Guillermo Estévez Boero

Discursos y Escritos mas destacados

Documentos M.A.P.A.

Realidad política argentina

TEXTO DE LA CONFERENCIA PRONUNCIADA POR EL DR. GUILLERMO ESTÉVEZ BOERO SOBRE "REALIDAD POLÍTICA ARGENTINA" EN EL CENTRO DE ESTUDIOS DE FILOSOFÍA Y LETRAS Y CIENCIAS DEL HOMBRE.

ROSARIO, 8 DE NOVIEMBRE DE 1971.

 

 

El tema a desarrollar en esta conferencia es el análisis de la situación política nacional. Antes de abordar el tratamiento del mismo quisiera hacer algunas consideraciones de orden general que estimo imprescindibles.

En primer lugar intentaremos definir qué es lo que se entiende por política. La política es el estudio de la organización del Estado, de su función dentro de un medio social determinado y de las relaciones de los habitantes y de sus organizaciones con el Estado. Las características del estado o dicho de otra manera, lo que acontece en política, no obedecen a un concepto ideal. Hay reglas objetivas que surgen de las relaciones sociales que determinan qué tipo de estado existe en cada momento de la evolución de la humanidad.

Generalmente esto no se comprende y entonces es muy difícil, por no decir imposible, arribar a conclusiones objetivas cuando se realiza un análisis de una determinada realidad política.

La política es un aspecto superestructural y está fundamentalmente determinada por una estructura económica, y por ende por un modo de producción. Los diversos modos y formas de producción que se suceden a través de la historia han configurado diversas realidades políticas.

Sobre esta base intentaremos arribar al análisis de la situación política actual de Argentina, haciendo especial hincapié en forma sintética al proceso histórico nacional desde el punto de vista de la lucha de clases que se desarrolla y palpita en nuestro país desde que éste se integra definitivamente al modo y forma de producción capitalista.

Podemos decir que en Argentina se configura definitivamente el sistema capitalista en la década del 80. En esta década, producto de un espectacular desarrollo de nuestro proceso productivo se registra en el ámbito social el surgimiento de una significativa clase media, cuya base humana no proviene de los sectores empobrecidos en el transcurso de los años que median entre el proceso colonial hasta esta época, ni tampoco de la oligarquía o burguesía terrateniente.

La base humana de la clase media está constituida por las corrientes inmigratorias que alcanzaron para esa década elevados índices en nuestro país. Si desde 1857 a 1880 habían ingresado 614.769 inmigrantes, entre 1880 y 1889 lo hicieron 1.098.702.

Esto no significa que el hecho de ser italiano, español, etc., determine una ubicación dentro del sector social a que nos estamos refiriendo, sino que la misma está precisada por la actividad económica que se desarrolla dentro del proceso productivo.

En síntesis, para justificar la existencia de la clase media, además de la base humana que la constituye, tenemos que ver la base económica sobre la cual insertó su tarea y su existencia. Esta clase media está compuesta por pequeños propietarios de la ciudad y del campo, por aquellos que se dedican a la intermediación, es decir al comercio, y por pequeños artesanos y profesionales, gente que reditúa servicios de determinado tipo a la sociedad.

La posibilidad entonces de existencia y desarrollo de los sectores medios, en la década del 80 al 90, se favorece por el gran salto adelante dado por la economía del país. En menos de una década las hectáreas cultivadas pasan de 2 a 5 millones; el comercio exterior se incrementa de 104.000 pesos fuertes anuales a 254.000 en el 90.

Las exportaciones de trigo que en 1880 habían alcanzado a 1.000 toneladas subieron a 1.000.000 en 1893, cifra que permite a la Argentina disputar el 29 lugar a Rusia como gran potencia exportadora de ese cereal. Paralelamente al espectacular desarrollo triguero se expande rápidamente el área sembrada de maíz, lino y alfalfa y se logran importantes progresos técnicos con la explotación vacuna y lanar.

La estructura exportadora se completó con la aparición de los primeros frigoríficas y la difusión de los molinos harineros a vapor en casi todas las provincias del litoral pampeano. Este proceso fue acompañado por un notable crecimiento del sistema fabril, principalmente en el rubro de los alimentos. En el año 1890 se registran en la ciudad de Buenos Aires la existencia de 10.000 talleres pequeños, que eran una etapa intermedia entre un taller industrial y un taller artesanal, ya que salvo dos o tres que llegaban a tener 100 Y 200 personas dependientes, el promedio era de 4 asalariados por taller. Quiere decir que teniendo 10.000 talleres tenemos 40.000 asalariados en la ciudad de Buenos Aires.

Esto indudablemente promueve un índice de expansión en la economía, al cual se suma en esa etapa la integración definitiva de la red ferroviaria, que desde 1880 a 1890 incrementa la longitud de las vías férreas de 2.516 Km a 9.432 Km y transporta cargas en toneladas que van de 956.000 a 5.420.000 en 1890.

Todo este proceso acontece bajo el gobierno de Roca hasta 1886. En ese año asume la presidencia del país el famoso entregador del pasado: Juárez Celman.

Juárez Celman representa también en el gobierno la política de la burguesía terrateniente. La economía del país vive sobre la base de los empréstitos recibidos desde Londres. Durante la época de Juárez Celman, se contratan más empréstitos y por lógica se deben más servicios. El monto de los mismos, esto es, intereses y amortizaciones de los empréstitos, es superior a lo que la economía nacional puede pagar.

Si en el período de Roca, el monto de los servicios constituía el equivalente al 34 % del presupuesto anual de la nación, en la época de Juárez Celman, se necesitan para cubrir los emprés-titos una cifra equivalente al 133 % del presupuesto anual de la nación.

Frente a esta situación, Juárez Celman vende a muy bajos precios las tierras públicas a la burguesía terrateniente y a los representantes del capital extranjero, a los efectos de conseguir fondos para seguir pagando las deudas al exterior.

Se incrementa la inflación, fenómeno que afecta fundamentalmente a las clases mayoritarias: trabajadores y sectores medios. A los primeros les disminuye el poder adquisitivo real de sus salarios. Esta realidad incide concreta y negativamente sobre las actividades de intermediación y servicios que realiza la clase media.

Además, se produce en 1889 la disminución de los precios internacionales del cereal, lo cual trae aparejado un principio de crisis a los pequeños y medianos productores del campo.

Esta realidad deparó el gobierno de Juárez Celman a una clase media cuya base humana había llegado a nuestro país con nuevas ideas acerca de los derechos elementales del hombre y del ciudadano. Chocaron aquí con el despotismo ilustrado de la oligarquía terrateniente que imposibilitaba a través del fraude sistemático, la participación de los sectores medios en la cosa pública.

Todo esto configura la crisis del 90. Y la respuesta a ella está dada por la revolución del 90.

La revolución del 90 está personalizada por un conglomerado heterogéneo que obedece a diversos intereses económicos y políticos de ese momento. Es por ello que en la Unión Cívica co-existen viejos grupos del mitrísmo, grupos del catolicismo que han sido enfrentados por el laicismo liberal de Roca y cuyos representantes más notorios son Goyena y Estrada, existe además un sector militar encabezado por Campos y está el sector más progresista, representante de la clase medía y la pequeña burguesía, integrado por Alem, Irigoyen, Lisandro de la Torre y Juan B. Justo.

Esta amplia coalición política, que fue la Unión Cívica, es frágil y es circunstancial, pues el objetivo central que unifica es la oposición al régimen de Juárez Celman; por eso los sectores más reaccionarios que la integran: Campos en el ejército, el sector clerical de Goyena y Estrada y los grupos del mitrismo, asumen la conducción y pactan la renuncia de Juárez Celman y la asunción al gobierno por parte de su vice-presidente Carlos PelIegrini. Esta maniobra tiende a impedir el cumplimiento de los objetivos delineados por Alem, vocero de los sectores populares que se organizaban para alcanzar su participación real en el proceso político nacional.

Frente al pacto realizado por las mayorías de derecha en la conducción de la Unión Cívica surge la protesta intransigente y radical planteado por Alem, que da origen a la Unión Cívica Radical que recluta sus integrantes del seno de la clase media. Es decir la base humana constitutiva de la Unión Cívica Radical es la pequeña burguesía.

El 1 de julio de 1896 se suicida Leandro Alem y asume la dirección de la Unión Cívica Radical Hipólito Yrigoyen.

Tiempo después se presenta el radicalismo a elecciones, ganando la gobernación de Buenos Aires la fórmula encabezada por Bernardo de Irigoyen. Este que representaba los sectores de la burguesía terrateniente en el seno del radicalismo pacta con Roca inmediatamente después del triunfo electoral. Frente a ello Hipólito Yrigoyen cambia de táctica y declara la abstención política del radicalismo, conocida en la historia de los partidos políticos argentinos como la "abstención larga".

Con posterioridad se desarrollan sucesivos gobiernos encabezados por representantes de la oligarquía terrateniente que mantienen como característica, la ausencia de la representación de los sectores populares en el poder político y la vigencia del fraude, posibilitado por la inexistencia del voto obligatorio y secreto.

El proceso económico argentino en su desarrollo va dando una mayor participación real a los sectores populares, sin las cuales no puede la burguesía terrateniente concretar sus planes de dominación económica. Por esta razón los sectores más lúcidos de ella, encabezados por Pellegrini, bregan por lograr y dar algún tipo de participación política a los sectores populares, que les permita mantener su dominación.

Por otra parte los sectores medios, organizados políticamente en el radicalismo desde 1890 exigen una participación real en las decisiones políticas. Paralelamente existe una incipiente clase trabajadora, que, pese a sus enfrentamientos internos, avanza a través de luchas concretas en el camino de la exigencia de reivindicaciones que les son propias.

Este accionar, que se traduce en una presión permanente de los sectores populares frente a la oligarquía y la programática de algunos sectores de la misma, por las razones ya expuestas, crea las condiciones necesarias para que el Congreso de la Nación, en 1912, sancione la ley electoral Sáenz Peña, del sufragio universal, secreto y obligatorio.

Frente a esta nueva posibilidad de participación política, después de algunos años, el radicalismo encabezado por Yrigoyen cambia de táctica y resuelve su participación en elec-ciones.

Culmina en 1916 el proceso que delineamos a partir de 1890, año en que se produce el primer enfrentamiento de la clase media con la burguesía terrateniente.

La clase media, a través del radicalismo, alcanza en 1916 el poder político de Argentina por primera vez en nuestra historia.

Con diversos altibajos, esta fuerza que toma el gobierno, en 1916, tiene tres tipos de integrantes perfectamente caracterizados. Por un lado, el sector de la alta burguesía que más adelante va a llamarse antipersonalista; por otra parte, los sectores de pequeños ganaderos, fundamentalmente pequeños ganaderos criadores, como lo era el propio Yrigoyen, y por último la gran base popular de esta fuerza que está dada por la pequeña burguesía.

La clase media en el gobierno realiza una serie de reivindicaciones relacionadas directamente con el interés del sector que representa y ello condiciona una política determinada. Dejando de lado el gobierno realizado entre los años 1922 al 1923 por Alvear, que estaba más íntimamente ligado a los intereses conservadores, la síntesis del pensamiento y obra de Yrigoyen en sus dos períodos de gobierno hasta el golpe de 1930 es la siguiente:

- Por primera vez en la historia argentina, los sectores de la clase media detentan el poder político.

- El gobierno presiona a la gran burguesía para tratar de hacerle comprender la necesidad de desarrollar una política de conciliación de clases, la necesidad de otorgar a la clase trabajadora sus imprescindibles reivindicaciones, pero nunca rompe los puentes con los intereses y la política de la oligarquía, es decir, no se atacó la base de su poder económico. Por ello incrementa el desarrollo del propio sistema económico dependiente en su estructuración.

- Trata de realizar un control por parte de la burguesía nacional de la actividad de algunos monopolios extranjeros.

- Mantiene una política exterior independiente de las grandes potencias extranjeras.

- Frente a la clase trabajadora, la política yrigoyenista, como auténtica representante de la clase media oscila. Por ejemplo, impulsa la legislación social en términos desconocidos hasta el momento en nuestro país: la jornada de 8 horas, el descanso semanal y otras reivindicaciones son acogidas por el gobierno frente a las reivindicaciones de ese tipo planteadas por los trabajadores ferroviarios, de la electricidad y el gas, etc. Pero frente al conflicto de los trabajadores de los frigoríficos, donde hay otra clase de intereses en juego, el gobierno, presionado por la Sociedad Rural, ordena la intervención de las fuerzas de marina.

Es decir, es un gobierno paternalista frente a la clase trabajadora a la que otorga determinadas reivindicaciones de tipo reformista, pero a la que reprime cuando esas reivindi-caciones exceden ese marco.

Por otra parte la política económica de Yrigoyen desarrolla su propia base de sustentación, que es la base pequeño burguesa.

Así frente a las necesidades planteadas por los pequeños ganaderos, a los cuales representa el gobierno de Yrigoyen, éste produce el rescate de la tierra pública existente sobre todo en territorios nacionales. Estas tierras públicas que estaban en manos de la burguesía terrateniente, que carecía de títulos de propiedad, fueron distribuidas entre pequeños pro-pietarios o se hicieron contratos de explotación.

En definitiva, a través de estas medidas, se sacaron del poder de la burguesía terrateniente 8 millones de hectáreas.

- Frente a los monopolios extranjeros, en materia petrolera, el gobierno de Yrigoyen apoya, lo que en futuro sería YPF. YPF en 1916 tenía un déficit en su ejercicio de 317.000 pesos. Un año antes de caer Yrigoyen en 1929 arroja un superávit de 17 millones de pesos. Además YPF da la gran batalla contra los monopolios extranjeros representados fundamentalmente por la Royal Dutch Shell y por la Standard Oil y los obliga a rebajar la nafta de 34 a 22 centavos el litro.

- Frente a los capitales extranjeros radicados en el ferrocarril, Yrigoyen anula la venta de determinados ramales del estado a esas compañías. Evidentemente defiende así el interés de la clase media que no quería quedarse sin el manejo de los fletes para su producción agropecuaria. Con el mismo sentido, anula el aumento de tarifa que habían realizado los transportes ferroviarios, y con el mismo objetivo de aumentar el intercambio de la producción agropecuaria, se realiza la epopeya de ingeniería de esa época, que es el ferrocarril de Salta a Antofagasta y el ramal que une a Salta con Bolivia.

En materia de política exterior mantuvo irreductiblemente una posición de independencia frente a las grandes potencias, como por ejemplo el saludo de un buque de nuestra armada a la bandera de Santo Domingo en dicho puerto, cuando este país estaba ocupado por la infantería de marina norteamericana.

Además hay que considerar las instrucciones a Alvear, representante ante la Sociedad de las Naciones, para que Argentina sostuviese en ese organismo con posterioridad a la guerra de 1914, el principio de igualdad jurídica de los Estados (principio que, si no era aceptado, debía determinar el retiro de la delegación argentina). Esto fue demorado por Alvear, pero en definitiva la delegación argentina se retiró y esto configura con claridad una política exterior independiente.

Esta es la síntesis del Yrigoyenismo, por un lado, choca con la oligarquía, pero trata de pactar con ella y no la liquida y, por el otro, a causa de su política reformista choca con los intereses de la clase trabajadora. Cuando choca de frente con los monopolios extranjeros, tiene coaligada en su contra las fuerzas decisivas del país.

Esto da la gran coalición de fuerzas, que desemboca en el golpe de 1930, integrada por los conservadores de las capas superiores como Julio Argentino Roca, por los radicales anti-personalistas que se fueron del radicalismo, encabezados por Gallo y Melo y por los ex-socialistas Pinedo y de Tomasso a los que se suman las fuerzas del ejército encabezadas por Uriburu.

Frente al golpe no existe una defensa del gobierno por parte de la clase obrera, ya que los trabajadores no podían sentir como suyo a un gobierno que manejaba el reformismo y la represión; y con todas las demás fuerzas en contra, el destino seguro de este tipo de gobierno de clase media es uno solo: su derrocamiento.

A partir del 6 de septiembre de 1930, como después de todo golpe de estado en Argentina, asumen el gobierno la oligarquía terrateniente y los monopolios extranjeros.

En 1930 se escucha por primera vez en nuestro país que los partidos políticos están perimidos y que el pensamiento político está perimido. Se habla de "la nueva Argentina" y es un intento de estado totalitario que corre por cuenta de Uriburu, admirador ferviente del dictador español Primo de Rivera. Ante las dificultades existentes para imponer su plan político, producto de la resistencia de los sectores del pueblo, Uriburu prepara desde el gobierno el fraude que posibilite entregar la dirección del país en manos de ese conglomerado de fuerzas denominado "Concordancia", e Integrado por los conservadores, los antipersonalistas y los ex-socialistas.

Así asume la presidencia el candidato de la Concordancia, el General Justo y, desde los años 30 al 40 tenemos en el país la denominada "década infame".

Es el gobierno de la burguesía terrateniente y de los monopolios extranjeros, es la época de la entrega, es la época del fraude patriótico donde los sectores populares quedan nuevamente marginados en el manejo de la cosa política, es la época de la gran corrupción; es la época del tratado Roca-Runciman que genera el gran debate de las carnes dado por Lisandro de la Torre y que finaliza con el asesinato de Enzo Bordabehere en el mismo recinto del senado nacional, no sin antes quedar al descubierto, la entrega vergonzante de uno de los rubros más importantes de nuestra economía, las carnes, a manos de Inglaterra.

La corrupción está presente en cada una de las actividades de los hombres de gobierno. Corrupción por la creación de la Corporación de Transportes de la Capital Federal, que es una resultante directa del tratado Roca-Runciman. Corrupción que se puede ver con la compra de los terrenos del Palomar, que fue un negociado de tierra alrededor de la base aérea del Palomar.

Corrupción que llega hasta los niños cantores de la lotería que llevaban en la mano la bolilla con un número determinado para cantar. Corrupción que se puede ver en la concesión otorgada a la Chade, de la electricidad de la Capital Federal y que, como fue recientemente probado, fue votado a cambio de un pago en cheques, por los concejales integrantes del concejo deliberante de la ciudad de Buenos Aires. Y corrupción además, que culmina con el fraude político en forma permanente.

Este nivel de descomposición promueve la disconformidad de los sectores populares y como producto de ello y a pesar del fraude, en las elecciones de marzo de 1942, la oposición alcanza el 75 % de los votos y el gobierno escasamente el 22 %.

Se llega a 1943 con Castillo en el gobierno y, ante la inminencia de un nuevo acto eleccionario Castillo prepara la maquinaria del fraude necesaria para que asuma la presidencia de la República Patrón Costa, que pocos días después del golpe del 43 tenía que aceptar la candidatura a presidente por la Concordancia, en la Convención de los conservadores.

Estamos entonces en vísperas del 4 de junio de 1943 con toda esta realidad que lo produce y es necesario realizar un enfoque correcto de toda la etapa inmediatamente posterior al mismo, ya que ella constituye un período muy importante dentro del proceso político argentino.

El ejército participa en el gobierno de Castillo pero, frente al caos demostrado por el gobierno, frente a los negociados, solicita del presidente una rectificación en su línea de acción. Castillo, viejo aristócrata, no varía fundamentalmente su política, pese a tomar algunas medidas aisladas como son la estructuración de Fabricaciones Militares y la nacionalización del puerto de Rosario. Entonces continúa el proceso de corrupción y se llega al golpe militar del 4 de junio de 1943. Este es un golpe diferente al de 1930. Aquél fue de naturaleza cívico militar mientras que el de 1943 es un golpe militar sin ninguna participación cívica.

Es necesario desentrañar el proceso que se desarrolla entre 1943 y 1945 a los efectos de comprender el origen del peronismo, v su masificación dentro de la inmensa mayoría de la clase trabajadora argentina.

Alrededor de 1943, se crea en el ejército un grupo interno de oficiales integrado por coroneles, tenientes coroneles y oficiales de rango menor que es el denominado GOU; para algunos, grupo unificador y organizador y para otros grupos que obra la unificación.

Este GOU, al cual pertenece el entonces coronel Juan Domingo Perón, tiene desde su constitución una evidente corriente de simpatía ideológica hacia las potencias del eje: el nazismo de Alemania y el fascismo de Italia.

Es conveniente explicar por qué en América Latina sé dio por esta época una corriente de simpatía hacia las potencias del eje.

América latina vive y vivía en la dependencia de los imperialismos, fundamentalmente en aquel entonces y, en nuestro país, el imperialismo inglés más que del norteamericano que predominaba en otros países como Chile y Bolivia.

Dentro de la concepción burguesa nacional, del nacionalismo burgués, las únicas fuerzas que en el mundo se oponían al imperialismo norteamericano eran las fuerzas de las potencias del eje. Esto no significa indudablemente que sea una valoración correcta, ya que tanto el nazismo como el fascismo son, en su esencia, formas de gobierno que impone la burguesía monopolista a los efectos de incrementar la explotación y la represión de los sectores populares.

Pero es necesario remarcar que esta última no es la valoración que deviene de la concepción nacionalista burguesa. Por eso analizamos también no sólo el problema del GOU, sino por ejemplo, el del Movimiento Nacionalista Revolucionario de Bolivia (MNR), en el que su fundador Montenegro, está influenciado notoriamente en su trabajo y en su tesis del pensamiento de la Alemania nazi y de la Italia fascista.

Además hay una diferencia de matices, pero importante entre el fascismo y el nazismo. Hay un contenido y una programática social, indudablemente reformista en su esencia que tiene el fascismo y que no tiene el nazismo.

Estas son las experiencias y las ideas que se viven en el seno del GOU. Entonces a la luz de estas ideas se vislumbra una nueva posibilidad en Argentina. A la luz de las ideas del fascismo se ve que hay ciertas ideas de socialismo de estado, de planificación de la economía, que está respaldada por otra gente que no es la marxista, y esto merece el estudio, las simpatías y el análisis de un grupo de oficiales de nuestro ejército.

Esto tiene influencia determinante en todo el proceso del GOU y en los años transcurridos del 43 al 45 donde las aguas se dividen dentro de las fuerzas militares que dieron el golpe.

Por un lado está lo de Rawson, lo de Ramírez y lo de Sueiro en la vicepresidencia que pasa rápidamente; luego viene la presidencia de Farrel. Ellos constituyen el sector donde encon-tramos la representación del pensamiento auténticamente militar, estático, sin un contenido de análisis de la realidad social argentina y sin un planeamiento social frente a las necesidades del pueblo. Y está el otro sector encabezado por Perón, que con las bases ideológicas que hemos planteado percibe una nueva posibilidad en el país, percibe la necesidad de planificar su economía, percibe la posibilidad de aplicar en el manejo de la cosa pública ideas que son superiores técnicamente a las usadas por la oligarquía terrateniente, o las que podía dar Patrón Costa en la presidencia de Argentina.

Por esta causa Perón se encamina hacia la Secretaría de Trabajo y Previsión y, mientras el resto de los militares que están en el gobierno llegan a una alianza con las fuerzas oligár-quicas que habían estado con Castillo, Perón, que percibe la realidad sindical argentina en una dimensión en que no la percibe la izquierda, que percibe la necesidad de la participación de la clase trabajadora en el proceso político nacional, comienza a trabajar en la organización de los sindicatos.

Quizás la izquierda en aquel momento atendía a la concepción del proletariado clásico de comienzos de siglo, aquel proletario de la ropa gris y de la cama caliente, en la que se acostaba uno cuando se levantaba el otro. Pero la industrialización acontecida en Argentina, producto de la guerra, reflejada en el hecho de que en el lapso comprendido entre los años 1939 a 1946 el número de obreros ocupados en la industria pasa de 534.000 a 940.000 y el número de establecimientos industriales en ese mismo lapso crece de 50.000 a 86.000, determina el desplazamiento de la población del campo a la ciudad. Como producto de esta política de riquezas de los grandes centros industriales se configura un proletariado distinto. Un proletariado que indudablemente está encuadrado perfectamente dentro de la característica y misión histórica de la clase trabajadora, pero con motivaciones y modalidades que son producto de una nueva realidad y que lo hacen distinto, indudablemente al proletariado de antaño.

Y esta característica del movimiento sindical argentino, que estaba dividido antes de la revolución del 43 por luchas intestinas en CGT 1 y en CGT 2, es percibida por Perón y así co-mienza entre las sonrisas del resto de los integrantes del gobierno militar, a organizar los sindicatos donde éstos no existen, y a organizar los sindicatos paralelos donde existen los gobernados por la izquierda.

Esto es factible porque desde la Secretaría de Trabajo y Previsión se satisfacen aspiraciones largamente esperadas por la clase trabajadora. En 1944 se firman en todo el país 127 convenios con intervención de las asociaciones patronales y 421 con intervención de los sindicatos obreros, se concretan aumentos de salarios por convenios colectivos, vacaciones pa-gas y estabilidad en el empleo, a la vez que se crean los tribunales de trabajo y se sanciona el estatuto del peón de campo.

En definitiva, esta política posibilita el avance en la organización de la clase trabajadora argentina y desemboca en julio de 1945, en una gran concentración sindical frente a la Secre-taría de Trabajo y Previsión, donde los millares de trabajadores allí reunidos testimonian la adhesión a su líder.

Esto no constituye una organización clasista de los trabajadores, sino que, por el contrario, el objetivo que se persigue a través de ella, como lo manifestara reiteradamente el mismo Perón es superar los enfrentamientos de clase.

Es por ello que con estas fuerzas sindicales también trabajan los grupos del Círculo de Armas del Jockey Club y un oligarca como Unzué puede ir vestido de jacquet a la Secretaría de Trabajo y Previsión.

Pero lo indudable es que se gesta un movimiento de masas que se va constituyendo bajo el laborismo o a través del radicalismo no personalista o de toda una serie de organizaciones que no tenían forma política, pero en donde la masa existe V se organiza a través del aparato sindical que se maneja en la Secretaría de Trabajo y Previsión con la concepción aludida.

Y llega entonces el momento en que el resto del grupo del núcleo militar que había participado en el golpe del 43 ve con espanto el monstruo que se levanta y, la oligarquía que está al margen y los partidos políticos que están al margen y los partidos de izquierda que están al margen también, ven con igual espanto el monstruo que se levanta y entonces unidos por el espanto, le tiran el saco a los integrantes del gobierno militar, produciéndose el encarcelamiento de Perón y el envío de éste a Martín García.

Pero ya la organización estaba demasiado madura para abortarla y el movimiento de masas, de este tipo de masas, con esta ideología de masas, estaba lanzado y esto produce el 17 de Octubre de 1945.

En esta fecha decimos gráficamente que la clase trabajadora argentina, a través de su movilización exige la participación en la conducción política del país.

El 17 de octubre de 1945 las propias fuerzas del gobierno capitulan ante el poderío de las masas concentradas en plaza de Mayo, fijándose el plan electoral y consecuentemente inicián-dose la campaña electoral de Perón, quien reiteradamente y con anterioridad se había negado a ser presidente por un golpe da estado, cosa ofrecida por sus compañeros del GOU.

El 17 de octubre de 1945 se concreta institucionalmente en 1946, con el ascenso al gobierno del peronismo.

Decíamos que en 1916 la clase media ejerce el poder político en Argentina. En 1946 tenemos que decir que la clase obrera, con esta composición, coparticipa del poder político en Argentina.

Es factible realizar la síntesis del peronismo en el gobierno a través de determinados elementos esenciales que configuran su acción:

En primer lugar, la organización nacional de la clase trabajadora; con sus matices, sus modalidades, todas a valorar, pero como hecho concreto innegable. Esto trajo aparejado la existencia definitiva de una central de trabajadores única en nuestro país, hecho de real trascendencia por las posibilidades favorables que genera en la lucha por la emancipación nacional.

En segundo lugar y sobre todo en los primeros años de gobierno, más específicamente hasta 1948 y en un proceso que decae hacia 1952, se aprecia un extraordinario incremento del poder adquisitivo de los sectores populares. Este incremento del poder adquisitivo y la organización alcanzada por los trabajadores se completa con una nutrida legislación social que sanciona el peronismo en beneficio de la mayor parte de la clase obrera.

Este beneficio que sólo había sido obtenido para los empleados de comercio por la lucha sindical socialista encabezada por Borlenghi, es aplicado a la totalidad de los trabajadores que están en la actividad industrial.

Estas medidas de carácter social van acompañadas de otras de tipo nacionalista en el área de la economía y que se refieren fundamentalmente al problema de la nacionalización de los fe-rrocarriles, teléfonos, telégrafos, a la creación de las flotas: fluviales y mercante, a la programación y desarrollo de Aerolíneas, etc.

Al lado de éstas surge otra medida de carácter nacional; la creación del Instituto Argentino de Promoción e Intercambio, el IAPI, que controla las importaciones y exportaciones, es decir el comercio exterior. Además se establece el control de cambios que permite que el negocio de las divisas pase a manos del estado y por otra parte se nacionalizan los depósitos bancarios.

Si bien es cierto que éstas fueron realizaciones concretas del peronismo, su trascendencia se desdibuja en el hecho también concreto de su convivencia con la oligarquía terrateniente.

Esto es un hecho objetivo, no es un hecho con matices y subjetividades.

La reforma agraria no se realizó y sucede lo que ha acontecido siempre en los países dependientes y jamás en un país de desarrollo independiente. El incremento de la producción industrial, el desarrollo consecuente de la burguesía industrial, no trae aparejado automática mente la expropiación de la burguesía terrateniente, en otras palabras la reforma agraria.

¿Por qué sucede esto? Porque en nuestro país la burguesía terrateniente y la gran burguesía industrial son socias del imperialismo y además son las mismas.

En nuestro país no se plantea la antítesis de un tipo de burgués más avanzado frente a un tipo de burgués que representa una forma de producción anterior. En nuestro país se produce la fusión entre gente dedicada a la actividad agropecuaria que, viendo la posibilidad económica en el terreno industrial, producto del proteccionismo aduanero, ha invertido dinero en industrias de cualquier cosa. A su vez gente dedicada a la actividad industrial, que para asegurar lo efímero de su beneficio en ese proceso, ha invertido dinero en el campo como forma de sol1dificar su posición. Esto es muy claro, ya que si analizamos las nóminas de los integrantes de las grandes sociedades anónimas del país dedicadas a la industria, veremos aparecer los tradicionales apellidos de la oligarquía terrateniente.

Un ejemplo de lo enunciado es una persona con amplia gravitación en la conducción de los organismos de la oligarquía terrateniente en los últimos años: Faustino Fano. El nombre de Fano está ligado en un comienzo a la importación de tejidos ingleses.

Como consecuencia de la guerra en que se ve envuelta Gran Bretaña y de medidas aduaneras de tipo proteccionista la actividad se desplaza de la importación a la elaboración textil en nuestro país. Concomitantemente se produce el vuelco de parte de ese capital afectado a la industria, al campo.

Se ve así simbólicamente en una persona la fusión de las altas burguesías argentinas que en síntesis, constituyen una unidad.

En definitiva, pese al proceso de industrialización, no se expropió a la burguesía terrateniente, salvo casos aislados como el de Pereyra Iraola, alguna que otra estancia en la provincia de Buenos Aires y de Santa Fe. Así quedaron en pie propietarios de 300.000 Has. en la provincia de Buenos Aires por ejemplo y por lógica consecuencia se mantuvieron las ganancias de la oligarquía. Consecuentemente con esta política se mantuvo el subsidio a los frigoríficos en beneficio de los capitales extranjeros dueños de ellos y de los grandes ganaderos.

Se llegó de esta manera a realizar algunos actos de contenido puramente político, que no atacaron a la columna vertebral estrictamente económica de la burguesía terrateniente. Así se quemó el Jockey Club y se realizaron actos de pretendido corte antioligárquico, pero la economía de ese sector quedó intacta.

Frente a esta política económica que sobre todo en el primer período beneficiaba a la clase trabajadora y a la burguesía industrial, hubo un sector o fuerza sacrificada en el reparto: la clase media. Es por ello que se recluta la oposición del peronismo en esa clase, sobre todos sus sectores medio y baja. Así se genera la oposición universitaria y en el plano político la oposición radical que representa fundamentalmente a ese sector social.

Frente a la clase trabajadora, como el mismo Perón lo expresara, él, en representación del Estado tiene un papel de conciliador y de juez a los efectos de sustituir la lucha de clases. Este planteo subsiste en la medida en que la situación económica interna posibilite que la distribución del ingreso nacional mejore las condiciones de vida de los sectores populares.

Pero cuando la situación económica comienza a empeorar porque no han sido tomadas diversas medidas que aseguren la estabilidad del poder adquisitivo de los sectores populares, porque entran otra vez en juego los países de Europa que se están recuperando de la Segunda Guerra mundial, cuando se van terminando los fondos provenientes de las ventas de alimentos realizadas a altos precios, en los primeros años de la posguerra, el plan económico comienza a resquebrajarse. Entonces es necesario hablar de productividad, es necesario realizar un congreso de la productividad, es necesario plantearle a los trabajadores que sin aumento de productividad no hay aumento de salario y es necesario, cuando los trabajadores no entienden, reprimir como en cualquier época al movimiento obrero.

Con el resquebrajamiento del proceso económico comienza por lógica el resquebrajamiento del proceso político.

La balanza de pagos en los últimos años queda totalmente deficitaria, se incrementa el proceso inflacionario que disminuye el poder adquisitivo de las clases bajas y dentro del juego con los monopolios existentes en nuestro país, Perón comete un grave delito: firma el contrato con la California a través del cual le entrega la concesión del petróleo a una filial de la Standard Oil, rompiendo de esta manera los pactos secretos petroleros de 1946, que determinaban para la Argentina una posición de equilibrio ante los monopolios de origen holandés e inglés, Royal Ducht Shell y el monopolio norteamericano Standard Oil. La ruptura en favor de la Standard Oil ocasiona la participación muy concreta y eficiente del capital inglés, del gobierno ingles y fundamentalmente de la armada inglesa en el golpe de estado de 1955, posibilitado por el deterioro económico al que hemos aludido con anterioridad.

El 16 de septiembre de 1955 ante la intimación de la marina equipada por los ingleses, Perón abandona el gobierno. Finaliza el proceso del golpe y sobre la base de la lucha de oposición de la clase media se derroca a un gobierno apoyado por la inmensa mayoría de los trabajadores y vuelve a triunfar en este golpe de estado la oligarquía terrateniente que seguía intacta y los monopolios extranjeros.

Con posterioridad viene un proceso de gobierno de la oligarquía, se llama Revolución Libertadora y luego, a través de la institucionalización del país y con la proscripción total del peronismo, se desarrolla un proceso de maquiavelismo personificado por Arturo Frondizi que no hace al análisis del proceso político argentino relacionado con las clases sociales que en él participan, pero que constituye un voluminoso capítulo en la historia de la entrega del patrimonio económico y cultural de la nación.

Con relación a las clases sociales, el último proceso a considerar es el que se da en 1963 con la asunción al gobierno por parte del radicalismo.

Es necesario destacar que su ascenso al gobierno en 1963 se da en condiciones de mayor debilidad que en 1916. En este año llega Yrigoyen al gobierno representando a todas las fuerzas populares, mientras que en 1963 se posibilita el ascenso del radicalismo a la dirección del país por la proscripción del peronismo.

En segundo lugar para repetir el esquema del gobierno desarrollad por Yrigoyen el radicalismo en 1963 tiene una situación menos favorable, producto de la agudización del proceso de lucha de clases y del incremento de la dependencia de la economía argentina en manos de los monopolios extranjeros.

En consecuencia, al radicalismo le resultó casi imposible mantener los puentes con la burguesía terrateniente y a la vez mantener una posición paternalista frente a la clase trabajadora.

El radicalismo intenta con debilidad repetir algunas políticas de Yrigoyen. Enfrenta con esta tónica a los monopolios petroleros y anula los contratos entreguistas firmados durante el gobierno de Frondizi. Enfrenta a los frigoríficos sin admitir subsidios para ellos y en la política exterior, al producirse la invasión a Santo Domingo por la marina Estadounidense, pese a la presión de las fuerzas armadas, se niega el envío de armas y hombres.

En esas condiciones, huérfano de apoyo de grandes sectores populares, al pretender desarrollar a grandes rasgos la política económica planteada por Yrigoyen, el radicalismo tiene por un lado, la oposición de los monopolios petroleros y por otro lado la oposición de la burguesía terrateniente, que por boca de uno de sus voceros más importantes, Faustino Fano, reclama por el golpe de estado frente al "estatismo" de Illía.

A ello se suma la ausencia de participación de la clase trabajadora que no percibe conquistas de fondo, ya que en la realidad no existe una política clara de reivindicaciones sociales, acorde con los años que estamos viviendo.

Esto trae aparejado la total orfandad del gobierno, que es agravada por el manejo que hacen los monopolios y la oligarquía de los medios de comunicación de masas, a través de los cuales se estructura una campaña sicológica que plantea la "ausencia de poder", "la tortuga", etc., y prácticamente indefenso, el radicalismo cae solo el 28 de junio de 1966.

La causa central que hay que valorar en la caída del radicalismo es su falta de definición frente a problemas fundamentales del país como la reforma agraria, como la lucha contra los monopolios y por reivindicaciones reales de la clase trabajadora.

Aquí por sobre la aparente oposición de la clase trabajadora, por sobre los planes de lucha llevados adelante por la CGT, triunfa nuevamente en 1966 a través del golpe de estado, la oligarquía terrateniente y los monopolios extranjeros.

Arribamos así a la etapa actual caracterizada centralmente por la gran política de entrega realizada por los mercenarios sirvientes de la oligarquía local v de los monopolios extranjeros.

Se incrementa la entrega de las riquezas básicas del país, las flotas, transportes, etc.; se desnacionalizan decenas de empresas que pasan a ser manejadas por capitales extranjeros. Se arrojan del campo a los trabajadores a través de la ley de arrendamientos y aparcerías rurales y se produce la liquidación del crédito a la pequeña burguesía a través de la persecución a las cajas de créditos. Acorde con esto, se aplica una política crediticia que otorga créditos a los grandes capitales extranjeros y nacionales y se realiza un acuerdo financiero con el Fondo Monetario Internacional que pone nuestra moneda a disposición de los planes mundiales del imperialismo. Se utiliza en materia educativa un criterio retrógrado siendo lo común en todos los niveles el Iimitacionismo.

Se cierran cada vez más las posibilidades de acceso a la salud por parte de los sectores populares a los que, como producto del permanente proceso inflacionario, se les rebaja la capacidad adquisitiva de su salario, incrementando su explotación.

Se disuelve el Parlamento, se disuelven los partidos políticos, se interviene la Universidad, se intervienen los sindicatos no comprometidos con la política del gobierno, se proscribe el pensamiento político de los hombres y mujeres de Argentina y se monta una legislación y un aparato represivo tendiente a garantizar el logro de estos objetivos antinacionales y antipopulares.

En 1966 surge una nueva realidad en nuestro país.

Nuestra patria ha vivido desde su nacimiento como nación independiente en el plano político, una dependencia económica de las grandes potencias mundiales. Durante más de un siglo la economía Argentina fue orientada sobre la base de los intereses de los capitales británicos y a partir de la Segunda Guerra mundial, orientada de conformidad a los intereses del imperialismo norteamericano.

Pero lo que acontece en 1966 es que las fuerzas mercenarias que ocupan el gobierno de la Argentina, posibilitan al imperialismo tener aquí un país ocupado, con sus propias fuerzas mantenidas por el pueblo argentino.

Entonces, ante el avance arrollador de los intereses imperialistas, que chocan con todo tipo de interés nacional, se va configurando en el país, desde Onganía hasta hoy, un coro de resistencia y de oposición, integrado por representantes de diversos sectores sociales, cuyos intereses se ven afectados por la rapiña que sin tregua y sin pausa efectúan los monopolios. Todo lo nacional es arrollado por el interés extranjero y toda expresión de protesta es reprimida.

En el país se va estructurando una contradicción que ocupa eI lugar fundamental que no tenía en la época de Illía. La contradicción fundamental que aparece a partir del 28 de junio de 1966 es la existente entre Nación e imperialismo o en otros términos, entre país dependiente y país independiente. Y esta contradicción fundamental producto de la nueva situación generada por la nueva realidad, no la viven solamente los sectores del pueblo esclarecidos en política, la viven y la sienten las grandes mayorías nacionales.

El problema de Argentina reside en que su pueblo organizado y consciente, sepa resolver esta contradicción fundamental. Y la resolución de una contradicción, implica la desaparición de uno de los aspectos que la integran. Por ello se hace necesario vislumbrar cuál es el camino argentino para terminar con la dependencia del imperialismo y con la existencia de su socio nativo la burguesía terrateniente u oligarquía.

Por lo tanto para no errar el camino y para que su tránsito sea lo más corto posible y con el menor número de desvíos, es necesario ver con la máxima objetividad cuál es la experiencia y cuál es la síntesis que podemos recoger del procese de lucha de clases en la Argentina.

A modo de síntesis de lo planteado hasta aquí, podemos decir que la burguesía terrateniente detenta el poder político hasta 1916 y lo retoma luego a través del golpe en el 30, en el 55 y en el 66 y del fraude en las demás oportunidades. La clase media toma el poder político en el 16, accede a él débilmente en el 63 y lo pierde en 1930 y en 1966.

La clase trabajadora coparticipa del poder político a partir del 46 y lo pierde en el 55. Tenemos así que, sucesivamente han arribado a la mesa del poder político nacional tres comensales. Tres clases sociales con un grado de desarrollo y con una relación de fuerzas existente entre ellas que les imposibilita el acceso particular al poder a cada una. Por otra parte los casos en que a través de diversas combinaciones o golpes de estado alguna de ellas ha logrado encaramarse en el poder, no ha podido mantenerse en él. Esta realidad es constante en su inestabilidad.

Para resolver esta situación teniendo como objetivo la liberación nacional, debe realizarse una alianza programática de los trabajadores y de los sectores medios a los efectos de liquidar definitivamente a la oligarquía, agente de la penetración imperialista.

La burguesía terrateniente que es la base permanente de la penetración de los intereses del imperialismo, como producto de la evolución del proceso político nacional y del incremento de las luchas populares, no puede ya acceder sola al poder por la vía electoral.

Esta es una realidad cada vez más terrible para esta clase y es por eso que en el país se han producido golpes de estado a los efectos de que la oligarquía en diversas oportunidades, pueda retomar el control absoluto del poder político.

Esta burguesía terrateniente es la misma que sancionó la Constitución de 1853, a través de la cual sentó las bases para la organización nacional de acuerdo con sus necesidades. Y esta misma burguesía terrateniente es la que en reiteradas oportunidades ha roto la legalidad por ella instituida, cada vez que los sectores populares en Argentina a través de su lucha, exigían una participación real en el proceso político nacional.

Es que la participación popular, orgánica e inorgánica, con mayor o menor grado de conciencia, pero siempre con el grado de organicidad y de conciencia que tiene cada pueblo en un momento histórico determinado, perjudica al privilegio nacional y a los monopolios extranjeros.

Por eso vemos a través de la historia política Argentina que cuando los sectores medios acceden al poder en 1916, luego de una lucha que tiene origen en 1890, la oligarquía en 1930, a través de un golpe de estado rompe la legalidad.

Y cuando nuevamente el pueblo coparticipa del poder político durante el peronismo, cuando el proceso se debilita, la oligarquía da el golpe de 1955 y rompe la legalidad.

Y cuando nuevamente el pueblo coparticipa del poder político con las limitaciones existentes en 1963 y se van dando posibilidades de organización de los sectores populares y de altos índices de lucha y movilización de la clase trabajadora y sectores estudiantiles nuevamente la oligarquía pega el golpe en 1966 y rompe la legalidad.

Pero como el proceso se agudiza y las realidades van cambiando, cambian consecuentemente la tónica de esos golpes de estado,

En el año 1930 hay una proclama de tipo autoritaria, pero va a ser respetada la Constitución y el gobierno se llama "provisional".

Se incrementa el avance popular y por lógica se incrementa la debilidad política de la oligarquía y en el año 1955 se deroga por decreto la Constitución Nacional de 1949 y se fusila, se reprime y se proscribe a integrantes del pueblo argentino.

En 1958 como no tiene la lucha estas características, sino que se plantea por una desinteligencia entre los sectores de la burguesía y por conflictos intermonopolistas, no se llega a sacar del gobierno ni al vicepresidente que es Guido.

En 1966 en que se da un nuevo golpe en contra de la participación popular, se dicta un estatuto que reemplaza a la Constitución Nacional, la que queda vigente para todo aquello que no moleste a la dictadura. Y se reprime, tortura y asesina a los argentinos, en una escalada de violencia sin precedentes en la historia política nacional.

Vemos así, brevemente, cómo a través de la naturaleza y las formas de los golpes de estado se visualiza el incremento de la lucha de clases en la Argentina y el incremento de la concientización de los sectores populares en su lucha frente a la oligarquía y frente a los monopolios extranjeros.

Habíamos dicho que la burguesía terrateniente no tiene posibilidades reales de llegar al poder por vía electoral, ya que nadie en este país puede pensar que el partido conservador puede triunfar en las elecciones.

¿Pero qué es lo que sucede en las otras clases? La clase media tiene su representación dentro de la Unión Cívica Radical, mientras que la amplia mayoría de la clase trabajadora está representada en el partido peronista.

Lo que acontece es que los grandes partidos populares argentinos tienen una ideología burguesa y por ende no plantean el cambio de sistema, sino el perfeccionamiento del mismo en diversos niveles. Sustentan una ideología que les impide comprender con profundidad la realidad nacional y que ha determinado y determina que del enfrentamiento permanente de estas dos fuerzas surja la posibilidad de supervivencia de la oligarquía. Es esa ideología la que ha determinado que, cuando una de ellas está en el gobierno, la otra la enfrente sin una concepción programática clara, haciéndole el juego a la oligarquía para dar el golpe de estado.

Esta es nuestra realidad nacional, en donde a medida que la clase trabajadora y la clase media se neutralizan políticamente, queda en pie la posibilidad de vida y de expoliación por parte de la oligarquía, socia e introductora de los monopolios extranjeros y causante de la dependencia exterior.

Se configura aquí una especie de empate social derivado del hecho de que las grandes mayorías nacionales, por su grado real de conciencia y organización, no han arribado a una etapa en donde se comprenda la necesidad de su unificación programática, a los efectos de liquidar a la oligarquía. Y por otro lado, la posibilidad de ésta de supervivir determina la existencia de procesos electorales con expresión popular, que terminan inevitablemente en golpes de estado dados por la oligarquía y los monopolios cuando ese proceso se debilita, como consecuencia de no liquidar al enemigo fundamental del pueblo argentino.

Y hay elecciones y hay golpes. Y esto seguirá siendo así y este círculo se repetirá porque el mismo es producto de nuestra realidad.

Que este círculo se termine no depende de los deseos subjetivos de algún argentino. Depende de la modificación de la realidad. Y es ésta una realidad que debemos modificar con el trabajo y la militancia diaria a los efectos de avanzar en la conciencia subjetiva de las grandes mayorías nacionales organizándolas en la lucha unida por la expropiación y consecuente liquidación de la oligarquía y de los monopolios.

Es necesario ver en esta etapa del país la necesidad de la coalición de la clase trabajadora y de los sectores medios, fundamentalmente medianos y bajos.

Creemos que solamente se puede arribar a esto a través del trabajo en las bases, a través de la discusión correcta, con una ideología correcta frente a la realidad del país a través de la organización de las masas que integran estas fuerzas.

La cúspide de estas fuerzas son representantes de la ideología burguesa y entienden la participación de las masas solamente como factor de presión, adoptando siempre el camino de la negociación con la oligarquía.

Esta es la experiencia histórica del 90 hasta la fecha en el país. La cúspide de estas fuerzas no entiende la necesaria lucha de clases a muerte contra la gran burguesía y los mono-polios. La cúspide de estas fuerzas entiende siempre la posibilidad de convivencia con la oligarquía y los monopolios extranjeros en mayor o menor grado.

El proceso político argentino nos prueba fehacientemente que por este lado no hay solución. Solamente la concientización de las bases de estas fuerzas puede llevar a imponer una nueva política en Argentina.

En esta etapa del país, ni la clase trabajadora ni la clase media tienen posibilidad por sí solas de realizar el proceso de la emancipación nacional. Entonces necesitamos sumar estas dos fuerzas, primero para derrotar a la oligarquía y a los monopolios y luego iniciar un camino hacia el cambio total de estructuras en Argentina, en donde se reemplace al sistema capitalista por un sistema socialista.

Ahora bien, ¿sobre qué bases debe producirse esta unificación? ¿Qué hay de común, ante esta realidad que estamos viviendo, entre los intereses de la clase trabajadora y de la clase media? Esto es fundamental, porque acá no se puede engañar a ningún sector y la única posibilidad de éxito reside en que en su movilización las masas caminen concientemente.

Lo único que puede darse de común es un programa de liberación nacional que satisfaga los intereses inmediatos de la clase trabajadora y de la clase media, ya que es un programa que plantea reivindicaciones que interesan a los dos sectores.

Pero para que este programa de liberación nacional en esta alianza de clases pueda realizarse, pueda expropiar a la oligarquía, pueda luchar con éxito contra el imperialismo, es necesario que esta alianza sea conducida por la clase trabajadora esclarecida en el socialismo.

Con la conducción de la clase media vamos a la conciliación permanente con la oligarquía y el imperialismo. Sin la existencia de una ideología revolucionaria en la clase trabajadora, caminamos igual hacia la conciliación.

Por eso el trabajo está en concientizar, en trabajar en el seno de la clase trabajadora para promover un programa de liberación nacional, para promover la alianza con la clase media sobre todo con los sectores medios y bajos, y para marchar adelante con ese programa de liberación nacional en el camino hacia el socialismo, cuya garantía es la conducción de la clase trabajadora con una ideología revolucionaria.

Texto de la conferencia pronunciada por el compañero Guillermo Estévez Boero, sobre "Realidad Política Argentina"

en el Centro de Estudios de Filosofía y Letras y Ciencias del Hombre de la ciudad de Rosario, el día 8 de noviembre de 1971. 

 

 


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