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En el día del trabajador

Hoy se cumple un nuevo aniversario del día de los trabajadores: el 1º de Mayo.

Es necesario suprimir de esta fecha, todo lo mucho que ha tenido y tiene todavía do festejo mecánico, de simple feriado.

La lucha por un futuro mejor para nosotros los trabajadores, para nuestros jóvenes hijos, para nuestros ancianos padres, no puede alimentarse de recuerdos dolientes, ni de esperanzas exaltadas. Es, antes que nada, acción concreta sobre la realidad presente.

La realidad presente es muy difícil para no­sotros los trabajadores. Nuestras organizaciones están interve­nidas o congeladas. Las leyes que nos otorgaban algunas conquistas fueron suprimidas o modificadas en nuestro perjuicio. Los sueldos aumentan -de vez en cuando- un poco y los precios aumentan todos los días y mucho. Le atención de la salud, ya no tie­ne nada de gratuito y muchas veces nos volvemos de la farmacia después de averiguar el precio de un medicamento para nuestros hijos o padres. La ley de alquileres se modificó en perjuicio exclusivo de quienes no somos propietarios. Cada día más hijos nuestros abandonan la escuela o el colegio; todo es muy caro, los libros que al cambiar cada año no se pueden pasar de herma­no a hermano, los guardapolvos, las zapatillas, el transporte.

La radio dice que tenemos que estar más tiempo con nuestros hijos ¿Cuando?. Sí cuando salimos, aún no se han levantado, y cuando volvemos, ya están durmiendo.

En medio de esta realidad ¿Qué podemos hacer? Nada, dicen algunos compañeros, Mucho, decimos nosotros.

Debemos y podemos modificar esta realidad.

¿Cómo?

Primero y por sobre todo creyendo en nosotros, en nosotros trabajadores, en nuestras fuerzas, en la fuerza de nuestro trabajo, en nuestra capacidad de creación y realización.

Nuestro trabajo construyó, construye y cons­truirá la parte fundamental de la Nación Argentina. La mejor de las naciones del mundo.

Nuestro trabajo: transformó la tierra abandonada en tierra de producción; superó la incomunicación de las regiones de la patria, construyendo decenas de miles de kilómetros de vías y levantando miles de kilómetros de líneas telefónicas y telegráficas; abrió la tierra y canales para electricidad y riego; cerro los ríos y construyó los diques, loa grandes complejos; levantó una industria nacional, sacó el pe­tróleo y el carbón; fundió el acero; construyó máquinas para la ciudad y el campo. Como docentes enseñamos a los hijos de todos a conocer las glorias de la Nación, a leer y a escribir, en de­finitiva a amar y a ser útiles a nuestra Patria; como trabaja­dores de la salud cuidamos a los enfermos de todos las 24 horas del día, lavamos los ojos de todos los compatriotas que nacen y cerramos los de los que mueren; como soldados liberamos a medio continente conducidos por el Padre de la Patria.

Esta es nuestra fuerza invencible e insustituible en el tiempo y en el espacio. Por ello, a pesar de todo, hoy, nuestro día, es feriado nacional.

Conscientes de nuestras fuerzas, hoy nos autoconvocamos y convocamos a todos los argentinos, sin excepción, a construir la Nación.

Porque sabemos, que solamente en una Nación libre e independiente de toda fuerza ajena, podremos ganar lo que merecemos, y gozar de salud, vivienda y educación para nuestra familia.

Por eso hoy, orgullosos de nuestra fuerza, de lo que hemos construido en el pasado y construimos en el presente, convocamos a la construcción de la Nación Argentina, asumiendo más responsabilidad en la agrupación sindical, en el sindicato, en el club de nuestro barrio, en la cooperadora de la escuela de nuestros hijos, en la cooperadora de nuestro hospi­tal, en nuestro propio trabajo y en la producción en general.

Hoy debemos ver con absoluta claridad nuestra alternativa como trabajadores argentinos: o construimos la Na­ción Argentina o nos quedamos sin Nación. Orientar la construcción de la Nación por parte de todos los argentinos, es un trabajo que debemos realizar hoy y ahora.

Buenos Aires, 1º de Mayo de 1978.-