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Ante el conflicto limítrofe con la República hermana de Chile

Buenos Aires, 27 de octubre de 1978

Estimado compatriota:

El inminente agotamiento de la segunda fase de las negociaciones con Chile, el anuncio de la incorporación de dos nuevas turbinas al proyecto de la represa paraguayo-bra­sileña de Itaipú y la acefalía producida en nuestra Cancillería son aspectos de nuestra realidad exterior.

Toda realidad exterior corresponde a una realidad interior. El rol internacional de un país es el refle­jo de su realidad nacional.

Nuestra realidad nacional presenta, desde hace muchos años, aspectos de descomposición y desintegración que hoy se reflejan clara y duramente en nuestra situación internacional.

Es necesario reflexionar acerca de la natu­raleza de las causas de los actuales problemas internacionales de nuestro país. La respuesta es simple: hace años que la construcción de la Nación ha sido subordinada a los intereses de co­yuntura, a las componendas, al desarrollo del oportunismo, a intereses sectoriales, a recetas económicas extranjeras o pensadas en absoluto divorcio con las necesidades de la Nación y de su pueblo.

Hoy debemos hacer frente a las consecuencias de nuestros errores, de nuestra cortedad de miras, determinados por la falta de comprensión de nuestra realidad nacional y por la falta de valoración de los elementos maravillosos que integran la Nación Argentina.

Insistimos en nuestra convicción de que la batalla definitiva por la soberanía y el futuro del país, se li­bra fundamentalmente en la mente y en el cuerpo de cada joven argentino. Por ello en medio del desconcierto, de la desesperanza y de la inseguridad por la que atraviesa la mayor parte de nuestra juventud, reafirmamos nuestros mensajes de "El Tambor de Tacuari", "Pensamiento de un joven argentino" y ratificamos el con­tenido de nuestro borrador "Pautas para un plan nacional". Promocionamos la salud, la educación y criticamos la disminución del poder adquisitivo del salario de los trabajadores, la ausencia de bases ciertas y estables para la existencia de las pequeñas y medianas empresas de la ciudad y del campo, la existencia de una economía de especulación en donde quien menos produce más gana, la ausencia de una política cultural, el manejo indiscriminado y lesivo de los medios de comunicación de masas y la existencia de la deserción y limitacionismo a nivel primario, secundario y universitario.

Afirmamos la necesaria e imprescindible participación de todos los argentinos en la planificación y en la realización del futuro nacional. Proponemos una organización institucional futura que institucionalice la participación de quienes reali­zan las actividades esenciales de la Nación, a los efectos de arribar a una organización institucional que sea estructura real de la necesaria e imprescindible unidad nacional, para que los argentinos podamos afrontar confiados el asedio que indefectiblemente hemos de sufrir en un futuro cercano destinado a apropiarse de nuestras reservas de materias primas y de nuestra capacidad productora de proteínas.

Ratificamos la necesaria vigencia de los derechos y garantías constitucionales, la limitación de los regímenes de excepcionalidad, el necesario restablecimiento de la estabilidad del trabajo y reiteramos nuestra convicción de que la seguridad individual es el único componente trascendente de la seguridad nacional.

Reiteramos nuestra condena y solicitamos la aplicación racional de todas las fuerzas del Estado y de la sociedad argentina para erradicar la droga, el terror, el juego y la por­nografía, en las que ha sumergido parte de nuestra juventud -de nuestro futuro- la sociedad de consumo que se nos ha impuesto como panacea de un desarrollo económico, divorciado de las reales necesidades de la mujer y el hombre argentino.

El logro de estos objetivos y la erradicación de estos errores constituye el único camino que restablecerá nuestro nivel en la comunidad internacional, que posibilitará la defensa de nuestra independencia nacional y determinará el logro de una paz es­table y digna que siempre hemos anhelado y anhelamos todos los argén tinos.

Quién puede determinar las responsabilidades de nuestra realidad, quién puede discernir cuándo comienza el día y termina la noche ?

Creemos que no corresponde a los argentinos de hoy asignar responsabilidades sino asumirlas, por ello estamos dispuestos hoy, más que nunca, a caer al pie de nuestra bandera, en unión nacional y en defensa de nuestra soberanía territorial, que en el caso concreto de nuestro conflicto con la República de Chile pasa por la demarcación limítrofe sobre puntos terrestres, que tengan re­lación con el meridiano de Cabo de Hornos y que sea respetuoso del principio de Chile al Pacífico y Argentina al Atlántico.

Las grandes centrales del poder económico del mundo, que hoy se hallan librando sus permanentes batallas en otras latitudes, asolando otros pueblos, se ven molestas por la existencia de este conflicto que puede depararles alguna consecuencia no prevista en sus respectivos dameros; por ello lanzan grandes andanadas de paz, pero paz sin contenido, pero paz sin soberanía, pero paz que encierra en definitiva la balcanización del Atlántico Sur. La balcanización, la fragmentación, ha sido utilizada por los grandes de todas las épocas para mantener sus posibilidades de incidencia. Es la antigua práctica: dividir para reinar.

Los latinoamericanos vemos en los colores de los mapas de nuestro continente el resultado de esta política de bal­canización auspiciada por las grandes metrópolis. El Medio Oriente, Europa y tantos países de África y de Asia son el resultado de esa modalidad. Nosotros, en defensa de los intereses de nuestra Nación, de toda América Latina y de la propia nación chilena rechazamos la balcanización del Atlántico Sur cuyo anticipo en el tiempo de la historia es la ocupación ilegítima de las Islas Malvinas, por parte de Inglaterra.

Los argentinos, sin distingos, pondremos el hombro para construir la Nación ocupando sin vacilaciones, la prime­ra fila en la ardua tarea de defender nuestro patrimonio nacional -cultural y material-.

También en situaciones difíciles y sumidos en grandes disidencias, resolvimos encarar la independencia nacional y la liberación de medio continente y alcanzamos ambos objetivos.

Nadie debe confundirse ni adentro ni afuera; si la Patria se resuelve, cambiará su realidad en corto plazo y nadie osará lesionar su soberanía.

Sepamos ser ciudadanos de nuestro tiempo, sal­temos por sobre nuestras disidencias para defender y construir la Nación. Con quienes lo hagan se construirá la Nación futura que asegu­rará el bienestar y la libertad de todos sus habitantes.

Argentinicemos nuestras mentes y nuestra argentina.

Guillermo Estévez Boero