Documentos MNR

Acerca de la Universidad V

PROLOGO

Continuando con la serie de publicaciones "Acerca de la Uni­versidad" —de la que hemos editado ya cuatro títulos— repro­ducimos en esta oportunidad el documento "Por una Universidad de mayorías al servicio de la Nación".

Este documento fue elaborado por el Movimiento Nacional Reformista, expresión de la Juventud Universitaria del Partido Socialista Popular, en febrero de 1984.

MESA EJECUTIVA DEL COMITE NACIONAL

Buenos Aires, Febrero de 1984

  

Ante la actual realidad del país y de la Universidad, el Movi­miento Nacional Reformista (M.N.R.), expresión de la juventud universitaria del Partido Socialista Popular, manifiesta:

Desde los orígenes de nuestra Patria las grandes mayorías nacionales venimos dando una larga lucha por la justa distribu­ción de la renta nacional contra los sectores del privilegio, contra las minorías aliadas a los intereses de la potencia de turno en el mundo.

Así en el transcurso de los años hemos enfrentado en nuestra Patria una realidad dependiente semejante al resto de los países del tercer mundo.

Desde 1890 se aprecian claramente: por un lado los intereses del pueblo argentino que tiene la osadía de pretender disponer su renta para construir su bienestar y su felicidad; por el otro los del imperialismo, los de las grandes multinacionales, que aliados a la oligarquía nativa, han saqueado y saquean el producto de nuestro trabajo y las riquezas de nuestro patrimonio.

Cuando el pueblo con su organización y conciencia ha podido imponerse, logró evitar en parte este robo. Esto es lo acontecido en los gobiernos de la voluntad popular, nacidos en 1916, 1946, 1963, 1973. En cambio cuando el enemigo se reacomoda, se pro­fundiza la dependencia, tal lo vivido en 1930, 1955, 1966, 1976.

Pero cada vez la puja es más definida, cada vez el pueblo está mejor organizado, tiene más conciencia, participa más de sus gobiernos. Entonces la respuesta es cada vez más dura. En 1930, el golpe se autotitula "provisional" y sus bandos son decretos que deberán ser revalidados por el parlamento.

En 1955 el golpe deroga por decreto la Constitución que el mandato popular había sancionado en 1949 y desata una represión sin precedentes. En 1966 se reprime a las organizaciones del pue­blo, se mata, se encarcela y se crea un estatuto de la revolución que está por encima de la Constitución Nacional. En 1976 se dispone de la vida del pueblo con una impunidad total, las calles se transforman en selvas con la ley propia de bestias. Las actas del "proceso" se convierten en leyes supremas.

Todo esto tiene un solo objetivo: mantener la explotación de nuestro trabajo y apoderarse de nuestras riquezas naturales para alimentar la voracidad de la usura internacional. Con el tiem­po las necesidades de las potencias se incrementan; el agota­miento de un modelo que se basa en la explotación del hombre por el hombre y de unos pueblos por otros pueblos, va llegando a su punto culminante. Por ello se incrementa su accionar, su rapiña cada vez es más y más. Todo ello agravado por la crisis de ma­terias primas que vive el mundo, por la escasez de alimentos y combustibles, que determinan el incremento de la puja por el reparto de la riqueza entre los hegemonismos que siguen este modelo.

Este cuadro integra nuestra realidad. Por eso tuvimos en 1933 un plan Pinedo de entrega de nuestra economía, por eso un plan Prebisch en 1955, un plan Krieger Vasena en 1966 y un plan Martínez de Hoz en 1976; todos ellos tienen en común la drástica disminución de la participación en la renta nacional de los traba­jadores y de los sectores medios, en beneficio de los intereses internacionales y de una minoría privilegiada.

Para perfeccionar la entrega, los intereses antinacionales y antipopulares —son así porque chocan con los intereses de la Nación y de su pueblo— han intervenido en el campo de la educa­ción, para moldear una mente en los niños y en los jóvenes que acepte la dependencia, que acepte la explotación.

Para formar generaciones instruidas que sirvan a los planes del coloniaje, adecuaron el ingreso y los contenidos de los planes de estudio a las necesidades de la explotación de nuestro país; esto lo realizaron en la educación formal. En la educación informal lo lograron a través del control de los medios de comunicación; la influencia en ellos de las grandes multinacionales les da un contenido que genera pautas de consumo irracionales, que defor­man las mentes de nuestros jóvenes y niños marcando como ideal el modelo de la sociedad consumista y como valores el lucro, la pornografía y la violencia.

EDUCACION Y DEMOCRACIA

En el campo educacional se refleja claramente toda esta puja a través de los años. Vemos que cuando gobernó el pueblo, se avanzó en la democratización de la enseñanza, en su contenido nacional y en su función social. Cuando gobernaron los títeres de la entrega se destruyó, se elitizó, se configuraron los planes de estudio copiados del extranjero y para el extranjero.

En materia de educación superior podemos enumerar lo­gros extraordinarios del pueblo y de la juventud, bajo la vigencia de la voluntad popular. En 1918 el movimiento de la Reforma Uni­versitaria produce un avance de gran magnitud en el objetivo de transformar las universidades en instituciones del pueblo, do­tarlas de un contenido nacional y popular y ponerlas al servicio de la gran causa de la felicidad y el bienestar de las mayorías nacionales. Es en esta época que el movimiento estudiantil se organiza nacionalmente, fundando la Federación Universitaria Argentina (F.U.A.) y obteniendo legalidad para el accionar renova­dor de la juventud en las aulas.

Nace así, el movimiento juvenil más original, popular y pro­fundo de América Latina. Enarbolando sus postulados de auto­nomía universitaria, cogobierno, periodicidad de la cátedra y acceso a la misma por concurso, docencia y asistencia libre, extensión universitaria, gratuidad de la enseñanza, formación integral, orien­tación social de la Universidad, convierte a la misma en el faro cultural de América Latina; por la cual se propaga como reguero de pólvora: llega a Perú y Chile en 1920, a México en 1921, a Colombia en 1922.

La Universidad Nacional del Litoral, los nuevos estatutos de la Universidad Nacional de La Plata, la Universidad Nacional de Tucumán, del Sur, de Cuyo, se crean bajo su influjo y su lucha.

En 1949 la existencia del gobierno popular permite lograr la gratuidad de la enseñanza y nuevos sectores de nuestra pobla­ción acceden a ella.

En 1965 se concreta el mayor presupuesto destinado a edu­cación que registra nuestra historia. En 1974 el mayor ingreso de jóvenes a las aulas universitarias.

Fue la existencia de gobiernos elegidos por el pueblo la que lo posibilitó. Fue la creciente organización de la juventud en las aulas la que orientó y determinó el sentido constructivo de este avance.

Fue la existencia de gobiernos dictatoriales la que posibilitó destruir, la que cerró comedores, eliminó becas, viviendas estu­diantiles, impuso aranceles y exámenes de ingreso, cerró facul­tades y universidades. La que nombró los docentes del oscuran­tismo: los niños de la escuela de Chicago en Ciencias Económicas o los administradores de las computadoras de la N.A.S.A. en Inge­niería, por citar algunos ejemplos.

Pero no fue todo sencillo. Así como el pueblo en general ha posibilitado con su participación mejorar sus organizaciones, los estudiantes en particular también. Las viejas organizaciones naci­das a principios de siglo, los centros de estudiantes, fueron orga­nizando a la juventud en su papel de defensora de los intereses del pueblo dentro de la Universidad. Fueron éstos bastiones de resistencia a los planes de penetración. Así se fueron superando errores y acumulando experiencia. Después de 1970 la F.U.A., que viene de enfrentar uno a uno los planes de la entrega, aporta en 1973, con el gobierno popular, a la reconstrucción de la Uni­versidad.

Durante estos siete años del más profundo saqueo y entrega de nuestra historia estas instituciones han sido la tozuda resis­tencia a los aranceles, a los cupos y exámenes de ingreso, a los cierres de facultades y universidades, al desmantelamiento de la obra social, etc.

Por ello se las proscribió, por ello se proscribió al M.N.R. a través de un bando cuya derogación es una necesidad de la Justicia; por ello se señaló con el dedo acusador al compañero que pasaba un petitorio por el arancel, o al que organizaba un torneo de deporte. Por ello se suspendió y se expulsó a la juventud de las aulas, por ello se recurrió a la bomba nocturna contra los locales estudiantiles, a las amenazas, a las detenciones y secues­tros, incluso a las desapariciones.

Se enseñó al ingresante que su peor enemigo era su compañero, que al ingresar le disminuiría su propia chance. Se persi­guió la formación de individuos ultraegoístas, desarraigados de la sociedad, desvinculados e ignorantes de los valores nacionales y unilateralmente formados para abastecer las necesidades de los "dueños" de un país dependiente. Esta fue la educación superior del "proceso".

Se intentó crear organizaciones estudiantiles afines al "pro­ceso" por medio de las Secretarías de Asuntos Estudiantiles. Pero ni la juventud ni el pueblo se engañan. El pueblo sabe que la vigencia de la democracia es su posibilidad, la juventud sabe que la existencia de sus organizaciones es indispensable para aportar a construir su futuro. Es por esto que aún proscripta siguió luchando y así produjo la histórica resistencia a los aran­celes, a los distintos tipos de limitación; así fue reconquistando su legalidad. Esta comienza en 1982, en Rosario con la normali­zación del Centro de Estudiantes de Derecho.

Hoy, momento difícil pero feliz de la soberanía popular recon­quistada, la juventud ve coronar con éxito la corrección de su lucha, la pureza de sus ideales. Hoy ha sido derogado el arancel de la universidad, hoy se ha reconocido la legalidad del movi­miento estudiantil. Hoy la juventud universitaria va a poder opinar y participar en su casa: la facultad, la universidad.

LA GRATUIDAD DE LA ENSEÑANZA

Decía Carlos Sánchez Viamonte: "El derecho de aprender es el derecho del hombre a su personalidad y de la sociedad a la cultura. El derecho de enseñar es más bien la obligación corre­lativa al derecho de aprender y está a cargo del Estado".

Este principio está contenido en el artículo 14 de la Cons­titución Nacional, por eso el M.N.R. considera que los aranceles violan este derecho constitucional, ya que: "Reservan el dere­cho de estudiar a quienes pueden pagar y además desliga al Estado de su obligación de contribuir con los fondos públicos a la educación de toda la juventud". (Imperialismo y Cultura —M.N.R.—, 1963.)

El M.N.R. cree que el derecho a enseñar y a aprender es sólo posible si se jerarquiza el papel del Estado en el fomento de las posibilidades económicas, sociales y educativas, dando a todos los hombres iguales oportunidades para desarrollarse plenamente. Esta concepción democrática recoge la tradición his­tórica del pueblo argentino, plasmada en principios y disposi­ciones legales. Así lo demuestra la acción en favor de la educa­ción pública de Belgrano, Moreno, San Martín, Avellaneda, Sar­miento. La ley 1420 de educación común fija en su artículo 59 el principio de la gratuidad de la enseñanza, que con el progreso de la sociedad operado desde 1884 a la fecha, ha de extenderse a todos los niveles de la educación.

El movimiento de la Reforma Universitaria de 1918 reclamó la gratuidad de la enseñanza universitaria.

Los gobiernos populares de Yrigoyen y Perón impulsaron este principio mejorando las condiciones sociales y económicas del pueblo creando escuelas, hogares escuelas, universidades, becas, comedores, subsidios, etc., culminando con la eliminación absoluta de todo arancelamiento. (D. 29.337/49.) Hubo como consecuencia, un incremento de jóvenes en todos los niveles de la enseñanza.

La F.U.A. siguió este camino, defendiendo el ingreso irres­tricto y elevando al Poder Legislativo en 1974 un proyecto de 100.000 becas para que los trabajadores y sus hijos ingresen y permanezcan en la Universidad.

El arancelamiento de la universidad constituye la aplicación al campo de la educación del principio de la subdiariedad del Estado, que jerarquiza los intereses del privilegio nacional e inter­nacional frente a los derechos de los integrantes del pueblo. La gratuidad, al igual que el ingreso irrestricto no es un problema de posibilidades económicas sino de concepción. Quienes sos­tienen el arancelamiento o la restricción del ingreso, facetas de una misma filosofía, siguen pensando, consciente o inconscientemente, que la educación es un privilegio y no un derecho de todos los hombres. Con esta concepción la restricción del acceso a través de cualquier mecanismo —aranceles o exámenes de ingreso—, es coherente y sus resultados también: siempre se benefician, como lo demuestran las estadísticas, los jóvenes pro­venientes de los sectores con mayores recursos y se castiga a quienes nacen en hogares de trabajadores.

Con el arancelamiento, lejos de brindarse "igualdad de opor­tunidades", se profundizan las desigualdades sociales. En síntesis: el limitacionismo a través de ingreso, cupos, trabas académicas y arancelamiento priva a la inmensa mayoría de nuestra juventud del acceso a la educación superior.

La tenaz oposición, desde el primer momento de su aplicación, que hiciera la juventud estudiantil, en centros de estudiantes, en federaciones regionales, y la F.U.A. con petitorios de miles de firmas, con movilizaciones por el no pago de los aranceles, logra­ron poco a poco el respaldo de la comunidad toda; hoy el gobierno constitucional, decretando la gratuidad de la educación univer­sitaria, sanciona la razón de la juventud y abre nuevas e impor­tantes perspectivas para el futuro.

LA LEGALIDAD DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL

El decreto que reconoce la F.U.A., las federaciones regionales y centros de estudiantes (D. 154/83), deberá completarse con la derogación de los bandos que pretendieron proscribir a las orga­nizaciones de la juventud universitaria, entre ellas el M.N.R., pero lo importante y trascendente es el reconocimiento a lo que es la esencia de la democracia en la universidad: el derecho de la juventud a expresarse, la obligación de escucharla y de posi­bilitar su participación en el gobierno de las universidades.

Los estudiantes universitarios debemos aprender a jerar­quizar el valor de la legalidad de nuestras instituciones, hecho nuevo, que no conocemos, porque nacimos, porque llegamos a la universidad durante la dictadura, durante el estado de fuerza, durante la ilegalidad de la legalidad. Hoy tenemos la necesidad histórica de aprender con rapidez a vivir y defender la legalidad de nuestras organizaciones.

Para que esta importantísima resolución sea realidad, y no letra muerta, es necesario que los jóvenes universitarios incre­mentemos la representatividad de nuestras organizaciones, con una participación democrática creciente y permanente; sólo así la letra de la resolución se transformará en realidad y posibilitará un nuevo futuro a la Universidad.

Ante la reciente historia vivida, los jóvenes debemos tomar conciencia de la tremenda trascendencia que esto tiene. Veamos claramente: la existencia de los centros y la F.U.A. ha sido factor de resistencia popular a la entrega, ha sido la promotora de una Universidad para el pueblo. Por este mismo motivo los servidores de los intereses antipopulares y antinacionales, pretenderán dis­minuir su significado, restarle trascendencia para crear las condi­ciones para anular esta conquista. Hoy es nuestro deber como jóvenes, como estudiantes, como argentinos, tomar conciencia de nuestro papel y tornar irreversible, con nuestro trabajo, con nuestra vitalidad, con nuestra fuerza, con nuestro estudio, este avance.

PROFUNDIZAR LAS CONQUISTAS LOGRADAS

Este es apenas el principio de un largo camino. Ahora hay que comenzar a construir. Ahora hay que afianzar la existencia de la democracia. Pero no podemos olvidarnos que la dependencia sigue, que los agentes de la entrega planifican un nuevo golpe, que los Martínez de Hoz planifican un nuevo y más profundo plan de saqueo para esa oportunidad.

La juventud no puede permitir que estos señores tengan una nueva oportunidad. La juventud debe transformarse en una valla a los planes del regreso. Recordemos las palabras de aquellos jóvenes que con su inspiración forjaron la Reforma Universitaria: "... los dolores que quedan, son las libertades que faltan..."

El M.N.R., con una trayectoria de más de veinte años de exis­tencia en la Universidad, con más de veinte años luchando por una educación popular y nacional, entiende que el camino de afianzamiento de la democracia está ligado al incremento de la participación popular a todo nivel y la jerarquización de la satis­facción de las necesidades básicas del pueblo. En materia univer­sitaria esto significa profundizar las conquistas logradas.

INGRESO IRRESTRICTO

El M.N.R. entiende que salud y educación son derechos inalie­nables de todo ser humano e inclusive en la sociedad moderna elementos indispensables para construir su felicidad y bienestar.

Considera, además que la base del progreso de nuestro país está dado por la liberación de la capacidad creadora y realizadora de nuestro pueblo. Por eso la cantidad y calidad de sus integrantes es fundamental. Ante esta realidad y teniendo en cuenta que por pautas culturales el incremento de la cantidad es limitado se hace imperioso mejorar su calidad. Para ello, salud y educación son los pilares fundamentales.

La juventud universitaria, consciente que en lo educativo, y en particular en la Universidad, puede jugar un papel trascendente, debe bregar para que a esa etapa de la enseñanza logre acceder la mayor cantidad de nuestro pueblo.

La Universidad es un ciclo más dentro del progreso educativo y a ella tiene derecho todo el pueblo. Es discriminatoria toda argumentación a favor del limitacionismo, ya provenga de aquellos, que obrando de buena fe, creen que con ello mejorará el nivel de la Universidad, o de los que cercenando la formación de la juventud, son conscientes que con ello impiden el destino inde­pendiente de nuestra Patria.

Argumentan algunos la deficiente formación que acarrea el joven del ciclo medio, otros la falta de infraestructura para recep­tar a una gran cantidad de estudiantes. Quienes argumentan la necesidad de determinados "niveles", lo hacen partiendo de valo­raciones abstractas, desvinculadas de la realidad y por ende de toda connotación científica; ya que el nivel de ingreso a la Univer­sidad está determinado, en un sistema educacional formal orgá­nico, por el nivel de egreso del secundario. Es inadmisible desde el punto de vista de la planificación de la educación de un país, intercalar entre dos ciclos consecutivos, una cuña selectiva a través de procesos autodidactas, cursos públicos o privados ca­rentes de toda organización pedagógica. Unos y otros consciente o inconscientemente pretenden privarnos de uno de los más maravillosos logros humanos: la universidad de mayorías. Unos y otros truncan la formación integral del hombre del futuro.

La deserción universitaria no obedece a la existencia de nive­les, sino a las fallas del funcionamiento de la universidad. El mejo­ramiento de la infraestructura universitaria sólo será garantizada por la presencia de mayor número de estudiantes dentro de ella.

Si se concibe la graduación universitaria unilateralmente como patentamiento para concurrir con ventajas al mercado del trabajo, se hablará de un número excesivo de profesionales.

Dentro de un concepto integral de la educación, el graduado es un joven con mayor nivel formativo que se vierte a la comu­nidad mejorando el promedio de toda ella; pero, para esto es necesario concebir otra sociedad, que termine con la diferencia entre quienes piensan y quienes trabajan con la mano. En esa sociedad nunca será excesivo el número de jóvenes con más alto nivel formativo.

Una sociedad que para existir precisa limitar la formación de su juventud, exhibe su agotamiento.

En este recomienzo institucional, es necesario que la grandeza sustituya al cinismo como modalidad de cada acto de gobierno. La grandeza se procrea en la inserción de las raíces de cada acto en la causa y en la naturaleza de las cosas. El cinismo está determinado como reflejo inhibitorio ante la incomprensión y el divorcio con la realidad que lo circunda.

Una política educacional no puede estar desvinculada de nuestro entorno latinoamericano. Es necesario otorgar a la Univer­sidad argentina la valoración que gozaba entre la juventud del continente, con anterioridad a la degradación que se impusiera en 1966; en consecuencia, se debe eliminar toda limitación al ingreso de los estudiantes latinoamericanos y otorgarles el goce de los beneficios de la obra social específica en pie de igualdad con los argentinos.

CONTENIDO DE LA ENSEÑANZA: EL DERECHO AL CONOCIMIENTO

Una universidad democrática que asegure la igualdad de oportunidades, que garantice las posibilidades de todos los jóvenes, también debe serlo en el contenido de la enseñanza.

"Cuando a la cultura se la disfruta como a un privilegio, la cultura envilece tanto como el oro". El contenido de los planes de estudio en estos últimos años, ha estado orientado por los sectores del privilegio asociados a intereses extranjeros. Así nuestras universidades han sido una fábrica de mano de obra calificada para dar ganancia a las multinacionales. Se ha impuesto la especialización, que desintegra el conocimiento, como objetivo. La sociedad, el mundo, empieza y termina en la especialidad que se ha elegido. Esta realidad, aparte de profundizar nuestra dependencia, es antidemocrática, porque priva el derecho al cono­cimiento, a la cultura aquilatada por siglos de historia de la huma­nidad en general y del aporte de nuestro pueblo en particular, en aras del lucro, de la filosofía del "recurso humano" que da más ganancia.

Esta nueva posibilidad democrática debe sentar las bases para afianzar en los jóvenes universitarios, una formación integral.

"La ética de los hombres de estudio se ennoblece por la cultura integral, que enseña a valorar con exactitud los méritos de la obra propia y de la ajena. El especialista cree que su hoja es la principal de todo el árbol sin sospechar que todas las demás, como la suya, reciben la misma savia desde raíces comunes, por troncos y ramas que viven en armónica interdependencia". (Universidad del Porvenir. — José Ingenieros.)

La universidad debe completar el ciclo del conocimiento con una primera etapa en donde se madure dicho conocimiento. El joven que proviene con una suma de hechos históricos, de lugares geográficos, relaciones numéricas, con una gramática organizada, debe comprender el significado de la historia, del tiempo de nues­tro pueblo y de la humanidad toda; de cómo influye el clima, las montañas y los ríos en la vida del planeta del cual el hombre argentino es parte; que nuestra mente también debe ejercitarse, como el músculo, en el razonamiento exacto; que el lenguaje es la base de crecimiento de nuestro pensamiento.

Luego de esta etapa, abordar en una segunda la especialidad: jurídica, tecnológica, militar, biológica, jerarquizando aquellas que den soluciones a las necesidades inmediatas y a largo plazo de nuestra Patria, pero nunca cercenando las esperanzas de un joven cuando la carrera que ha elegido no coincide con estas jerarquías.

La especialidad debe ser considerada como una habilidad más que no es ajena al resto de las profesiones u oficios. Nues­tras mentes, lo que hoy llevamos en nuestras cabezas, ha sido desde el hombre primitivo un producto del trabajo, de la habilidad manual; primero sobre la piedra, después sobre la madera y luego sobre el metal. La albañilería, la carpintería y la herrería hoy no pueden ser ignoradas ni por la más sofisticada tecnología satelitaria, ni por la ecuación más compleja que pone en funciona­miento una computadora, que relaciona números (representaciones cuantitativas de las piedras y los árboles).

El conocimiento tiene un receptor, el joven que no sólo se está formando espiritualmente, sino biológicamente. Es el momen­to más apto para aprender, para cincelar nuestras ideas, porque también nuestro cerebro se está moldeando, nuestro cuerpo se constituye muscularmente, adoptan formas que serán las defini­tivas nuestros huesos. Por ello el derecho al conocimiento no se agota en posibilitar que todos tengan acceso al estudio integral y no sólo de una parte, sino también en posibilitar que todos tengan las mismas condiciones para adquirirlo. Un joven con pul­mones destrozados, con columna desviada, con músculos atro­fiados por la explotación de su trabajo, no está en las mismas condiciones que aquél que, sin un trabajo embrutecedor, y por tener acceso al deporte arancelado, posee las oportunidades fisio­lógicas más apropiadas para asimilar el saber.

Una concepción democrática no puede dejar librado al azar, o a las propias oportunidades de cada estudiante, las condiciones físicas aptas para mejor comprender y asimilar el conocimiento. La educación física debe ser obligatoria para todos los estudiantes y responsabilidad de la Universidad como una materia más, a lo largo de la carrera, pero con la trascendencia que de ella depende la sanidad biológica de nuestra juventud y a partir de ella su salud espiritual, enriquecida con la maravillosa obra de los hom­bres: la cultura.

Una vez definidos los contenidos y dadas las mismas opor­tunidades para todos, el proceso de enseñanza-aprendizaje debe recorrer el camino de elaboración que parte de la experiencia, de la observación, de la práctica y continúa con el concepto y la teoría, para volver nuevamente a ser comprobado por otra práctica, otra experiencia.

Las prácticas en laboratorio, en los talleres, los trabajos prác­ticos, las monografías, las pruebas de campo, no deben ser la excepción de cada una de las materias, como ocurre, sino que deben ser el punto de partida del contenido de ellas. No queremos un arquitecto que no sepa manejar una cuchara o hacer una mezcla, no queremos un ingeniero que no sepa usar un torno, no queremos un médico que no sepa lavar un enfermo, queremos hombres que adquieran su especialización con el enriquecimiento del trabajo manual, que la pongan al servicio de las soluciones de su pueblo y no de su bolsillo; hombres integrales comprometidos con su tiempo y las necesidades de su Patria.

DOCENTES

También esta actividad debe revestir un carácter democrático. La trascendental misión que cumplen estos maestros de la juven­tud, no debe limitarse a transmitir el conocimiento y evaluar sus resultados, sino a forjar en cada alumno una personalidad que continúe por sí misma regando su planta cultural, sembrada en su paso por los niveles de enseñanza.

El docente en su actividad no debe partir del saber que él posee sino de la formación que traen los estudiantes. "Un buen docente no es aquel que con displicencia y desde una tarima imparte su saber, es aquel que desciende los peldaños de las ciencias hasta encontrar a sus discípulos y subir con todos ellos".

Un criterio democrático de la enseñanza encuentra su obje­tivo, su nivel, en el promedio de los estudiantes. Un alto porcentaje de aplazos expresa más un déficit en la docencia, que una falta de capacidad de los alumnos; "los exámenes, las verdaderas pruebas aunque así se llamen, deben cifrarse no en la respuesta de los discípulos sino en sus preguntas. De la desnuda y oportuna pregunta del discípulo debe inferirse su curiosidad, su capacidad, su aptitud, la calidad de su espíritu, su grado de saber y sus posi­bilidades". (Ciencias, Maestros y Universidades, Deodoro Roca.)

El premio y el castigo en los exámenes generan el mercan­tilismo académico que se basa en el principio del menor esfuerzo para el logro del fin. El fin inmediato es aprobar el examen, el fin último es obtener el título, que nos inicia en otro mercan­tilismo: el mercantilismo profesional.

Es claro a esta altura que la actividad docente no debe ser aptitud propia de quien la ejerza sino que debe ser el resultado de una carrera docente que la Universidad debe poner bajo su responsabilidad. Al mismo tiempo se debe permitir que quien tenga algo por enseñar encuentre su aula dentro de la misma. El resultado de la docencia libre no debe medirse por la capacidad de su expositor sino por la presencia de los estudiantes.

La cátedra paralela, la periodicidad, y el acceso a la misma por concurso de oposición y antecedentes (primando la primera sobre los segundos) ha posibilitado en la historia de nuestra univer­sidad la constante renovación de la ciencia y pedagogía que la dimensión del proceso educativo requiere, y ha impedido la ins­trumentación de las cátedras vitalicias que cual feudo de la edad media tanta sombra han arrojado aniquilando las posibilidades de desarrollo independiente y científico de nuestras universidades.

COGOBIERNO

Esta Universidad gratuita en la cual se reconoce el derecho de los estudiantes a agremiarse, sin restricciones al ingreso y la permanencia de la juventud en sus aulas, sólo es coherente bajo una organización democrática de la misma.

La autonomía universitaria es un concepto que debe partir de la confianza en la capacidad creadora y realizadora de sus integrantes. Si la Universidad se aísla de la realidad en la cual está inmersa no es debido a la falta de disposiciones generales que la obliguen a estar vinculada con su medio. Que la Univer­sidad aporte al proceso democrático, no dependerá de una ley o de un estatuto, sino del accionar de sus miembros como parte de nuestro pueblo.

El cogobierno cuatripartito e igualitario reconoce en la parti­cipación democrática de docentes, graduados, no docentes y estu­diantes la forma por la cual la Universidad dictará sus propios estatutos y reglamentaciones que la pondrán al servicio de las necesidades de nuestro pueblo.

La historia de Consejos Superiores y Directivos demuestran lo antedicho y al mismo tiempo que la existencia de los mismos fue posibilitada por la existencia de gobiernos constitucionales.

La futura ley universitaria deberá implementar el cogobierno que garantice la activa participación en la vida universitaria de todos sus integrantes.

OBRA SOCIAL

Además de las trabas de orden académico es necesario paliar la incidencia de la grave situación económica ampliando las posibilidades de estudio mediante la creación de la asistencia médica gratuita, los comedores estudiantiles, las viviendas estu­diantiles, las guarderías, las becas integrales, etc.

El desarrollo de la obra social estudiantil es la extensión del concepto de la gratuidad de la enseñanza y un criterio profunda­mente democrático que reconociendo la existencia de diferencias económicas entre los estudiantes permite así que aquellos de menores recursos tengan las mismas oportunidades que el resto.

PROPUESTA

En virtud de las consideraciones precedentes el M.N.R. en­tiende que es imprescindible abrir un profundo debate en el seno de la comunidad universitaria y en el parlamento de la Nación para que se sancione a la brevedad posible una nueva y definitiva Ley Universitaria que contemple la postura enunciada.

Mientras esto ocurre consideramos positivo y apoyamos en general el proyecto de ley presentado por el Poder Ejecutivo Nacional (PEN) que ya cuenta con media sanción de la Cámara de Diputados, como norma provisoria de normalización de las Univer­sidades Nacionales.

En el mismo se transforma en ley el Decreto N? 154/83 del PEN del cual rescatamos:

Art. 9º — Por ser el que reconoce la tan ansiada legalidad del movimiento estudiantil a través de sus organizaciones únicas por facultad, por universidad y nacional (Centros, Federaciones Regionales y F.U.A.).

Arts. 5º y 6º—Por instrumentar la participación estudiantil en los Consejos Superiores provisorios, y en los Consejos Aca­démicos Normalizadores Consultivos en cada facultad; es nece­sario dar los pasos para la pronta integración de los graduados y los docentes al gobierno democrático de facultades y universi­dades. Creemos que se debe dar participación durante este pro­ceso normalizador a los trabajadores de la universidad: los no docentes.

Art. 7° — Por suspender la realización de los concursos bajo las actuales normas.

Art 10º — Por eliminar todo tipo de cláusulas discriminatorias para acceder a la docencia o a los cargos no docentes.

Art. 4º — Por aplicar estatutos que consideramos apropiados ante la actual coyuntura.

Pero entendemos que debe modificarse el Art. 8º. Este plantea la atribución al Consejo Superior para "revisar la aparente validez de los concursos realizados bajo el imperio de la ley 22.207". Debería reemplazarse por lo siguiente: 1) reincorporación de los docentes cesanteados por la dictadura a partir del 24/3/76. 2) convocatoria inmediata a concursos a todas las cátedras (hayan o no realizado los mismos en el período mencionado). Estos concursos deben dar preeminencia a la oposición sobre los ante­cedentes y no tener en cuenta estos últimos si han sido adqui­ridos durante gobiernos de facto.

Consideramos que éste es el único camino viable para nor­malizar el claustro docente sobre la base de la justicia y la igual­dad de oportunidades, garantizando la aplicación de los reales principios democráticos.

PALABRAS FINALES

Si nos conducimos a través de una política de membretes, si rehusamos la consulta a los estudiantes y su movilización, el reconocimiento de la legalidad del movimiento estudiantil sólo habrá servido para demostrar lo perimida que está la universidad actual y el accionar estudiantil vigente.

El M.N.R. cree que el accionar de la juventud puede deter­minar las perspectivas del futuro y en consecuencia convoca a ocupar con plenitud el lugar que hoy las nuevas leyes del gobierno constitucional reconocen a la juventud universitaria, para ello es necesario la creación de comisiones de estudiantes, con compe­tencia en diversos temas, que respalden la labor de los represen­tantes estudiantiles en los Consejos Directivos y en el Consejo Superior. Asimismo es necesario el funcionamiento regular y pleno de los centros de estudiantes, de las federaciones regio­nales y de la F.U.A.

A participar, a capacitarse, a organizar y movilizar, convoca el M.N.R. a la juventud universitaria para echar las bases de una universidad cuyo objetivo es satisfacer el derecho a una mejor formación integral de todo joven argentino, promoviendo y pre­servando a su vez su salud física y mental. Una universidad que no formará especialistas sino ciudadanos, que no capacitará "re­cursos humanos" sino pueblo. Una universidad vinculada indiso­lublemente a la causa de la libertad y bienestar de los argentinos y de la independencia de la Patria.

Un gobierno de facto más ha pasado, el M.N.R. continúa al servicio de los ideales con los cuales nació, hace más de 20 años: vincular a los estudiantes universitarios y a la universidad con las necesidades del pueblo y con la realidad del país.

MOVIMIENTO NACIONAL REFORMISTA
Febrero de 1984


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