posibilidades de nuestro proceso económico, determinaron que la movilidad entre una clase y otra se operara, en forma mucho más reiterada que en otros países de América Latina: Bolivia, Paraguay, Ecuador, Perú, Chile, etc. Sin que evidentemente esta movilidad adquiera proporciones masivas. Por otra parte, la producción global y la distri­bución de la renta "per cápita" determina que la mayor parte de nuestra población goce de un standard de vida determinado, que es por cierto muy distante al de la situación paupérrima existente en otras poblaciones de América Latina, po­dríamos decir de la mayoría de América Latina.

Es preciso comprender que éstas no son aseveraciones subjetivas, ya que la gran proporción de la población argentina se halla fuera de los 2/3 de la población sudamericana que se encuentra en un estado permanente de subnutrición, y por ende fuera del tercio que vive en un estado de verdadera hambre crónica.

Desde ese punto de vista y siguiendo a Josué de Castro podemos decir, que hay en América Latina dos sectores de hambre de grados diferentes: “un sector A de alimentación extremadamente defectuosa, donde se asocian el hambre cuantitativo con las insuficiencias cualitativas específicas del régimen alimenticio, un sector B, de condiciones alimentarias menos graves, donde apenas existen los hambres específicos en ciertos principios nutritivos, siendo el régimen alimentario cuantitativamente suficiente”.

“Abarca el sector A, tres cuartas partes de la superficie territorial del continente y comprende las siguientes regiones: Venezuela, Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador, Chile, noroeste y extremo sur de la Argentina, la mitad occidental del Paraguay y la mitad norte del territorio brasileño”.

“El sector B se extiende por la parte este del continente, entre las lati­tudes de 20° y 40°, abarcando las tierras del centro-oeste y sur de Brasil, el territorio paraguayo situado al este del Río Paraguay, el Uruguay y la región del noreste de la Argentina”.

“En la región argentina que figura en el sector B, la llamada zona de las pampas húmedas del Litoral, comprendiendo apenas el 21% del territorio argentino concentra al 68% de la población, el 82% de las actividades económicas y el 89% de la producción agrícola del país”.

Estas realidades estructuran determinadas conciencias entre los integrantes de las clases.

Esta realidad que saca a la mayor parte del pueblo argentino de un proble­ma de hambre cuantitativo, que permite una determinada movilidad de clase, que permite la adquisición de una serie de productos de la industria liviana, que hace posible la concepción del “sistema americano de vida”, van configurando determinadas conciencias de clase. Ello posibilita la creencia de la posibilidad del mejoramiento individual y del ascenso de una clase a otra en ba­se al ahorro, al método, a la disciplina, a la administración del trabajo, etc.

Vemos que en Argentina se halla ausente de las grandes mayorías nacionales la conciencia revolucionaria. Esta conciencia revolucionaria puede encontrarse fundamentada en los principios del marxismo—leninismo, pero también puede existir esta conciencia revolucionaria, en forma genérica, en forma intuitiva, pero en definitiva, existir conciencia de la necesidad de la ruptura total de un orden existente. Esa conciencia en la Argentina no existe, y si nosotros pro­fundizamos en los sectores más activos e ilustrados de la clase trabajadora, veríamos que en la mayoría de los casos se sostiene y se argumenta que simplemente el ajuste de determinados resortes en el ordenamiento económico posibilitaría el mejoramiento del standard de vida de la clase obrera. Todo esto traba la adquisición de una conciencia de clase por parte de la vanguardia de la clase trabajadora argentina.

Cuando esta vanguardia, sin desconocer la importancia de las tradicionales luchas por el aumento del salario y la reducción de las jor­nadas, comprenda que lo fundamental, a los efectos de suprimir la expoliación de los trabajadores, radica en la modificación total de nuestra estructura económica y coordine las luchas inmediatas con ese objetivo final y permanente, tendremos en nuestro país la posibilidad de que la clase trabajadora desarrolle trascendentes luchas actuando con una verdadera conciencia de clase.

De ahí que nuestras organizaciones sindicales son presas con mucha faci­lidad, por ejemplo, por la ideología y el planteo desarrollista que es de conocimiento de todos ustedes. La falacia del desarrollismo es afirmar que, desarrollando nuestras actuales estructuras, es posible superar los graves problemas que presenta nuestro proceso de producción capitalista dependiente. La verdad es que el desarrollo de la actual estructura desarrollará e incrementará los defectos que la misma hoy presenta: su dependencia.

Las organizaciones de la clase obrera entran, en consecuencia, en combinaciones con los sectores empresariales, sin el requisito de tener en cuenta la contradicción antagónica existente entre ellas.

Porque es necesario considerar que la burguesía nacional, por las características de la estructura económica de nuestro país, presenta el rasgo fundamental de estar condicionada y en relación de dependencia con los monopolios internacionales, lo cual la incapacita para dirigir un proceso de desarrollo capitalista genuinamente independiente. Que la clase media es aquella que vive esperando llegar a ser gran burguesía y despavorida en no convertirse en proletariado y que el campesinado es sumamente débil desde el punto de vista cualitativo y cuantitativo, arribamos a la conclusión de que reside en la clase obrera la única posibilidad real de gestar y conducir el auténtico proceso de trans­formación estructural que traerá aparejada las inconmensurables posibilidades de creatividad de nuestro pueblo, única posibilidad real de liberación social y económica.

Por otra parte, la naturaleza del proceso económico de nuestro país, determina la existencia de una considerable clase media integrada por pequeños y medianos industriales y comerciantes, por agricultores propietarios, profesionales , artesanos, intelectuales, maestros y profesores, funcionarios del gobierno, oficinistas. Debido a sus proporciones numéricas y a su carácter de clase, la clase media merece una atención especial ya que depara una serie de peculiaridades que no debemos subestimar al hablar de nuestra realidad nacional.

Vemos, en consecuencia, que las condiciones objetivas en Argentina para la realización de la Revolución Social, revolución que expropia a la clase do­minante, se halla en un grado incipiente de desarrollo con relación a la inmensa mayoría de la población.

Estas condiciones objetivas (proceso económico, standard de vida, etc.) determinan condiciones subjetivas pro-revolucionarias sumamente débiles. Apreciamos que la ideología reinante en el seno de la clase obrera argentina es la ideología burguesa. Ello se debe a la correspondencia genérica existente entre las condiciones objetivas y las condiciones subjetivas.

Pero debemos tener en claro que la ideología revolucionaria llegará a ga­nar a la mayoría de la clase trabajadora únicamente a través del propio proce­so revolucionario, y que para llegar a él solamente es imprescindible que la vanguardia -sólidamente arraigada en la clase- esté ganada por una conciencia revolucionaria fundada en los principios del marxismo-leninismo.

En la contradicción entre la base económica y su superestructura, la base económica es su aspecto esencial. Pero no podemos afirmar que no se produzcan cambios en las posiciones respectivas entre los términos de la contradic­ción enunciada. Debemos reconocer que tanto puede constituir el aspecto fundamental de una contradicción un término como el otro, según la etapa del proce­so. Si no admitiéramos este desplazamiento del aspecto principal de un término al otro de la contradicción, nos ubicaríamos en el punto de vista del materia­lismo mecanicista y no del materialismo dialéctico.

Es verdad que las fuerzas productivas, la práctica y la base económica se manifiestan por lo general en el papel decisivo y principal. Quién niegue esto no es un materialista. Pero en determinadas condiciones, aspectos tales como las relaciones de producción, la teoría y la superestructura se manifiestan a su vez en el papel decisivo y principal. También hay que admitir esto. Cuando las fuerzas productivas no pueden desarrollarse a menos que se cambien las relaciones de producción, el cambio de estas últimas representa el aspecto decisivo y principal. Cuando, como lo dijo Lenin, “sin una teoría revolucionaria no puede haber un movimiento revolucionario”, la creación y defensa de una teoría revo­lucionaria desempeña el aspecto decisivo y principal.

Es que, si bien reconocemos que, en el desarrollo de la historia en su conjunto, las cosas materiales son las que determinan las espirituales y la existencia social la que determina a la conciencia social, al mismo tiempo recono­cemos, y debemos reconocer, la reacción de las cosas espirituales y de la conciencia social sobre la existencia social, y la reacción de la superestructura sobre la base económica. Esto no es oponerse al materialismo. Esto es, precisamente, eludir el materialismo mecanicista y defender con firmeza el materialismo dialéctico. En definitiva, debemos comprender que a medida en que la teoría hace carne en las masas, deviene en fuerza material.

Pero solamente al deteriorarse las condiciones objetivas (situación eco­nómica), se va incrementando la posibilidad del desarrollo de las condiciones subjetivas pro-revolucionarias (modificación de la ideología de mayores secto­res proletarios), cuyo incremento canalizado por una organización marxista-leninista, permitirá cambiar las condiciones objetivas. De allí la importancia que adquiere nuestro trabajo sobre las condiciones subjetivas, que a través de nuestra organización debemos desarrollar permanentemente. Sin condiciones objeti­vas adecuadas para la Revolución (crisis profunda del sistema), es imposible la realización del cambio de estructura, porque no van a existir las condiciones subjetivas pro-revolucionarias en calidad y en cantidad necesarias para operar el cambio. En nuestro “Documento Político” se dan las pautas y las formas de esta gran tarea.

Para analizar correctamente la realidad nacional es necesario estudiar, profundizar y desarrollar todos los conceptos precedentes y sobre todas las cosas no confundir la realidad con la posibilidad. No confundir entre posibilidad formal y posibilidad real.  Es necesario recordar que, a la categoría de realidad se opone la categoría de posibilidad. La posibilidad de los fenómenos y su realidad se diferencian en que la posibilidad es sólo una premisa necesaria para el nacimiento y desarrollo de los fenómenos, mientras que la realidad es ya una posibilidad realizada.

De esto se ve que posibilidad y realidad no son una y la misma cosa, sino que entre ellas existe una importante diferencia.

Surge ahora la pregunta: ¿Toda posibilidad puede transformarse en una realidad? Para que la posibilidad tenga contenido real, hace falta que tenga raí­ces en la propia realidad, una existencia objetiva, que todo el conjunto de condiciones la hagan real. Depende de numerosas condiciones, que una posibilidad determinada sea real o no.

Resulta pues, que es preciso distinguir estrictamente entre las posibili­dades que hay en nuestro país y la utilización de estas posibilidades, la transformación de estas posibilidades en una realidad.

Como se ve, la diferencia objetiva que existe entre posibilidad y reali­dad, y de su trueque de la una a la otra, se deducen conclusiones muy importantes para la actividad política práctica.

No se puede, es nocivo, confundir la posibilidad con la realidad, puesto que tal confusión conduce a una apreciación incorrecta del momento y, por consiguiente, también a la incorrecta fijación de las tareas.

En Argentina, en cambio, notamos a diario cómo los diversos grupos de iz­quierda realizan las más disparatadas especulaciones políticas en general sin considerar en absoluto nuestra realidad y sin aplicar a ella el método de la dialéctica materialista.

La determinación correcta de la posibilidad real dota de una orientación a las masas para su lucha y su trabajo, y las moviliza para la transformación de esta posibilidad en una realidad viva.

El empleo correcto de esta metodología nos permitió ser la única organización política del país que, con relación al Golpe de Estado del 28 de junio de 1966, denunciara la realización de éste y diera con nombre y apellido la parti­cipación que en él tendría el frondo-frigerismo y el papel que iba a desempeñar Juan Carlos Onganía.

Las direcciones sectarias del Movimiento Estudiantil rechazaron el docu­mento que en aquella oportunidad -19 de junio de 1966- elevara nuestro Frente Universitario al Consejo Nacional de Centros de Estudiantes. No vieron la reali­dad y siguieron haciendo esquemas al margen del proceso real del país.

Para que todos nuestros compañeros de base, para que todos nuestros cuadros, para que todos los responsables del trabajo en los diversos frentes y en las diversas Regionales del país, tengan la vivencia plena de la realidad de nuestro Movimiento, de los resultados concretos y correctos a los cuales se arriba a través del método del estudio y la elaboración colectiva, de lo exacto del análisis de la realidad nacional a la luz del marxismo-leninismo, recomiendo -que en esta oportunidad- se vuelva a releer aquel documento al cual hacíamos referencia que se denomina “En el aniversario de la Patria”.

UBICACION

El Movimiento definió al Golpe de Estado del 28 de junio de 1966, como un salto hacia una posición estratégicamente ventajosa, dado por el imperialismo norteamericano. En consecuencia, sostuvo de inmediato la necesidad de organizar la Resistencia concreta y masiva en todos los sectores, la necesidad de impedir el afianzamiento del régimen, que no era otra cosa que el afianzamiento del imperialismo norteamericano, que tendería a la supresión de todo vestigio de representación popular, a la supresión de todos los derechos y libertades públicas a los efectos de lograr una mayor expoliación de nuestras empresas, de nuestras riquezas naturales, de nuestra economía toda y, en definitiva, y por sobre todas las cosas, de nuestras grandes mayorías nacionales.

Los demás sectores políticos de izquierda del país no comprendieron esto y abrieron un debate inconducente. Lo que acontece es que no comprenden que la dialéctica, que no es otra cosa que la teoría del devenir, dice que las realidades cambian y por lo tanto las situaciones históricas; muestra que la acción que no se inserta en el devenir, en un momento dado, tomando en cuenta la situación, es una acción destinada al fracaso.

Por consiguiente la acción política inspirada en el marxismo-leninismo, presenta por una parte una profunda continuidad en el método de análisis y en los fines (se trata de actuar siempre sobre las relaciones humanas, en el sentido de su devenir y de sus posibilidades, para transformarlas y organizarías racionalmente), pero muestra, por otra parte, una variación permanente en los medios, en las consignas momentánea: "... El historiador sabe que todo hombre de acción procedió de este modo, con más o menos sutileza en la comprensión del devenir y de las situaciones cambiantes, sabe también que muchos fracasos se explican por la incompren sión, por la rigidez ante el devenir, por el mantenimiento de directivas superadas por los acontecimientos. Continuamos admirando en Napoleón o en Richelieu su comprensión, su flexibilidad y censuramos -demasiado tarde- sus errores, su rigidez, sus inadaptaciones. Pero estos hombres de Estado sólo conocían empírica y confusamente la dialéctica de la acción y del devenir. En el marxismo este conocimiento se hace racional, el dialéctico, marxista dice abiertamente: Actúo para obtener los mismos fines pero cambio los medios. Yo no me comporto a las seis de la tarde en verano como a las seis de la tarde en invierno” Ocurre que se reprocha a los marxistas por hacer abiertamente, de manera conciente y racional, lo que todo el mundo ha hecho y hace todavía de manera confusa y empírica. Como no captan el vínculo -que según el marxismo es racional- entre la doctrina y la acción, se sienten lastimados en su conciencia de la movilidad de las cosas, pero esta conciencia es subjetiva ...”

Es así como por ejemplo, hoy en nuestro país, cuando todas las fuerzas que integran las grandes mayorías nacionales, todas las fuerzas que integran la Argentina real con exclusión de los núcleos directivos de la Sociedad Rural Argentina, de la Unión Industrial Argentina, de ACIEL, de los tecnócratas de la entrega del frondizismo-frigerismo y de los mercenarios a sueldo como los Onganía, cuando toda la Argentina -decíamos- tiende de manera confusa y empírica a la constitución de un frente nacional, se nos pretende criticar a nosotros porque científicamente planteamos el Frente del Pueblo como el objetivo revolucionario del momento.

¿Para qué asalta el imperialismo norteamericano la posición estratégicamente ventajosa del 28 de junio? Lo hace para lograr una mayor expoliación de las grandes mayorías nacionales, una mayor extracción de nuestras riquezas nacionales y naturales, como por ejemplo, la destrucción el sistema portuario y ferroviario para que le permita tener en sus manos en manejo de los fletes, que es fundamental para todo proceso económico.

Para lograr sus designios debe romper las organizaciones populares, rom­per la representación popular a todos los niveles y permitir así el incremento de su injerencia.

Pero todo eso no lo comprendieron las sectas de seudo-izquierda que vi­ven de espalda a la realidad nacional y entonces se dieron a una serie de in­terpretaciones de cualquier orden. Llegaron a manifestar que “esto ayudaba”. Sin considerar y olvidando la experiencia de Brasil y de España que demuestran fehaciente e irreversiblemente que éste es un elemento de freno y no un elemento de ayuda, y, casualmente, es por ello que lo hace el imperialismo, para frenar y no para ayudar. Para analizar este problema es preciso considerar que debemos siempre valorar las condiciones subjetivas y objetivas. El Golpe de Estado tiende y logra operar de inmediato una serie de hechos que provocan gran retroce­so en las condiciones subjetivas (supresión de los derechos y garantías, supresión de los derechos sindicales, etc.), con relación a las condiciones objetivas, es indudable que a largo plazo va a producir el mejoramiento de las mismas desde un punto de vista revolucionario, pero en forma inmediata esta alteración no se produce tan nítida y genéricamente, porque existen aún posibilidades de maniobra que, al lado de las sanciones a los ferroviarios le permite no enfrentarse a los trabajadores de Luz y Fuerza, y que al lado del aumento de la carestía le permite pagar puntualmente pensiones y jubilaciones.

En conclusión, el Golpe militar del 28 de junio, considerando las condi­ciones subjetivas y objetivas, es negativo, y en momento alguno se puede afir­mar que él mismo “ayuda”.

Por otra parte, se planteó que no se debía enfrentar al gobierno con dureza porque el gobierno podía reeditar el fenómeno del peronismo e iban las izquierdas a quedar nuevamente como en el 45, aisladas de las masas, Evidentemente, quiénes esto decían, no tenían idea de la situación económica del país. No por buena o mala voluntad del mercenario Onganía no se podía reeditar aquí el fenómeno del peronismo, sino que las posibilidades económicas de la burguesía y del imperialismo, determinaban la imposibilidad de hacer una mayor distribu­ción de renta a los trabajadores y a la clase media. Este gobierno no se po­día presentar otorgando un 20 o 30% de aumento en los salarios, sino decretan­do su congelamiento.

Un marxista tampoco puede venir a plantear que aquí se terminó el libe­ralismo, porque el liberalismo es la superestructura, la otra cara de la mone­da de la estructura capitalista. Y la estructura capitalista no se termina porque entre el mercenario Onganía a la casa de gobierno, que por otra parte sube para afianzar el sistema capitalista y no para destruirlo.

Entonces, el único cambio que puede introducirse en las formas políticas de conformidad con nuestra estructura económica, es reemplazar la forma política del liberalismo por la forma política del corporativismo, que nosotros no podemos admitir porque es un retroceso y todo retroceso es contrarrevolucionario.

El pasaje del poder a manos de los fascistas no modifica las relaciones sociales, la explotación capitalista de los trabajadores se refuerza cada vez más, el capital monopolista desplaza rápidamente a los pequeños propietarios y pone en peligro su subsistencia. Sólo se modifican las formas exteriores y el personal administrativo de la Dictadura burguesa... Sin embargo, no se desprende, ni mucho menos, que al proletariado le resulte indiferente que la burgue­sía dirija al país con métodos democráticos o fascistas. La democracia representativa da al proletariado mayores posibilidades para organizar sus fuerzas y desarrollar la lucha de clases que el régimen terrorista fascista.

Estos sistemas políticos, que eliminan la participación de todos los sec­tores populares, en Europa han tenido su origen, fundamentalmente, en causas nacionales: pero en América Latina cuando se los trata de instaurar, son aún mucho más despreciables, porque se originan en el cumplimiento de intereses internacionales y tienen como objetivo el incremento de nuestra dependencia nacional, tienen como objetivo el incremento del sojuzgamiento de nuestro pueblo.

Todo esto es importante, y creo que muchos integrantes del Movimiento no dan a estas posiciones y a su análisis, la importancia que deben darle, porque se eternizan en debates con estas sectas que no representan absolutamente a nadie. Y es importante el analizar, porque estas aberraciones no pueden cometer­las los marxistas. No pueden cometerlas, porque quienes han estudiado el mate­rialismo dialéctico -y es necesario estudiarlo, profundizarlo, desarrollarlo en forma continua- deben rechazar todas estas construcciones subjetivas que pertenecen al mundo del idealismo, porque saben que: “La verdad objetiva no depende del arbitrio de los hombres. El hombre no crea la verdad, sino que la refleja en consonancia con lo que existe en la realidad objetiva”.

No se puede, en consecuencia, estar perdiendo el tiempo discutiendo con un conjunto de sectas que no tienen gravitación masiva ni cualitativa, porque son aventureros que se ponen a escribir lo que se les ocurre en una noche.

Nuestro Movimiento ha demostrado en este país, ser el único que ha in­terpretado correctamente el proceso histórico que se está desarrollando. Un marxista no puede plantear cualquier cosa, porque un marxista no es un idealista, un marxista es un científico de la realidad nacional.

Lo que es fundamental para los marxistas, es el estudio de las contradicciones objetivas y subjetivas existentes en un país en un momento dado. Y este estudio se debe hacer en profundidad y con seriedad.

Es por ello, por esta falta de seriedad, por esta falta de representatividad, que vuelvo a reiterar que el diálogo a nivel de masa, a nivel de base con los representantes de estos grupos sectarios y aventureros debe concluir, porque ellos no representan a nadie ni masiva ni cualitativamente. Nosotros no tenemos que eludir el diálogo con ellos a alto nivel, ni tenemos que eludirlo en las Asambleas de base, pero por sobre todas las cosas, siempre y en todo momento, nuestro trabajo político fundamental debe estar orientado hacia las masas.

Nosotros planteamos, como ya manifestamos con anterioridad, el problema del Golpe con un mes de anticipación al Primer Consejo Nacional de Centros.

Planteamos el ataque al Golpe, quienes y por qué lo iban a dar. Las sec­tas que no entienden nada de lo que está pasando no hicieron caso del problema. Después las cosas pasaron como pasaron, y pasaron tal cual había pronosticado el MOVIMIENTO NACIONAL REFORMISTA, en base a un análisis de la realidad y no a una bola de cristal. Por eso los compañeros a la luz de la experiencia, que es la luz de la realidad, deben incrementar el estudio de los documentos de nuestro Movimiento. Por estas razones, las fuerzas populares de nuestro país no deben aceptar nuestros materiales como una revelación de la verdad, pero debemos si exigir un dialogo considerado y respetuoso para quienes, desde hace más de un año, vienen señalando con entera certeza y en detalle, el derrotero del imperialismo en nuestro país.

OBSERVEMOS CORRECTAMENTE LA REALIDAD

A fin de conocer realmente un objeto, de conocer una realidad nacional, debemos abarcar, debemos estudiar todos sus aspectos, todas sus conexiones y mediaciones. La exigencia de la multilateralidad es una protección contra los errores y la rigidez. Debemos pensar correctamente que se manifiesta superfi­cialidad cuando una persona no tiene en cuenta las características de una contradicción en su conjunto ni las características de cada uno de estos aspectos cuando niega la necesidad de penetrar en la cosa, y estudiar en forma minucio­sa las características de la contradicción, sino que lanza una mirada desde lejos y se pone a solucionarla (a responder una pregunta, a zanjar una discu­sión, a ejecutar una tarea).

Todo lo que existe lleva en su seno una contradicción. Una contradic­ción entre lo que existe y lo que existirá, que ya está dada dentro del elemento. Una contradicción entro lo nuevo y lo viejo. Una contradicción entre el presente y el futuro, las raíces del futuro están dentro del presente; quién no comprenda las múltiples contradicciones y sus interrelaciones de la vida nacional no puede comprender al país; quién no comprenda las relaciones entre la burguesía y el proletariado -que es fundamental- quién no comprenda las contradicciones entre los diversos partidos políticos, entre el ganadero criador y el ganadero invernador, entre los monopolios del cereal y los importadores de maquinarias, entre la burguesía industrial y los terratenientes, quién no comprenda la contradicción entre el imperialismo y las grandes mayorías nacio­nales, no puede interpretar correctamente nuestro país ni país alguno.

La forma superficial de análisis a la que hacíamos referencia, nunca produce nada más que complicaciones como lo habíamos visto en nuestro país.

El motivo de que diversos grupos de izquierda sufran de dogmatismo y empirismo y hayan cometido diversos errores de profundidad, es precisamente de­bido a que su forma de contemplar las cosas es subjetiva, unilateral y super­ficial. La unilateralidad es también subjetivismo e implica un método subjetivo, porque si bien todas las cosas objetivas están interrelacionadas en la realidad y tienen sus contradicciones internas, algunas personas no reflejan esas condiciones tales como son, sino que contemplan las cosas en forma unilateral o superficial y no conocen sus interrelaciones ni su necesidad inte­rior. En definitiva, nos dan una interpretación subjetiva y por lo tanto errónea de la realidad.

Cada contradicción tiene etapas de desarrollo y las condiciones de cada etapa del largo proceso de la Liberación Nacional difieren a menudo en las diversas etapas. Esto se debe a que, si bien la naturaleza de la contradicción básica del desarrollo de la realidad nacional o la calidad del proceso no ha cambiado, en las distintas etapas del largo proceso de desarrollo, la contradicción básica asume una forma más intensa cada vez.

Por consiguiente, el proceso se revela como consistente de distintas etapas. Si no se presta atención a las etapas del proceso de desarrollo de la realidad nacional, no se pueden encarar adecuadamente sus contradicciones.

Por ejemplo, cuando el capitalismo de la era de la libre competencia se convirtió en imperialismo, no se produjo un cambio en el carácter de las dos clases de la contradicción fundamental -el proletariado y la burguesía- o en la naturaleza capitalista de la sociedad. Pero se intensificó la contradicción entre el capital monopolista y el no monopolista, se agudizó la contradicción entre los países metropolitanos y las colonias, y la contradicción entre los países capitalistas, es decir la provocada por su desarrollo desigual, se manifestó en una forma particularmente aguda, inaugurando de esta manera la etapa especial del capitalismo: la del imperialismo.

Como hemos manifestado, en el proceso nacional, que es el proceso de desarrollo de una cosa compleja, existen muchas contradicciones. Entre éstas, una es necesariamente la principal, y su existencia y desarrollo determinan e influyen la existencia y el desarrollo de otras contradicciones. En los paí­ses dependientes como Argentina, la relación entre la contradicción principal y las secundarias presenta una situación complicada. El análisis de la carac­terística de las contradicciones existentes en nuestra situación nacional, el análisis de la modificación de estas contradicciones a partir del 28 de junio de 1966, lo haremos con posterioridad y servirán como punto de partida para explicar nuestra táctica de enfrentamiento al imperialismo, pero antes de ello describiremos cuál es la realidad actual, política y económica de nuestro país.

LA DICTADURA

En el gobierno planteamos la existencia de dos juegos políticos que es preciso que todos tengan en cuenta para entender con justeza nuestra propia línea política.

Se da la existencia de un grupo nazi-falangista que está representado por el señor Frischknhet, por Astigueta al frente de educación, por Señorans al frente del S.I.D.E., por el Secretario de Comunicaciones y que tiene su apoyo en parte de la Aeronaútica, en parte del Ejército y en parte del Ateneo de la República. Por otra parte, se da un núcleo político que juega a la sucesión para cuando llegue la necesaria época de la institucionalización del golpe, de la legalización del robo. Este es un núcleo político que está encabezado y dirigido por Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio, que tiene su epicentro político en el gobierno en la persona de Díaz Colodrero, que también está integrado por Borda, por San Sebastián, por Costa Méndez, por el grupo nacionalista oligárquico del Ateneo de la República y son ellos quienes pretenden pactar con los neo-peronistas, con los autonomistas de Corrientes, y con un ala del conservadorismo, para formar un frente político, que sería el partido oficialista en la salida planificada por el imperialismo, que nos otra cosa que la salida bipartidista que se puso en práctica en el Brasil. Con este objetivo y con estas fuerzas negocian algunos sectores gremiales colaboracionistas y entregadores del movimiento obrero, como Vandor, Taccone, Prado y Coria.

Este es el único grupo político por otra parte, porque la otra gente no es política y no tiene las posibilidades de trabajo político. El núcleo político de Frondizi, trata de demostrar una vez más al imperialismo norteamericano, que ellos son los mejores administradores para esta colonia, que ellos constituyen la mejor salida.

El imperialismo está interesado -y esto no es una contradicción- que en Argentina haya un proceso eleccionario del tipo brasileño. ¿Por qué? Porque el imperialismo no puede radicar capitales en este país si no hay una cierta le­galización. La prueba es que, hasta el presente, aproximadamente un año y me­dio, no se ha radicado en Argentina prácticamente ningún capital privado.

El imperialismo no puede soportar ante la prédica internacional, que en estos momentos es sumamente difícil para él, un nuevo gobierno de tipo mili­tar a sus espaldas. Tiene que presentar una seudo-legalidad. El imperialismo, sabe que no pueda gobernar en Argentina sin cierta participación de elementos populares que se obtienen a través de una seudo-democracia.

El imperialismo, en definitiva, necesita legalizar el robo, como el que roba un automotor luego acude a buscar papeles falsos para él, como el que usurpa un inmueble y luego acude a conseguir un título legal de dominio, el imperialismo busca legalizar el robo y el asalto realizado en nuestro país a partir del 28 de junio de 1966. Es por todo ello que el imperialismo después de haber destrozado al máximo las organizaciones populares, de haber reorganiza­do el apoderamiento de los intereses petroleros, de haber llevado adelante —tiene que hacerlo antes de las elecciones- el plan ferroviario, que es una pieza esencial de nuestra economía para los monopolios, después de haber copado la enseñanza y de haber llevado adelante sus planes en ella, el imperialismo vuelve a la forma electoral, para legalizar todo lo que ha realizado.

No hay ninguna contradicción entre el golpe con el cual se conquistó una colina estratégica en la lucha contra el pueblo, y en legalizar esa conquista. Entonces, lo que aparentemente es una contradicción de los que golpearon el sistema electoral y que ahora están preparando las elecciones, no es tal, sino que se legaliza lo ganado en la rapiña del golpe. Y es lo mismo que aconteció en Brasil, lo tenemos aquí, al lado, y a un año de acontecido. Un ejemplo muy claro, que hay que ser muy negado para no verlo o muy idealista.

Lo realizado por el golpe, también nos depara a nosotros, una enseñanza histórica un tanto dolorosa, pero que tenemos que aprovecharla y sacar de ella un saldo positivo. Nosotros no siempre realizamos el análisis correcto de la realidad nacional. El imperialismo, por ejemplo, ha demostrado que la anulación de los contratos petroleros realizada por el gobierno anterior, lesionaba sus intereses, porque si no, no se hubiera apresurado ahora a dar marcha atrás y ponerlos en las condiciones que estaban antes. El imperialismo también ha demostrado que su plan ferroviario tendiente a la liquidación del ferrocarril como elemento central de transporte en el país, estaba frenado y ahora se ha precipitado a realizarlo con toda velocidad. Sin embargo, las propias fuerzas revolucionarias argentinas menospreciaron y despreciaron todo esto.

No se supo apreciar, no se supo interpretar desde el punto de vista del materialismo histórico la realidad nacional, que nos exhibía un gobierno de clase media, que es un gobierno detentado por una clase que está incapacitada por su propia composición, para expropiar al privilegio y para combatir frontalmente al imperialismo, pero que ello no significa que en su marcha contradictoria -que caracteriza a la clase media- pueda tomar posiciones limitadamente anti-imperialistas y pueda entrar en conflicto con determinados grupos del imperialismo. Nuestro papel en este caso ¿Cuál es? No menospreciar eso porque desconoceríamos la realidad desarrollando esos antagonismos al máximo. Ese pa­pel clásico de interpretación correcta de la realidad fue el papel de los marxistas de la historia. Desarrollar lo positivo y combatir lo negativo. Esta es una enseñanza que nos deja el último Golpe de Estado en nuestro país.

LA RELACION DE LAS CONTRADICCIONES

Hemos manifestado que, en los países dependientes como el nuestro, la relación entre la contradicción principal y las secundarias presenta una situación complicada. Debemos considerar que, en las relaciones entre las diversas contradicciones, la constitución de una contradicción principal en las diver­sas etapas del desarrollo nacional -que va cambiando- condiciona, en conse­cuencia, el resto de las contradicciones. Es por eso, que, cuando el imperialismo no aplica su rigor a través de Golpes de Estado dados por mercenarios o a través de agresiones armadas, sino que adopta formas relativamente suaves, políticas, económicas, culturales, para realizar su opresión, las clases gober­nantes de los países dependientes capitulan ante él, y ambos forman una alianza para la opresión conjunta de las grandes masas del pueblo.

El imperialismo adopta a menudo métodos indirectos para ayudar a los reaccionarios de los países dependientes a oprimir al pueblo, sin recurrir a la acción directa y entonces las contradicciones internas se tornan particu­larmente agudas. En esos momentos la contradicción principal es: proletariado-burguesía. Es el caso de nuestro gobierno seudo-representativo, de una de­mocracia representativa limitada, pero cuando las organizaciones populares, el avance de conciencia de las masas, la debilidad y contradicciones de los go­biernos en esas democracias representativas llega a poner en peligro la exis­tencia de los negocios de los monopolios y de sus aliados nacionales, los imperialistas, en un esfuerzo por mantener e incrementar su dominio, recurren a métodos distintos de los mencionados más arriba. Es el momento en que en nuestra América Latina sobrevienen los Golpes de Estado, en esos casos, los impe­rialistas extranjeros y la reacción interna representada en nuestro país por el grupo dirigente de la Sociedad Rural Argentina, de la Unión Industrial Ar­gentina, de mercenarios como Juan Garlos Onganía y de tecnócratas al servicio del imperialismo como Frondizi-Frigerio quedan absolutamente al descubierto en un polo, en tanto que las grandes masas populares se agrupan en el otro, apa­reciendo así una nueva contradicción principal que determina o influye el resto de las contradicciones.

Esa contradicción principal que surge es la contradicción entre el grueso de la realidad argentina y el imperialismo norteamericano. ¿Por qué? Por­que el imperialismo salta a una posición estratégica de privilegio e incrementa la expoliación de todos los sectores populares, chocando en su voracidad con los intereses de diversos sectores de la burguesía de nuestro país aparte de un pequeño puñado de mercenarios y entregadores. Las distintas clases del país se pueden unir temporariamente para entablar una guerra nacional, una oposición nacional contra el imperialismo y sus representantes. En este caso la contradicción entre el imperialismo y nuestro país se convierte en la contradicción principal, en tanto que todas las contradicciones existentes entre las distintas clases del país (incluso la contradicción básica entre la burguesía y la clase trabajadora), quedan temporariamente relegadas a una posición se­cundaria o subordinada. Debe existir claridad de que en cada etapa del proce­so de desarrollo de la realidad nacional, existe una sola contradicción principal que desempeña el papel determinante. Esa contradicción principal en Ar­gentina, en 1967, es la contradicción existente entre el imperialismo norteamericano más sus lacayos y una Argentina Libre e Independiente.

Quien no perciba esta contradicción principal, quien no perciba estos cambios temporarios en la supremacía de una contradicción no puede desarrollar con lógica dialéctica y científicamente en consecuencia, en Argentina, un método político correcto de enfrentamiento al imperialismo.

Al imperialismo se lo enfrenta en el sendero por el cual él va, al impe­rialismo se lo enfrenta en el valle donde pernocta, al imperialismo se lo en­frenta en la ruta por donde avanza y no en el otro extremo del país.

Entonces, ¿cuál es la realidad? La única conducta anti-imperialista real es aquella que enfrenta al imperialismo en sus planes concretos. ¿Cuáles son los planes concretos del imperialismo en nuestro país? El imperialismo en nuestro país desea terminar con la devastación de algunos elementos económicos, la destrucción de algunos organismos populares y por último legalizar lo logrado a través de unas formas políticas donde una combinación encabezada por el Frondizismo-Frigerismo le daría la posibilidad mayoritaria en el sistema bipartidario.

A partir del golpe, ¿cuál es la lucha anti-imperialista? El imperialismo se posesiona de una colina estratégica ventajosa que es la toma del gobierno a través del Golpe de Estado. ¿Cuál es la réplica anti-imperialista? El MOVIMIENTO NACIONAL REFORMISTA plantea al pueblo argentino que a partir del golpe, el primer objetivo es desplazar al imperialismo de esa colina. Y ¿después? Des­pués seguir la lucha anti-imperialista. Con desplazar al imperialismo de esa colina, no termina la lucha en nuestro país, ni va a transformarse la estructura económica del país, no va a terminar la expoliación del hombre por el hombre y del pueblo por el capital pero, evidentemente, al imperialismo se lo habrá bajado de una posición ventajosa y nuestra lucha va a ser más favorable.

LA CONTRADICCION FUNDAMENTAL

La contradicción entre Argentina y el imperialismo norteamericano se ha convertido en la principal, y las contradicciones internas de Argentina en se­cundarias y subordinadas. También es necesario percibir que la contradicción entre Argentina y el imperialismo en general, cede paso a una contradicción par­ticularmente aguda entre Argentina y el imperialismo norteamericano. Este realiza su política de conquista total de Argentina, por consiguiente, las contradicciones entre Argentina y otras potencias imperialistas como Francia o Inglate­rra han quedado relegadas a segundo plano y se ha ampliado la brecha entre di­chas potencias imperialistas y Estados Unidos. El FRENTE DEL PUEBLO debe tender a resistir ante Norteamérica, no a oponerse a todas las potencias imperialistas a la vez.

Hemos manifestado también que nuestra táctica debe considerar una reali­dad con relación al imperialismo, al respecto hemos dicho, que la contradicción de Argentina con el imperialismo como fenómeno general, cede paso a la contradicción esencial entre Argentina y el imperialismo norteamericano. Abonamos este enunciado en las diferencias y en las disensiones que surgen cada día más en el mundo entero entre los diversos planteos imperialistas. Ejemplo concreto de ello constituyen una realidad, cuya descripción podría llenar páginas, pero tan sólo nos basta recordar nosotros, los latinoamericanos, que el bloqueo or­denado por la 0.E.A. —departamento de colonias del imperialismo norteamericano- no ha sido acatado y por el contrario es rechazado por Francia e Inglaterra.

Claro está, que la contradicción con el imperialismo como fenómeno general y lo esencial de la contradicción de hoy entre el imperialismo norteamericano y Argentina, no significa que no exista la contradicción con los imperialismos de las otras potencias o que esos imperialismos hayan dejado de exis­tir o hayan perdido sus condiciones de tales. El FRENTE DEL PUEBLO incluye a la burguesía no asociada con el imperialismo norteamericano y a todos los que están dispuestos a defender nuestra soberanía nacional.

Esta tarea no sólo debe tentarse sino que su realización es totalmen­te factible.

El desarrollo de la contradicción entre Argentina y el imperialismo norteamericano ha reducido en términos de gravedad específica política, la impor­tancia de las contradicciones internas entre las clases y entre los bloques políticos, convirtiéndolas en algo secundario y subordinado. Esto no es teoría es realidad nacional, es por eso que, al lado de la denuncia de la entrega, que hacen las organizaciones obreras y los Partidos de izquierda, también la Confederación Económica denuncia la absorción de las empresas y el sistema finan­ciero, por los Bancos y empresas del capital extranjero. Porque es realidad y no teoría, es que las fuerzas políticas representativas de la clase obrera y de la clase media intentan llegar a un acuerdo para enfrentar al régimen.

Es que sus contradicciones han quedado como secundarias y subordinadas ante la gran y principal contradicción entre Argentina y el imperialismo. Pero estas contradicciones secundarias o subordinadas hoy continúan existiendo y en momento alguno han disminuido o quedado eliminadas. Esto mismo criterio rige para las contradicciones entre Argentina y las demás potencias imperialistas con exclusión de Estados Unidos. De ahí que ante el MOVIMIENTO NACIONAL REFORMIS­TA y el pueblo argentino se plantea la siguiente tarea: adaptar adecuadamente a las contradicciones internas y externas, que pueden y deben adaptarse en la actualidad, a fin de que concuerden con la tarea general de unidad para la resistencia contra el imperialismo norteamericano.

EL FRENTE DEL PUEBLO

Entonces la lucha anti-imperialista concreta, no de pieza, sino de masas no con las ideas, sino en el proceso histórico real, es desplazar al imperialismo de su posición ventajosa. Para eso nosotros planteamos la movilización de todos los sectores de la clase trabajadora y de la clase media y aquellos sectores de la burguesía nacional que actualmente chocan con los intereses de los monopolios internacionales.

Entonces, ¿cuál es la estrategia del imperialismo? Afianzarse en la co­lina, destruir, saquear, luego de organizar el equipo de la legalización y legalizar -en tercer lugar- a través de unas elecciones con proscripciones a voluntad, su rapiña.

¿Cuál es la contra-réplica exacta del anti-imperialismo? Deteriorar la posición, molestar, jaquear al imperialismo en su posición para obligarlo a abandonarla prematuramente. ¿Para qué se lo saquea? Para que no pueda cumplir sus objetivos, para retacear el saqueo, para retacear la destrucción de las or­ganizaciones populares.

En segundo lugar, la denuncia efectiva y la lucha activa contra el gru­po encabezado por Frondizi y Frigerio que tiende a la sucesión política ins­titucional, de este golpe de rapiña.

En tercer lugar, no admitir elecciones con proscripciones, reclamando elecciones sin proscripciones.

En cuarto lugar, elevar un Programa de Liberación Nacional.

Esta es la línea, estos son los cuatro pasos de la única línea correcta y real anti-imperialista de la República Argentina en 1967.

Es necesario que se comprenda que cuando se producen cambios en la situación nacional, tienen que producirse cambios correspondientes en la táctica y en los métodos revolucionarios y en la táctica y en los métodos de la direc­ción de la Revolución.

En tanto que el objetivo del imperialismo norteamericano y el de sus colaboradores es reducir a Argentina al estado absoluto de colonia, nuestro ob­jetivo consiste en transformar a Argentina en un país libre e independiente.

CONQUISTAR LA INDEPENDENCIA Y LA LIBER­TAD DE ARGENTINA ES UNA GRAN TAREA

Las fuerzas contrarrevolucionarias que existen en nuestro país, representadas por los elencos dirigentes de la Sociedad Rural Argentina, de la U.I.A. de ACIEL, de los mercenarios encabezados por Juan Carlos Onganía, de los tecnócratas de la entrega como Frondizi y Frigerio, todos ellos aliados a los monopolios norteamericanos, y que traicionan, por ende, a su pueblo, son más fuertes aún que las fuerzas revolucionarias del pueblo. La tarea de derribar al imperialismo norteamericano y a las fuerzas contrarrevolucionarias argentinas no puede realizarse en un día, de modo que debemos prepararnos para dedi­carle mucho tiempo.

No puede realizarse por medio de fuerzas pequeñas, por lo que tenemos que acumular grandes fuerzas. Las fuerzas contrarrevolucionarias argentinas y de todo el mundo hoy son más débiles de lo que solían ser, en tanto que las fuerzas revolucionarias en Argentina y en todo el mundo se han vuelto más só­lidas.

Pero, al mismo tiempo, debemos decir que las fuerzas contra-revolucionarias en Argentina son aún más sólidas que las revolucionarias.

Es preciso establecer una táctica sólida y revolucionaria. Si seguimos dando vuelta en estrecho círculo jamás podremos realizar grandes cosas. La situación actual exige que abandonemos el sectarismo de pieza con audacia, que formemos un amplio FRENTE DEL PUEBLO, que pongamos freno al aventurerismo. Antes de que haya madurado la ocasión para una batalla decisiva o antes de que tengamos fuerzas adecuadas para ella, no debemos librar irreflexivamente una batalla decisiva.

¿Qué quiere decir esto? Esto quiere decir que nosotros convocamos a to­das las fuerzas argentinas no aliadas con el imperialismo norteamericano, en esta oportunidad, a formar un FRENTE DEL PUEBLO.

“Puede tener miedo a alianzas temporales, aunque sea con gente insegura únicamente el que tenga poca confianza en sí mismo, y ningún Partido Político podría existir sin esas alianzas… Representantes de esta última tendencia, (demócratas burgueses), son aliados naturales y deseables de la social democracia, siempre que se trate de objetivos democráticos suyos, objetivos que la situación actual en Rusia pone en primer plano. Pero es condición indispensable para esta alianza que los socialistas tengan plena posibilidad de revelar a la clase obrera el antagonismo hostil entre sus intereses y los de la burguesía” (N, Lenin O.C.V. 369). Es preciso, con relación a la cita, reali­zar una breve disquisición, de cualquier extenso autor, es posible transcribir párrafos que aparentemente tanto fundamente una posición como su contraria. Para realizarla en forma correcta es necesario tener en cuenta la situación histórica en que el texto citado ha sido dicho o escrito.

“Y con este partido (se refiere a una agrupación democrática), naturalmente, no podrían ‘unificarse’ los socialdemócratas, que consideran necesaria la organización independiente de los obreros en un partido obrero especial, pero los obreros prestarían el apoyo más enérgico a toda lucha de los demócratas contra las instituciones reaccionarias” (N. Lenin - O.C. I 310).

EL SECTARISMO DE PIEZA

Es preciso señalar aquí que la táctica del FRENTE DEL PUEBLO y la del sectarismo de pieza se oponen diametralmente entre sí. Una consiste en acumular grandes fuerzas a fin de rodear a nuestros enemigos y aniquilarlos. La otra se basa en una sola flecha para librar una lucha desesperada contra el formidable enemigo. La primera sostiene la necesidad de una adecuada valora­ción, de cómo la tentativa norteamericana de incrementar la colonización ar­gentina a partir del 28 de junio de 1966, cambia el ordenamiento de la bata­lla de la revolución y la contra-revolución en Argentina.

Sin esta adecuada valoración, no podemos aquilatar debidamente la posibilidad de formar un amplio frente nacional, sin una adecuada valoración del poderío, así como de las debilidades de las fuerzas contrarrevolucionarias argentinas, y de las fuerzas revolucionarias argentinas, no podremos apreciar en forma adecuada la necesidad de organizar un amplio FRENTE DEL PUEBLO.

Sin tomar medidas decisivas para combatir al sectarismo de pieza, no podremos blandir el FRENTE DEL PUEBLO como un arma para organizar y reunir a millones y millones de hombres del pueblo, a todas las fuerzas amigas en po­tencia de la revolución, para avanzar y atacar a nuestro objetivo central: el imperialismo norteamericano y sus sirvientes, los traidores argentinos.

0 usamos nuestra táctica como un arma para atacar el objetivo cen­tral que enfrentamos o sectariamente, por el contrario, nos planteamos objetivos diversos y nuestras balas herirán a los enemigos menores o incluso a nuestros aliados, en lugar de golpear al enemigo principal.

Esto significa que no podremos batir al enemigo adecuado y gastaremos nuestras municiones. De tal manera nos será imposible empujar al enemigo ha­cia una posición estrecha y aislada. De este modo no podremos extraer del campo del enemigo y de su frente a todos los que se hayan unido a él equivo­cadamente, a los que fueron nuestros enemigos de ayer, pero pueden convertir­se en nuestros aliados de hoy. De esta manera estaremos ayudando en realidad al enemigo, retardaremos y aislaremos a la Revolución, la haremos sangrar y declinar y aún emprender el camino de la derrota.

Compañeros: ¿Qué es lo correcto? ¿La idea del frente unido o la idea del sectarismo de pieza? Yo contestaré decididamente. Aprueba el frente unido y no el sectarismo de pieza. El marxismo-leninismo se opone a la enfermedad infantil que se encuentra entre las filas revolucionarias. Los que in­sisten en la práctica del sectarismo de pieza no hacen más que difundir una serie de enfermedades infantiles.

El camino do la Revolución, compañeros, como el de cualquier otra ac­tividad en el mundo es siempre tortuoso, nunca recto.

El ordenamiento de combate de la Revolución y de la contra-revolución puede cambiar, así como puede cambiar cualquier otra cosa en el mundo. La nueva táctica del Movimiento de formar un amplio FRENTE DEL PUEBLO, nace de dos hechos básicos:

PRIMERO: El imperialismo norteamericano está resuelto a convertir a toda Argentina en su colonia.

SEGUNDO: En la actualidad existen aún graves debilidades en las fuerzas revolucionarias argentinas.

A fin de atacar con consecuencia a las fuerzas contra-revolucionarias las fuerzas revolucionarias necesitan hoy organizar a millones y millones de hombres del pueblo y maniobrar con gigantescas mayorías nacionales. Sólo semejante fuerza podrá aplastar a los imperialistas norteamericanos y a los colaboradores y traidores. Esta es una verdad evidente para todos. Por consiguiente, sólo la táctica del FRENTE DEL PUEBLO es una táctica marxista-leninista. Por el contrario, la táctica del sectarismo de pieza es la del señor solitario. El sectarismo de pieza empujará a los millones y millones de ar­gentinos al bando enemigo, para gran satisfacción de éste. Los sectarios de pieza son, en rigor, leales esclavos de los imperialistas norteamericanos y de los colaboradores y traidores. Lo que los sectarios de pieza llaman puro y recto es precisamente lo que recibirá una bofetada propinada por el mar­xismo-leninismo, pero será objeto de alabanza por el imperialismo norteamericano.

Rechazamos decididamente el sectarismo de pieza. Queremos el FRENTE DEL PUEBLO que será fatal para los imperialistas norteamericanos y para los colaboracionistas.

LA OPORTUNIDAD DEL FRENTE DEL PUEBLO

Todos los integrantes del M.N.R. recordarán que las apreciaciones so­bre la estructura y superestructura argentinas ya estaban claras para noso­tros antes y después de acontecido el Golpe del 28 de junio de 1966. En aquella oportunidad habría sido temporario y reñido con la realidad nacional que es lo mismo decir reñido con el marxismo—leninismo, el planteo y la formulación del FRENTE DEL PUEBLO. Pero, a partir de aquel entonces, las fuer­zas opresoras al servicio de los intereses del imperialismo norteamericano, han agobiado y oprimido a la Nación, y fueron produciéndose los resultados lógicos y previsibles. Es así que, ya en los últimos meses y en los últimos días, de todos los sectores de la vida nacional, se alzan las voces que recriminan la conducción enajenante y entreguista de Argentina.

La conducción de tipo falangista que pretende silenciar para siempre los órganos representativos de las ideas políticas del pueblo, es criticada y en­frentada hoy desde todos los sectores de la vida nacional. Es así como vemos surgir de los diversos sectores de la opinión pública, de la fuerza política mayoritaria de la clase obrera, que es el peronismo, de la fuerza mayoritaria de la clase media, que es el radicalismo del pueblo, voces tendientes a fortale­cer y a consumar la coincidencia contra este régimen de entrega y expoliación.

Y a diario vemos como de todos los confines se trata de defender el quehacer nacional. Esto se defiende desde la inauguración de una muestra de la industria naval, se defiende desde la dirección de DINFIA, se defiende desde sectores de la Aeronáutica que apoyan la supervivencia de Aerolíneas Argentinas. Vemos como la Confederación General Económica denuncia la enajenación y absorción por parte del imperialismo norteamericano de las empresas y, fundamentalmente, el proceso de absorción del sistema financiero bancario (Este sistema de absorción del sistema financiero bancario que es una de las característi­cas claves del proceso imperialista había sido analizado en forma detallada y profunda por el conductor de la Unión Soviética: Nicolás Lenín). Vemos la de­nuncia de diversos sectores empresariales, como ser textiles y laminadores. Son sectores de la burguesía nacional a los cuales atropella la voracidad del imperialismo norteamericano.

Esta es la realidad viviente de una Nación, que con sus diversos y particulares intereses incluso contradictorios, no puede aceptar sin rebelarse, ser presidida por un mercenario al servicio del imperialismo norteamericano. Onganía es un mercenario directo del Pentágono como todos lo saben. El imperialismo en su actual etapa de absorción absoluta de la economía argentina tiene que chocar y choca, con los intereses que no sean los de sus propios lacayos.

Esta realidad es la que determina que el FRENTE DEL PUEBLO sea correcta realista y antiimperialista en la República Argentina. Esta realidad la que hace emerger de todos los confines del país, voces aisladas y aún débiles muy débiles aún, pero voces concretas al mismo tiempo que débiles, de protes­ta por la entrega total del patrimonio nacional, por la expoliación de las mayorías nacionales y por la proscripción de la emisión de todo pensamiento li­bre.

Estas son, en consecuencia, las bases reales que determinan, reiteramos, la oportunidad propicia para formular la convocatoria a todas las fuerzas y sectores del país, para realizar un frente que posibilite el reconocimiento de nuestra soberanía y la defensa de la independencia y libertad argentinas.

Vemos como, incluso de propios sectores, de las Fuerzas Armadas, surgen voces concretas que denuncian la entrega de nuestra economía, que denuncian la proscripción de la libro emisión de voces por parte de diversos sectores del pueblo.

Con relación a nuestras Fuerzas Armadas queremos decir que son impor­tantes las denuncias que nazcan de sus integrantes sobre la política del go­bierno, porque esta denuncia permite definir y concretar una nueva contradic­ción en su seno. Deja como secundaria y totalmente perimida la vieja diferen­ciación entre colorados y azules para trazar una línea divisoria entre aque­llos que se suman a la voluntad y conciencia mercenaria de Juan Carlos Onganía y aquellos que quieren aún defender la libertad e independencia de Argen­tina.

ESCOLLOS AL FRENTE DEL PUEBLO

Aquí queremos aclarar algunas cosas interesantes, para que los compañeros en su trabajo político por la constitución del FRENTE DEL PUEBLO, por la formación de la coincidencia en la Resistencia de las grandes fuerzas políticas del país -que se encuentran obligadas por la opresión del imperialismo a converger hacia una coincidencia en la Resistencia a éste-, surgirán elementos que se opondrán tenazmente a la concreción de este frente nacional, elementos sin ninguna representatividad ni conexión con las masas del pueblo, se opon­drán al FRENTE DEL PUEBLO, porque el FRENTE DEL PUEBLO será su tumba como caudillos que no representan absolutamente a nadie.

Tanto de las filas del radicalismo del pueblo, como de las filas del peronismo, surgirán diversos diri­gentes que se opondrán tenazmente a la coincidencia en la Resistencia. Incluso dirigentes sindicales sin una auténtica representatividad de las masas también se opondrán, tratarán de boicotear y sabotear la masificación de la Re­sistencia porque ella involucra su auténtica defenestración.

Este camino será largo, este camino se deberá recorrer acompañado de muchos elementos vacilantes que, en determinadas oportunidades, traicionarán los altos y sagrados objetivos del FRENTE DEL PUEBLO. Pero esto no deberá desanimarnos de ninguna manera, esto deberá afianzarnos en la idea que solamen­te se apuntalará la marcha de este FRENTE DEL PUEBLO en la medida en que sean ganados dentro de este frente, para la idea revolucionaria, más y más canti­dad de amigos, que deben provenir de las inmensas mayorías nacionales, inte­gradas por la clase obrera y por los sectores medios y bajos de la clase me­dia argentina.

NUESTRA DEBILIDAD

La inexistencia de fuerzas orgánicas revolucionarias en nuestro país, la inexistencia de una fuerte izquierda organizada, evidentemente debilitarán la marcha y retardarán el proceso formativo del FRENTE DEL PUEBLO, pero la inexistencia de las organizaciones de izquierda no puede traer aparejado el freno total del proceso histórico nacional. El proceso histórico argentino, que escriben millones de hombres y de mujeres a través de sus más diversas relaciones de producción, seguirá adelante.

Nuestra posibilidad de acción se enfrenta aquí con la necesidad de una resolución: o adoptamos el camino de marchar al lado y en medio de las grandes mayorías nacionales en busca de una coincidencia que permita elaborar un dificultoso y largo enfrentamiento en primer lugar, lucha después y victoria final contra el imperialismo norteamericano, a los efectos de obtener la Libertad o Independencia de Argentina, o nos encajamos en una pieza a jugar a sectarios encapuchados que no participarán, ni participan en la actualidad, en el real proceso histórico de nuestro país.

NUESTRA FUERZA

Cuando hemos planteado la línea correcta del FRENTE DEL PUEBLO, y del reclamo a todas las organizaciones mayoritarias del país para exigir una convocatoria de elecciones sin proscripciones, los sectarios manifestaron que, el pueblo no iba a estar con ello, que las organizaciones sindicales no iban a estar con ello, que eran planteos liberales, que estaban superados en Ar­gentina, y que nadie quería volver a ello. Pero a partir de ese momento has­ta ahora, ¿qué ha pasado? Que la realidad otra vez ha abofeteado y pisoteado al sectarismo, que las grandes fuerzas políticas representativas de las mayorías nacionales reclaman hoy elecciones sin proscripciones. Las fuerzas sin­dicales que no negocian con el gobierno ni con el frondizismo al servicio del imperialismo, reclaman hoy la vuelta a formas constitucionales de vida. Las grandes fuerzas de todos los sectores políticos y económicos del país reclaman hoy la plena vigencia de las libertades y garantías democráticas.

Entonces mientras las sectas de izquierda se quedan en la pieza diciendo que hay una nueva trampa de la burguesía, en esta trampa da la casualidad que entra la inmensa mayoría de los argentinos. Y cuando en el día de mañana estén los millones y millones de argentinos en medio de una campaña electoral movilizando masivamente al país, van a estar los cincuenta o cien trasnochados del sectarismo en una pieza diciéndoles que todos se han equivocado, me­nos ellos. Pero lo histórico, lo real, lo fundamental, es que el proceso histórico de nuestro país lo estarán escribiendo los millones de argentinos que estén en la oposición de masas al imperialismo, porque la historia la hace el pueblo y no los pensadores de pieza.

Los procesos históricos de los pueblos y de las naciones del mundo existen, han existido y existirán, estén organizadas o no las izquierdas. Por ello no es válido pensar que primero se debe preparar la organización de la izquierda y no tener en cuenta, la realidad del proceso nacional. El proceso nacional está en marcha, nuestra disyuntiva es participar intentando, orientar lo máximo en él o permanecer ajenos a él, estando ajenos, en consecuencia, de la realidad nacional. No existe la posibilidad de parar las manecillas del reloj de la historia, éste camina inexorablemente. Debemos organizamos en la marcha o no marchar, y si no marchamos jamás nos podremos organizar como re­volucionarios. Si no marchamos con el pueblo, solamente podremos organizamos como un club más de encapuchados de pieza que, en definitiva, hará el juego al imperialismo y jugará a la contrarrevolución nacional.

En consecuencia, como marxistas que somos, como nuestro objetivo básico es la modificación de la realidad, de la realidad circundante o incluso de nuestra propia realidad, creo que no pueden caber dudas en la decisión a to­mar. Nuestra decisión es la participación activa y profunda en calidad y en cantidad dentro del proceso histórico argentino en nuestros días. Es nuestro deber como revolucionarios y como argentinos.

Nuestra fuerza nace del propio proceso.

Nuestra influencia dentro del FRENTE DEL PUEBLO que auspiciamos será mejor y mayor, en la medida en que mejores y mayores seamos nosotros. Para eso, es como nunca necesario, fortalecer la trilogía de nuestra existencia: ESTUDIAR, ORGANIZARNOS Y TRABAJAR POLITICAMENTE.

LA LUCHA POR LA DEMOCRACIA

La lucha por la Libertad e Independencia de Argentina está integrada con la lucha por la democracia. Estos objetivos deben encararse en forma conjunta ya que la única forma de garantizar la libertad e Independencia de Argentina es la de posibilitar la participación de las masas argentinas en la vida nacional. Si no entendemos con claridad la importancia de la democracia y disminuimos los esfuerzos en la lucha por ella, no podremos establecer un auténtico y sólido FRENTE DEL PUEBLO.

En nuestro denominado “Documento Político” hicimos referencia a la ne­cesidad de estudiar y utilizar todo lo que en otras latitudes de la tierra habían elaborado y realizado los hombres que han tenido y tienen la responsabilidad de la conducción de los grandes procesos revolucionarios. Consecuente­mente con esas afirmaciones, esta táctica que hoy adopta el M.N.R. no es, ni pretende ser, una elaboración original dentro del gran sendero de la Re­volución mundial.

Nuestros objetivos y la forma de alcanzarlos cuentan únicamente con nuestro aporte en la adecuación que se hace de líneas generales empleadas por las masas del mundo, a la situación específica argentina.

Para lograr la derrota de esa avanzada del imperialismo es necesario afianzar y posibilitar la participación de los representantes de las mayorías nacionales en los organismos del gobierno nacional, es por ello que a través de los personeros del gobierno se sigue la línea inversa, propagandizando las formas corporativas de gobierno y organizando la llegada al país de caravanas de ideólogos de la fracasada y atrasada realidad española. Cuando toda España se encuentra envuelta en conflictos obreros y estudiantiles, cuando Franco debe exclamar que no puede ser que hayan pasada treinta años en vano. Cuando la realidad española demuestra que han pasado treinta años en vano porque sus devaneos y planteos mesiánicos, que pretendieron frenar el desarrollo del pueblo español, no lo han logrado. Después de todo ello, parece inverosímil que aún hoy se puedan estar escuchando en Argentina los embajadores de ideo­logías que plantean este tipo de revolución corporativista que no significa otra cosa que una involución que aleja a las grandes mayorías nacionales de su participación en el poder.

Es el imperialismo, que, a través de sus colaboracionistas falangistas, para facilitar la mayor expoliación de las grandes mayorías nacionales, trata de suprimir la participación de éstas en el gobierno nacional.

Nosotros, en una línea real anti-imperialista, debemos luchar por la participación de estas mayorías nacionales en la conducción de la cosa pública, en la conducción del Estado argentino, para ello debemos luchar para conquistar sistemas representativos de gobierno, que evidentemente no solucio­narán los grandes problemas de la Nación en profundidad pero que posibili­tarán en primer plano, ganar una batalla a los monopolios norteamericanos. Para ello debemos luchar con las demás fuerzas de la Nación dentro del gran FRENTE unido del pueblo, debemos luchar para obtener la convocatoria a elec­ciones democráticas y un Parlamento, cuyo mejor funcionamiento ayudará a la organización y participación de las masas.

El pueblo de todo el país, los patriotas de todos los Partidos deben desechar su antigua indiferencia hacia el Parlamento y la Constitución y concentrar sus energías en este movimiento específico de un frente amplio para lograr un Parlamento nacional y la Constitución. Este movimiento y esta lucha tienen importancia fundamental para el logro de una Argentina Libre e Independiente, que no posibilitará el cambio de la estructura, pero cuyas limitaciones serán menores de acuerdo al grado de participación de las masas.

En este tema hay un segundo aspecto, que es el que se refiere a la lucha inmediata por la libertad de palabra, por la libertad de reunión, por la libertad de asociación de los sectores del pueblo argentino. Sin estas liber­tades no se puede realizar la reforma democrática del sistema político, ni es posible movilizar al pueblo para que participe en la gran batalla contra la dominación del imperialismo norteamericano y pueda lograr así una Argentina libre e Independiente.

En los próximos meses, en los próximos tiempos que no serán cortos, la lucha del pueblo y sus organizaciones deben comenzar a ejercer de hecho la libertad de palabra, la libertad de reunión y la libertad de asociación, luchando así para que sean reconocidos sus derechos, y que sea eliminada la prohibición que pesa sobre la existencia de los Partidos Políticos, que son las for­mas orgánicas y naturales para las expresiones de las ideas de nuestras mayo­rías nacionales.

Nuestros enemigos, que no son otros que los imperialistas norteamerica­nos, los colaboracionistas argentinos, los trotskistas y demás encapuchados de pieza, tratarán de anular estas medidas de lucha por la democracia y la libertad. En definitiva, tratarán de cercenar las posibilidades de movilización de las masas contra el imperialismo.

En la lucha por la democracia y por la libertad deberemos esforzarnos, desde ahora en adelante, no sólo de realizar propaganda, agitación y crítica, contra los integrantes del gobierno títere del imperialismo, sino por desenmascarar por todos los medios posibles las intrigas del imperialismo y sus serviles, las intrigas de la camarilla desarrollista y de los trotskistas y demás sectas de encapuchados, porque luchando contra esas intrigas rompemos los frenos que dificultan la gran movilización de masas del país.

Toda esta lucha debe darse luchando al mismo tiempo contra el sectarismo de pieza, contra el aventurerismo y también contra el servilismo.

No podemos caer en ninguno de esos errores. La forma de superar estas malas tendencias mencionadas es la elevación del nivel teórico marxista —leninista de todo el Movimiento, porque sólo el marxismo—leninismo es la brújula que puede guiar a la Revolución Argentina a la victoria.

Para la Resistencia contra el imperialismo, para la lucha por una Argentina Libre e Independiente, la democracia es igualmente esencial en esta etapa, y trabajar por la democracia es trabajar por la Resistencia contra las fuerzas exteriores que dominan y expolian a la Nación.

La Resistencia contra el imperialismo norteamericano y la lucha por la democracia son condiciones recíprocas. La democracia es la garantía para re­sistir contra el imperialismo, y esta última puede proporcionar condiciones favorables para el desarrollo del movimiento democrático.

Pero el núcleo y la esencia de esta tarea revolucionaria que el pueblo nos confía es la conquista de la democracia argentina, es la Libertad e Inde­pendencia argentina, es el reconocimiento de la soberanía popular, es la participación de las grandes masas nacionales en los organismos de gobierno y fundamentalmente, el logro de un mayor bienestar para el desarrollo de nuestro pueblo.

Es de todo punto de vista correcto e indiscutible que la lucha cotidia­na contra los norteamericanos y la lucha popular por la subsistencia deben ser coordinadas con el movimiento democrático, y que en la etapa actual lo central y lo esencial es la lucha por los derechos elementales de nuestro pueblo.

“Resulta fundamental insistir sobre la necesaria defensa de las liber­tades democráticas y sobre la coordinación de la lucha por la libertad y el socialismo; igualmente importante es no confundir esta lucha general con la intromisión de formas libérales en el funcionamiento de la organización revolucionaria”. (N. Lenin 0.C.-I-306).

“Necesitamos difundir con mayor amplitud la idea de que sólo con la Republica se podrá librar la batalla decisiva entre el proletariado y la burguesía; necesitamos crear y afianzar la tradición republicana entre todos los revolucionarios rusos y entre las masas más extensas de los obreros rusos que sea posible; necesitamos expresar con la consigna de la ‘Republica’ que en la lucha por la democratización del régimen del Estado vamos hasta el fin, sin mirar hacia atrás” (N. Lenin - O.C. - VI-118).

“Toda huelga dirigida contra los capitalistas tiene por resultado el que el ejército y la policía sean lanzados contra los obreros. Toda lucha económica necesariamente se transforma en lucha política, y la socialdemocracia debe fundir siempre una y otra en una lucha única de clase del proleta­riado. El primero y principal objetivo de semejante lucha debe ser la con­quista de los derechos políticos, la conquista de la libertad política" (N. Lenin - O.C. - IV-211).

“Sabemos que la libertad política, la libertad para elegir represen­tantes a la Asamblea del Estado (Parlamento), la libertad de reunión y de prensa por sí solas, no liberarán repentinamente al pueblo trabajador de la opresión y la miseria. No existen en el mundo medios capaces de liberar de repente a los pobres de la ciudad y el campo de la necesidad de trabajar para los ricos. El pueblo trabajador no puede confiar en nada, no puede contar más que con él mismo. Nadie liberará de la miseria al trabajador si él mismo no se libera. Y, para poder liberarse, los obreros tienen que unirse en todo el país, en toda Rusia, en una sola Agrupación, en un solo Partido. Pero los millones de obreros no podrán unirse ni agruparse si el gobierno autocrático, policíaco prohíbe las reuniones, los periódicos obreros, las elecciones para que los obreros designen a sus representantes. Para poder unirse hay que tener derecho a realizar toda clase de reuniones, hace falta gozar de libertad de asociación, de libertad política. La libertad política no libera al pue­blo obrero repentinamente de la miseria, pero da a los obreros el arma para luchar contra ella. No hay ni puede haber más medio para luchar contra la miseria que la unión de los mismos obreros. Y sin libertad sería imposible llegar a unir a los millones de hombres del pueblo” (N. Lenin - O.C. - VI-367).

NUESTRO PASO INMEDIATO

Ahora bien, recapitulando, ¿cuál es nuestro objetivo esencial? Nuestro objetivo esencial es la convocatoria a la constitución de un GRAN FRENTE DEL PUEBLO, que luche por la INDEPENDENCIA Y LA LIBERTAD DE ARGENTINA.

No debemos adelantarnos a plantear las características en detalle que adquirirá formalmente la constitución del gran FRENTE DEL PUEBLO; será la realidad nacional, cuyo actor principal lo constituyen las grandes mayorías nacionales, quién determinará en definitiva las formalidades de este frente. Nuestro objetivo inmediato es la lucha por la coincidencia en la resistencia por la organización de los millones y millones de argentinos en los diversos frentes de Resistencia que coincidan en un gran frente nacional.

En este tren de cosas nosotros debemos convocar a todos los integrantes potenciales del FRENTE DEL PUEBLO para luchar unidos por los tres obje­tivos:

1.  de asegurar la Independencia Nacional.

2.  de asegurar la Democracia y la Libertad.

3.  de lograr el mayor Bienestar y desarrollo del Pueblo.

He ahí la gran idea que proponemos para el FRENTE DEL PUEBLO: LA INDEPENDENCIA NACIONAL, LA DEMOCRACIA Y LA LIBERTAD Y UN MAYOR BIENESTAR PARA EL DESARROLLO DE NUESTRO PUEBLO.

A este Frente nacional nosotros concurrimos munidos de dos elementos esenciales y que caracterizaran toda nuestra participación y a los cuales jamás podremos renunciar. Participaremos postulando un Programa mínimo de revolución nacional y postulando marchar hacia un proceso electoral sin pros­cripciones de ninguna índole.

Este Programa mínimo de Revolución nacional y las elecciones sin proscripciones de ninguna índole, podrán o no podrán ser, y esto último es posible que sea aceptado por las grandes fuerzas que integran el FRENTE DEL PUEBLO.

Nuestro trabajo para ganar adictos al Programa mínimo y para ganar adictos a la idea de unas elecciones sin proscripciones, es el trabajo que permitirá -en medio del trabajo de la gran movilización de las masas lograr la coincidencia en la Resistencia- ganar amigos para una idea correcta más preclara y más avanzada de la necesaria Revolución.

En definitiva y en resumen hemos analizado la táctica del imperialis­mo:

1. Saltar a una posición estratégica conveniente políticamente el 28 de junio. Desde esa posición romper el mayor número de organizaciones populares, frenar la lucha popular en consecuencia y apoderar­se de una serie de resortes económicos.

2. Legalizar la rapiña efectuada, a través de una sucesión encabezada por el equipo de Frondizi-Frigerio.

3. Posibilitar esto a través de unas elecciones con gran número de proscripciones que posibiliten la sucesión en primer lugar, y en segundo lugar, el fácil manejo del imperialismo en el futuro.

En consecuencia la lucha anti-imperialista real en Argentina es:

1. Desalojar al imperialismo de la posición estratégica cuanto antes, para ello convocar a todas las masas argentinas, a todos los sectores cuyos intereses chocan con el imperialismo, a constituir un gran FRENTE DEL PUEBLO que deteriore, aniquile y obligue al imperialismo a abandonar la posición estratégica alcanzada el 28 de junio.

2. El deterioro, la denuncia permanente y el combate en todos los niveles del equipo del desarrollismo frondizista (destinado a ser la solución ideal del imperialismo en la etapa de legalización de la rapiña efectuada).

3. La difusión de la necesidad de las elecciones sin proscripciones, que permita volver a las masas nacionales —con el menor número po­sible de proscripciones— a participar de los organismos de conducción nacional, dificultando así el posterior manejo del imperialismo.

4. Plantear para el FRENTE DEL PUEBLO un Programa de liberación Nacio­nal.

A este FRENTE DEL PUEBLO acudiremos munidos de dos banderas: una, un Programa minino, y la otra, la de no admitir proscripciones en el futuro proceso electoral. En la difusión de estas banderas y en la lucha por estas banderas en medio de la movilización de las masas, es donde lograremos ganar adictos y ganar amigos, para una postura más correcta, más clara, más avanzada de Revolución nacional en Argentina.

No debemos olvidar, por último, que encontraremos enemigos y vacilaciones de todo tipo dentro de las fuerzas que deben y constituirán el FRENTE DEL PUEBLO, no debemos olvidar, en consecuencia, que solamente con nuestro pro­pio mejoramiento podrá mejorarse y afianzarse el FRENTE BEL PUEBLO.

Para ello es necesario reivindicar y fortalecer nuestra Trilogía de: ORGANIZARNOS, ESTUDIAR Y TRABAJAR POLITICAMENTE.

Para ello es fundamental elevar el nivel de conocimiento y de capacitación de todos nuestros adictos, de todos los integrantes, para lo cual es necesario impulsar dos cosas fundamentalmente: primero, los cursos de capacitación. Segundo, el trabajo político.

1) Desarrollaremos una política de educación de masas dentro de nues­tros propios cuadros, y si no existen los cuadros necesarios para la orientación de esa capacitación, que la capacitación la hagan las propias bases por su cuenta, pero que se capaciten.

2) El trabajo político lo incrementaremos, incrementando el contralor, de nuestros cuadros medios y de nuestros responsables sobre el trabajo polí­tico de todos los integrantes de nuestro Movimiento.

MOVIMIENTO NACIONAL REFORMISTA. (MNR)


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