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Ni una economía totalmente abierta, ni una cerrada resultan adecuadas para la organización económica, política y social de los estados. La primera por demasiado amplia, y la segunda por demasiado limitada, para resolver los problemas del desarrollo tecnológico-científico de la economía de escala, del bienestar social y del poder de negociación en el mundo transnacionalizado, asimétrico y altamente competitivo del presente. Las naciones intermedias y pequeñas tienen muy pocas alternativas para viabilizarse aisladamente.
Creemos que la idea de establecer un nuevo orden internacional y social en forma unilateral, mediante decisiones exclusivamente nacionales y/o personales, se ha constituido en una alternativa de muy bajo poder de credibilidad. Los países periféricos que no se integran, están condenados a un creciente ostracismo, disminuyendo aún más su poder de negociación e inserción en el concierto internacional.
El desarrollo del Norte se ha separado del progreso del Sur. El Norte desarrollado ya ostenta ventajas absolutas y difíciles de remontar, en plazo previsible, frente al sur subdesarrollado. De una relación de 4 a 1 en el nivel de ingreso entre los países más avanzados y los más retrasados registrada antes de la revolución industrial se pasó a una relación de 30 a 1 en 1970, de 50 a 1 en 1980 y de 125 a 1 en 1990. Y esto es aún peor si nos detenemos a observar la distribución del ingreso que es infinitamente más regresivo en los países más pobres.
Hoy, se contraponen frontalmente la soberanía formal de los países de la periferia, con la soberanía real de los centros. Y esto es así porque la soberanía real no puede medirse en abstracto ni tampoco por la igualdad jurídica sobreentendida sino en concreto, por la capacidad efectiva de autodeterminación en un mundo crecientemente interdependiente.
Hoy más que nunca el camino de la integración regional, del accionar conjunto aparece como la alternativa válida para la supervivencia y el crecimiento, para una mejor inserción de la región en el sistema internacional y para un fortalecimiento de la soberanía real de los países periféricos.
La integración supone una decisión política. En todo proceso de integración, aunque se instrumente económicamente, subyacen contenidos y objetivos indudablemente políticos. La decisión de integrarse, con quién integrarse, cómo integrarse y para qué integrarse es esencialmente política. La integración Europea fue pergeniada por hombres políticos (Adenauer, De Gasperi, Schuman) estructurada sobre bases políticas y tendiente a un fin político, el de constituirse en un bloque competitivo a escala mundial.
Lamentablemente, en nuestra región, aún no se ha formado la necesaria conciencia que con la integración podemos reposicionarnos en el mundo, redimensionarnos y potenciarnos internacional-mente. Que podemos hacer posible lo que a escala nacional ya no lo es y a escala mundial tampoco, y que podemos mejorar el nivel de competitividad, de empleo y la calidad de vida de nuestra gente, creando las condiciones básicas que apunten a esos fines políticos y no a otros.
En nuestra práctica integracionista de más de 30 años, ha prevalecido una visión básicamente comercial. Así han cabalgado sin rumbo, más allá de avances y retrocesos coyunturales, todos los ensayos institucionalizados de integración, desde la ALALC, el MCCA, y el Pacto Andino en los 60, hasta la ALADI, la conformación del grupo de los 8 y los acuerdos de integración con Brasil en los 80, a pesar que estas dos últimas experiencias, con sus diferentes génesis y matices, contenían un claro proyecto de un perfil autonómico para la región.
El ascenso al poder de gobiernos conservadores en los años 90, coincide con la estructuración del MERCO SUR, dada a través del Tratado de Asunción de marzo del 91. Sin dudas, ello modificó el interés mundial que hasta entonces representaba América del Sur. Así, los EEUU proponen el ALCA, el diálogo 4 + 1, y Europa impulsa negociaciones por una zona de libre comercio. Estos celos que despierta el Mercosur entre los países centrales, son consecuencia de un mejor posicionamiento de la región en el mundo, a partir de la integración. Creemos que una futura zona de libre comercio hemisférica, o cualquier otra forma de asociación con EEUU debe, en su caso, ser formulada y negociada desde el Mercosur como bloque, sobre una mayor base de poder, donde generar un mayor rédito. No queremos una integración entre desiguales, una integración hegemónica y estática, que reproduzca y consolide la actual estructura de poder internacional.
Estamos por una integración solidaria, dinámica, que apunte a una trasformación con equidad.
Porque los socialistas estamos frontalmente en contra de la visión fundamentalista de la globalización, según la cual un país es o no viable en la medida que adhiera incondicionalmente al mercado internacional, para lo cual la desregulación económico-finaciera y el achicamiento del Estado son medidas necesarias para que los actores transnacionales sean atraídos, y así promover el crecimiento y la competitividad internacional. En este marco no hay otra alternativa que la adecuación pasiva al orden existente, y se sugiere que el dilema del desarrollo fuera de esta lógica ha desaparecido. Esta perspectiva fundamentalista de la globalización es el retorno al absolutismo, no ya de la monarquía sino de los mercados, los nuevos sagrados sociales. Frente a ésa concepción surgió el liberalismo, frente a esta nueva versión es el socialismo el que debe echar las nuevas bases para su superación. No se trata de negar las características contemporáneas de la globalización, -pretenderlo sería como querer tapar el sol con un harnero- sino de ver quién la gobierna y cómo la gobierna.
El Mercosur es lo que tenemos, y debe ser el cimiento sobre el cual debemos construir la integración que queremos. El camino recorrido hasta hoy es la expresión de las dificultades superadas, pero también de las falencias y deformaciones que se tienen que corregir.
En primer lugar al Mercosur hay que dotarlo de mecanismos permanentes de concertación, jerarquizando criterios comunes especialmente en el área de política exterior. No podemos proyectar hacia la sociedad la impresión de que el Mercosur se encuentra al borde del abismo político, como sucedió con la designación de nuestro país como aliado extra-OTAN, o con la postura del Brasil respecto del Consejo de Seguridad de la ONU. Los problemas deben transformarse en puntos para el avance y no para el retroceso que supone la sorpresa y el accionar unilateral. Estos son recursos para la confrontación, de suma cero a un proceso integrador trascendente.
Hay que democratizar el Mercosur. Avanzar hacia organismos supranacionales que superen, tanto en la conducción como en la resolución de conflictos, el actual y ajustado marco intergubernamental, donde a la postre son los ministerios de Economía los que toman las decisiones. La trascendencia de las instituciones comunitarias no puede depender de acuerdos coyunturales. Ha faltado la voluntad política de someterse normativamente a pautas objetivas supranacionales y estables, que estén por encima de las presiones de los grupos hegemónicos.
Los parlamentos no tienen ninguna influencia en las decisiones, salvo expresiones consultivas, inscriptas en el fuerte presidencialismo característico de nuestros países. A pesar de ello, fue su accionar conjunto tanto en Chile como en Argentina, el que sentó las bases para superar el último diferendo limítrofe en las zonas de los Hielos Continentales.
El protagonismo excluyente de los actores ejecutivos en la orientación del proceso, exhibe un déficit democrático que corroe progresivamente su necesaria legitimación. Ella debe sustentarse en la participación de representantes políticos, sociales, sectoriales y de la sociedad civil, como los partidos políticos, las universidades, las ONGs, las Pymes, los sindicatos, etc.
Elitizar el proceso es profundizar su limitación.
Los países del Mercosur, no tienen establecido entre sus objetivos acordar puntos comunes orientados a mejorar el nivel de vida de los sectores más vulnerables. Se plantean graves problemas de desocupación y desprotección social, como resultado del fundamentalismo de mercado de los gobiernos conservadores, que lejos de reducir asimetrías, condujeron a una mayor concentración de la riqueza, convirtiendo a las mayorías no en sujetos, sino en objetos de la integración.
En este marco resulta difícil imaginar que se concrete una agenda social, como también que se jerarquice el estímulo hacia una cultura de la integración, a través de la educación, de la movilización y participación de la sociedad civil en el proceso, que debe convertirse en categoría política tanto a nivel nacional como regional. Lo óptimo sería que estas políticas sean diseñadas por un parlamento del Mercosur.
Sabemos que es un largo camino, pero entendemos que la democratización del espacio regional, tanto como del internacional, son los filtros de los efectos nocivos de la globalización. Esto implica también una reformulación del sistema de las Naciones Unidas, fortaleciendo su rol pero perfeccionando sus mecanismos, entre ellos, la democratización del Consejo de Seguridad y la inclusión en el seno de un Consejo de Seguridad Económico y Social de los Organismos de Bretton Woods. Estos también deben ser democratizados en su composición y funcionamiento.
Paradójicamente, ante las crisis financieras, el G7 ayuda corporativamente a quienes las provocan -las concentraciones de capital especulativo- y castiga con planes de ajustes a sus víctimas a través del FMI. Lo propio ocurre con la crisis del endeudamiento externo. Ya a fines del 96 América Latina debía 607.230 U$A millones. Para la Argentina y Brasil la deuda representa cerca del 408% y del 360% de sus exportaciones respectivamente. No hay posibilidades significativas de adoptar políticas activas con estas obligaciones, las cuales fueron programadas y reprogramadas, irresponsablemente, por el fundamentalismo conservador. Se trata de una realidad matemática, no ideológica. U optamos por dejar que se transformen en desiertos nuestros países, y seguir pagando lo que ellos han acordado, u optamos por la reformulación de estos pagos para generar otras posibilidades. El tratamiento de este tema, como lo ha señalado el Vaticano, compete tanto a acreedores como deudores, es una temática mundial, tanto como la regulación multilateral de los flujos del capital especulativo.
Para todo esto es necesario el accionar concertado, la suma de poder regional que nos reinstale como región en el mundo con capacidad negociadora. Hay que desmitificar el viejo concepto de soberanía nacional, porque hoy es en el marco regional donde ella se potencia. El euro hace hoy mucho más soberanos a los europeos (que concertan e instalan en común su moneda en el mundo), que su anterior variable dada por el Banco Central Alemán.
El gobierno propone la dolarización de la moneda frente a las crisis financieras y la xenofobia frente a la inseguridad. ¿Acaso son nuestros hermanos latinoamericanos responsables también del contrabando de armas, o el caso IBM? Nosotros, en cambio, estamos por la concertación de las políticas macroeconómicas y monetarias, así como por una integración solidaria. No partimos de las patologías, sino de las soluciones que han sido exitosas en el mundo, y que este tiempo histórico nos llama a construir, de cara al siglo XXI y hacia el mundo multipolar que anhelamos.
DISCURSO DE GUILLERMO ESTÉVEZ BOERO EN EL ACTO DEL 25º ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DEL PARTIDO SOCIALISTA POPULAR
Compañeras y compañeros del PSP. Amigas y amigos del FREPASO que nos acompañan con tanto cariño y afecto en esta noche. Compañero Hernán del Canto del Partido Socialista de Chile.
Como hay muchos jóvenes que van a festejar también los próximos 25 años, en una maraña de recuerdos, de experiencias, de balances y de explicaciones, nos vamos a dedicar fundamentalmente a ellos, con nuestras desordenadas palabras de esta noche, agradeciendo desde ya saludos tan trascendentes como es de Francisco Pasini que es realmente el gran abanderado de la idea socialista en nuestra tierra, y que esta mañana estuvimos hablando con él y que lamentablemente una circunstancia familiar no le ha permitido acompañarnos esta noche, y presencias como del maestro, y antiguo Secretario de la Juventud Socialista de la República Argentina, Dardo Cúneo.
Nosotros tenemos aquí un pedazo importante de la historia, en estas paredes, de Unione e Benevolenza donde, entre otras cosas, en 1902 Juan B. Justo, a pedido del Partido Socialista, explicaba qué era el Socialismo en su conocido trabajo: “El socialismo”.
Justo definía al Socialismo, definía la función de los trabajadores, los objetivos del Partido, la situación de que se vivía en aquel entonces. Juan B. Justo constituyó no sólo, como dijo Korn el día que falleció, el aporte más fuerte y puro de ética a la práctica política de nuestro país, sino que fue el hombre que mas bregó por el perfeccionamiento y por la construcción de normas de vida democrática en nuestro país. Creyó y apostó a la legalidad de las organizaciones populares y a la estabilidad de las instituciones de la República. Fueron años de construcción que le dieron al país una gran comprensión de unidad de esa clase obrera cosmopolita para la conformación de un Partido Socialista único. No satisfecho con esto, avanzó con la publicación de un periódico: "La Vanguardia", que, como ustedes saben, pero conviene rescatarlo en estos días de farándula y de corrupción que sufrimos, vendió su auto, un Ford “T” que tenía como médico, para financiar la impresión del diario "La Vanguardia". Además constituyó la herramienta más poderosa del cooperativismo en nuestro país, que fue la Cooperativa El Hogar Obrero. Y, terminó dándoles a los trabajadores, además del instrumento político, además de la prensa para difundir sus ideas, además del instrumento para manejar su economía, la posibilidad de adentrarse y crecer en sus conocimientos a través de la Sociedad Luz.
Es para nosotros un recuerdo que nos pesa por su responsabilidad, el que, hace 95 años Juan B. Justo, en esta sala, daba al país en forma de síntesis los primeros conocimientos del socialismo, de un socialismo que quería la razón y quería a las masas -como él decía- pero a las masas razonando y a la razón no en las piezas sino en las masas. Y estos fueron los objetivos permanentes de su existencia.
También en este mismo salón, hace 25 años, constituimos el Partido Socialista Popular, con muchos compañeros que no están, y con muchos otros que por suerte, están. En aquella oportunidad compartimos la tribuna de la constitución con el compañero Carlos Constenla y con el compañero Andrés López Acoto, entre otros, de destacado trabajo de siempre y actualmente en la Fundación Palacios.
Fue un día de San Martín, un 17 de agosto, que dio su conferencia Justo en 1902, y después, en 1980, tuvimos otra vez la responsabilidad conjuntamente con el compañero Oriente Cavalieri, de plantear nuestra visión de “Argentina a través del tiempo”.
Hoy estamos, nuevamente aquí, después de 25 años. En aquella oportunidad comenzamos realizando un homenaje a otro gigante, Alfredo Palacios. Ese Alfredo Palacios que le dio al país un “nuevo derecho”, el derecho de los trabajadores, que hoy el régimen trata de suprimir. Ese Alfredo Palacios que vivió una fuertísima pasión nacional, como me lo decía otro gran profesor, José Luis Romero, era tan nacional Alfredo Palacios que no descansó hasta encontrar las raíces argentinas del socialismo, que él ubicó en la obra de Esteban Echeverría, y tan nacional que bregó fuertemente por la recuperación de nuestras Malvinas, entre otras tantísimas cosas.
Hoy queremos rendir un homenaje a todos los que estuvieron y no están, en los cuales siempre pienso, porque la grandeza de la humanidad la hacen los anónimos. Pasan a la historia algunos que sintetizan algún tiempo, o que han tenido mayor suerte, pero el avance de la humanidad está dado por los anónimos a los que quizás nunca conocimos, los que no tienen nombre y apellido.
Yo pienso en todos aquellos trabajadores que han participado en diversas etapas del Partido Socialista Popular, y que, por una situación difícil en su puesto de trabajo, por una situación difícil en su familia, por la persecución policial, por la persecución patronal, en algún momento debieron dejar de participar. Pero ¡cuánto aportaron los trabajadores!, por ejemplo, los del riel, los trabajadores de comercio, los bancarios, los trabajadores de la sanidad, los trabajadores rurales, entre tantos otros. Muchos de ellos ya no están, nosotros hoy los recordamos. Y también recordamos a muchos estudiantes, grandes militantes de tiempo completo, que también las condiciones de la vida, la enfermedad de una madre, la muerte de un padre, las circunstancias de represión que hemos atravesado en tantas oportunidades, determinaron que quedaran en el camino. Hoy están en su casa, en alguna parte, pero aportaron a la construcción de este Partido en una forma inolvidable, que es necesario reconocer. Y después están los que tienen nombre y apellido, que sintetizamos en ese gran ausente que integrara con Hermes, con Antonio, las filas del APRI en Medicina de Rosario, que fue el compañero Ernesto.
En aquella oportunidad, como lo mencionaba el Chacho recién, todavía estaba la dictadura de Lanusse, aunque ya llegaba a un final este nuevo proceso dictatorial que había sufrido el país. Y nosotros dijimos, hace 25 años, que el nacimiento del PSP era la respuesta madura, reflexiva, consciente y revolucionaria a la opresión y al vejamen que padecía el país en mano de la dictadura mercenaria, en manos del imperialismo y en manos de los privilegios nativos, que siempre están asociados a ellos.
Pero recordar una fundación -como me lo decía Cúneo esta mañana- tiene sentido si se lo hace para empujar otra fundación, si se lo hace para escribir una historia para adelante y no una historia simplemente del pasado. Nosotros todos los compañeros que construimos el PSP, no tuvimos por objeto crear un nuevo sello, un nuevo membrete, esta no fue nuestra motivación.
Nosotros y los compañeros que tienen algunos menos años que yo, vivimos en la vida la preocupación, muchas veces el dolor, de ver nuestras ideas socialistas por una vereda y por otra vereda diferente a los trabajadores y a las mayorías nacionales. ¡Siempre tuvimos la inquietud de llevar las ideas socialistas a la vereda de los trabajadores y de las mayorías nacionales!. Esto parecía un divorcio, lo que algunos han llamado “la Argentina profunda”, la Argentina que se desencuentra y encuentra a través de la historia. Y nosotros pensamos en la obra de Juan B.
Justo, pensamos que pocas veces hubo un accionar más coherente, responsable y nacionalista que el de Juan B. Justo, que convocó, una y cien veces, a aquella clase obrera cosmopolita a nacionalizarse, y a tomar la nacionalidad Argentina.
Creemos que en el pasado de este país solamente la escuela laica, la escuela pública, realizó un aporte mayor a la construcción de nuestra nacionalidad, que este aporte que realizara Justo con su prédica y sus compañeros en aquellos años, llamando a estos trabajadores que habían llegado de todo el mundo a nacionalizarse como argentinos, para tener todos los derechos y las posibilidades de luchar por otra sociedad en nuestra tierra.
Pero la legalidad que se había planteado en los organismos populares y que existió durante largo tiempo, la estabilidad de las instituciones, que de una u otra forma también existía, no eran permanentes, no eran estables en estos ecosistemas sociales y políticos sin raíces que existen en nuestro país. Y ante el proceso yrigoyenista y su dramático fin, se inicia una fisura entre nuestras ideas y la realidad dialéctica política de nuestro país. Y esta fisura, que allí comienza, se va extendiendo y se va ensanchando a través de los tiempos. Nosotros nacimos con el ambicioso objetivo de superar ese divorcio, por ello hubo esa búsqueda de las valoraciones que sobre la Nación ha hecho Mariátegui, como sinónimo de liberación en los países en vía de desarrollo de África, Asia y América Latina y que, entre nosotros, también profundizara José Aricó.
Crear un bloque nuevo de poder para la construcción de un país diferente, esta era la misión protagónica que queríamos y que querernos para los trabajadores. No una confrontación con el resto de los sectores de la sociedad, sino una suma concertada en un programa que permita el crecimiento en primer lugar, en la consolidación del sistema democrático en segundo lugar, y el avance, dentro de él, de las conquistas de sectores más postergados. Una estrategia no de confrontación con los demás integrantes de la comunidad, sino de suma, de síntesis con las grandes mayorías nacionales con las cuales hay innegables coincidencias para la construcción de un nuevo país. Este fue nuestro anhelo, este fue nuestro sueño. Hoy esta cuestión –como tambien lo decían antes aquí- tiene absoluta vigencia.
A veces escuchamos hablar de procesos de elecciones del ‘99. ¿Quién asegura en este país elecciones para el ‘99, con una inexistencia de la división de poderes, con un régimen que vive en la trasgresión permanente de las normas constitucionales, con un régimen que actúa en la forma totalitaria que actuó el otro día para descalificar la justa protesta social de los trabajadores de Cutralcó y Plaza Huincul, que habían sido dejados en la calle sin ninguna esperanza?. Frente a la vida de las familias argentinas, frente a la vida de nuestros niños que le molestan al Presidente que salgan por televisión, porque quiere salir él solamente mintiendo, frente a esa realidad, se puso la etiqueta de insurreccion, se creo lo sagrado de las rutas, ¿los chicos no son sagrados? ¿las familias no son sagradas? ¿los abuelos no son sagrados? . Y entonces para asegurar estas posibilidades de futuro hay que sumar, hay que tener la responsabilidad de construir la gran concertación de todos los que en Argentina estén contra el modelo, es una exigencia de una parte de la población, pero es una exigencia de nuestra responsabilidad frente al dolor, frente a la necesidad de nuestra gente, frente a la desarticulación de nuestro país, frente a las transgresiones institucionales que como es ahora la venta a 40 años la concesión de Aeropuertos, ¿quien sabe lo que va a ser un aeropuerto de acá a 40 años?. No hay cientifico que se anime a pronosticarlo, y nosotros entregamos nuestras vias de comunicación aereas por 40 años al mejor postor y en bloque, estamos abriendo las posibilidades de cualquier negocio y cualquier mafia, y de paso como propina planteamos el negocio de la aerolinea, entonces no hace falta ver la profundidad de la gravedad de las cosas, no volvamos a transitar aquellas fisuras que jerarquizo los defectos del regimen yrigoyenista por sobre el afianzamiento de las instituciones. También se pensaba en aquel entonces que era imposible la ruptura institucional, que esto no podría darse porque no se daba en verdad desde el lejano tiempo del siglo pasado, sin embargo se dio.
Y en el 30, comienza el gran desencuentro, en el 30 comienzan los males que tantas veces hemos hablado con los jóvenes de todas las series de golpes de estado, con la característica de ser cada uno peor que el otro, en materia económica, en materia social, en materia de desconocimiento de los derechos humanos hasta culminar en el último genocidio.
Entonces hay que poner por delante lo que emerge de nuestra historia, hay que poner por delante la construcción de un escenario diferente para avanzar resolviendo nuestros problemas, pero para eso necesitamos de las instituciones, para eso necesitamos de la existencia de una democracia, que no cura, que no educa, que no da de comer, pero permite luchar sin desaparecer ni ser asesinado para comer por la educación y por la salud. Y a pesar de todo si hoy cuesta tanto la defensa de esos elementales derechos que apenas existen, pensemos que seria si esto se apaga y no nos equivoquemos en los tiempos. Vivimos la etapa farandularia de la degradación del proceso, después viene la etapa sistemática. Nosotros, hace 25 años, en esta sala, muy cerca de este lugar, dijimos que, ante el futuro de corrupción, ante el futuro de drogas, de guerra y racismo que promete la sociedad consumista, nosotros planteamos un futuro donde la salud pública y la educación fueran los pilares del desarrollo, del bienestar de nuestro pueblo y del país.
Creo que no exagerarnos, que en estos 25 años se ha desarrollado la corrupción a niveles impensables. Y, si, por falta de una visión más profunda de lo que está pasando en nuestro país, nos equivocamos y posibilitamos nueve años más del régimen, nuestro destino, inexorablemente, es Colombia. Allí vamos a parar, donde la fuerza del narcotráfico y de la corrupción serán superiores a las fuerzas de las instituciones: impedir esto es nuestra responsabilidad. Si ustedes leyeran en los diarios de estos días, lo que opinaba Navarro, comandante del M-19 de Colombia, sobre lo que había pasado en Lima, pensarían varias veces antes de fijar una estrategia electoral, que no es electoral sino debe ser una estrategia de supervivencia para los argentinos, fundamentalmente para nuestra juventud.
Pero, ¿cómo partir para poder jugar un rol de acuerdo a nuestras ideas?, es necesario construir, fortalecer nuestra comunidad de valores entre nosotros. No vivimos en un sitio estanco.
Por debajo de las puertas de todas las casas argentinas penetra la corrupción, la degradación, la competencia, la farándula, por ello debemos cerrar esas rendijas en nuestra organización, debemos crear una comunidad de valores en el pluralismo de la disidencia democrática, pero una comunidad básica, de valores básicos. No hay otra forma de alcanzar ese objetivo en el mundo que no sea a través del estudio, del trabajo y de la elaboración conjunta.
Hace pocos días tuvimos la suerte de escuchar una vez más a uno de los grandes estadistas del mundo contemporáneo, Shimon Peres, que decía que el futuro de las naciones está determinado en base a dos grandes valores: la moral y el conocimiento. Si este es el camino del futuro de las naciones, pensemos que es imprescindible la moral y la capacitación, la moral y el conocimiento para un partido que trata de colaborar con las demás fuerzas democráticas, progresistas y populares de este país, para construir un país diferente, y qué importante es para la propia organización.
En 25 años también hemos aprendido que para echar las bases de una nación independiente y solidaria hace falta mejorar el estudio, hace falta mejorar la organización, hace falta mejorar la discusión, pero, además de reconocer nuestras limitaciones, hemos demostrado que esto no es una utopía -como lo decía el compañero Binner- que esta es una realidad posible, que cuando estudiamos, cuando nos organizamos, que cuando difundimos con responsabilidad, el pueblo nos acompaña en la construcción de realidades diferentes, como nos está acompañando en la ciudad de Rosario.
Entonces, ¡esto es lo importante como saldo de estos 25 años!, no sólo éramos buenos, bien pensados, soñadores, sino que pensábamos en cosas que eran anticipo del futuro, esa era nuestra utopía y se ha podido realizar como se organizó en algún momento en Las Parejas con Antonio, como se organizó con Tomat en Casilda. En fin, a veces la luz se ve un rato y vuelve a nublarse el cielo, otras veces el día dura mucho más, como está durando en Rosario, pero quiere decir que el sol de un nuevo amanecer existe y es posible en nuestro país.
Quiero terminar repitiendo lo que hablamos hace un tiempo con la juventud: el camino pasa por exigirnos más responsabilidad a cada uno de nosotros, por tener más tolerancia y comprensión con el otro -como nos enseñara Hannah Arendt-, y, termino con un pensamiento de un viejo celta que dijo que “cuando confías en tu propia fuerza, y cuando confías en la honestidad del vecino para encarar con él una tarea de mancomunión, el cambio comienza”…, y el cambio, con el PSP, ¡comenzó hace 25 años!.
Gracias.
PARTICIPACIÓN DEL DIPUTADO GUILLERMO ESTÉVEZ BOERO EN EL HOMENAJE RENDIDO POR LA HONORABLE CÁMARA DE DIPUTADOS A WILLY BRANDT EN SU SESIÓN DEL 11 DE NOVIEMBRE DE 1992
Sr. Presidente:
El día 8 de octubre de 1992 fallece en Unkel el legendario Willy Brandt. Su vida transcurrió por momentos terribles, en algunos casos, y de buenos augurios para la humanidad, en otros, y desde los 13 ó 14 años nunca vaciló en tener un rol protagónico en la lucha de las ideas por la reforma social.
Cuando en su Lubeck natal comienza la razzia del nazismo, que arrasa y confina a sus profesores y compañeros, Willy Brandt se exilia en Noruega desde donde continúa colaborando en la lucha contra la dictadura de su país. Con posterioridad participa como periodista en otro drama de Europa: la Guerra Civil de España. El nazismo lo privó de su nacionalidad en una actitud típicamente condenada por el derecho internacional público, y Noruega se la brindó generosamente.
Willy Brandt sirvió toda su vida a los ideales de libertad política y libertad social, y tras esas banderas alcanzó las más altas responsabilidades en su Nación. En 1949 fue electo diputado, siendo reelegido en 1954 y 1958. En 1989 tuvo la extraordinaria satisfacción moral, como diputado decano del Bundestag, de pronunciar el primer discurso en la reinstalación del parlamento alemán en Berlín unificado, en donde hoy descansa de acuerdo con su propia voluntad y de la que fue imbatible defensor cuando se lo dividió y sitió, ya que fue su alcalde desde 1957 a 1966.
Presidente del Partido Social Demócrata de Alemania desde 1964 hasta 1987 Y titular de la Internacional Socialista desde 1976 hasta setiembre de 1992. En su último congreso no pudo hacerse presente por hallarse postrado por la enfermedad, pero envió un último mensaje anticipando un futuro arduo y difícil pero posible en la construcción de un mundo mejor.
En él expresó: "Donde sea que a las personas se les haga sufrir penas, nos tenemos que dar siempre por aludidos: quien admita que se perpetúe la injusticia, no hace sino allanarle el camino a la siguiente. Tampoco después de los acontecimientos epocales del 89 y del 90 es que el mundo se ha podido volver sólo "bueno". Nuestros tiempos contemporáneos - como ninguna otra época anterior - entrañan muchas posibilidades, tanto para bien como para mal. Y hay muy pocas cosas que sean duraderas. Por eso, no os olvidéis nunca de vuestras fuerzas y de que los tiempos individuales exigen respuestas propias, y de que siempre hay que estar a su altura, si es que se quiere hacer bien."
En 1966 fue Ministro Federal de Asuntos Exteriores de su país y Vicecanciller en el gobierno de la gran coalición. En 1969 asumió como Canciller Federal y en 1973 fue el primer Canciller Federal en hablar ante la Asamblea General de las Naciones Unidas después de la Segunda Guerra Mundial.
A medida que transcurría el tiempo se incrementó la proyección de Willy Brandt en su país, más allá de los ámbitos partidarios y en Europa más allá de los límites de su nación. Fue un hombre excepcional porque sin arriar sus ideales pensó y estructuró estrategias de no-confrontación, de diálogo y de concertación. Siendo un defensor irreductible de la pertenencia de Berlín a Alemania Federal, rechazando frontalmente la tesis de la ciudad Estado, fue al mismo tiempo artífice de la unidad de la nación alemana.
Autor y valiente protagonista de la apertura hacia el Este, sufrió la incomprensión por construir puentes entre el Este y el Oeste, y entre el Norte y el Sur. Él siempre nos enseñó que: "Se ha pensado que el crecimiento económico espontáneo producía en forma automática más libertad y más justicia e incluso felicidad personal; actualmente esta convicción ha sido abandonada. Hoy debemos ser más sensibles, más críticos y estar más atentos a la hora de averiguar durante cuánto tiempo más nos seguirán acercando recetas, consideradas válidas en su época, para el logro de los objetivos de una vida libre, solidaria y segura. El socialismo seguirá siendo el movimiento histórico del progreso, aunque por nuevas vías, ya que las anteriores no resultan ahora válidas o llevan una dirección equivocada. Los intereses de la humanidad deben tener preeminencia sobre los factores de grupo o regionales. Las actitudes de entendimiento y cooperación han ocupado en algunos lugares el puesto del dogmatismo ideológico. Un tipo de proyecto de acuerdo y de simultánea cooperación, no equivale en absoluto a una precipitada retirada de los grandes objetos de la controversia.
Somos conscientes de lo difícil que resulta garantizar la justicia social en una economía de mercado y cuánta energía es necesaria para asegurar y desarrollar la democracia y la constitucionalidad".
WilIy Brandt fue un apasionado defensor de los derechos humanos como base inexcusable del progreso. Expresó que los derechos liberales de libertad, los derechos democráticos de participación y los derechos sociales de protección se condicionan entre sí, y únicamente su conjunto es capaz de garantizar la libertad humana. Hace pocos años manifestó que quien se toma en serio los derechos humanos debe luchar por la total equiparación de hombres y mujeres.
La obra incansable y trascendente de Brandt fue reconocida por las tendencias democráticas de todos los continentes, como se exteriorizó en sus exequias con la presencia de gobernantes del mundo entero, encabezados por el Secretario General de las Naciones Unidas, Boutros Boutros Ghali. Allí las más altas expresiones del gobierno alemán manifestaron que Willy Brandt fue el artífice de la reconciliación de los alemanes entre sí y con los demás pueblos del mundo a través de actitudes y gestos no planeados ni esperados como la espontánea puesta de rodillas ante el ghetto de Varsovia.
Hace tiempo el presidente de Alemania Richard van Weizsacker expresó que la vida de Willy Brandt es el "destino alemán de este siglo, en sus guerras y en la paz, en casa y en el extranjero, bajo la tiranía y en la libertad... Una vida llena de riesgos, marcada por avances positivos, duros retrocesos y nuevas orillas."
La lucha de Brandt no es extraña a los pueblos del sur. Él denunció "las exorbitantes obligaciones de la amortización de la deuda y la fuga de capitales como causa del bloqueo del desarrollo, con graves consecuencias sociales, ecológicas y políticas: cada vez son más las personas que se ven oprimidas en la economía de la pobreza del sector informal. Y las crecientes tensiones sociales ponen en peligro una democracia cuya conquista por regla general es muy reciente."
También denunció que "el injusto régimen de la economía mundial, de las relaciones financieras internacionales y de los gastos para fines militares, en muchas partes del mundo obstaculizan un avance del progreso que pudiera asegurar el sustento básico a todos. Esta realidad atenta contra la dignidad humana y su superación interesa tanto al Norte como al Sur. Sólo el equilibrio nos permitirá lograr un mundo de paz y bienestar en todas las partes de la Tierra. Crear un mundo civilizado exige un compromiso moral y esfuerzos materiales, y a esto convocamos en la última década del siglo XX."
En síntesis, hoy rendimos homenaje a Willy Brandt, gigante de la paz, arquitecto del socialismo contemporáneo. Su fuerza imbatible radica en la concertación y el diálogo. En la segunda mitad del siglo fue el puente de plata entre el Este y el Oeste, y entre el Norte y el Sur.
Fue el abanderado de la confraternidad entre los hombres y los pueblos.
Por ello, los hombres y mujeres de todas las razas, de todos los credos y de todos los continentes que creen en la posibilidad de un mundo en paz, con una mejor justicia social a través del diálogo y de la concertación, le rinden un sentido y respetuoso recuerdo.
Por su valentía y protagonismo recibió el premio Nóbel de la Paz en 1971, y el día siguiente de su sepultura, el saludo espontáneo de miles de hombres y mujeres, fundamentalmente jóvenes, en el natural cementerio de Zehlendorf, donde descansa.
Seguramente lo imperecedero de Brandt fue su condición humana que le hará estar siempre presente allí donde un hombre honesto luche por la paz, la democracia y la justicia social. Fue por sobre todas las cosas, al decir de Felipe González, un hombre bueno, profundamente comprometido con la realidad de cada uno de los tiempos que le tocó vivir. Esta no es una frase, pues hay hombres de gran proyección en el mundo que intrínsecamente son malos, así como hay otros también de gran proyección, como Brandt, que intrínsecamente son buenos: para quienes respetamos los valores humanos, esta consideración tiene extraordinaria trascendencia.
De la misma forma que lo señaláramos en oportunidad de rendir homenaje a nuestra Alicia Moreau de Justo, en cada momento Willy Brandt adquirió el compromiso más difícil pero vigente al fin.
Por su condición humana creemos que corresponde vincularlo al poeta que simboliza la articulación del idealismo ético irrenunciable y la necesaria expresión realista, cuyos versos dicen:
"Alegraos viendo volar su sol.
Por la superficie de los cielos,
seguid, hermanos, vuestro camino,
alegres como los héroes van al triunfo."
Ref: 1 Diputado Nacional por la Unidad Socialista - Honestidad, Trabajo y Eficiencia
por Guillermo Estévez Boero
Llamamos patrimonio cultural al conjunto de bienes materiales y espirituales creados por una comunidad a lo largo de su historia. Esos bienes y el proceso mismo de su creación constituyen la cultura.
Lo cultural es todo lo que concierne al ser humano. Por ello la cultura es global, no puede limitarse a las producciones literarias y artísticas, sino que concierne a todos los aspectos de la actividad humana. Es el conjunto de todo lo que hacemos y somos.
Los trabajos de producción simples o sofisticados, de investigación, científicos o técnicos, las distracciones, los deportes y por cierto, todo aquello que permita la comunicación y fundamentalmente el sistema de información, concurren a la conformación del hombre cultural que es todo hombre.
No hay verdades eternas en la valoración de los bienes culturales. La valoración del hombre sobre sus creaciones cambia a través del tiempo. Debemos preservar lo que valoramos para legarlo a las generaciones por venir. Ellas actuarán de acuerdo a sus propios criterios. En ese proceso de memorias y olvidos se construye nuestra identidad.
Ello es así, porque nuestro patrimonio cultural refleja los comportamientos acaecidos que han configurado nuestra entidad nacional. Esos comportamientos se han plasmado en producciones materiales e inmateriales que constituyen, de una u otra manera, la historia cultural argentina. Su conocimiento y difusión posibilitara que la comunidad actual pueda comprender el pasado, reflexionar sobre sí misma y afirmar su propia identidad.
En un estudio realizado por la UNESCO, sobre la estructuración filosófica del tiempo en las distintas culturas, se sostiene que nuestro presente no alcanza todo su sentido sino cuando engloba tanto el pasado como el futuro.
Un rasgo característico del hombre, desarrollado en el curso de la civilización, es el intento de ampliar la conciencia perceptiva del tiempo, de ir más allá de los estrechos límites del presente, de la experiencia inmediata.
Y he aquí la función trascendente de la cultura. Como lo expresara Ortega y Gasset "para andar con acierto en la selva de la vida hay que ser culto, hay que conocer su topografía, su ruta o método, es decir, hay que tener una idea del espacio y del tiempo en que se vive, una cultura actual”.
Como lo dijo André Malraux “la herencia cultural no es el conjunto de obras que los hombres deben respetar, sino de aquellas que pueden ayudarle a vivir”
La incultura ocasiona la incomprensión de la realidad que nos rodea, provoca la desadaptación social y descompensa la personalidad. De hecho, las conductas violentas de un cierto número de jóvenes son la protesta inconsciente contra la ausencia de un tiempo integrado. Otra desadaptación consiste en evadirse del presente, ya sea a través de la droga o la exaltación patológica de lo erótico. La ausencia de los valores trascendentes de la cultura para la comprensión del espacio y tiempo, deviene en el culto de las sensaciones primitivas.
El modelo de la sociedad consumista que vivimos ha operado un fenómeno de globalización creciente del espacio económico, social y cultural. De la alimentación al vestido y del transporte a la recreación, en todos los ámbitos tienden a difundirse modos de consumos idénticos. Este movimiento es producido e incrementado por los medios de comunicación de masas y las industrias culturales que prologan su accionar a la cultura, las ideas y a los modos de percepción y de representación del mundo. Esta lógica de la uniformización provoca un desequilibrio determinado por la uniformidad del mensaje y las desigualdades abismales existentes entre las diferentes clases sociales, entre los diferentes continentes, regiones y países. Además la globalización tiende a promover todo aquello que se ajusta a ella y a destruir lo que se le opone. Así se omiten facetas enteras de las facultades creadoras y se mutilan las sociedades en sus personalidades específicas y en su configuración particular.
Sin embargo, las culturas nacionales están resurgiendo, en estos momentos, cada vez con más fuerza porque los pueblos buscan en el reconocimiento de su singularidad e identidad la tabla de salvación para su crecimiento sostenido y autónomo. Esto sucede no sólo en los países del Tercer Mundo, sino en los propios países centrales de Europa.
Muchas veces dijimos que los argentinos vivimos una crisis de identidad nacional como consecuencia de la dependencia cultural que, desde hace décadas, nos está imponiendo una imagen de nosotros mismos, que no coincide con nuestra realidad. El mensaje que irradian las multinacionales es que los argentinos no tenemos nada que ver con América Latina, que somos absolutamente diferentes, que estamos más cerca de un europeo que de un chileno o de un paraguayo.
Los argentinos hemos vivido siempre como un problema nuestra identidad nacional, salvo determinados momentos de plenitud económica y estabilidad política.
Ya Sarmiento, en 1858, y hablando ante jóvenes interesados en comprender el proceso y sentido de la historia de América, se formulaba aquellas preguntas, que después se han repetido, acerca de nuestra genuina identidad, “¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos? interrogantes que reiteró y amplió en 1883 en “Conflictos y Armonías de las razas de América” ¿Somos europeos? ¿Somos indígenas?, ¿Somos Nación? ¿Argentinos?.
Hasta que vino la guerra de Malvinas a demostrarnos a qué parte del mundo pertenecemos los argentinos.
Quienes recorremos a diario el país, vemos que cada vez nos estamos asimilando más a este gran subcontinente de la pobreza creciente que es América Latina.
Los argentinos tenemos que alimentar nuestro desarrollo cultural a partir del conocimiento y de la comprensión de nuestra tradición nacional. Tenemos una nacionalidad rica, en ella debemos sumar la cultura de las grandes civilizaciones precolombinas existentes en nuestro continente antes de la llegada de los conquistadores. Debemos también asumir el sacrificio y la cultura de todas las corrientes de inmigrantes que llegaron a nuestro país desde todas las latitudes, a todos ellos debemos comprenderlos y amarlos, porque integran la nacionalidad rica y maravillosa de nuestro pueblo.
Sucede que en América Latina el problema de la nacionalidad o más exactamente de la Nación –como bien lo advertía Mariátegui- es un proceso aún no resuelto. El problema de la Nación aquí siempre ha sido el de la incorporación democrática de las masas populares marginadas a un proceso integrativo de la nacionalidad.
En América Latina la superioridad relativa de las fuerzas de la conquista y de la colonización con relación a las civilizaciones precolombinas, quiebran la evolución histórica natural. Posteriormente con el movimiento independentista se comienzan a configurar los Estados sobre la base de una nacionalidad débil, en formación.
La estructuración de Estados no participativos determina débiles y lentos procesos en la conformación de la nacionalidad.
En las etapas de gran coincidencia entre los valores que sustentan el Estado y los valores subyacentes en la sociedad, la articulación entre ambos se concreta, avanzando en idéntica medida la conformación e integración de la Nación.
En consecuencia el fortalecimiento efectivo de la Nación – que no emerge de las bocas del fusil ni de los guarismos de un presupuesto- se produce en relación directa a la comunión de valores en el seno de la sociedad. Esta comunión a la altura de nuestro siglo sólo se incrementa a través de la práctica y de la profundización de la democracia.
Un Estado vacío de participación y de coincidencias jamás puede ser representativo del interés nacional ni de los valores de la nacionalidad.
En Argentina fue la generación de 1880 - imbuida de ideas positivistas - la que echó las raíces del proceso formativo de la nacionalidad.
El lema de poblar el desierto que con marcado optimismo levantó esta generación suponía alterar la estructura demográfica, social y cultural, significaba abrir un interrogante sobre el futuro, puesto que se alteraban las formas de la acción social al tiempo que se alteraba el sujeto de esa acción.
De hecho, tanto la mayor incorporación al mercado mundial como las tareas de homogeneizar las estructuras sociales provenientes del período de enfrentamientos civiles postindependentistas y/o de los aportes inmigratorios fueron resueltas en general mediante una fuerte centralización del Estado.
La misma oligarquía que abrió las puertas a los inmigrantes, no estaba dispuesta a compartir con ellos el poder ni la riqueza y no se dio política alguna destinada a lograr su asimilación e integración para hacerlos solidarios con el destino nacional.
Lo que caracteriza a esta etapa es la creciente demanda de acceso a la vida política por parte de las nuevas fuerzas sociales y la actitud resueltamente antipopular de los grupos gobernantes, cuyo liberalismo político se fue despojando del contenido democrático que lo animaba al comienzo del ideal, en otras tierras y en otros tiempos.
La generación de 1880 nos dejó una magnífica legislación liberal, pero, frente al grave problema que germinaba ante sus ojos, se constituyeron como oligarquía hermética y se negaron a replantear el problema político-social de la Nación.
Desde entonces se suceden las interpretaciones de esta singular condición histórica, que alcanza a toda la América de habla hispana, pero que se radicaliza entre nosotros llegando a concluir que “la Argentina es Europa” o a escindirla en dos, a medio camino entre Europa y la condición americana.
Un representante de aquella generación, José Ingenieros, plantea el problema de la nacionalidad jerarquizando la cultura y la moral como ejes de un proyecto de recomposición de lo nacional, de ahí su adhesión al movimiento de la Reforma Universitaria de 1918 y su militancia político cultural mediante la edición de libros básicos accesibles a través de la Editorial “La Cultura Argentina”.
El movimiento de la Reforma Universitaria de 1918 significó la primera proposición colectiva - en el campo intelectual - en nuestra historia, de profesar con lealtad lo argentino, lo americano. Según sus propios protagonistas la Reforma plantea nada menos, que el problema de ser independientes para estar en condiciones de tener una cultura propia, una cultura no dependiente, una cultura nacional.
Pero pronto llegamos a 1930, fecha que hoy tendemos a ver como una frontera histórica mayor, crisis de la Argentina exportadora, crisis también de lo que había alcanzado por aproximaciones sucesivas la democracia política.
Las periódicas quiebras del orden institucional aceleran el retroceso de la vida de los argentinos desintegrando nuestro proceso cultural.
Desde 1930 en adelante, nuestros breves ensayos constitucionales al ser interrumpidos por regímenes dictatoriales van produciendo disloques en la experiencia de los argentinos, lo que determina un desarrollo cultural discontinuo, que se expresa en la conformación de estratos culturales incomunicados en el tiempo.
Como lo afirma José Luis Romero "nada más opuesto que este proceso a aquella condición que parecería indispensable para la constitución de las grandes culturas: una sostenida continuidad en el tiempo de una sociedad homogénea”:
Desde 1930 son coincidentes las expresiones de destacadas personalidades que señalan que los argentinos estamos atravesando una crisis cultural. Así lo expresan, entre otros, Ezequiel Martínez Estrada en “Radiografía de la Pampa”, Saúl Taborda en “La crisis espiritual y el Ideario Argentino”, Eduardo Mallea en “Historia de una Pasión Argentina”.
Esta fue también la preocupación de ese gran pensador de lo nacional, Ricardo Rojas, quien en 1935 decía “si no hay autonomía espiritual, no puede haber autonomía material”.
Debemos asumir nuestra historia para poder recobrar nuestra identidad nacional porque solamente el hombre que se autoidentifica en su espacio y en su tiempo es capaz de asumir el proceso cultural. Saber dónde estamos y hacia dónde vamos; los pueblos que no tienen dimensión de su pasado, no pueden proyectarse hacia el futuro.
Esto es especialmente válido en el mundo actual, con el debilitamiento de las grandes ideologías, la comunicación de masas y la crisis de la política. Esta última puede entenderse como reacción de la sociedad frente a lo que percibe como una desconexión entre los valores y la acción política real de sus representantes.
Hoy vivimos en nuestro país y en el Tercer Mundo en general momentos difíciles y complejos que nos llenan de incertidumbre y de frustración. No tenemos que dejarnos ahogar por la catarata de hechos negativos que se precipitan sobre nuestros sentidos todos los días y que nos dejan sin poder pensar con profundidad acerca de la naturaleza de los grandes problemas que afectan a nuestra Nación.
Un “nuevo inicio” es posible si sabemos rescatar el hilo conductor que ligue la fuerza que viene del pasado con una renovada interpretación del presente y con la elaboración y puesta en marcha de un proyecto de país independiente pluralista y solidario.
Los socialistas creemos profundamente en la existencia de la Nación, porque vemos en cada argentino y en cada argentina la posibilidad honesta, real de salir adelante. A pesar de todo lo que vivimos, hay grandes fuerzas acumuladas que es necesario liberar y esa fuerza está en el corazón y en la mente de los argentinos, esas fuerzas son las que dieron a nuestros soldados el coraje de cruzar los Andes y de liberar medio continente, sin tecnología, sin ayuda extranjera, con fe en el destino independiente de la Nación.
Hemos aprendido a comprender el sentido de nuestra Nación y el sentido de la Unidad Nacional que se logra con la participación protagónica de todos los argentinos. Por eso creemos que no se puede recrear la Nación sin crear nuevas instituciones políticas que canalicen la participación popular.
Además de cambios institucionales debemos impulsar un cambio cultural que reivindique nuestros valores. Por ello queremos conmemorar las fechas patrias en sus días, queremos que nuestros niños bailen nuestra música nacional, que aprendan no solamente la vida de los grandes constructores de nuestra Nación, sino que además aprendan – para que emulen – la existencia de otros héroes, como fue el Tamborcito de Tacuarí quien naciera en nuestra provincia de Santa Fe, el Sargento Cabral, el Negro Falucho, las Niñas de Ayohuma. Conocer la existencia de estos hombres y mujeres de nuestro pueblo que hicieron la Nación, para que todos sepamos cómo podemos definir nuestro destino, actuando como lo hicieron ellos.
Este es el sentido profundo de la interpretación de nuestra historia donde el pueblo juega su rol protagónico. Hoy el país se ha quedado sin historia porque nadie cree en el pueblo para construir la Nación, tenemos más interés en quedar bien con el Fondo Monetario que con nuestros trabajadores y productores, y así no se puede construir la Nación porque no se sabe adónde está su fuerza. La fuerza de nuestra Nación está adentro y abajo, y nunca estará arriba y menos estará afuera.
Observación presentada por el Diputado Guillermo Estévez Boero, al dictamen de aprobación del despacho del H. Senado de la Nación acerca de la Reforma Parcial de la Constitución Nacional, por parte de la Comisión de Asuntos Constitucionales.
Buenos Aires, 9 de noviembre de 1993.
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El debate en torno de la reforma de la Constitución Nacional debe inscribirse en la necesidad de arribar a un acuerdo nacional acerca de qué país queremos construir.
La Constitución de 1853 exteriorizó la inserción de los argentinos en el tiempo y en el espacio que les tocó vivir. Sirvió a un modelo de país y a un mundo que hoy, en 1993, ya no existen.
Nuestra Constitución nació como un compromiso necesario entre fuerzas movidas por ideales morales y sociales diferentes, cuando no opuesto.
Como bien nos dice Juan Álvarez: «Conviene pues ver en ella un medio práctico de transar viejos pleitos, y no al resultado de simples especulaciones jurídicas.» (Álvarez, Juan; «Las guerras civiles argentinas», Editorial La Facultad, Buenos Aires, 1936, p. 47).
Es que los temas constitucionales no son problemas de derecho sino de poder, como lo expresara a Fernando Lassalle. La verdadera constitución de un país sólo reside en los factores reales y objetivos de poder que en ese país rigen. Y las constituciones escritas no tienen valor ni son duraderas más que cuando dan expresión fiel a esas fuerzas imperantes en la realidad social.
A 140 años de la sanción de la Constitución de 1853 debemos admitir que ella es formalmente venerada y crónicamente violada y transgredida en la realidad de los hechos desde que Roque Sáenz Peña otorgara el voto universal, secreto y obligatorio.
Nuestra Constitución está basada en un diseño institucional fundado en una democracia político liberal, censitaria, restringida, que posibilitaba la exclusión y discriminación de las masas populares en cuanto al pleno ejercicio de su ciudadanía política y social. La ausencia en nuestra Constitución del sufragio universal, secreto y obligatorio -consagrado en 1912 sólo para los hombres y recién en 1951 para las mujeres- que resulta hoy anacrónica, fue entonces compatible con un texto que no emplea nunca la palabra «democracia» y sólo una vez -al referirse a los derechos y garantías no enumerados- consigna la expresión «soberanía del pueblo».
Nuestro orden institucional había sido pensado y concebido más como régimen liberal que como régimen democrático, destinado a regir en una realidad social sin participación.
La historia de nuestra vida institucional confirma este aserto. La Constitución de 1853 rigió sin interferencias, fue respetada durante su primer medio siglo, mientras la participación del pueblo fue escasa o casi nula. Cuando la Ley Sáenz Peña abre cauces institucionales a la participación, el consiguiente ascenso de Yrigoyen al gobierno, quiebra la espina dorsal del modelo originario en materia de participación.
El avance de la participación popular en el reclamo de medidas sociales más profundas lleva a los intereses ligados a las grandes concentraciones de poder económico a quebrar el orden institucional, negando los hechos los principios de la democracia y la vigencia de todo derecho. En este sentido, ha dicho Raúl Prebisch, al explicar la naturaleza de los golpes de Estado: «El empleo de la fuerza permite frenar o suprimir el poder sindical y político de las masas y restablecer el excedente y su potencial de acumulación haciendo retroceder lo que se había ganado más allá de ciertos límites en la presión redistributiva.» (Prebisch, Raúl; «El nuevo orden económico internacional», Instituto de Cooperación Intercontinental, Imprenta Pablo López, Madrid, 1970, p. 17). 1930, 1955, 1966 y 1976 son las dramáticas y dolorosas evidencias de lo que venimos diciendo.
Para dimensionar con exactitud la gravedad de la situación, es necesario recordar el incremento de la negatividad de cada uno de estos golpes en materia de derechos humanos, económica y social. Cada uno fue peor que el anterior, porque cada día la contradicción es mayor entre los justos reclamos del pueblo y la supervivencia de los privilegios de las grandes concentraciones de capital nacional y multinacional operante en el país.
En segundo lugar, es necesario asumir la no existencia objetiva de ninguna evidencia que depare la certeza de la finalización de la secuencia golpista; al respecto, sólo existen expresiones de deseo. La experiencia peruana nos demuestra hoy, como lo demostró ayer la uruguaya, que pueden existir otras vías más allá de las tradicionales para quebrar la institucionalidad republicana.
También existe un componente de nuestra realidad que no debemos dejar de considerar; la azarosa vida de nuestras instituciones en las últimas seis décadas ha producido un progresivo proceso de deslegitimación de las instituciones y de la constitucionalidad en la conciencia pública de la Nación.
Ante esta realidad ¿Cuál es el camino superador que hemos planteado reiteradas veces los socialistas?.
En cada oportunidad, recuperada la vigencia del orden institucional, lo que procedía era la convocatoria a una constituyente para una reforma total de nuestra Constitución, con el objetivo central de reforzar las instituciones de nuestra democracia representativa, a fin de dar cabida en ellas al rico contenido de nuestra realidad social, a través de la incorporación de instituciones y mecanismos de democracia participativa, de democracia directa y de democracia social, cuya vigencia exige ser alcanzada por consensos altamente mayoritarios.
«Este esfuerzo por llegar a una acumulación de las instituciones preestablecidas con respecto a las nuevas formas que adopta la realidad social, constituye, a mi juicio -nos dice José Luis Romero- uno de los caracteres más importantes del drama de la democracia argentina.» (Romero, José Luis; «Argentina - Imágenes y perspectivas», Editorial Raigal, Buenos Aires, 1956, p. 42).
Este drama signado por la incompatibilidad referida, no fue nunca asumido. Cada nuevo equipo gubernamental electo constitucionalmente creyó idealmente que el problema se reducía a ser más hábil que el anterior para sortear éstas incompatibilidades en el marco de las mismas instituciones políticas que en la etapa precedente.
En 1983 nuevamente el país vivió el espejismo de pensar que a través de un comicio se aseguraba el pleno y efectivo funcionamiento de las instituciones.
¿Dónde estamos hoy, tras diez años de restauración democrática? Seguimos viviendo tiempos difíciles de transición entre la terrible dictadura sufrida del estado de derecho que todos anhelamos. Después del espejismo del 83 hoy todos sabemos que ello no es tan sencillo.
Es que, cada ruptura institucional producida desde 1930 hasta la fecha, ha significado un retroceso cada vez más profundo para el país y para la vida de los argentinos. Ello se evidencia crudamente en el paulatino incremento de la represión y la creciente violación de los derechos humanos en cada golpe, pero ha significado también una profunda involución de la práctica y la cultura democrática de los argentinos. Prueba de ello es el reconocimiento de la legitimidad de la normativa emanada de los gobiernos de facto, al consentirse su vigencia ulterior y la consiguiente necesidad de que la misma sea expresamente derogada por ley del Congreso; así como el reconocimiento de la Corte Suprema a todos los gobiernos usurpadores, creando a tal fin la denominada «doctrina de los gobiernos de facto», violatoria de los más elementales principios del Derecho Constitucional, como lo ha afirmado Carlos Sánchez Viamonte.
Junto a la subversión apuntadas, se han subvertido en nuestro país los conceptos de «normalidad» y «anormalidad» institucional, dramática constatación histórica, dada la escasa vigencia de las formas institucionales consideradas normales y las posibilidades de éxito de las anormales.
La liquidación de las empresas nacionales en favor de los acreedores externos bajo el manto de la desestatización, el asedio a la legislación social, bajo el manto de la modernidad, los indultos bajo el manto de la pacificación nacional, la endeblez de la división de poderes y de la vigencia de los preceptos constitucionales, nos deben convencer de que estamos viviendo el difícil tiempo de la transición de un estado de fuerza a un estado de derecho.
Esta realidad no ha sido comprendida ni asumida por las agrupaciones políticas que han detentado la mayoría o la primera minoría desde 1983 hasta la fecha que, en consecuencia, han desechado los caminos apropiados para superarla: la concertación nacional, o un gobierno de coalición nacional. Lejos de ello, han procedido a generar estrategias meramente electorales.
No hemos sabido seguir el ejemplo de España en 1978, que inició la transición de la dictadura a la democracia con un consenso entre todas las fuerzas políticas, en torno al cual se elaboró el actual texto constitucional; o el más cercano de los hermanos de Chile, que nos están dando una hermosa lección donde todos los colores políticos democráticos, de izquierda a derecha, han sabido coincidir y formar una coalición que tuvo y tiene la responsabilidad de conducir la transición democrática.
Nosotros no lo hemos aprendido. Nos podría consolar el juicio de Mitre: «Estamos en la república posible.»
(Carta a Juan Álvarez, a propósito de la tesis presentada en 1898 a la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, Julio 4 de 1898, en Juan Álvarez, «Ensayos sobre la historia de Santa Fe», Est. Tipográfico, E. Malena, Buenos Aires, 1910, p. 413).
Dura verdad que emerge de una dura realidad. No debemos negar -como lo afirmamos hace casi veinte años- el difícil tiempo que nos toca vivir, pero debemos hacerlo posible, el cambio posible para ir mejorando y no empeorando.
Es necesario el convencimiento de la necesidad real de la construcción de una democracia de nuevas bases, participativa, que acorte el distanciamiento creciente entre lo político y lo social, abriendo la posibilidad de una efectiva consolidación de la vida democrática en nuestro país. Mientras esta necesidad no se asuma y no se concrete a través de un consenso sincero, el debate constitucional será una pieza más del ajedrez político, para ver qué ventaja o desventaja puede arrojar a un partido o a otro la reforma de tal o cual aspecto de la Constitución.
Desde sus orígenes, el Socialismo cree en la necesidad de la reforma constitucional porque quiere el afianzamiento y el perfeccionamiento de las instituciones de la democracia; por ello rechaza la iniciativa de llevar el problema constitucional argentino al terreno de la reelección presidencial si, o reelección presidencial no.
El Socialismo le dice no a esta reforma parcial ya que la misma no es la reforma necesaria y posible obtenida a través del consenso.
Estamos convencidos de que no existe otro camino, como nos enseña la experiencia histórica, de pasar de la turbulencia de la transición a la normalidad fecunda, creadora de la democracia consolidada y deseada, como valor cultural por la inmensa mayoría de nuestro pueblo. Estamos debiéndole a esta realidad una gran propuesta de reforma constitucional, una propuesta que no se concrete en aspectos coyunturales sino en crear mecanismos de participación y descentralización, para posibilitar la recreación de la Nación Argentina, esta vez de abajo hacia arriba, porque un Estado vacío de participación de coincidencias jamás puede ser representativo del interés nacional ni de los valores de la nacionalidad.
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El despacho de la Comisión de Asuntos Constitucionales, que hace suyo el proyecto aprobado por el H. Senado, circunscribe la parcialísima reforma propuesta al tema central de la reelección del presidente de la República. Tan es así que hasta la elección directa del Presidente de la Nación que contemplaba el proyecto original se ha sustituido al sólo efecto de conseguir los dos tercios necesarios para su aprobación.
Doctrinaria e históricamente inscripta en el contexto de la Constitución de 1853, la propuesta es contraria conceptualmente al sentido y a los objetivos a que apunta el contenido de la reforma constitucional amplia que propugnamos.
La forma presidencialista de gobierno adoptada por la Constitución de 1853 lleva la huella de los temores expresados por Juan Bautista Alberdi y por los hombres de su generación ante el peligro de las guerras y la anarquía, es decir de la ingobernabilidad vivida en estas tierras y la experiencia de inestabilidad recogida en Europa durante las revoluciones de 1848.
El mismo Alberdi nos define la naturaleza del poder Ejecutivo establecido en la Constitución de 1853: «Fuerte, como el de Chile, republicano en la forma y casi monárquico en el fondo, central como en dos siglos, hasta donde lo permitía el individualismo provincial creado de hecho por la revolución, el ejecutivo es la parte prominente y principal del nuevo gobierno argentino, según su Constitución». (Alberdi, Juan Bautista; «Estudios sobre la Constitución Argentina de 1853», Ed. El Ateneo, Buenos Aires, 1929, p. 34).
Esta preeminencia del Poder Ejecutivo sobre los otros órganos y los peligros que ella conlleva merecieron la atención de numerosos tratadistas.
Adolfo Posada, en la visita que realizara a nuestro país en 1921, nos dice: «En España, como en Argentina, se revela arraigadísima la tendencia hacia el poder personal del gobernante, obra de la fuerte tradición monárquica, tendencia que ha dificultado, y a menudo frustrado, la práctica eficaz del régimen representativo.» (Posada,Adolfo; «Pueblos y campos argentinos», Ed. Caro Raggio, Madrid, 1926, p. 63).
Juan Álvarez en 1910 consigna: «No ha sido tan grande la transformación del país bajo el punto de vista de su organización política. Por desgracia, el sistema institucional vincula al presente con el pasado... La masa del pueblo no se acostumbra a la idea de que pueda existir otro gobierno que el poder ejecutivo: en el fondo, sigue siendo monárquico, supuesto que el caudillo es la monarquía. La legislatura continúa formándose con representantes a quienes se exime de la obligación de rendir cuentas de su gestión y cuyo mandato es irrevocable: no pasarán muchos años sin que se convenzan las gentes de que ambas prerrogativas son tan injustas como las que ejercía el rey so pretexto de que sólo a Dios debía cuenta de sus actos.» (Álvarez, J.; «Ensayo sobre la historia de Santa Fe», p. 411).
Carlos Sánchez Viamonte sostiene que: «Nuestra Constitución creó para la República Argentina un ejecutivo aún más fuerte que el de los EE.UU.. Esto significa que, prácticamente, puede ser desvirtuada la división y equilibrio de los poderes del gobierno. La preponderancia del Presidente de la Nación sobre los poderes legislativo y judicial es enorme. Se puede afirmar sin vacilaciones que tiene en sus manos los principales resortes del poder público.»
Luego de enumerar sus atribuciones, concluye: «El Poder Ejecutivo argentino se halla en condiciones de imponer su voluntad a toda la República sin abusar de sus atribuciones constitucionales. Claro está que esa imposición se hace más gravosa y perjudicial con el abuso en que han incurrido e incurren, más ostensiblemente cada vez, los presidentes argentinos, casi sin excepción. Los gobiernos irregulares - llamados impropiamente de facto- producidos por golpes de Estado de carácter militar, han acentuado más aquella inclinación cesarista, acostumbrando al pueblo a padecerla resignadamente.» (Sánchez Viamonte, Carlos; «Historia Institucional de Argentina», Fondo de Cultura Económica, México, 1948, p. 189).
La opinión pública que maneja una difusa información acerca de una constitución de vigencia esporádica y parcializada, no tiene una idea precisa del fuerte sistema presidencialista institucionalizado por la misma. Esto, agravado por la práctica constante de los decretos de necesidad y urgencia, a través de los cuales el Poder Ejecutivo invade la reducida esfera reservada por la Constitución al Parlamento, determina que se pregunte paraqué sirve el Congreso.
En el Parlamento, la primera minoría ocasional sigue al pie de la letra los designios del Ejecutivo. La oposición eleva proyectos que no han de prosperar y solicita informes que, en la mayoría de los casos, jamás merecerán respuesta. Toda esta realidad promueve un descreimiento cada día mayor del pueblo en las instituciones. El divorcio entre lo social y lo político se profundiza peligrosamente. Las cúpulas políticas no se dan por enteradas de esta realidad, y cada cual continúa empecinadamente su proyecto electoral, pensando que las instituciones han de mantenerse porque el último gobierno dictatorial concluyó muy desprestigiado.
Por último, recordemos la opinión del propio Alberdi: «Yo escribí artículo 77 de la Constitución Argentina (se refiere al que prohíbe la reelección). Lo escribí de este modo en el proyecto anexo a las Bases (lo transcribe).
El Congreso Constituyente de Santa Fe adoptó este artículo, respetado por la reforma de 1860. ¿Cuál fue mi mente al proponerlo?. Evitar los inconvenientes de las reelecciones para la paz y la libertad del país. Admitir la reelección es extender a 12 años el término de la presidencia. El presidente tiene siempre medios de hacerse reelegir, y rara vez deja de hacerlo. Pero el mayor inconveniente de la reelección es otro. Es que ella desnaturaliza el gobierno republicano, introduce de un modo tácito y tal vez algo del gobierno monárquico, es decir, de la perpetuidad del poder en manos del mismo gobernante.» Agregaba Alberdi que: «La reelección admitida en esa forma, ha sido la causa de las disensiones y trastornos que han traído guerras, revoluciones, gastos, empréstitos, deudas, crisis y empobrecimiento. Si en vista del comentario que los hechos nos han dado de este artículo, tuviese yo que escribirlo de nuevo o reformarlo, lo redactaría en esta forma: «El presidente y vicepresidente durarán en sus empleos el término de seis años, y no pueden ser reelegidos en ningún caso, en ninguna forma.» (Linares Quintana, Segundo; «Tratado de la Ciencia del Derecho Constitucional», Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1987, p. 620).
Vale decir, que Alberdi, inspirador del principio consagrado por la Constitución Argentina, de la reelección con intervalo de un periodo, convencióse luego de la necesidad de la prohibición absoluta de la reelección presidencial. El pensamiento alberdiano sobre el punto fue expuesto con detalle e insistencia, revelando un claro propósito de que nadie que equivocara sobre el cambio de criterio operado en la mente del pensador argentino.
Suele mencionarse el antecedente de la Constitución americana como ejemplo de régimen presidencialista con reelección, pero ésta es una analogía que carece de todo fundamento objetivo. El mismo Alberdi lo dice: «Ha resultado de ahí que el Poder Ejecutivo argentino, que forma la facción prominente de la Constitución de 1853 y determina toda su fisonomía, es completamente diferente del Ejecutivo de los Estados Unidos de Norteamérica.» (Alberdi, Juan Bautista; Op. cit., p. 33).
El América Latina el movimiento independentista quebró la tradición absolutista vigente para insertar la exótica especie republicana; esto difiere totalmente de lo acontecido en la Revolución americana, donde la experiencia de los pactos y cartas del rey y de las compañías dieron a los colonos la práctica de su propio gobierno.
El poder presidencial de los EE.UU. es comparativamente - con el poder del Congreso, el de los jueces, entre los Estados locales- mucho más débil que el poder presidencial en la Argentina. Además, las prácticas políticas excluyen la fortísima influencia que tiene entre nosotros.
El América Latina las reservas contra la reelección presidencial sin intervalo, son generalizadas, aunque se admite la necesidad de la reforma de las Constituciones sancionadas en el siglo pasado y el acortamiento de los mandatos presidenciales a cuatro años.
En Costa Rica, Colombia y México no existe la posibilidad de repetir un turno en el poder. Ecuador, Perú, Brasil, Uruguay, Chile, Venezuela, Bolivia y Paraguay admiten la reelección con un intervalo. La República Dominicana es el único país al sur del Río Grande en el que su presidente puede ser reelecto por dos veces consecutivas. Las reformas más recientes, como la de Perú en 1978 y la de Brasil en 1988, se cuidaron de no tocar el artículo constitucional que prohíbe la reelección consecutiva. La experiencia paraguaya, cuya constitución se sancionó en 1992, estableció una reducción del mandato y la no reelección consecutiva. (Diario Clarín, 17-7-92, p. 12, «La maldición de Alberdi», por María Seoane).
Lo expuesto revela claramente con que reserva se considera la reelección presidencial en un sistema presidencialista, lo que no debe confundirse con reelecciones en los sistema parlamentarios o semi parlamentarios, dado que en estos últimos existe una desconcentración de funciones que evita los males que alertan sobre el sistema presidencialista.
Desde el punto de vista institucional, global la concentración del poder del órgano presidencial acelera el desgaste político del Presidente de la República, que es siempre una condición necesaria para el resquebrajamiento del orden institucional: Yrigoyen en el 30, Perón en el 55, Illia en el 66, e Isabel Perón en el 76.
Históricamente, además, no podemos dejar de tener en cuenta que la reelección de los dos grandes líderes populares de nuestra historia: H. Yrigoyen y Juan D. Perón, culminaron en un descalabro para la vida institucional del país y para nuestra realidad económica y social.
El estado de derecho se caracteriza por la claridad de la determinación de las atribuciones de cada órgano y de las formalidades para su ejercicio, como nos dice Norberto Bobbio: «Éstas no son las reglas del juego. Sin ellas no existe directamente juego democrático.» (Bobbio, N.; «El futuro de la democracia», Ed. Plaza y Yanes, Madrid, 1985, p. 83).
En este orden de cosas, no resulta conveniente volcar la fuerza del poder para modificar las condiciones del ejercicio del propio poder, cosa que lamentablemente para el país no se ha respetado en algunas provincias.
Toda reforma, dentro de un estado de derecho, debe tener vigencia futura y no retroactiva.
Las provincias que han logrado en sentido contrario, deben asumir la responsabilidad que emerge del vaticinio de un grande, Willly Brandt, en su último mensaje: «Toda vitalidad abre el camino a una arbitrariedad mayor».
Sobre factores coyunturales y particulares, y más allá de la valoración y calificación de las actitudes, debemos poner el acento en nuestros hijos y en nuestra juventud, en el futuro de la Nación Argentina, y en la larga vida de sus instituciones y de la constitucionalidad, que es el único camino para la consolidación de la convivencia democrática.
La alternancia es un principio constitutivo de la democracia y el pensamiento contemporáneo plantea que no sólo debe asegurarse en los Ejecutivos sino extenderse a los Legislativos o deliberativos. Esto también es parte de la reforma amplia que el país necesita.
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La esencia de nuestra oposición al dictamen de la mayoría de la Comisión de Asuntos Constitucionales - como ya lo hemos afirmado-, radica en nuestra profunda y preexistente convicción de la necesidad imperiosa de una reforma amplia por consenso, que posibilite una democracia de nuevas bases para:
a) ampliar los derechos sociales;
b) acrecentar la representatividad de nuestras instituciones;
c) asegurar la vigencia efectiva del federalismo;
d) garantizar la autonomía municipal;
e) crear mecanismos de gobierno semipresidencial o semiparlamentario y consolidar la independencia del poder judicial
a) Es necesario que aquellas libertades «negativas» del constitucionalismo clásico sean ampliadas en la línea de las libertades «positivas» del nuevo constitucionalismo social. Ya afirmaba en 1949 Arturo Sampay: «Los derechos políticos no llenan su cometido si no son completados con reformas económicas y sociales que permitan al hombre aprovecharse de sus conquistas», porque -como dice Alfredo Palacios en la Constituyente de 1957- «la libertad se convierte en un privilegio cuando falta un acceso a sus resultados».
Como ya lo sostuviéramos en nuestro proyecto constitucional de 1974, los socialistas creemos necesario consagrar constitucionalmente los Derechos del Niño, de la Juventud, de la Ancianidad, de la Mujer, de la Familia, del Trabajador, así como consagrar la igualdad de acceso a la salud y a la educación. En este sentido, entendemos que no basta enunciar que todos tienen derechos a la educación y a la salud, sino que es necesario crear los mecanismos que garanticen que todos tengan derecho a la misma educación -para impedir que por la vía de la educación se generen desigualdades difícilmente superables posteriormente y se reproduzcan las existentes- y que de igual modo, todos tengan derecho a un trato igual en la defensa de la salud, erradicando así la existencia de diferencias en función del dinero frente a la enfermedad y a la muerte.
Es necesario consagrar constitucionalmente la defensa de los recursos naturales, de nuestro patrimonio histórico-artístico y del medio ambiente, estableciendo el derecho de los habitantes del país a vivir en un medio ambiente sano y equilibrado ecológicamente, así como el deber de conservarlo, preservando así la calidad de vida de la presente y las futuras generaciones.
b) Nuestra Carta Constitucional -producto de las circunstancias históricas de su nacimiento, muy diferentes de las actuales- se halla impregnada del enfoque jurídico-institucional del liberalismo, basado exclusivamente en la concepción del hombre sólo como ciudadano.
El ciudadano es un hombre con derechos y garantías respaldados por una constitución. Derechos y garantías genéricos, abstractos, que tienen parte de concreción en lo político, pero que están totalmente vacíos de contenido social y económico.
«El modelo del Estado democrático fundado en la soberanía popular, que fue ideado a imagen y semejanza de la soberanía del príncipe era el modelo de una sociedad monística. La sociedad real, subyacente a los gobiernos democráticos, es pluralista.» (Norberto Bobbio, op. cit, pág. 27).
Los grupos también son protagonistas de la vida política en una sociedad democrática. En la actual estructura institucional se condena a estos grupos a actuar fácticamente. La democracia se reduce, se mengua, cuando la voluntad de los hombres no resulta expresada sino que se agota en un mecanismo de delegación; cuando los grupos no se sienten cabalmente interpretados y, por ende, representados por quienes ejercen el poder, destruyéndose así la credibilidad indispensable en las instituciones de gobierno, y afectando con ello la legitimidad democrática.
Desde comienzos del siglo pasado se viene desarrollando una concepción pluralista de la sociedad que combate la concentración de todo el poder en el Estado y también la atomización individualista. Concibe a la sociedad articulada en grupos de interés que están al mismo tiempo, bajo el Estado y sobre los individuos y que, en cuanto tales, constituyen una garantía del individuo contra el super poder del estado, por un lado, y una garantía del Estado contra la fragmentación individualista, por el otro.
«Lo significativo -afirma Karl Loewenstein- es que los grupos pluralistas siguen careciendo, sin embargo, de una institucionalización legal que correspondiese a su enorme importancia en el proceso socio-político y mucho menos, de una incorporación a la Constitución. En ningún otro aspecto se ha mantenido tan viva la ideología del laissez faire clásico, con una anacrónica tenacidad, como en la relación entre los detentadores oficiales del poder y las fuerzas pluralistas extraconstitucionales, que guían y moldean a los propios detentadores del poder». (Lowenstein, Karl; «Teoría de la Constitución», Ed. Ariel, Barcelona, 1982, pág. 424).
Los reclamos frecuentes en estos años de mayor democracia, se expresan en la petición de que la democracia representativa venga reforzada con formas participativas. No hay duda de que estamos asistiendo a la extensión del proceso de democratización del plano político al plano social. Si la democracia política se hermana con la noción de participación del individuo, del ciudadano, de conformidad a su ideología, la noción de democracia social se fundamenta, además, en la participación del hombre y los grupos, de conformidad con su condición socioeconómica, con sus intereses.
Es que la democracia tiene dos caras: la política y la social; la primera es el supuesto inexcusable para conseguir la segunda y ésta es, a su vez, la efectiva realización de los valores de libertad e igualdad proclamados por aquella.
El objetivo central de nuestra propuesta de reforma total es: lograr institucionalizar una democracia de nuevas bases. Esta profundización de nuestra democracia reconoce dos vías. Por un lado, el incremento de la participación de los ciudadanos a través de mecanismos directos de intervención en la cosa pública, y la institucionalización de la representación de los organismos intermedios articulándolos con los cuerpos políticos.
Por otro lado, la democratización de la sociedad, entendida como la ocupación a través de formas democráticas de nuevos espacios hasta ahora dominados por organizaciones de tipo jerárquico o burocrático. Esta última vía del desarrollo democrático está directamente vinculada a la descentralización, desburocratización y eficiencia del aparato del Estado. El pueblo participará en todos los organismos de planificación, de contralor y de gestión, barriales, municipales, departamentales, provinciales y nacionales.
Hoy nadie duda que la introducción de nuevas pautas de crecimiento, de producción y de consumo, que posibiliten la construcción de una sociedad más solidaria con una distribución más equitativa de la calidad de vida, sólo pueda promoverse desde estructuras políticas próximas, participativas.
c) Nuestra Constitución de 1853, según el propio Alberdi, estableció un gobierno mixto entre la pura y simple federación, y la pura y simple unidad. Tenía Alberdi una profunda y penetrante idea del valor histórico del factor unitario nacional, y a la vez una intensa noción de la fuerza del factor local, con una visión muy clara de las dificultades que implicaba la compenetración armónica de esas dos fuerzas reales y positivas en la sociología argentina. Lo que no podía tener Alberdi era la doctrina del federalismo, que al cabo había de formularse como explicación racional y razonada de los Estados federales. (Posada, Adolfo; «Estudio Preliminar sobre las Ideas Políticas de Alberdi en Organización de la Confederación Argentina», Tomo I, Ed. El Ateneo, Buenos Aires, 1913,p. 54/55).
Adolfo Posada, siguiendo a Bryce, nos expresa que fue necesaria la terrible guerra de secesión para asumir «los límites hasta el cual se debían reconocer los diversos Estados como factores aislados e independientes en la formación del gobierno nacional y el número y la naturaleza de los poderes que debían dejarse por los Estados en manos del citado gobierno.» Y agrega Bryce: «Es una República a la vez que una unión de Repúblicas porque tiene aquella el derecho a la obediencia de todo ciudadano... Pero las pequeñas Repúblicas que la componen, es decir, los Estados, no son meras divisiones de la Unión ni simples órganos del gobierno nacional...» (Bryce; «La República Americana» en Posada, A., «La República Argentina», Ed. Hyspamerica, Buenos Aires, 1986, p. 197).
Nos alerta Posada acerca de que «el Estado federal adoptado por los Estados Unidos es la forma más adecuada para resolver los problemas de organización política más difíciles que incluso modifican la noción fundamental de la soberanía.» Culmina su análisis de la constitucionalidad argentina afirmando: «Pero sólo el tiempo y la experiencia ajena y propia podían definir tan complicados y borrosos conceptos.» (Posada; óp. cit., p. 198).
Con el transcurso del tiempo el Estado nacional se fue organizando cada vez más, en forma centralizada.
Hay una centralización normativa, y leyes hechas por un poder centralizado que en su aplicación continúan centralizando. Esta tendencia se ve notoriamente agravada por la centralización en el manejo de los recursos financieros.
«Si a lo político institucional se le suman las características centrípetas del sistema económico capitalista, tenemos así una estructura que resulta cada día más centralista y antifederal. Debemos descentralizar para posibilitar la participación de los ciudadanos, de los grupos sociales y de las regiones del país. Sin descentralización no habrá participación». (Así lo afirmamos en, Descentralización y Participación Popular en los Municipios, Centro de Estudios de Acción Argentina, CEUR, Fundación Ebert, Buenos Aires, 1986).
La descentralización no sólo debe ser política, sino que debe trasladarse fundamentalmente al campo de los recursos. Todo lo contrario ha venido aconteciendo en nuestro país donde vivimos a diario la federalización de los gastos y la centralización de los recursos.
La crisis económica que vivimos los argentinos acentuó la promesa de descentralización y de coparticipación, tanto a nivel nacional como provincial y municipal; las propuestas han sido simbólicas y no reales y, en la práctica, las provincias han ido cediendo facultades a la nación.
La aparición del régimen de coparticipación de impuestos obedecido al agotamiento que evidenciaron los recursos que la Constitución había reservado a la Nación -la renta del Comercio Exterior- como consecuencia del crecimiento experimentado en las funciones del Estado. Ello lleva a que la Nación invada facultades tributarias propias de las provincias, hecho que se da con carácter definitivo a partir del momento en que se incorporan el impuesto a las transacciones (luego impuesto a las ventas y, actualmente, impuesto al valor agregado) y el impuesto a los réditos (hoy impuesto a las ganancias) que, en principio, sólo debía tener vigencia por tiempo determinado, ya que se trataba de un el recurso exclusivo de las provincias.
Este régimen de coparticipación de los impuestos fue sometido a discusión y revisión en distintos momentos.
En 1973 se estableció una modificación en su distribución con el objetivo de favorecer a las provincias más pobres que, como consecuencia de su débil base tributaria, se encontraban imposibilitadas de asegurar una provisión mínima de servicios públicos.
En 1988 el Congreso de la Nación sancionó la Ley 23.548 de distribución de recursos fiscales entre la Nación y las provincias; se trata de un régimen transitorio que se halla vigente dada su prórroga automática.
La política del gobierno nacional con las provincias comprendió en una primera etapa la transferencia de los servicios educativos y de salud que prestaba el Estado nacional, sin generar la transferencia de los recursos para solventar dichos gastos con el argumento de que con el aumento de la recaudación no era necesario aportar a las provincias sumas adicionales. Al mismo tiempo se implementan modificaciones a veces por ley, otras por decreto de necesidad y urgencia, que afectan los recursos que recibían las provincias.
En una etapa posterior, el gobierno nacional actúa directamente sobre los recursos propios de las provincias, los que surgen de las propias fuentes tributarias provinciales.
Para implementar esto, necesita de algún consentimiento expreso de las provincias que proporcione solidez al esquema. Esto se logra a través del impulso y la firma de los llamados Pactos Fiscales.
Tomando las cifras del presupuesto para 1993 en su versión original, y analizando tres impuestos (IVA, Ganancias y Activos) encontramos que la masa coparticipable para las provincias se reduce en un 36%. En efecto: si sobre estos impuestos se aplican en forma pura las disposiciones de la Ley 23.548, la masa coparticipable a distribuir entre las provincias alcanza a 12.378,1 millones de pesos, pero aplicando las disposiciones impulsada por la política oficial, dicha masa se reduce a 7.879,2 millones de pesos, o sea 4.498,9 millones de pesos menos.
Los mencionados Pactos Fiscales constituyen la forma como el Gobierno nacional, más específicamente el Poder Ejecutivo, se inmiscuye en las realidades financieras económicas de las provincias.
Aquello que comenzó trasladando carga financiera mediante el traspaso de servicios educativos y de salud sin la correspondiente financiación, que avanzó mediante la modificación arbitraria -básicamente mediante el dictado de decretos de necesidad y urgencia- de los recursos - coparticipables o específicos- que les correspondían a las provincias, hoy se complementa con la injerencia directa sobre las fuentes impositivas de las provincias. Existe, de parte del equipo económico, una práctica y un estilo que lleva al atropello de los estados provinciales y de las realidades municipales, modificando derecho y autoritariamente situaciones fiscales y económicas que requerirían, de respetarse las normas constitucionales, del consentimiento de las partes involucradas.
Tampoco se encuentra dentro del espíritu democrático la actitud de generar conflictos hacia dentro de las provincias, imponiendo modificaciones impositivas nacionales, condicionadas a conductas de los gobiernos provinciales.
Asumen una dolorosa dimensión desde el punto de vista democrático los duros conceptos expresados por la Comisión Federal de Impuestos, que podemos tomar como síntesis de las actitudes del Ministerio de Economía: «Existe una indebida injerencia en las autonomías provinciales, inspirada en una política segregadora y discriminatoria, violenta la Carta Magna mediante desigualdades entre los contribuyentes, y lesiona los principios de uniformidad y proporcionalidad al territorio que deben inspirar el sistema fiscal nacional.»
Para que esto no ocurra, en nuestro proyecto de reforma total, de jerarquiza la función federal del Senado, a través del carácter vinculante de los mandatos y la correspondiente facultad de revocación de los mismos por parte de las legislaturas provinciales, otorgándole además el control de los entes de coordinación federal iniciativa legislativa en materia que haga a la cuestión federal. (Partido Socialista Popular; Proyecto de Reforma Constitucional, 1993, p. 31).
Limitar el debate constitucional acerca del funcionamiento del Senado de la Nación a la propuesta Lanusse del Senador por la minoría, es circunscribir el tema a redefinir las cuotas de poder en un poder que no representa al federalismo ni a las provincias. Democratizar lo incorrecto no consolida la democracia, la única justificación seria del Senado se encontrará en los mandatos vinculantes de las legislaturas provinciales y en la consecuentefacultad revocatoria de los mismos.
d) en el estado actual de nuestra legislación nacional y provincial referidas al régimen municipal, encontramos básicamente tres tipos de municipios: autárquicos, o sea que sólo eligen a sus autoridades; autónomos aquellos con facultades para dictarse sus propias cartas orgánicas y que tiene su antecedente en el sistema adoptado por la Constitución de la Provincia de Santa Fe en 1991, que fue derogada; y aquellos que no gozan de ninguno de estos caracteres.
Y esto es así porque tal derecho no se encuentra garantizado en la Constitución Nacional puesto que, como lo entiende gran parte de la doctrina, el concepto de «régimen municipal» del artículo 5 no incluye necesariamente el de «autonomía municipal».
En nuestro proyecto de reforma se avanza haciendo una caracterización de la autonomía municipal, al determinar que las provincias deberán asegurar un régimen municipal autónomo que contemple las facultadesde los municipios de darse su propia carta orgánica, elegir sus autoridades por el voto de los vecinos y de fijar,recaudar y administrar sus recursos.
u: Alexis de Tocqueville, cita inexcusable si se habla de democracia municipal, decía que haya una estrecha relación entre los derechos individuales, la capacidad de cambio de una sociedad y la autonomía local.
J. Jefferson, en el último tramo de su vida, afirmaba respecto de las que llamaba «repúblicas elementales»: «El genio del hombre no puede imaginar base más sólida sobre la que aceptar una república libre, duradera y bien gobernada.» (Carta al Mayor John Cartwright, 5 de junio de 1824, en Arendt, Hannah, «Sobre la Revolución», Ed. Rev. de Occidente, Madrid, 1967, p. 262).
Hoy, cuando la concentración del poder político y económico aleja a la gran mayoría de los ciudadanos de las decisiones públicas, la descentralización y la participación son las cuestiones claves de la democracia.
e) Es necesario advertir que los golpes de Estado en nuestro país se han visto facilitados por la excesiva rigidez y concentración del poder en el órgano ejecutivo, propio de nuestro régimen presidencialista, lo que ha actuado además en desmedro de las facultades del Congreso Nacional, condenándolo a ser un órgano ratificador de la política decidida por el Ejecutivo.
Por ello, es indispensable producir una descentralización del poder y dotar de mayor flexibilidad a nuestra forma de gobierno, para hacer menos vulnerable los órganos gubernamentales. Ello puede lograrse con elestablecimiento de un régimen semipresidencialista o semiparlamentario que establezca un coejercicio armónicode la facultades de gobierno entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo.
El Poder Ejecutivo estará en manos de un Jefe de Estado -presidente de la República- elegido por el voto popular directo de los ciudadanos, y por mayoría absoluta o doble vuelta electoral, y de un gabinete presidido por un jefe de gobierno o primer ministro. La designación del primer ministro, como el gabinete y el plan de gobierno, deberán ser aprobados por el Congreso Nacional, reunidas ambas Cámaras, a tal efecto, en Asamblea Legislativa.
El presidente -jefe de Estado- conservará importantes facultades, fundamentalmente las relativas a las Relaciones Exteriores, fuerzas armadas y al equilibrio de los poderes constituidos, constituyéndose en la pieza fundamental de la continuidad constitucional y estabilidad política. El primer ministro -jefe de gobierno- y su gabinete dirigirán, en armonía con el Parlamento, la gestión gubernativa, constituyéndose en el «fusible» el que, dado un conflicto, se cambiará sin que con él se desmorone la estructura institucional de toda la República: Nación, provincias y municipios.
Consideramos necesario mantener el sistema bicameral en la composición de nuestro Poder Legislativo nacional, dada la estructura global del Estado argentino y atento a la realidad demográfica de nuestro país, de modo que los intereses de las provincias menos pobladas no sean desplazados por las de mayor concentración poblacional.
Respecto al Senado, ya hemos expresado la necesidad de intensificar su carácter federal.
La Cámara de Diputados tendrá una función preponderante respecto del Senado, en la formación y sanción de las leyes. Deberán adoptarse nuevas técnicas parlamentarias que posibiliten una mayor eficacia, rapidez yagilidad de la función legislativa, estableciendo la posibilidad de las Comisiones legislativas -en las que deberáasegurarse la representación proporcional de los diversos partidos con representación parlamentaria- con unamayoría calificada, puedan aprobar proyectos de ley cuando el pleno de la Cámara les otorgue esta facultad yreservando la aprobación en plenario obligatoriamente para legislar sobre determinadas materias.
Asimismo, debe incorporarse el mecanismo de las audiencias públicas en el funcionamiento de las Comisiones.
Es necesario consagrar constitucionalmente el sistema de representación proporcional para la adjudicación de las bancas en los órganos deliberativos, de modo que cada partido tenga la representación queproporcionalmente corresponda al número de votos obtenidos en los comicios. Deben reglamentarse mayoresposibilidades de control por parte de las minorías a través de los informes y las facultades de investigación. En este sistema semipresidencial o semiparlamentario es dable aceptar una reelección presidencial acotada, tras la búsqueda de un consenso que posibilite, en definitiva, una estabilización democrática basada en una mayor distribución del poder y de los controles.
Pero es necesario tener presente que, de conformidad con la experiencia internacional, es cada vez másrequerida por la gente la delimitación creciente de las posibilidades de reelección tanto de los cargos ejecutivoscomo de los legislativos y deliberativos.
A efectos de lograr el necesario equilibrio entre los tres poderes, la reforma de la Constitución debe establecer una forma de elección de los magistrados judiciales, que garanticen la necesaria independencia del Poder Judicial. Para ello, siguiendo las corrientes del moderno derecho comparado, deberá instituir un Consejo de la Magistratura o Consejo del Poder Judicial.
Por su significado trascendente, a pesar de lo genérico de esta oposición, no podemos dejar de consignar puntualmente la necesidad de introducir en el texto Constitucional la proscripción de todo tipo de pena de muerte, tanto en la legislación general, las legislaciones especiales vigentes en el territorio de la República.
- I V -
Con relación a las circunstancias del lugar, también debemos expresar nuestra oposición al despacho de la Comisión. Sin desmedro de la maravillosa calidad de su pueblo, -al cual durante décadas he ponderado y, hasta he expresado hace años mi preocupación de que el incremento del tráfico posibilitado por un túnel contaminase su proverbial hombría de bien-, y sin desconocer los valores de su heroica historia ni su contribucióninsustituible a la Organización Nacional de nuestros hermanos ribereños de la Antigua Bajada, no puedo silenciarcomo argentino una falta de consideración más a nuestra historia, al ubicar fuera de la ciudad de Santa Fe laeventual realización de la Convención Constituyente.
Santa Fe litoraleña, que fue el suelo de nuestras latitudes donde se produjo el contradictorio, el terrible pero real encuentro o choque de dos culturas en 1527, en Sancti Spiritu; Santa Fe, escenario en Cayastá de laprimera gesta emancipadora del ámbito nacional en 1581, que culminara con sus Siete Jefes ejecutado por eldespotismo de las metrópolis; Santa Fe, sobre el pedestal de sus barrancas, se hincó el mástil en cuya cimatremoló por vez primera nuestra enseña nacional; Santa Fe, la del brigadier, bisagra insustituible del federalismoargentino; Santa Fe, la decana de la prensa; Santa Fe, adelantada en legislación y en instituciones de la modernidad con Nicasio Oroño, vanguardia de colonización plural en Esperanza y Moisés Ville; Santa Fe, la del Grito de Alcorta, que nuevamente más pronto que tarde, volverá a escucharse; Santa Fe, abanderada de la autonomía municipal, de las facultades de la Asamblea Constituyente y el constitucionalismo nacional, con la Constitución de 1921, todo ello logrado bajo la inspiración inclaudicable y titánica del Fiscal de la Patria: Lisandro de la Torre.
Santa Fe, la de las protestas obreras de La Forestal, de Refinería y el Saladillo; Santa Fe, ámbito de la mayor difusión del cooperativismo y de la pequeña y mediana empresa: las formas más democráticas y humanas de la economía privada. Santa Fe, cuya sangre marca en el Senado la barrera infranqueable entre la dignidad nacional y la degradación de los valores de la Década Infame, que hoy reaparecen con el neoconservadurismo.
Esta Santa Fe, sede en su ciudad capital de las grandes Asambleas Constituyentes, no puede ser despojada de su carácter de tal, porque el desconocimiento de su historicidad, de la fuerza que de ella emana, encubre eldesconocimiento de la historicidad nacional. Por ello, como argentino y no como santafesino, efectuó este reclamo y este rechazo.
Resulta explicable que el Senado de la Nación, al que los avatares de los tiempos van transformando de órgano federal transmisor de los intereses provinciales a la Nación, en órgano de imposición de los intereses delgobierno central a los pueblos de las provincias, no reparase en estos antecedentes.
Pero no resulta de fácil comprensión que nuestra Comisión de Asuntos Constitucionales haya avalado este criterio antihistórico por qué, si se reemplaza por un verticalismo funcional el respeto de los dictados de nuestra historia, se arribará lamentablemente a la lógica conclusión de que «la rueda de la historia nos desconocerá y nos aplastará».
- V -
El Socialismo jerarquiza la constitucionalidad y la plena vigencia de los derechos, garantías e instituciones de la Constitución. La historia de la humanidad enseña que solamente con libertad y democracia es posible avanzar hacia una sociedad solidaria en forma constante y progresiva.
La historia también enseña la superioridad indiscutible de los gobiernos de las leyes sobre los gobiernos de los hombres. Por eso, es necesario respetar a rajatablas el conjunto de reglas que establecen quién está autorizado a tomar las decisiones colectivas y con qué procedimientos.
Como lo señala Norberto Bobbio: «Las normas constitucionales que atribuyen estos derechos no son propiamente reglas del juego; son reglas preliminares que permiten el desarrollo del juego».
El tema adquiere actualidad al anticiparse por el oficialismo la intención de aprobar la ley declarativa con el voto favorable de dos tercios de los presentes, y no de los integrantes de ambas Cámaras del Congreso, como lo establece el artículo 30 de nuestra Constitución.
La reforma total que hemos sustentado y sustentamos hunde sus raíces en la historia institucional de nuestro país -tanto en opinión de los protagonistas de 1853, como en el padecimiento argentino que se profundiza en cada quiebre institucional a partir de 1930-, pero también se nutre en las elaboraciones contemporáneas de las ciencias políticas que reclamaban más participación, descentralización y consideración institucional de aquel hombre concreto o situado, al decir de Burdeau y de Bobbio.
Por considerar que el despacho de la Comisión de Asuntos Constitucionales no cumple estos objetivos ni la justa afirmación de Raúl Scalabrini Ortiz de que lo que no se legisla explícitamente a favor del pueblo de la Nación queda implícitamente a favor del privilegio nacional y extranjero, dejo constancia de mi observación al mismo.
Exijamos -como nos se enseñara Alfredo Palacios- que la democracia sea múltiple, garantizando en esa forma la expresión de la voluntad general del pueblo en conjunto, y del hombre como ciudadano, como productor y como consumidor para lograr que el país cambie en democracia.
Guillermo Estévez Boero
Diputado Nacional por la Unidad Socialista – Honestidad Trabajo y Eficiencia
I TORMENTA DE IDEAS
El mundo y el país están pasando una época muy especial, una época difícil, donde viejos conceptos que por mucho tiempo nos parecieron firmes se han derrumbado. Una época donde se abre la posibilidad de pensar, de estudiar, de construir, porque ya no queda nada de lo viejo en pie. Pero evidentemente esta tarea refundadora nos exige una templanza, una fuerza, una voluntad y un estudio para llevarla adelante, porque una cosa es caminar por los senderos ya hechos y otra cosa es abrirse paso. Esto es lo que hoy tenemos que hacer.
Yo trataré de no dar recetas y sí de abrir interrogantes porque creo que el objetivo central de este tiempo es obligarnos a pensar todos. No podemos quedarnos en "Bueno esto puede ser... un poquito diferente". Como alguien dijo "el mundo vive una verdadera tormenta de ideas" que nos obliga a repensar prácticamente todo. Si ante una nueva realidad, no tenemos nuevos pensamientos y nuevas interpretaciones estamos equivocados.
Creo que simbólicamente la caída del muro de Berlín es la demostración de que al hombre no se lo puede meter en un molde; de que no solo de pan vive el hombre aunque sin pan no pueda vivir. El hombre necesita generar su pensamiento, necesita desarrollar su espíritu y para eso necesita vivir en libertad.
Con la caída del muro de Berlín se caen los esquemas, se caen las proyecciones ciertas, seguras, para definir la vida de los hombres. Esto debemos tenerlo muy en cuenta para crear otra realidad diferente evitando los errores que se han cometido y teniendo en cuenta por sobre todo, la naturaleza que aún no conocemos totalmente del hombre. Conocemos muchos aspectos del hombre, pero hay otros que aún no los conocemos. Por eso cuando hablamos de organizar la vida de los hombres, tenemos que actuar con la prudencia de aquel que pisa un terreno semi conocido y semi desconocido, porque si no corremos el riesgo de derrumbarnos. Esto es lo que pasó con el muro de Berlín.
II NUESTRA ARGENTINA
Aquí estamos en la Argentina, cuya realidad exhibe que un viejo país se ha derrumbado, y en poco tiempo más lo que queda de él se va a derrumbar también. Si esto es bueno o malo, si es mejor o peor al que teníamos, ese es otro tema. Lo que no podemos dejar de asumir es que el viejo país ya no existe más ni volverá a existir jamás, es una experiencia histórica finalizada. En consecuencia nosotros debemos empezar a reconstruir otro país. Con la caída del muro, se abre también para la izquierda la necesidad de volver a estudiar, de volver a valorar en nuestra historia la sucesión de los hechos que hoy nos conducen a esta realidad.
Este es un país que se hizo hace muy poco tiempo -hablando en términos históricos- donde el proceso de construcción del Estado y de la Nación tuvo características diversas a lo acontecido en los países europeos; allí naciones preexistentes se organizaron institucionalmente a través del Estado.
Entre nosotros, si bien es cierto que la Revolución de Mayo y las luchas de emancipación iniciadas en 1810 marcan el proceso de creación de la Nación Argentina, la ruptura con el poder colonial no produjo en forma automática la sustitución del Estado colonial por un Estado nacional.
Con el movimiento independentista se comienzan a configurar los Estados sobre la base de una nacionalidad latinoamericana débil, en formación, que sufre así un proceso de desintegración no revertido hasta la fecha. Este proceso de organización nacional adoptó un diseño institucional no participativo impuesto, por una elite de arriba hacia abajo, lo que dificultó y dificulta hasta hoy el proceso de conformación de nuestra nacionalidad y el afianzamiento de nuestras instituciones.
Desde nuestros inicios se trató de diseñar un modelo ajeno a la realidad y en consecuencia fuera de la comprensión de los sectores populares. Así fracasó el intento de organización unitaria impulsada por la élite portuaria de Buenos Aires. Fueron los sucesores de esta élite -conocidos como la generación del '37 - quienes advirtiendo los errores del pasado se abocaron a trazar un nuevo modelo para un nuevo país.
Si bien avanzaba en una visión realista del país posterior a Rosas, esta generación seguía atada a sus predecesores en referencia a las prevenciones que guardaban respecto de la participación de los sectores populares y a la pretensión de constituirse en guías del nuevo país. Lo importante era consensuar el modelo entre la élite para que haya unidad de conducción pero sin considerar absolutamente la experiencia histórica vivida por la Nación entera en las décadas posteriores a su emancipación.
Esto se exterioriza en algunos juicios de Echeverría respecto a la realidad nacional, que son muy similares a los que hemos escuchado en nuestro país durante décadas. Así Echeverría decía que el drama del país era el rosismo, que Rosas era un malvado y que no había sido derrotado en el levantamiento de 1840 por Lavalle; por ser una "espada sin cabeza" incapaz de aplicar las tácticas sugeridas por Alberdi y Frías.
Lo que resultaba evidente era que la Argentina había cambiado ya lo suficiente como para aceptar modelos desde arriba, esto era lo que costaba aceptar. Más fácil que realizar su autocrítica era cargar a otros las culpas por los errores del pasado. Son los mismos juicios que escuchamos del peronismo. Ayer Perón bueno o Perón malo; hoy Menem bueno, Menem malo.
Es la forma de valoración histórica que carga toda la motivación en el personaje de turno y que, en consecuencia, plantea como solución superadora el desplazamiento del personaje de cada época. Es la aplicación del método interpretativo de la historia según el cual "la culpa de todo la tiene 'el otro".
Esta forma de análisis ha sido terriblemente nociva porque nos ha impedido superar los problemas del país partiendo del análisis objetivo de las estructuras económicas, sociales y morales de cada tiempo. Centrar la responsabilidad en un personaje esfuma la responsabilidad del resto de los protagonistas, incluso de aquellos que se autoadjudican la calidad de jueces. En verdad, lo que se hace es ocultar la real ausencia de una propuesta superadora de la realidad.
III DEMOCRACIA Y NACION
Así, tras la dictadura de 1976, al recomenzar la vida institucional, todas las fuerzas políticas del país vuelven a los mismos planteos que antes del '76. La excepción es el socialismo popular que propone una reformulación del Estado a través de la implementación de formas de democracia participativas, generadas a través de procesos de descentralización y de organismos como los Consejos Económicos y Sociales, juntas asesoras, etc. Habíamos aprendido duramente que sin formas participativas la democracia representativa es fácilmente vulnerable por los grandes intereses económicos y por los sectores totalitarios.
Hoy, en 1992, también la realidad ha cambiado entre nosotros. Un proceso de estatización, sin participación democrática de la gente en su manejo, se cierra irreversiblemente, no tanto porque lo voltean sino porque se derrumba. Una cosa es la propiedad estatal y otra la propiedad social. Aquí también emerge el divorcio creciente entre lo estatal-político y lo social, con consecuencias negativas para ese Estado que no integro a los diversos sectores sociales a través de formas institucionales de participación.
Nuestro país vive -como muchas veces lo hemos dicho- una profunda dependencia no solo económica sino también cultural. Cuando nosotros planteábamos la necesidad de dar participación a los sectores sociales, la respuesta era: ¡corporativismo, fascismo! Porque lo último que se recuerda y se conoce es la experiencia europea de la segunda guerra.
En verdad la historia de las ideas de la humanidad no comienza ni termina con la vivencia de los que aún hoy vivimos. Nuestro tiempo y nuestro espacio no es todo el tiempo ni todo el espacio del avance de los hombres. Fue allá en los albores del siglo que los sindicatos ingleses pidieron la participación de los gremios en la vida política. Los Trade-unions hacen a la integración del Partido Laborista Inglés; como ustedes saben, allí en el congreso partidario hay delegados por los sindicatos y delegados de las bases partidarias propiamente dichas.
Es una idea similar a la concepción orgánica de la sociedad que llega de Alemania a través del pensamiento de Karl Krause, que introduce Saénz del Río en España, que difunde Adolfo Posada y que reproduce años más tarde el socialista Fernando de los Ríos.
Lo que acontece es que, para quienes carecen de inserción en los diversos sectores sociales, en las organizaciones intermedias, resulta muy tentador y barato endilgar el mote de fascistas a todo ser viviente que argumente en favor de la inserción de lo social en las instituciones políticas.
Nosotros estamos debiéndole a esta realidad una gran propuesta de reforma constitucional. Una propuesta que no se sintetiza en la reelección sino en crear mecanismos de participación y descentralización para posibilitar la recreación de la Nación Argentina. Para posibilitar la conformación del Estado Argentino, esta vez de abajo hacia arriba, porque un estado vacío de participación y de coincidencias jamás puede ser representativo del interés nacional ni de los valores de la nacionalidad. Este es nuestro proyecto, esta es nuestra propuesta.
¿Puede haber una realización socialista fuera de la Nación? ¿Podemos realizarnos alguno de nosotros -que no sea de mercenarios- fuera de la realización de nuestra Nación? Aquí fue considerado por la izquierda tradicional en forma esquemática lo nacional como fascistoide. A veces nos endilgan "que estos socialistas populares son más nacionalistas que socialistas". Como lo advirtió Mariátegui "no puede haber socialismo que crezca fuera del campo nacional". Y para ello hace falta que el campo nacional lo reconozca como propio, no lo señale como extraño. En las últimas décadas, quien ha incorporado al socialismo al campo nacional ha sido el PSP.
El campo nacional, claro, tiene las limitaciones y tiene las características del pueblo de la Nación Argentina. No es el dibujo de un ciencista, ni de un filósofo, ni de un sociólogo; es la síntesis de la experiencia histórica de la mayor parte de los argentinos.
Para nosotros es un extraordinario triunfo político y una profunda felicidad que la mayor parte de los argentinos entienda que el pensamiento de los socialistas populares participa con ellos en el campo nacional. Sin arriar nuestras banderas, sin silenciar nuestras críticas, no practicando el seguidismo, pero respetando la voluntad de las mayorías, que es requisito elemental del pensamiento democrático.
El demócrata no puede pensar que todos son brutos menos él, el que piensa así tiene que ser monárquico. Por ejemplo, un hombre totalmente insospechado de populista como es Rocard, el ex-Primer Ministro de Francia, dice "no hay inteligencia individual en el mundo que supere a la inteligencia de la totalidad". No hay cerebro que piense mejor que los cerebros juntos en su totalidad. Esta es nuestra diferencia conceptual con el liberalismo y el neoliberalismo de hoy, que no reconocen la supremacía del Estado en el contralor de la regulación democráticamente establecida y que pretenden llevamos al capitalismo salvaje sin regulación por parte de la sociedad.
IV NUESTRA PROPUESTA
El problema de la desregulación y la regulación es tan viejo como la vida del hombre sobre el planeta. Solamente algún liberal cómo los que tenemos en este país, puede salir a decir que han parado el huevo de Colón con la desregulación. Porque el mundo siempre evolucionó entre una regulación equilibrada; y cuando este se desequilibró, la gente clamó por su modificación.
Los panaderos de la época de Luis XIV tenían regulado el kilo de pan; entonces le escribieron una nota a su ministro de hacienda, Colbert, pidiendo que sacase la regulación, que liberase el precio del pan. Y ahí escribieron la frase que señaló la bandera del liberalismo: "Dejar hacer, dejar pasar, el mundo va de la misma manera".
Pero los gremios de la Edad Media, se excedieron de regulación, se constituyeron en un freno para el desarrollo de la sociedad, entonces antes de la Revolución Francesa aparece el decreto de Turgot, ministro de Luis XIV, y después de la Re¬volución surge la Ley Chapellier que prohíbe a estos gremios. Cuando la inexis¬tencia de los gremios posibilita a través del tiempo la exploración terrible de los trabajadores, se vuelve a legitimar el accionar de los sindicatos. Así transcurre la historia.
No había ningún stalinista en los cabildos del siglo XIV, en Santa Fe. Sin embargo el cabildo regulaba el precio del trigo, el precio de la harina, la mano de obra de los artesanos, el costo de una marca para hacienda. Todo estaba regulado por el cabildo que le interesaba que la gente se afincara y pudiese vivir protegida de los abusos de aquella época. Estas reflexiones que compartimos en voz alta intentan demostrar que la regulación o la desregulación no es blanco o negro, sino que se debe ir ajustando a la realidad de cada tiempo con el objetivo que la economía sir¬va al bien común.
La economía debe suministrar a todas las personas bienes y servicios en cantidad suficientes; tiene que garantizar el derecho a un puesto de trabajo y conservar y asegurar los recursos naturales, el capital tiene que servir al hombre, y no el hombre al capital. La libre competencia puede ser guiada, sin perder eficacia, hacia los intereses del bien común, cuando se logran imponer unas condiciones marco que vinculen a los intereses del capital con los intereses de la comunidad.
Hoy, en el mundo de las sociedades industriales democráticas funciona la economía mixta que es la colaboración entre la libre competencia y el accionar social del Estado. Este sistema se ha demostrado como eficaz y, como principio, se ha manifestado superior a todas las formas de economía centralizada. Necesitamos un mercado donde exista una oferta y una demanda, un mercado que no permita fosilizar nuestra vida económica y cuyas reglas no sean alteradas por la concentra¬ción de capital. Un control democrático del poder económico del capital requiere un estado eficaz, sindicatos fuertes democratizados y cogestión. Necesitamos, en¬tonces, una regulación democrática, no burocrática.
Las desigualdades en la distribución de la renta y la riqueza han seguido aumentando. Una distribución justa de la renta, de la riqueza y del tiempo exige una política social y fiscal por parte del Estado. El sistema de libre competencia no es apropiado para asegurar a los hombres bienes y servicios comunitarios. La creación de infraestructura y de servicios sociales es función, sobre todo, del sector público.
En el ámbito de la cultura, hoy es preciso comprender y desarrollar en el seno de nuestra sociedad la práctica de la convivencia. La cultura de convivencia, hoy en nuestra sociedad conviven muchas culturas, y en el futuro convivirán mucho más se pone de manifiesto en el trato de los hombres con los hombres, con otros seres vivos y con las cosas.
La cultura se manifiesta en las formas de la convivencia y en la relación con los más débiles. El estado social y el estado de derecho, y también la paz interior y exterior, son logros culturales de primer orden.
La cultura debe acreditarse, asimismo, en el trato con la naturaleza. Cultura exige un respeto a las leyes propias de la naturaleza.
En el plano laboral, hoy, en Argentina a nuestros sindicatos tendremos que democratizarlos con la participación de sus bases. Muchas veces, asumiendo una postura de protección al trabajador, nos hemos hecho los distraídos acerca de la democratización de los sindicatos. Ya no es posible pedirle a un trabajador para ser Secretario General de su gremio, que cumpla requisitos que lo demoran 10 ó 20 años. Es necesario democratizar nuestros sindicatos, es necesario descentralizar las Uniones para que los trabajadores de todo el país tengan iguales derechos, igual peso en la construcción de sus gremios, y sobre todo en la distribución de sus recursos y de su manejo.
Hoy las cosas han cambiado, ya mucha gente piensa que no se puede dibujar cualquier cosa como propuesta. En consecuencia el socialismo de hoy es la propuesta de reformas que la gente pueda comprender, que pueda acompañar. Ese es el camino de la reforma concreta. Ese es el camino del mejoramiento concreto de la calidad de vida de la gente que en definitiva es el objeto final de todo nuestro trabajo.
Lo que hoy nuevamente volvemos a plantear, reiterando nuestras viejas ideas de participación, de descentralización, es la reformulación de la Nación desde abajo. De esta forma creo que continuamos la obra que Juan B. Justo no pudo culminar y que se orientaba en el mismo sentido: la formulación de la nación desde abajo, con los organismos de base, cooperativas, vecinales, mutuales, bibliotecas, imprentas, diarios, la nacionalización de los extranjeros. Era generar la organización de la gente, desde abajo hacia arriba. Su acción en las primeras décadas de este siglo tiende a abrir las puertas de la participación política a los sectores recién incorporados, como condición para una ampliación social y económica de la propia democracia política.
Esta es nuestra dirección. El partido debe estar allí inserto porque este es el camino correcto. Las posibilidades de garantizar un cambio real en nuestro país están vinculadas directamente a nuestro nivel de inserción. No están vinculadas fundamentalmente a nuestro dibujo, sino a nuestra efectiva inserción. Si no tenemos un grado y un nivel de inserción correctos no habrá dibujito, por lindo que sea, que pueda ser llevado a la realidad.
Nuestra inserción debe darse allí en las bases, en las raíces de esta reformulación que queremos y que vamos a hacer de abajo hacia arriba. El país se va a reformular, tenemos la posibilidad de participar en su reformulación o de quedar al margen de la misma. El debate que se instala en nuestra sociedad es acerca del modelo elegido para esta reformulación. Se puede apuntar a un inmoral capitalismo salvaje -como la filosofía del actual ajuste- o se puede intentar construir una sociedad libre, justa y solidaria, con una nueva cultura de convivencia y cooperación como anhelamos los socialistas.
Lo que nosotros no podemos tener es la egolatría o el orgullo de pensar que si nosotros no reformulamos Argentina, Argentina no se reformula. Hay que recurrir en busca de la fuerza para la formulación que queremos a las canteras de nuestro pueblo, a su capacidad creadora y realizadora.
V LA TAREA DEL SOCIALISMO
Debemos colaborar, debemos incentivar, debemos activar pero sin creer que somos la partera de la historia. No es así. El derrumbre del muro demostró que las fuerzas no se inventan, que la vanguardia no hace milagros y que las fuerzas reales están en forma potencial en el seno de la sociedad.
Nuestra tarea es incentivarlas, es analizar cómo las podemos combinar, es ver cómo las podemos integrar. El asumir la difícil tarea de articular hacia el desarrollo ascendente del socialismo y al desarrollo ascendente del movimiento nacional, que son cosas que caminan en el mismo sentido pero son diferentes. Articularlas no es tarea fácil. A este trabajo tenemos que asumirlo.
Tenemos que llevar al seno del progresismo" al seno del socialismo, la convicción de la necesidad de defender la Nación. No habrá calidad de vida, salud, educación, vivienda para los argentinos, mientras no consolidemos una nación independiente y solidaria.
En esto el socialismo tiene una gran deuda. Muchas veces ha mirado a la reinvindicación de la Nación como un "chauvinismo", como un nacionalismo con "z". Pensaban que las reinvindicaciones del hombre se podían dar en un espacio y tiempo abstractos; hoy en Europa, después de la más larga experiencia de un gobierno comunista, burocrático, sin libertad, surge el clamor nacional por los cuatro costados de la Unión Soviética. Allí no hay una lucha por un presupuesto ni por las armas. Allí hay una búsqueda de identidad. Es imperioso comprender que hay facetas del hombre que se escapan de los esquemas y de los dibujos. El socialismo debe rectificar su valoración de la Nación y del campo nacional.
En esta marcha, compañeros y compañeras, es importantísima la animación cultural. Es fundamental cambiarle la cara y el ritmo a nuestro pueblo. Debemos ayudar a que la gente recobre un ritmo de vida de confianza en sus propias fuerzas.
Este cambio no tiene solamente una base económica y social, sino que tiene una profunda raíz cultural.
Nuestra misión es ayudar a que funcione la biblioteca, la cooperadora, etc. nuestra misión está en crear en cada barrio para este fin de semana una actividad cultural que realmente haga a esos espíritus sentirse diferentes, les haga ver otros horizontes, retomar otras fuerzas. Es necesario saber que a pesar de todo comenzamos a pensar diferente, que a pesar de todas las dificultades tenemos la fuerza que se necesita para recobrar la confianza de cada uno de los argentinos en sí mismos y en su país. Lograr que cada argentino vuelva a sentirse todopoderoso por su capacidad, por su fuerza para reconstruir la Nación desde abajo, por primera vez democrática, por primera vez solidaria, por primera vez independiente. Nada más
SUMAR PARA CONSTRUIR UNA ARGENTINA PARA TODOS
Charla del Dr. Guillermo Estévez Boero en el 10º Campamento Nacional de la Juventud del PSP
Villa Rumipal, Córdoba, 14 de Enero de 1999.
Querido Compañero Rubén Giustiniani, Secretario General del Partido Socialista Popular, Compañeros integrantes de la Mesa Ejecutiva e integrantes de nuestro Comité Nacional, compañeras, compañeros, jóvenes de ayer y jóvenes de hoy:
Estamos aquí en el décimo campamento organizado por nuestra juventud. Diez años en nuestra Argentina de la coyuntura, de lo mediático, de la jerarquización de lo intrascendente es realmente un logro muy positivo, una pirámide cultural edificada por la juventud del PSP.
Hoy, como nos dice Santiago Kovadloff: «existe una fuerte proclividad a la aventura, y un incurable afán de novedades nos predisponen mejor hacia lo extraordinario que hacia lo ordinario; a preferir lo infrecuente a lo frecuente»(…) «más que la formación nos atrae desde hace mucho la información. Nadie, en consecuencia ha de extrañarse de que el periodismo haya alcanzado el lugar que ahora ocupa como carrera entre las preferencias juveniles. Poco importaría que la fascinación por la noticia ha ya elevado el suministro de la información a rango de ciencia universitaria, si al unísono, el interés por el pensamiento no hubiese dejado de orientar la concepción de la cultura».
Vale la pena recordar, a título, de anécdota algunos párrafos intercambiados entre Sábato y Borges sobre este particular:
Sábato: Tocábamos temas permanentes. La noticia cotidiana, en general, se la lleva el viento. Lo más nuevo que hay es el diario, y lo más viejo, al día siguiente.
Borges: Claro. Nadie piensa que deba recordarse lo que está escrito en un diario. Un diario, digo, se escribe para el olvido, deliberadamente para el olvido.
Sábato: Sería mejor publicar un periódico cada año o cada siglo. O cuando sucede algo verdaderamente importante: « El Señor Cristóbal Colón acaba de descubrir América». Título a ocho columnas.
Borges (sonriendo) Si .... creo que sí.
Sábato ¿cómo puede haber hechos trascendentes cada día?
Mantener una construcción y un proyecto diez años, sin corrupción, sin negociados, sin comisiones, es una proeza no común en los tiempos que vivimos en nuestro país. Debemos preguntamos por qué lo hace nuestra juventud y por qué acontece en el Partido Socialista Popular. Pasa en nuestro Partido porque él está más allá de lo meramente electoral, más allá de las «chapas», de los cargos.
Es difícil transitar por el barro sin sufrir salpicaduras, pero este Campamento Enero 99 demuestra que a pesar de ello, cuando los valores son reales es posible transitar con ellos y continuar luchando para transmitirlos a la juventud y a través de ella al futuro.
A nuestro Partido no lo guía primordialmente la toma del poder burocrático, sino la transformación de su ejercicio y de su contenido. No queremos ser «espectadores testimoniales», queremos ser protagonistas, pero protagonistas con contenido para el cambio. Para el cambio hacia la solidaridad, hacia la igualdad, en la libertad.
Por eso promovemos la formación de nuestra juventud, para que jerarquice el ser sobre el tener para que aprenda a ser, como nos decía Edgar Faure; el tener jerarquiza las cosas, pone el eje de la realización afuera de nosotros, nos realizamos por el tamaño y el valor de nuestras propiedades y no por lo que somos. El ser se realiza en la convivencia y en la práctica de la solidaridad y de la igualdad. El tener se realiza en la competencia despiadada y salvaje por apropiarnos de las cosas y de los frutos de los otros. Dos modelos absolutamente contradictorios. Uno tiende a desembocar en la paz, en la concertación, en el diálogo, en la convivencia. El otro en la guerra, en la confrontación, en la destrucción del adversario.
El primero, en la realización trascendente, cuya trascendencia se absorbe de los valores permanentes a los cuales ajustamos nuestra vida. Jaspers nos dijo: «Sin trascendencia no hay existencia». Lo otro es entregarse a la irrelevancia ingrávida de las cuestiones personales, una vez más separado del «mundo de la realidad» por una opacidad triste de una vida privada centrada sólo en sí misma, nos dice Hannah Arendt.
Nosotros pretendemos trabajar para la construcción y por ello pudimos concretar, no sin errores, no sin limitaciones, no sin problemas, pero perseverando con voluntad, una década en los Enero, de encuentro, de conocimiento del país, de convivencia y de reflexión.
No es válido sentarse sobre nuestra pirámide cultural a mirar lo que pasa. Dice la historia que los mayas (que sustentaban el sistema vigesimal) cada veinte años construían una nueva pirámide sobre la vieja pirámide, que -Iógicamente-, tenía una base más amplia y un vértice más alto.
Creo que es un buen recuerdo para, bueno, conocer algo de los mayas y hacernos el propósito de construir pirámides de bases más amplias y de vértices más altos: más compañeros y mejor organizados para ser semillas -de muy alto poder germinativo- de una nueva sociedad, más solidaria y más libre.
Las pirámides que como elemento ornamental fueran puestas de moda por estos años, por el famoso arquitecto chino-americano IEOH-MING-FEI convocado por nuestro compañero FranÇois Mitterrand para remodelar el Louvre, siempre fueron construidas de abajo hacia arriba, por los egipcios, por los mayas, por los incas. Sólo en una construcción abstracta, como el derecho, puede hablarse de una pirámide invertida, que se asienta en la tierra por su vértice. ¿Qué quiero decirles con esto? Que en el campo de la construcción, de la creación de lo permanente, de lo durable, todo va de abajo hacia arriba. Como crecen los árboles, como se construyen las casas. En la construcción no hay atajos, no hay picardías. El tiempo, la historia, no respetan los atajos ni las picardías. Respetan lo que se construye piedra por piedra y correctamente.
Hoy vivimos el tiempo del atajo mediático, sin juzgarlo filosóficamente es evidente que es parte de la realidad, pero es evidente también que tiene un techo, y el que lo desconoce sufre un chichón. Y varios chichones producen un Knock-out.
La base de la pirámide tiene una argamasa, una mezcla, un cemento que se hace con dos ingredientes, con voluntad y con la jerarquización correcta de lo que debe hacerse para construir una nueva sociedad. La voluntad debe estar al servicio de los valores y de la práctica, y para la mezcla y para la proporcionalidad entre la idea y la práctica debe aplicarse la correcta jerarquización. Ni debemos estar todo el día encerrados en la torre de marfil, ni debemos estar repartiendo casa por casa volantes, o materiales que no sabemos explicar ni sabemos escribir. Debemos estudiar, debemos construir los cimientos lo más sólido posible. Les digo un secreto: la solidez está en los clásicos. Los cimientos son mejores si se hacen de roca. Nos dice Ernesto Sábato: «No fueron nuestros pensamientos improvisados, sino avalados por grandes pensadores existenciales, por espíritus profundos y visionarios».
No hay que seguir la teoría abstracta, hay que ir a la práctica, para volver a la teoría a encontrar las soluciones o a responder los interrogantes que surgen de la práctica. Nace así, y se construye una relación dialéctica entre la práctica correcta y la teoría necesaria. Para ir avanzando en la construcción de un ideal que posibilite el equilibrio entre la igualdad y la libertad, llevado al lenguaje de nuestro tiempo el equilibrio entre el crecimiento y la solidaridad.
El fiel de esta balanza es el imperio de la ley, que comprende el sagrado temor que pobres y poderosos deben sentir ante la ley, esta es la primera igualdad entre los hombres sin cuya existencia es utópica la lucha por la igualdad de oportunidades en cualquier orden. Es lo que no existe en la Argentina del capitalismo salvaje, para los poderosos no hay imperio de la ley ni en consecuencia experimentan el sagrado temor ante la ley. Para ellos rige la práctica del todo vale. Para el régimen transgresor no hay Constitución.
Debemos recordar que no existe un mercado libre sin intervención estatal. Si no existe primero un sistema legal -el imperio de la ley- no se puede tener un mercado libre. Debe haber una diferencia entre comprar y vender y robar. En una sociedad -nos dice Popper- con graves casos de corrupción, la gente idea y hace cosas que no pueden pensarse como pertenecientes al mercado libre. Sin un sistema legal igualitario, sólo puede desarrollarse el caos.
Una política de estado debe abarcar la educación. Hoy -dice Popper- estamos educando a nuestros hijos para la violencia a través de la televisión y otros medios similares. La educación de nuestros hijos -el futuro de la humanidad- nos obliga a preservar la resistencia natural que la mayoría de la gente tiene por la violencia, y esta preservación nos obliga a regular el contenido de la televisión y de los medios. Aquí no se daña la libertad de prensa, nada puede ser absolutamente libre, la libertad absoluta es un sinsentido. Nos dijo Kant que la libertad de cada persona debe ser compatible con la libertad de las otras personas.
La compatibilidad de mi libertad con la del otro depende que los dos renunciemos a la violencia entre nosotros. Yo no lo golpearé y usted no me golpeará, la libertad es entonces limitada. Pero si esto no se cumple es necesaria la ley contra la violencia, contra el asesinato. El imperio de la ley exige la no violencia, que incluye la no propagación de la violencia, y si esto no se respeta debe haber leyes para regular más en área como la prensa y la televisión. Si esto no lo asumimos vamos a una sociedad donde el asesinato será el pan de cada día nos completa Popper.
La enfermedad no se supera matando a los enfermos sino vacunando contra la enfermedad. La violencia no se supera incrementando irracionalmente las penalidades a los violentos, sino evitando la propagación de la violencia. Hay muchos proyectos primitivos que cabalgando sobre la sensación de inseguridad, incrementan las penas y aumentan la punibilidad de los menores. No hay proyectos regulando la diseminación sistemática de la violencia. Ello sí sería atacar a un sistema inmoral, insolidario y propagador de la violencia. En realidad violentos y violentados son los productos de un sistema individualista, de competitividad y transgresor de los valores fundamentales.
Necesitamos la libertad para impedir que el Estado abuse de su poder, y necesitamos al Estado para impedir el abuso de libertad.
Todo esto debe construirse en un espacio, en una sociedad con identidad, con tradiciones, con raíces. Nos dice Hannah Arendt que la interpretación crítica del pasado, es una interpretación cuya meta es descubrir los orígenes verdaderos de los conceptos tradicionales para destilar de ellos otra vez su espíritu original, que tan infortunadamente se evaporó de las propias palabras claves del lenguaje político, como libertad y justicia, autoridad y razón, responsabilidad y virtud.
Debemos ir a la regionalización con una identidad, debemos asumir protagonismos en un mundo (que hoy se llama globalizado) con una identidad. No somos polvo cósmico, y en consecuencia no sabemos comportamos como tal. El conjunto de tradiciones, de vicisitudes positivas y negativas convividas, de nuestro paisaje, de nuestra lengua, de nuestra historia, larga o corta, se llama patria, o matria, como la denominaba Unamuno, para mí humildemente, en forma más certera. Porque es ella la que nos engendra y por ello el lenguaje nos habla de la madre patria, no del padre patria. Hay padres de la patria: Belgrano, San Martín, pero la patria es nuestra madre. Ella nos trasmite la identidad. El ponderar esta concepción de patria, no chauvinista, no agresiva, reivindicativa de su profundo significado para nosotros, nos permite amar y comprender el resto de las patrias. Como el amar a nuestra madre, en su esencia profunda, no nos lleva a odiar y confrontar a las demás madres, sino a respetar y a comprender a todas.
Para los socialistas y en particular para los socialistas populares, la cuestión nacional que es la racionalidad y el análisis de nuestra historia, de nuestra identidad y de su vigencia, no contiene elementos de confrontación, sino conceptos de comprensión del resto de las identidades, de las otras cuestiones nacionales para construir sobre esa comprensión la paz y la cooperación entre los pueblos.
Nuestro concepto de paz no es la ausencia de guerra o la supremacía de una, dos o tres superpotencias. Es la articulación positiva y cooperativa de las diversas naciones con el respeto y el imperio de la ley internacional, y con el avance hacia una realidad universal, democrática, que respete la igualdad jurídica de las naciones, piedra basal de la histórica postura internacional argentina, que se complementa con el concepto de que la fuerza no da derechos.
Los socialistas hemos trabajado siempre y trabajamos por la paz, en la solución pacífica de nuestras controversias internacionales. Así hemos avanzado en la superación de nuestros diferendos limítrofes con los hermanos de Chile y así reclamamos la aplicación de la resolución 2065 de la Asamblea General de Naciones Unidas para el reconocimiento definitivo de nuestra soberanía sobre las Islas del Atlántico Sur.
Nuestras posturas no son de ocasión, sino de principios que sustentamos gobierne quien gobierne. Los gobiernos son coyunturas accidentales, salvo excepciones. De la mayor parte de los presidentes el pueblo ya no recuerda su nombre, en cambio las naciones persisten, trascienden e indefectiblemente protagonizarán un futuro diferente.
En una realidad desprovista de ideales comunes, donde en todos los aspectos del quehacer nacional aflora la desintegración como consecuencia de la inexistencia de ideas y de objetivos trascendentes que amalgamen al ser nacional, es posible ver como año a año nuestros niños van olvidando las fechas evocativas de los padres de la patria como Belgrano y San Martín, 20 de junio y 17 de agosto. Fueron borradas del calendario para posibilitar dos fines de semana largos que determinaran el incremento de consumo de hot-dogs y de gaseosas.
La mentalidad y la praxis consumista derrotaron a nuestra identidad, no les importan nuestras raíces, no les importa la identidad, les interesa el incremento del producto bruto interno. La realidad es que es bastante bruta esta concepción. En verdad lo que se incrementa es la brutalidad de nuestro presente y futuro.
Este año, último de mi período, volveremos al ataque, para defender nuestra identidad en las jóvenes generaciones, y ofreceremos crear en el calendario dos fines de semana largos a cambio de preservar las fechas recordatorias de los padres de nuestra patria. También nos opondremos a
que se conmemoren en el día anterior para ese día no hacer nada. Queremos volver a lo correcto que era que ese día en cada instituto educacional y centro cívico la gente viva culturalmente el contenido de las evocaciones. La Nación se construye en el niño, cada día.
Para los países periféricos la nación es sinónimo de liberación, de realización, en las colonias no hay salud, educación para todos, ni se practica la solidaridad y la fraternidad, sólo la expoliación y la marginación. Entonces la defensa y la promoción de la madre patria no es una antigua concepción a la violeta, sino una concepción correcta y adecuada a nuestra realidad y a la necesidad de la infinita mayoría de los argentinos.
Para ser protagonista de todos estos sueños y de otros más es necesario formarse y militar. Una parte importante de la formación es la lectura. Nos dice Sartori que la televisión va reemplazando a la lectura, la imagen a la palabra, el hombre ve más cosas que nunca, y paradójicamentente cada vez comprende menos, porque el tiempo para pensar, para reflexionar, teniendo como interlocutor a otros hombres o mujeres o a un libro, prácticamente ha desaparecido de las agendas diarias.
Antes de aprender a leer y a escribir un niño ha visto innumerables horas de televisión, acusan a las imágenes que generan o que convocan los textos de extremadamente pesadas y dificultosas ante las livianas y fáciles imágenes que reproduce la pantalla, pero el esfuerzo genera tejidos, ejercita cerebros, el sedentarismo, el no esfuerzo, los atrofia.
El niño de hoy se transforma en el germen de un hombre que no lee. Nos acerca Sartori un texto de Alberoni:
«Los jóvenes caminan en el mundo adulto, de la escuela, del Estado...(...) de la profesión, como clandestinos. En la escuela escuchan perezosamente lecciones (...) que enseguida olvidan. Se parapetan en sus habitaciones con carteles de sus héroes, ven sus propios espectáculos, caminan por la calle inmersos en su música. Despiertan sólo cuando se encuentran en las discotecas por la noche, que es el momento en que por fin, saborean la ebriedad de apiñarse unos con otros, la fortuna de existir como un único cuerpo colectivo». Un colectivo sin ideales, sin trascendencia, una vuelta a la caverna primitiva, concluyo yo.
Continuamos parafraseando a Sartori , el video-niño se trasforma en adulto y es sordo de por vida a los estímulos de la lectura y del saber transmitido por la cultura escrita. A los 30 años es un adulto empobrecido, marcado de por vida por una atrofia cultural.
Cultura es sinónimo de «saber», una persona culta es una persona que sabe, que ha hecho buenas lecturas. El mensaje con el cual la nueva cultura se recomienda y se autoelogia es que la cultura del libro es de unos pocos, es elitista, mientras que la cultura audiovisual es de mayoría. Pero el número de beneficiarios -sean minorías o mayoría- no altera la naturaleza ni el valor de una cultura. Debemos luchar para que todos tengan acceso a una buena cultura y no conformamos con que todos tengan acceso a una cultura basura.
Sin igualdad de oportunidades para acceder a una buena cultura no existe un estado de democracia social, que debe posibilitar a todos los miembros de determinada sociedad las mejores condiciones para su realización plena. Este proceso formal educativo tiene dos características: una, educar al joven en el respeto de las construcciones culturales positivas producidas por la comunidad antes de su advenimiento, y por otra parte un lado abierto que posibilita la generación creativa de nuevas alternativas para el futuro. Es que siempre se vuelve a los viejos ideales educativos de Rousseau, según los cuales la educación se convierte en un instrumento de la alta política de un Estado y la propia actividad política se concibe como una forma de concientización de valores.
Presupongo que el compañero Rubén habrá desarrollado los aspectos de la actual situación política por las que atraviesa el país. Nuestro partido ha sido abanderado de la idea, de la metodología de la Alianza, de la concertación para salir de la realidad por la cual atravesábamos y que nos conducirá indefectiblemente a una dramática situación de muy difícil superación, un camino hacia Colombia, como tantas veces lo afirmamos. Esa crisis nos obligó a volver a plantearnos preguntas y nos exigió nuevas respuestas que tienen fundamento en viejas experiencias de otros pueblos del mundo. Así se evitó que la crisis se convirtiera en un desastre, porque no respondimos a ella con juicios preestablecidos, es decir con prejuicios, sino con amplitud, con propuestas de sumas, de concertación, que generaron un nuevo horizonte para el país. De no haberse procedido de esa manera la crisis se hubiera agudizado gravemente.
Hemos configurado una Alianza, con un futuro complejo, que exigirá grandes esfuerzos e inteligentes propuestas para poder salir adelante y cambiar el rumbo de nuestro país, pero debemos reflexionar acerca de que conscientemente hicimos la Alianza y construiremos el próximo gobierno de coalición con todos aquellos que de alguna medida estaban en contra de este inmoral proyecto del capitalismo salvaje, incompatible además (por la concentración económica y de poder político que genera) con el respeto a la ley y a las instituciones de nuestra Constitución. No debemos cada día, ni día por medio, cometer los errores que cometió el Partido Comunista de Brasil en 1927 cuando convocó a varios individuos como los políticos populares Mauricio de Lacerda y Azevedo Lima, y a partidos «pequeños burgueses», como el Socialista, a integrar un frente común. En aquella oportunidad produjo una carta abierta donde decía: «No estamos de acuerdo de modo alguno con la política individualista de Lacerda, apartidista, generadora de confusiones y mal entendidos, que sólo pueden servir a los enemigos de la política proletaria. Cierto es, su popularidad es grande. Pues bien, el PCD, aún desconfiando, quiere confiar en Mauricio De Lacerda. Igual propuesta hacemos a Azevedo Lima, quien posee un electorado propio, fuertemente regimentado. Azevedo Lima, a pesar de revelar ciertas contradicciones ideológicas, ha hecho declaraciones de simpatía al comunismo. Su elección es generalmente considerada segura (de manera que) su Alianza con nosotros poco resultado práctico, numérico, le traerá (pero generará) ventajas a una política proletaria hecha de verdad, nitidez y firmeza. En cuanto al partido Socialista, adversarios intransigentes de su nefasta política reformista, confusionista, colaboracionista, entendemos, sin embargo, que esta es una excelente oportunidad para poner a prueba, a los ojos de la masa, la sinceridad de los socialistas».
Nadie duda de que con esta metodología esa Alianza tuvo corta vida. No se debe aquí repetir ese error y debemos trabajar no equivocando al adversario central que es el menemismo-duhaldismo ampliando cada día política y socialmente las bases de la Alianza, porque es lo correcto y porque así lo exige primero la confrontación electoral con el régimen, y segundo la complejidad de los problemas críticos que el mismo va a dejar al país. Unas finanzas quebradas y una insatisfacción terrible en las necesidades básicas de los argentinos son dos aspectos de muy compleja articulación para el futuro.
Para enfrentarlo hay que tener en cuenta que siempre que -en la política- la razón humana sensata fracasa o desiste del esfuerzo de dar respuestas, nos enfrentaremos con una crisis mayor. En la actualidad, la desaparición del sentido común es el signo más claro de la crisis de hoy, para muestras basta un botón, el último proceso electoral en la Provincia de Córdoba.
Para terminar una pregunta y un ensayo de respuesta: Y bueno, ¿cuándo cambiará positivamente toda esta realidad? Cuando la mayoría de los argentinos sea ganada para una concepción diferente, para una concepción solidaria y fraterna que jerarquice la confraternidad por sobre la competitividad, el bienestar común por sobre la práctica consumista individual, cuando se jerarquice más el ser que el tener, y cuando las ideas socialistas recuperen la adhesión de los sectores sociales más desprotegidos.
El camino hacia ese futuro es difícil pero posible, absolutamente posible, como lo demuestran muchos pueblos del mundo hoy, pero no tiene atajos, queridos amigos, sólo se puede recorrer exitosamente con voluntad, estudio y práctica. Es decir, decisión política que equivale a definición de vida más el estudio y la práctica necesaria para concretarla. Muchas Gracias por vuestra joven paciencia.
Discurso del Dr. Guillermo Estévez Boero, en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
29 de Junio de 1993
Dr. Guillermo Estévez Boero (Diputado Nacional - Unidad Socialista)
Estamos ante un aniversario importante, un 75º aniversario del hecho cultural más importante de la historia de América Latina en el presente siglo. No ha perdurado 75 años ningún detractor de la Reforma Universitaria, ¡eso que ha tenido muchos en todas las épocas!.
Ser reformista supo ser subversivo, ser reformista era trasladar la estructura de la lucha de clases al seno de la Universidad; todas estas cosas se dijeron hasta el cansancio. De los que lo dijeron no nos acordamos, ni existen los nombres, ni la memoria.
Sin embargo, a pesar de nuestra profunda crisis cultural, nos acordamos de los nombres de Deodoro Roca, de Arturo Orgaz, Jorge Orgaz, Alejandro Korn, del “Ripa” Alberdi, Gabriel del Mazo, de tanta gente de la que lamentablemente no leemos lo suficiente.
Creo que es necesario profundizar en la idea de la Reforma, porque en este país, los grandes movimientos de ideas fueron en el siglo pasado. Nuestros liberales de 1810, nuestra generación romántica del ‘37, nuestra generación positivista del ‘80, pero, en el corriente siglo, sólo tiene trascendencia, esto que fue la Reforma Universitaria, que como acá lo han dicho, tiene todo un planteo que hace a la modernidad de la enseñanza, de dejar, específicamente, una Universidad medieval y escolástica, atrás. Pero esto no es, con lo mucho que vale, lo más trascendente de la Reforma.
La Reforma también avanza en algo revolucionarios para el mundo, que es la incorporación del estudiante en el Gobierno Universitario, éste es el legado más importante e imperecedero de la Reforma Universitaria, porque esta es la semilla que dinamiza, que genera las tensiones necesarias de la creatividad de ideas a través de los tiempos.
Es la presencia del estudiante en el gobierno universitario, el legado más importante, lo que fue rechazado por Europa durante décadas, como una locura de la América Latina. Que un estudiante no podía opinar de ciencia, de un programa de ciencia, no tenía capacidad. En esto se fue avanzando y ganando, incluso en la realidad de las universidades europeas.
Y, además de esto, el antiimperialismo de la Reforma, que expuso un pensamiento, una interpretación de la realidad de nuestra dependencia, y de la unidad latinoamericana. Creo que, Reforma Universitaria e identidad latinoamericana son dos cosas inseparables. Por eso, los que niegan la identidad latinoamericana, los que tratan de ir al NAFTA al margen del MERCOSUR, los que negaron nuestra comunidad de ideales con los países no alineados del Tercer Mundo, también niegan el contenido de la Reforma Universitaria.
No ha habido un solo acto oficial fuera de la Universidad conmemorando el hecho cultural más importante de la Argentina del corriente siglo, que es la Reforma Universitaria. Todos los comentaristas, modernos y antiguos, de pensamiento retaceado en la reacción, nunca encontraremos en ellos, en la historia de las ideas de nuestra Patria, el hecho de la Reforma Universitaria, ni tampoco su contenido social, profundo, su principio de la solidaridad obrero-estudiantil.
Pero, llegamos a este aniversario en un momento dramático. Creo y no solo creo, sino que tengo la absoluta convicción, de que, ¡nunca la educación argentina, ha estado tan mal! Esto no es una palabra ni una cuestión política. Desde antes de la Ley 1420 hasta la fecha, ¡jamás hemos tenido una educación tan baja!, ¡tan paupérrima!, porque…después viene el tema de las ideas, en esta Argentina de hoy, no hay preocupación por el niño, no hay un lugar para el niño, no hay valor para el objeto central de la educación, que es el niño, y que es el joven. Esta sociedad, y, casi la familia de hoy, ya no tiene lugar para el niño, y no puede existir educación donde no haya una preocupación por el sujeto trascendente de esta educación, que son el niño y el joven.
Por eso, el gran pensador contemporáneo en nuestro país, que es Ernesto Sábato, no exagera cuando dice: -"¿Y a dónde iremos sin las escuelas nacionales y gratuitas en las que se educaron generaciones de hijos de inmigrantes o de humilde gente del interior? Quedarán únicamente las escuelas para los ricos, las que forman en la competencia, en la destrucción del condiscípulo, cuando una de las notas más hermosas de este desdichado país nuestro, era que el hijo de un hombre venido de alguna pobrísima aldea de Galicia, Sicilia, Ucrania o de los Pirineos, hiciera brillar el nombre de Argentina en el mundo”. Y entonces, volvió a recordar aquella fiesta del 9 de Julio, en el patio de una escuela paupérrima, aterido de frío, con sabañones, con aquel guardapolvo simbólico e igualitario: -“Así en aquellas escuelas públicas, gratuitas y democráticas se amasó esta Argentina que tanto nos duele."
Hoy la noticia es otra: la escuela shopping. Hoy no hay una preocupación genuina en la creación de nuevas escuelas, en el análisis de la deserción del escolar. Hoy la preocupación está en ahorrar, en no gastar en educación, por eso el ajuste, el "thatcherismo" ideológico tiene, frente a la educación, una idea central: gastar cada vez menos en presupuesto educacional y elevar los aranceles.
Esto es lo que se propone en el país. Esto es lo que hizo la Thatcher en Inglaterra, y en esa Inglaterra tradicional, la reacción frente a lo que hizo la Thatcher fue tan grande, que la “tradicional y elegante Universidad de Oxford”, le negó a la Thatcher, como Primer Ministro, que era su graduada, una mención honoraria, por su actitud anti-universitaria durante todo su quehacer en el gobierno de Inglaterra. Y esto es lo que hoy estamos viviendo.
Y, en nuestro país, la Reforma, que siempre fue combativa, ¡y siempre fue combatida!, porque, a pesar de la crisis de los otros reformistas, de nuestros errores, de nuestras limitaciones, siempre la Reforma tiene un contenido terriblemente peligroso para el privilegio.
Me acuerdo en mi ciudad, Rosario, el 50º aniversario, donde salimos a la calle, a tratar de hacer una acto, que fue brutalmente reprimido, donde se empapeló la ciudad con denuncias de la Jefatura de Policía diciendo “el marxismo subversivo” de este aniversario de la Reforma Universitaria, era el 50. Y, donde ese hombre que ya fue mencionado, que fue el “Presidente de la dignidad”, Don Arturo Illia, en el ’68, en las calles, de mi ciudad, el 15 de Junio, fue reprimido por los bomberos, a manguerazos, mientras él avanzaba sin mirarlos, y con su dignidad los apartó, y siguió su camino solidario con el 50° aniversario.
Entonces, esta no es una gesta de momentos, de chicos que quieren exámenes más fáciles, más periódicos. Esto es, entrañablemente, una idea trascendente, como lo dijo Alejandro Korn.
Pero, para volver, hoy, a la Universidad que queremos, tenemos que volver a las ideas trascendentes. Nosotros no creemos que el objetivo central de la universidad sea suministrar engranajes al modelo, creemos que, el objetivo central de la universidad es generar ideas, una gran tormenta ¡de ideas!. El futuro del mundo no son los "yuppies", el futuro del mundo no es el capitalismo salvaje.
El futuro del mundo es una sociedad respetuosa del hombre, solidaria, y para la concreción de esa sociedad debemos generar la idea, debemos generar filosofía. ¡La idea!, lo otro se puede comprar, la idea, hay que generarla. Y, ésta es la trascendencia de nuestro desafío. Hay unas pocas páginas de Jaspers, fundamentales, que es el análisis que él hace en el ‘45, de la universidad, en esa época después del nazismo en Alemania, y reclama la idea, reclama el estudio, reclama el esfuerzo y dice muchas cosas que nos pasaron, y fuimos también nosotros responsables. Y, muchas veces, con nuestro facilismo, les damos argumentos a los enemigos de la sociedad solidaria y democrática que queremos.
Este es nuestro gran desafío, ¿cómo lo encaramos?: ¡No haciendo lo de ayer!, ¡no copiando afuera!, porque, la Reforma, es la primera que vez que, en nuestras latitudes, se invierte el diálogo con la civilización europea. La Reforma es la primera vez que, de aquí salen ideas para el mundo. Es la primera vez que dejamos de recibir ideas, ¡emitimos ideas con la Reforma del ‘18! ¡Y debemos volver a emitir ideas!, con nuestro trabajo, si queremos volver a colocarnos a la cabeza de los tiempos y de nuestro futuro. Esta es la fuerza del ideal.
Estamos en un país donde tenemos muchísimos problemas. No es porque seamos “un lote seleccionado de tontos”, sino porque hemos sido golpeados, con algo que creo que nunca hemos terminados de analizar, histórica, sociológica, filosóficamente, que son los golpes que se inician en el '30, donde cada golpe es peor que el anterior, desde el punto de vista sociológico, político, cultural, patrimonial, y de derechos humanos. Y, ese gran Rector de la Universidad de Buenos Aires, que fue José Luis Romero, nos decía que, esta Argentina, debidos a esos golpes, tenía estratos incomunicados, culturales, donde después de tantos años, todos empezábamos a hacer todo de nuevo, lo que otras generaciones ya había empezado a hacer 20 ó 30 años antes, pero sin contacto, porque nos encontramos en las ruinas, y ¡comenzamos a reconstruir!
Y, el efecto de retraso, de retroceso y de frustración que han tenido estas interrupciones, irresponsables, de nuestros procesos institucionales, es algo que tenemos que tener en cuenta, porque también es cierto que, aunque, nos importe el futuro, no podemos explicar el presente sin saber el pasado, ¡ni proyectar el futuro!
Entonces, es necesario, para nosotros, jerarquizar lo formativo de la universidad. Es importante formar el joven, esa maravillosa materia prima. Ése es el gran pedestal, después se especializará en una ciencia o en otra, en un conocimiento o en otro, pero lo jerárquico es ¡formar ese joven!, que sepa ubicarse en la realidad de su tiempo y de su espacio, que sepa relacionarse con los otros hombres y relacionarse con el medio, y generar esa convivencia armónica, hacia adelante.
Pero eso no lo da una ciencia en particular, no lo da un desarrollo en particular, eso lo da una formación integral que nos dicen que “no es económica”, que “no sirve”, que “no nos permite embotellar más gaseosas por segundo”, ¡no nos interesa! Nos interesa saber qué somos, para qué estamos, y a dónde vamos. No como embotelladores, sino como seres humanos porque, la vida, como embotellador, es muy difícil vivirla, y para embotellar se puede embotellar en dictadura o en libertad o en un campo de concentración. Vivir en plenitud, solamente se lo puede hacer en democracia, ¡cuanto más equitativa y solidaria, mejor!
Entonces, éstos creo que son los desafíos, esto es lo que tenemos que reconstruir: la fuerza del ideal, que es nuestra invencibilidad, que es por qué, 75 años después, estamos aquí, reunidos en un Buenos Aires muy diferente por la trascendencia de aquellos valores y de aquellas ideas.
Bueno, sí, realmente fue muy difícil llegar hoy, porque era muy inseguro el tratamiento por parte del parlamento de la presencia de nuestros buques en el Golfo Pérsico.
No fue fácil la decisión, en fin, nosotros vamos aprendiendo que casi no hay nada fácil nunca.
Pero fueron las reuniones en minoría toda esta semana ... El 6 de diciembre con mucho retraso de acuerdo con la Constitución Nacional el Poder Ejecutivo mandó un mensaje al Congreso para pedir autorización para que las naves se quedasen a pesar de la guerra en el Golfo Pérsico.
Recién ayer, a la noche, el bloque justicialista del Senado, porque esto el Poder Ejecutivo lo hizo entrar por el Senado, dio quórum para tratar esta cuestión. Y nosotros toda la semana, desde el lunes esperando el tratamiento de este problema, pudimos reunirnos los presidentes de bloque recién el miércoles, sin ningún presidente de la cámara presente, el presidente estaba en EE.UU., el vicepresidente 10 estaba acá en Entre Ríos, el vicepresidente 2° tenía el problema de la enfermedad de una hija. Así que un miembro de la comisión de asuntos constitucionales presidió la reunión de presidentes de bloque, en donde el justicialismo volvió a manifestar que si no había quórum, si no tenían mayoría no iban a participar de la reunión en la cámara, esto siempre y cuando quisiesen tratarlo su bloque del Senado. Ayer a la mañana hubo una reunión en minoría en la cámara de diputados, estuvimos, fijamos nuestra posición, se llegó más o menos a 102 diputados presentes con ausencia total del justicialismo menos los votos disidentes del justicialismo, para hacer quórum se necesitan 127, el total de diputados son 254. El Senado estaba también muy en duda que se reuniese esa tarde por divergencias dentro del bloque justicialista. "
Una reunión toda la semana, una reunión importante y después estaba la perspectiva bastante remota de que se reuniese el Senado, que votase el Senado y que después se reuniese la Cámara de Diputados y poniendo en la balanza que nuestra posición estaba dada, poniendo en la balanza que ya el presidente había dicho que los barcos se quedaban allá decidiese lo que decidiese el Congreso, poniendo en la balanza que estaban ustedes aquí que son la juventud de todo el país del PSP, bueno, rumbeamos para acá y esperamos que esta noche la votación que se va a hacer de acá a un rato de acuerdo a lo que hablé recién, no se resuelva por un voto porque vamos a tener algún dolor de cabezas. APLAUSOS!!!!
Quisimos estar aquí porque este es un año muy difícil, es un año de elecciones, un año, de elecciones difíciles, en una situación del país sin antecedentes, sin antecedentes porque es un gobierno que ha traicionado, ha cambiado totalmente el programa con el cual ganó las elecciones hace casi dos años. Esto genera en el país una situación de profunda crisis de credibilidad en los partidos políticos, de credibilidad en las instituciones de la república, esto ha acelerado un proceso terrible de corrupción, de degradación moral que abarca en gran parte a toda la sociedad argentina y que se refleja en su más fuerte expresión lógicamente en los niveles de gobierno, todo esto hace que tengamos un año difícil, un año donde va a haber que tomar actitudes, va a haber que terminar un proceso electoral y realmente necesita el partido, necesita la unidad socialista y necesita el futuro de argentina que ustedes participen muy activamente este año y que ustedes realicen un profundo esfuerzo para comprender una realidad muy difícil de comprender, una realidad muy compleja, una realidad nueva en un país diferente y además en un mundo diferente cuyos inicios dramáticos estamos viviendo en estos momentos, esto exige una gran comprensión, exige una gran responsabilidad, un gran respeto frente a la realidad, nosotros cuando hablamos de la teoría del conocimiento decimos que hay que tener un gran respeto frente al objeto del conocimiento, no hay que menospreciarlo no hay que darlo por fácil, conocible, hay que acercarse, decimos al objeto del conocimiento con todo respeto, con toda atención, con una profunda actitud de estudio y de responsabilidad para no equivocar el análisis, para no equivocar la conclusión, no podemos dejarnos llevar frente al objeto del conocimiento por simpatía o por antipatía, no nos podemos dejar llevar por un problema epitelial, tenemos que tener una actitud seria que es la forma de posibilitar que nos podamos equivocar menos, nunca estaremos seguros de no equivocamos pero nos podemos equivocar menos.
Hoy el mundo vive una etapa nueva, que es una nueva realidad, que va a demandar un tiempo en terminar de configurarse, hay un gran revoltijo, hay un gran magna, va a tardar un tiempo en separarse la tierra de las aguas y configurar los nuevos continentes las nuevas realidades, hay que mirar con cuidado dentro de ese mundo, esta nuestra Argentina, esta nuestra América Latina y esta nuestra realidad de país, con una gran incidencia del mundo, sobre el país, sobre América Latina. Entonces si ustedes miran esta con atención, con cuidado, si participan activamente en este tiempo de nacimiento de un nuevo tiempo ustedes tienen la posibilidad de crear un puente hacia el futuro, de comenzar a ver un futuro, de construir un futuro que se ajuste a estas nuevas realidades para cambiarlas pero qUe tenga los pies firmes en la tierra porque saben donde están pisando. Ustedes pueden tomar otra posición, negar lo nuevo, esto es lo de siempre tener rápidamente una explicación esquemática para todo como la tiene un troskista y se van a equivocar de medio a medio porque el mundo hoy y nuestro país es otro. Y la realidad que ustedes no van a interpretar los va a aplastar, a ustedes personalmente los va a dejar afuera de la posibilidad de modificar el futuro, esto individualmente, pero a nuestro partido lo dejará sin perspectiva futura y a nuestro país sin una parte importantísima de nuestra juventud, para jugar un papel en el futuro; que ustedes individualmente participen activamente en la construcción de un futuro adquiriendo una trascendencia porque la vida es muy intensa, es muy larga y al mismo momento es muy corta, Si ustedes la viven con ojos abiertos, con cabezas abiertas, viviendo todo lo que pasa, siendo parte de lo que pasa, siendo protagonistas activos de lo que pasa, la vida es una aventura extraordinaria, atrapante, que son muy pocos los que tienen la capacidad de describir la intensidad, la densidad de esa existencia.
Si permanecemos con los ojos cerrados, con las cabezas cerradas, con los brazos cruzados, la vida es un aspecto fisiológico, somos una pelota en un rincón de la cancha que al cabo de tanto tiempo de haber estado en ninguna jugada, sin haber participado en nada, en algún tiempo x se desintegra en cumplimiento de leyes fisiológicas. Cada uno de nosotros puede determinar el sentido de nuestra existencia, cada uno de nosotros puede determinar si somos protagonistas activos de nuestro tiempo, que lleguemos o no lleguemos, esto depende de muchas cosas, algunas de nosotros, que no debemos dejar de asumir, y otros dependen de una serie de contingencias.
Lo importante al hacer el balance es si uno ha caminado o no ha caminado, en qué sentido hemos caminado, si hemos comprendido lo que ha pasado, si hemos mirado lo que ha pasado con ojos que asimilaban la realidad cambiante o si hemos mirado la realidad con unos ojos de vaca, inexpresivos, que parecen que no vieran más que los árboles en la distancia. Acá no hay mucha perspectiva de ser protagonista, la satisfacción de sentirse protagonista en cualquier nivel, la satisfacción de comprender el sentido de la marcha de la humanidad, de la historia de la humanidad y la satisfacción de haberla puesto, de acuerdo a nuestras posibilidades, de acuerdo a las circunstancias de cada uno, el hombro al sentido positivo. No hay más. Pero todo eso es mucho y maravilloso. Y esto también es muy difícil en estos momentos donde estamos viviendo un nuevo tiempo. Porque no es posible aplicar lo de ayer, lo de ayer ya prácticamente no vale, no es posible repetir la conducta de ayer, no sirve, servirá como estudio de la historia, pero hoy hay que recrear una conducta, una interpretación, una dinámica, lo que siempre se dijo en América Latina, lo que tantas veces repetimos del preceptor de Simón Bolívar, Simón Rodríguez: "si no creamos erramos", esto tiene más vigencia que nunca al comenzar un nuevo tiempo en el mundo y un nuevo tiempo en la Argentina y en América Latina.
Entonces aquí la realidad de la Argentina y del mundo en éste año pasado nos ha golpeado muy fuerte. Han pasado en el país cosas que durante muchas décadas nadie Imaginaba capaz de pasar, no estaban en el campo de lo posible, eran cosas en las cuales no se pensaba porque eran impasables, impasables y pasaron, qué equivocados estábamos Tuvimos que pensar por qué estábamos equivocados y por qué pasaron. ¿Quién podía decir hace 5 años que se podía regalar Aerolíneas? ¿Quién podía decir hace 5 años que en vez de nacionalizarse todos los servicios telefónicos de 5 o 6 provincias, se fueran a entregar todos los teléfonos del país y todo el aparato de comunicación? ¿Quién hubiera imaginado que se puede liquidar, y se está liquidando YPF? ¿Quién hubiera imaginado en Santa Fe que se puede cerrar la destilería de San Lorenzo? ¿Quién se hubiera imaginado que podíamos arreglar nosotros con Inglaterra sin tratar el problema de la soberanía?
Todas eran cosas impensables. ¿Quién se podía imaginar que Rusia se podía dividir? ¿Quién podía imaginar que podían ganar partidos no comunistas las elecciones de Europa Oriental? ¿Quién podía imaginarse que íbamos a ver en la casa de gobierno lo que vemos? Nadie, y todo esto está pasando, que íbamos a tener la mayor cantidad del año sin clases, que la gente iba a estar de acuerdo con las privatizaciones, con los remates, quién podía imaginarse? Nosotros pensábamos que era inamovible, pensábamos que para un país manejar su aerolínea, manejar sus comunicaciones, manejar su petróleo, su gas, su electricidad, sus puertos, era una cosa lógica y no se podía echar marcha atrás, pensábamos que los procesos políticos de la Unión Soviética eran irreversibles," que se irían democratizando sucesivamente, en plazos más o menos largos, que irían hacia una socialismo cada vez más perfecto, cada vez más lindo, pero que esto iría para atrás, esto era impensable. Y, sin embargo todas estas cosas y muchas más están pasando.
Nuestro país, país nacionalista a pesar de su dependencia, en el cual Yrigoyen, un hombre de clase media, representante de los ganaderos intermedios, un hombre no socialista, un hombre no marxista, un hombre no socialoide, que era un hombre profundamente nacionalista, profundamente anti-¬imperialista, un hombre que crea YPF, que decreta el monopolio estatal del petróleo en el año 17, no era por influencia de Lenin que recién llegaba, ni por influencia de Fidel Castro que no existía, era por un sentimiento nacional, de gente que creía en la existencia de la Nación Argentina. Que creía como el General Mosconi, que no era un general rojo, que era un general ingeniero que había que proteger las "vigas -como las Ilamaba- maestras" de nuestra economía. A esa gente le asqueaba la dominación extranjera, no eran chauvinistas ni estaban disfrazados de chiripá, tomaban bastante champagne, pero no admitían la dominación del imperialismo norteamericano en tierras de América Latina; no admitía que Argentina fuese tratada en forma diferente a otras naciones del mundo, creía y exigía la igualdad jurídica de las naciones, por eso Yrigoyen ordenaba el retiro de nuestra delegación de la Liga de las Naciones que no representaban en su constitución la igualdad jurídica de sus integrantes; por eso Yrigoyen mandaba a su flota a saludar con 21 cañonazos la bandera de Santo Domingo ocupada por la marina norteamericana. Por eso Yrigoyen frente a la guerra convoca a un congreso latinoamericano que tiene solamente la asistencia de México, porque está boicoteada su realización por los Estados Unidos.
Este era un país manejado por pequeños burgueses, con un sentido nacional, con un sentido de dignidad, no corruptos, no degradados, que vivían en la pobreza, en la austeridad, y todo esto tiene una coherencia, todo esto es un conjunto de cosas que van junto, como la mugre es un conjunto de cosas también van juntas y también todo esto tiene su coherencia, tiene su coherencia la Ferrari y la permanencia en el Golfo, tiene su coherencia los cumpleaños y la entrega de YPF y la entrega de los teléfonos, la entrega de Aerolíneas, todo tiene coherencia en la vida, en la historia y en la naturaleza.
Entonces nosotros recibimos todo eso y creíamos que eso se iba a mantener por obra y gracia de Dios sin tener que preocupamos nosotros absolutamente nada por tenerlo. Durante décadas con excepciones de las primeras generaciones, los argentinos vimos en cada empresa pública una gran ubre, nadie nunca aportó nada para mejorar, para separar, para defender y así terminamos, como inexorablemente había que terminar. Si nadie defiende lo que tenemos, todos carcomemos lo que tenemos, y enfrente hay un enemigo que quiere lo que tenemos y se llevan estos lo que tenemos, no puede terminar de otra forma. Si descuidamos el asado nos venimos acá y hay perros dando vueltas nos comen los perros el asado. APLAUSOS!!!!!
No hace falta hacer un análisis de privatizaciones de nueva economía, de mercado social de la economía, ni ninguna paparucha de esas que las cosas se pierden y las cosas que no se cuidaban no se mantienen. Esto es lo que nos ha pasado con el patrimonio nacional, es así.
Ahora nosotros tenemos un nuevo tiempo, una sociedad que ha vivido todo ese proceso y una sociedad -como tantas veces lo dijimos- que del '30 hasta la fecha permanentemente ha sido interrumpido, cortado su proceso institucional. Hemos vivido más tiempo en la anormalidad que en la normalidad. Una sociedad sin práctica, sin cultura cívica, sin cultura de las instituciones y esa cultura cívica también nosotros muchas veces pensando en revoluciones no la hemos valorado, no la hemos jerarquizado, creíamos que esto no tenía nada que ver con la revolución, creíamos que la defensa de la constitución era un prejuicio burgués, que la independencia del poder judicial una pavada, total todo esto lo manejaban las clases dominantes, todo lo simplificamos, todo lo esquematizamos tanto que terminamos por no entender nada, por no defender nada y por perder irremediablemente lo que no hemos sabido defender y son cosas que valoramos como todas las cosas, cuando las perdemos.
Y hoy tenemos una realidad nacional que no valora las instituciones, que no cree en las instituciones, que no le interesa las instituciones. Una realidad nacional donde la Constitución prácticamente no rige y esto en principio es por nuestra culpa. Porque cuando perdemos algo y queremos recuperarlo y queremos defenderlo y vamos a la oficina donde creíamos que teníamos que ir a golpear vemos que no funciona, que no existe, empezamos recién a damos cuenta de la importancia del funcionamiento de las instituciones. Porque una persona puede decir en la Argentina, diga lo que diga el Congreso, las naves no las muevo por la gente no cree en el Congreso, porque la gente cree que la división de poderes no tiene importancia, porque la gente cree que el cumplimiento de la Constitución es una paparucha.
Porque las leyes no viven en los libros sino que viven en las cabezas y en los corazones de la gente, y cuando las leyes dejan de existir en las cabezas y en los corazones de la gente las leyes dejan de existir.
Las leyes dejan de existir, esta es una lucha para el enemigo fácil. No hay límites, no hay vallas para avanzar; porque esos límites y esas vallas no están en los papeles están en las cabezas y ya esos límites desaparecieron de las cabezas.
Por eso fue posible regalar el patrimonio nacional como se está haciendo, porque en muchas cabezas ya no estaba la defensa del patrimonio nacional, porque todos estos años nuestra falta de conciencia, el accionar de los comunicadores de prensa, los grandes medios de comunicación habían roto en nuestras cabezas la defensa del patrimonio nacional, nos habían convencido que lo mejor que podía pasar con YPF era que desapareciese, que lo mejor que podía pasar con teléfonos era que se incendiase, se regalase, se rematase, se todas esas cosas.
Cada uno creía que el remedio mágico era la privatización, cada uno pretendía que el problema de la privatización le iba a arreglar su problema, pero no se dan cuenta que un monto de problemas existen y se multiplican con las privatizaciones; entonces ahora te paran por la calle y te dicen "pero ¿para eso privatizaron?, Ah! No, así no!". Se creían que iban a privatizar resolverle los problemas de ellos. Cuando levantábamos el teléfono y no andaba decíamos hay que privatizar, andamos mal. Mirá como andan ahora. Anoche para hablar al Congreso me tuve que ir a una oficina pública porque por una hora no atendía la operadora larga distancia, privatizada. El que veía la boleta del teléfono mal. Ah! Hay que privatizar ahora mirá como viene la boleta nueva, quejate en inglés ahora. Aplausos!!!!!
Vine con unos entrerrianos en el avión a Santa Fe y chau, ya no hay más avión a Paraná. Ah, y para esto privatizamos, no, si te van a hacer beneficio, te van a mirar porque tomas mate, y van a quedar provincias y más provincias sin comunicación aérea. Porque no es rentable, pero todo eso se hizo porque esas defensas ya no existían en nuestras cabezas.
Hay un Terragno y hay un Dromi que son los corruptos, que son los que llevan a cabo este remate, pero se revientan las cosas porque ya están en remate. Esto es lo que tenemos que comprender, la profunda derrota ideológica que nos han infligido, la profunda derrota cultural que nos han dado.
Es tan grave la derrota cultural que nos han dado que es tan importante la misión de ustedes en el nuevo tiempo, que hay, yo creo que hoy ni en Mayo de 1810, ni en 1816, y lo digo con toda seriedad, hoy quizás sea el momento desde aquel entonces hasta ahora que mayor cantidad de argentinos piensa si Argentina es posible, si tiene sentido Argentina independiente; ustedes no vayan a creer que esto es una exageración esto está en la cabeza de la gente, y si no estuviese esto en la cabeza de la gente no podría haber dos buques en las aguas del Golfo y cuando salen los dos buques para las aguas del Golfo es tan arbitrario, tan injustificado, tan inexplicable la guerra en el Golfo que quienes defienden la presencia argentina en la guerra, no hablan de la justicia de la guerra en el Golfo, hablan de lo que vamos a ganar. Y eso les indica a ustedes el nivel de degradación donde estamos nosotros viviendo y que estamos nosotros transitando.
Es decir, lo que vamos a enviar son tropas argentinas, tropas argentinas que se envían con el mismo criterio que dos cajas de alfajores, el mismo concepto, otros se emocionaban: el pabellón nacional, ahora mandamos dos cajitas de alfajores santafesinos para el lrak, dale Bush lIevate un caballito más, lIevate un potrillito, Ilevate una fragatita más, este es el mundo de hoy y estamos nosotros hablando de que si ganamas, si no ganamos, que ganamos siendo neutrales, se dice cada día en cada radio, que ganamos siendo neutrales en la primera guerra mundial, que ganamos siendo neutrales en la segunda guerra mundial, es como si nos ponemos acá a gritar que ganamos por no haber sido asesinos, que ganamos por no haber sido corruptos.
Esto es lo que está diciendo el país, que gana mas por no haber matado, y ahora quieren ver si ganamos matando, esto lo dicen -probemos otra casa si no ganamos nada matando, siendo neutrales no ganamos nada, a ver siendo beligerantes a ver si ganamos, esto lo dice el discurso oficial.
Yo venía recordando tantas cosas para hablar de esta situación.
En 1952 más o menos se produce la guerra de Corea, Perón tampoco era un nene de pecho y le gustaba la idea de sumarse al negocio a ver si en Corea podíamos conseguir algo. Insinuó la cosa, se armó un escándalo en el país, el peronismo en el '52, algo golpeado pero no agónico. Se armó un escándalo en el país.
En nuestra provincia cientos de trabajadores de los talleres ferroviarios de Pérez en manifestación rumbo a Rosario, se realizan manifestaciones más chicas en diversos puntos del país.
Al día siguiente hay un afiche -lo estoy viendo- en todas las paredes con la firma de Juan Perón, "el gobierno hará lo que el pueblo quiera". Chau, nunca más se habló.
Ahora fíjense donde estamos "diga lo que diga el Congreso las naves no vuelven". Esto vive el país, esta es la nueva realidad que tenemos que afrontar, yo les quise contar esto para ubicamos que no estamos ante cualquier circunstancia, que estamos en una circunstancia muy difícil, estamos muy bajo, estamos viviendo una sociedad terriblemente degradada, incrédula, una sociedad corroída por los valores del consumismo, del individualismo, del egoísmo, construir desde este barro no es fácil, es difícil, pero lo primero que tenemos que saber es que estamos en el barro, para paramos con el cuidado necesario para no caernos. Y en el medio cayó también toda otra cosa que estaba, como decían los compañeros, en la confrontación, cayó todo un sentido de cosas que está en la confrontación, una concepción de lucha, una concepción de beligerancia, una concepción simple que esta simplificada hasta el absurdo, había malos y buenos, los buenas mataban a los malos el mundo subía, los malos mataban a los buenos el mundo bajaba, había que estar bien preparado para matar a los majos y entrar en una nueva etapa, este es el juego de Charli y Chanfle pero después de los años, no es así, la realidad nos demostró que no es así.
Se empezó con la lucha de clases que es innegable la existencia de leyes de acción social, y que son innegables la existencia de intereses diversos pero también es innegable la brutal diferencia entre la composición social de la Rusia de los zares de fines de siglo pasado y la composición social de nuestra sociedad, también es singularmente diferente el acceso a los conocimientos, a la información, a la cultura de aquel tiempo y la televisión transmitiendo durante las 24 hs del día del mundo de hoy. Estas son sociedades totalmente diferentes. Entonces no se simplifica todo en la confrontación, entonces confrontarse con la clase dominante, liquidarla por un tiempo hasta que equilibremos la mínima dictadura del proletariado, después de la democracia eterna. Y la dictadura del proletariado se transformó en la dictadura del partido, y la dictadura del partido en la dictadura de una camarilla y la contradicción cada vez más grande existente entre lo que pensaba la gente y lo que pensaba esa camarilla terminó con esa irrealidad. Todo esto es irrepetible. Esto no es si se tomó un buen camino 'el 17 o no, si era el mejor camino o el peor, pero lo cierto es que ese camino terminó. Hoy el pantano yo les digo, muchachos, la cosa es sumar, la cosa es acordar, la cosa es concertar con honestidad, con objetividad, la cosa es saber que acá, se avanza sumando, que avanza el que más suma y no el que más confronta, acá el asunto es saber lo mejor que tenemos en cada lugar y fijamos el objetivo que podemos alcanzar con eso que es lo que tenemos. Esta es la única forma de pensar en el pantano, no hay otra, y si nos equivocamos nos vamos de cabeza. Se van de cabeza ustedes individualmente, se va de cabeza nuestra esperanza futura del partido que en parte son ustedes, se va de cabeza la esperanza del país. Esto es algo que tenemos que asumir. Pensar que podemos hacer con lo que tenemos cada uno, no sacar de abajo de la manga, de la galera la gran verdad de lo que hay que hacer. Hay que hacer lo que se puede hacer, querer lo que a mi se me ocurre es no hacer lo que se puede hacer y perder la continuidad y perder credibilidad en la gente para hacer cosas positivas, no nos podemos equivocar muchas veces mas, estamos en una situación muy difícil, estamos entre la espada y la pared, de todo lo que ha pasado podemos salir hacia adelante pero si pensamos que nuestro primer objetivo es sumar no para tener más votos hoy las elecciones se pueden ganar igual, sino para el deber de construcción el día que comprendamos que el triunfo pasa por combinar a la mayor cantidad de gente hacia adelante en lo que esa mayor cantidad de gente objetivamente pueda y funcionen hacia adelante y no que marquemos el paso como el tren para arrastrar nosotros "el movimiento hacia adelante, ese día estaremos comprendiendo como se camina en el pantano en que estamos. Hay que sumar, toda división es negativa, toda división es victoria del enemigo y nosotros tenemos que tener la inteligencia de hacerle al enemigo imposible dividir, nosotros tenemos que tener la inteligencia de hacerle al enemigo imposible ganamos a un joven, ganamos un compañero, esto es así, el tiempo nuevo, el difícil tiempo nuevo, nosotros tenemos que sumar en un mundo, en un nuevo orden que dicen donde una minoría del norte quiere manejar a la mayoría de la humanidad que está en el sur, tenemos que tener la inteligencia de sumar en el sur, de integrar en el sur por arriba de las diferencias, por arriba de los matices, sumar, los pueblos de América Latina, sumar los pueblos del Asia y del Africa, sumar, como tiene la inteligencia de sumar el pueblo de Chile que va afianzando el camino hacia una democracia porque tienen la inteligencia de sumar y trabajar juntos dieciséis partidos políticos de las formas de pensamiento más diversas, porque han tenido la inteligencia los socialistas de Chile de, por Chile, por el futuro de su pueblo y de su tierra, acordar, conciliar con instigadores del golpe que le costó la vida a Salvador Allende es duro, porque es inútil tratar de desconocer el rol negativo de Frei, la instigación permanente de Frei en el golpe militar a Allende, es duro olvidar que el actual presidente de Chile, que está desempeñando un rol extraordinario, pertenece y ha pertenecido a la derecha de la democracia cristiana de Chile, hay que tener una gran inteligencia revolucionaria, una gran comprensión de la realidad, de la naturaleza de la marcha de la historia para a pesar de eso conformar un frente por el NO, para a pesar de eso estipular una concertación democrática, para a pesar de eso sostener la candidatura del actual presidente y Ilevarlo a presidente, hay que tener una profunda sabiduría y comprensión de la marcha de la historia. Y ahí está el premio, la construcción y el avance de la democracia en Chile, y en poco tiempo ahí está el premio, la reivindicación de Salvador Allende por el propio presidente de Chile porque la historia es un juego de correspondencia, muchas veces no es el juego dialéctico el que entra en la historia, muchas veces el juego de las conductas correctas. Y la conducta correcta del socialismo en Chile obliga a una conducta correcta de Alwin. Mientras que también es posible que otras conductas correctas de otras conducciones sectarias del socialismo en Chile determinaron conductas incorrectas, reaccionarias de Frei en Chile. No nos podemos nosotros enajenar de las conductas bilaterales que pasan en nuestra vida, en nuestras sociedades y en nuestras comunidades. Tenemos que avanzar en nuestras responsabilidades damos nuestro cupo de responsabilidad en las conductas incorrectas de nuestro compañero, tenemos que ver cual es nuestra responsabilidad en la escisión, en la división, en la confrontación dentro de la agrupación, dentro del partido, dentro de la sociedad argentina, tenemos que saber qué parte de responsabilidad nos corresponde a nosotros para llegar, para hacer crecer con una profunda prudencia la posibilidad de un futuro diferente que es absolutamente posible como lo está demostrando Chile entre otras cosas. En la medida en que entendamos la realidad, en la medida en que nos acerquemos, con prudencia, no a no movemos, a movemos permanentemente, lo máximo que podamos pero con prudencia, sumando, frenando cuando pensamos que podemos dividir, que podemos restar, sumando con cuidado, cuidando a cada joven, cuidando cada compatriota, porque son los únicos ladrillos de la esperanza de futuro, en nosotros está que eso se transforme en un elemento positivo en la construcción del futuro y no en algo negativo que utilizará el enemigo para alejar nuestra esperanza y nuestro futuro. Hay que estudiar, hay que capacitarse, hay que conocer la realidad, hoy el mundo está de cambio, hay que andar con todas las antenas abiertas ..
El otro día, hace pocos días en Italia, había una reunión de jóvenes muy importante, para nuestra época, como índice de nuestra época la reunión de la juventud del PC Italiano, en esta reunión en un documento se puso fin a la razón histórica de la existencia de la juventud del PC y se constituyó un nuevo partido de juventud, creo que con el nombre izquierda democrática o algo parecido, y se constituyó de una manera nueva y original. La mitad del nuevo partido son jóvenes que provienen de la antigua Federación Juvenil Comunista Italiana, la otra mitad viene de asociaciones intermedias cooperativas, movimientos ecológicos, movimientos pacifistas, movimientos feministas, etc, etc, etc. Esto quiere decir que el mundo está estudiando formas nuevas de accionar, el mundo esta estudiando formas nuevas de participación que superen una representatividad limitada de las viejas estructuras partidarias. Nosotros abrimos frente a todo esto que les estuve diciendo en este año de elecciones, la perspectiva de un trabajo abierto, de trabajo que le hemos lIamado por la Honestidad y el Trabajo, que puede llamarse por la dignidad o la escoba como se desee, por la Honestidad y el Trabajo, con el socialismo no alcanza para salir del pantano, con dos partidos tampoco, el socialismo es una hermosa lancha, la seguimos queriendo, pero para salir del pantano necesitamos una balsa, mucho más amplia, mucho más playa, sin caladura, la lancha no va en medio del pantano, hay que ampliar, que sea una convocatoria de una gran amplitud no para construir el socialismo, para construir un gobierno honesto, mínimamente eficiente, una justicia que encuentre a los ladrones, que los castigue, y sus condenas se cumpla; una policía que los encuentre, una escuela que de clases, un hospital que tenga medicamentos y esto es ya para el caos. Donde nosotros estamos es un programa de máxima, porque la gente sufre gobiernos corruptos e ineficaces, la gente sufre justicia que no castiga a nadie y que después cuando los condenan los ponen libres. La gente sufre policías que se le evaporan gorditos como Vanrrell, la gente sufre escuelas que no dan clases, la gente sufre hospitales que no tienen medicamentos, parece una simpleza y para la gente es una respuesta terrible a sus más mínimas necesidades.
Entonces estamos convocando a la gente a ciertas cosas tan simples, con gran amplitud y queremos que vaya acá la gente más representativa, si no es el compañero de! partido, que no lo sea, pero la forma de ganarle a la corrupción que tenemos es llevar a la gente más representativa, no es llevar a nuestro más amigo, al mejor militante, no quiere decir esto que el mejor militante es malo, el tema es que cuando hay una pelea en el agua tenemos que ir con un barco, no podemos ir con una bicicleta, la cuidamos es muy útil, pero hace falta un barco, hace falta un hombre representativo que lo apoye la gente, que lo conozcan en el barrio, aunque no venda vanguardia ni pague cuota, no quiere decir que no haya que vender vanguardias, hay que seguir haciéndolo, pero necesitamos cruzar este río que está acá, necesitamos un bote, esto hay que entenderlo porque sino nos ahogamos en el río con la mejor bicicleta. y para poder seguir vendiendo vanguardia y cobrando cuota, necesitamos que exista la democracia, necesitamos que existan las instituciones, si no salimos del pantano se cae todo. Tendremos que hablar la naturaleza de esta relación, gente honesta, gente que no sea antisocialista, podrán haber las que sean socialistas, pero nosotros tenemos que echar los cimientos de un futuro. Si somos futuro, si ustedes son fenómenos futuros pero no hay cimientos para que exista, no existe. Esto es lo que hay que comprender.
Tenemos que echar los cimientos de otro futuro, los cimientos se echan sumando y para sumar hay un requisito básico, creer en la suma, la gente no es una frase, creer en la gente es escuchar a la gente, es respetar lo que dice la gente, hacer lo que dice la gente porque es lo que podemos llevar adelante. No traer la gente para arrastrarla, no, traer a la gente para escucharla, para respetarla, debemos intentar hacer un gran desarrollo de Honestidad y Trabajo, no es fácil, es difícil, pero es el único camino. Abrir, Es el único camino llamar a la gente a la participación, para salir del pantano necesitamos la mayor participación de siempre, esto es lo que tenemos que hacer y tenemos que comprender que lo mejor que podemos hacer es facilitar en cada ciudad y en cada lugar la gente que elija el hombre, que más confianza le tiene para esta misión de este momento y el hombre que elija la gente, la mujer sea o no sea socialista si la gente la elige es el mejor candidato y debe ser el mejor candidato para nosotros también y no hagamos trampa, no tratemos de que la bolilla caiga para este lado no levantemos la mesa porque rajamos los cimientos, debilitamos las bases y nos acercamos al desastre. No le hagamos trampa a la historia, demos participación, la gente participará en la medida que vea que realmente la respetamos, que no la trampeamos, Esto nace de nuestra comprensión de la realidad, es la única forma de construir una alternativa realmente representativa, en base a gran participación de la gente, a este tiempo de corrupción, de sometimiento y de dependencia que estamos viviendo. Este es el camino, es absolutamente posible. En diversos aspectos como decía, los compañeros de Chile así lo han demostrado pero hay que comprenderlo, sino no es posible, tenemos que tener una gran humildad ante la realidad si queremos modificarla. Es el tiempo de movilizar a la inmensa mayoría del pueblo argentino que es honesto, que es de trabajar para volver a edificar con una gran paciencia, con una gran constancia, con una gran humildad, que Argentina independiente y solidaria es posible, que podemos ser, que debemos ser, que vamos a ser y solamente seremos cuando hayamos reconstruido a cada cabeza la convicción en esa responsabilidad. Mientras no lo hagamos nos van quedando y nos vamos quedando en terrible minoría. Tenemos que revertir esto sumando, concertando, conciliando, no con el enemigo, con la gente. Este es el camino. Yo creo que algunas veces en la historia se le pide a la juventud el máximo esfuerzo, el máximo de dureza, el máximo de confrontación, en este momento de nuestra historia yo les pido a ustedes el máximo de comprensión, el máximo de prudencia, el máximo de diálogo, para llegar a la concertación, que permita a los argentinos tener una patria independiente y solidaria.
Nada más compañeros. Gracias.
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