Documentos MNR

Acerca del discurso televisado del delegado interventor de la dictadura en la Universidad

 

En este documento, el MNR destroza, con los argumentos de la brutal realidad represiva ejecutada sobre el Movimiento Estudiantil, los juicios que el Interventor de la dictadura, el clerical falangista José Luis Cantini, expresara en el discurso televisado el 25 de Mayo de 1969.

Quedan aquí como testimonio, ante el pueblo, las palabras cínicas de un mercenario más que pretende ocultar los atropellos, de lo que es responsable, y la respuesta militante de quienes no caigan ante la injusticia y la arbitrariedad expresando su denuncia, a pesar de no contar con la televisión que la dictadura reserva para los que masacran al pueblo.

 

Sin ciencia y sin conciencia

Así definen los universitarios al delegado que  la dictadura militar ha colocado al frente de nuestra universidad.

El trabajo que insume la redacción de estas líneas, el costo de su reproducción y los riesgos de su distribución, no se justificaría si las mismas estuviesen dirigidas a los universitarios; ellos, estudiantes y docentes conocen exhaustivamente a quienes representan en la universidad a la dictadura que oprime al país. Pero como nos debemos al pueblo, a ese pueblo que a través de todos sus sectores ha evidenciado una solidaridad activa con nuestros reclamos de independencia, bienestar y libertad para nuestra patria, a él destinamos esta declaración. Lo hacemos porque la dictadura nos impide la utilización de los medios audiovisuales de comunicación y al mismo tiempo se los cede a sus representantes.

El día  25 de Mayo, el representante de la universidad militar en nuestra universidad utilizó los canales de televisión para dirigirse a la ciudadanía. Sus palabras tuvieron como objeto primordial el disminuir la responsabilidad de la dictadura militar, por los asesinatos cometidos en Corrientes y en nuestra  ciudad, persiguieron el objetivo de lograr su propia superviviencia en las oficinas del Rectorado a través de un Rector que, por decreto de la dictadura militar y no en representación de universitario alguno.

 

Sus antecedentes

Es necesario destacar que el delegado no posee antecedentes universitario alguno que lo capacite para ejercer la s funciones que pretende desempeñar.

Sus elaboraciones en el campo de la pedagogía universitaria, de la organización universitaria o en cualquier rama del saber, pertenecen al mundo de lo inédito ya que nadie las conoce.

Lo que sí conoce los que observan la vida política de nuestro medio, son sus antecedentes falangistas y estos antecedentes son los que tuvo en cuenta la dictadura militar para efectuar el nombramiento; este pertenece al mundo de la realidad.

 

Su “instrumento legal”

Pero, a través de su mensaje televisado ha agregado a esta cualidad la de émulo de Borda. El cinismo denotado sólo tiene parangón con el habitual del ministro mencionado. Expresó, que, en compañía de los Decanos, había aceptado un desafío que lo invitaba a luchar por una “universidad mejor”, pretendiendo cabalgar sobre el desconocimiento popular acerca de la existencia de la ley represiva que la dictadura militar sancionó en 1967 y que rige a nuestras universidades nacionales.

Éste “nuevo régimen legal de las universidades nacionales”, como él lo denomina – cuidándose muy bien de analizarlo -, dispone, entre otras cosas, las siguientes:

a)      La aprobación de los Estatuto y sus reformas será determinada por el dictador. (Art. 6, Inc.b).

b)      UN régimen disciplinario  (Art.6, Inc.g) que hará extensivo “a los actos que puedan realizar los integrantes de la universidad fuera de su ámbito y que afecten su orden y prestigio”. Este régimen disciplinario será aplicado por los Rectores y Decanos que designa el dictador (Art.50, Inc.j y 59, Inc, f y g).

c)      La libertad de cátedra será cercenada por el Art. 8 que la define capciosamente.

d)     La libertad ideológica es cercenada por el Art. 9 y el Art. 10.

e)      Estudiantes y egresados son arrojados del gobierno universitario (Art.19) y el mismo será ejercido por Rectores y Decanos que durarán cinco y cuatro años respectivamente, designados por el dictador (Art.122).

f)       Los agentes de la dictadura pueden remover a los profesores según su criterio (Art.34).

g)      Estudiantes, profesores y egresados son eliminados del Consejo Superior (Art.55).

h)      Se implanta la limitación del ingreso (Art.56, Inc k).

i)        Se determina como una de las atribuciones esenciales de Rectores y decanos la de requerir el auxilio de la fuerza pública (Art59, Inc c).

j)        Se asegura el funcionamiento, a puertas cerradas, de la Asamblea y el Consejo Superior y de los Consejos Académicos (Art.66).

k)      Se invade la función de los Colegios Profesionales (Art. 87).

l)        Se pone fin a la gratuidad de la enseñanza (Art.92).

m)    Se establece que el Tesoro Nacional se limitará a contribuir a los gastos de las universidades nacionales (Art.104..

n)      Se instauran los aranceles de los hospitales universitarios (Art.105, Inc e).

Con este  “instrumento legal”, el emocionado delegado televisado aceptó el “reto” y se aprestó a luchar por una universidad mejor.

 

Su trabajo

Expresó también que ha trabajado con una intensidad y con unos resultados que justifican plenamente el tiempo, el esfuerzo y los sacrificios dedicados a la empresa.

Cabe señalar que, entre estos resultados, de su proficua tarea, encontramos una constante permanencia de fuerzas policiales dentro de la universidad, la canción de innumerables estudiantes que han debido abandonar sus carreras por el delito de expresar sus ideas, la ilegalidad de organizaciones estudiantiles, la clausura de locales estudiantiles, la prohibición permanente de efectuar asambleas por parte de todos los claustros (profesores y estudiantes), la eliminación de miles de jóvenes argentinos de las universidades, miles de jóvenes que no podrán estudiar jamás por voluntad del delegado y sus Decanos adláteres, la sanción de profesores, la puesta en venta del Hospital Escuela José María Fernández (ex Baigorria), el cercenamiento de la Obra Social de los estudiantes y la adquisición de un lujoso palacete para instalar sus oficinas personales.

Juzgue el pueblo sus resultados.

 

La agitación

Alude, siguiendo la técnica de los semanarios de moda, a “la agitación que sacude a las Universidades del mundo”. Cualquier persona, en conocimiento del instrumento legal” que rige a las Universidades Nacionales y de los “resultados” logrados en éstas por la Dictadura Militar, se da cuenta que no hace falta recorrer el mundo para encontrar las causas filosóficas de la disconformidad y de las protestas de los universitarios argentinos.

Quien arriba a la Universidad Nacional por decreto de la Dictadura Militar, tiene la audacia de manifestar, con suficiencia mal disimulada, que “los defectos e insuficiencias propias de la Universidad, cuyas causas de orden histórico, técnico o, presupuestario son conocidas por las autoridades, mas casi nunca los estudiantes”. Si hubiese aprovechado la comodidad material que le depara el palacete del Rectorado para estudiar, en las actas de los Consejos Directivos y del Consejo Superior, las intervenciones de los delegados estudiantiles, podemos asegurar que sabría mucho de planes de estudio, de estructura universitaria, de Obra Social, de conducción universitaria y del papel que debe desempeñar una Universidad en el país.

No existen, en nuestra Universidad, motivos “circunstanciales” para la disconformidad de los universitarios, los motivos son constantes y se encuentran en la vida diaria a que el régimen somete a la población universitaria.

Se señala que los desórdenes de nuestra Universidad nunca han alcanzado la dimensión de los acontecidos en muchas universidades de Europa y América. Igualmente podría señalar Krieger Vasena que nuestra situación económica es superior a la de Biafra, y Borda podría manifestar por televisión al país que en Alemania nazi se mataron más universitarios que en Argentina. ¿Quizás quiera significar esto que, para cambiar Rector y Decano, es necesaria la existencia de desórdenes más grandes, y para oponerse a la Dictadura, es preciso que en nuestro país muera de hambre más gente que en Biafra y sean asesinados más estudiantes que en Alemania nazi?

Se dice que hasta hace diez días nuestra Universidad estaba en plena tarea. Sí, en plena tarea represiva, con las fuerzas de represión en su seno y con los delegados de la Dictadura sancionando estudiantes y profesores.

 

Los asesinados

Se llega a expresar, y se lo intenta hacer en forma poética, que “sorpresivamente, como un rayo caído no en medio de la tormenta sino en plena claridad del día, la muerte de un estudiante universitario, ocurrida en las calles de Corrientes, durante un enfrentamiento con la policía, conmovió a la ciudad entera”, agregándose más adelante que “el trágico acontecimiento se repetía en pleno centro de nuestra ciudad”.

Aquí el cinismo del delegado de la Dictadura adquiere su máxima crudeza. No se trata de “enfrentamientos con la policía” ni de trágico acontecimiento”; por el contrario, se trata de la criminal agresión que sufrieron manifestaciones estudiantiles, en la cuales fueron asesinados dos jóvenes estudiantes y con posterioridad un niño obrero.

La dimensión del crimen solamente es comparable con la dimensión del cinismo del delegado de la Dictadura en nuestra Universidad. Y el pueblo que ha repudiado unánimemente los asesinatos, debe condenar con la misma unanimidad a este falangista que, siguiendo las instrucciones de la Dictadura Militar, quiere aparecer conmovido ante los canales de televisión solicitando la paz de los cementerios y adulando a los universitarios, a los cuales ha manejado hasta el presente con las fuerzas de represión instaladas dentro de los recintos universitarios y con sanciones cuyas apelaciones nunca merecieron su más mínima  consideración.

Con fraseología perdida no se puede borrar, ni se borrarán, los hechos concretos cometidos por los agentes de la Dictadura en la Universidad. Esto les cabe a los delegados de hoy y de ayer que ya aparecen, como De Juano, en sus consabidos procesos de metamorfosis, suscribiendo notas de indignación ante los crímenes que han ayudado a cometer y realizados por la Dictadura a la cual han pretendido apuntalar.

 

La violencia

Para “que la ola de violencia que azota buena parte de las Universidades del mundo no se extienda a nuestra patria”, es imprescindible que las Universidades se den sus propias autoridades y se arrojen de ella a los delegados de la Dictadura que cínicamente pretenden tergiversar la realidad del país y de la Universidad.

Se manifiesta que “la violencia engendra la violencia y degenera en situaciones imprevisibles e irreparables, que llegan hasta el punto en que todo entendimiento resulta ya imposible”. La violencia fue instaurada en nuestro país por la Dictadura Militar, madre de nuestro delegado el 28 de junio de 1966. La violencia fue instaurada cuando se tomó por asalto, en forma vandálica, la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Buenos Aires, donde se cachiporreó a profesores y estudiantes  que eran extraídos del recinto del Consejo Directivo en medio de doble fila de gendarmes.

La violencia fue instaurada por el régimen con la muerte de Pampillón, Hilda Guerrero, Cabral, Bello y Blanco. La violencia fue instaurada por el régimen a través de los llamados Rectores con la sanción de profesores, como los de Córdoba. La violencia fue instaurada por el régimen discriminando en los servicios hospitalarios a personalidades científicas, como la del profesor Moisés Polak, por motivos ideológicos. La violencia fue instaurada por el régimen proscribiendo, el derecho de reunión y expresión de los universitarios.

El delegado solicita la no violencia de los universitarios, la no violencia del pueblo; ello, en otras palabras, es el sometimiento del pueblo todo a la violencia de la Dictadura. Esto no lo logrará ni el delegado, ni la Dictadura ni fuero alguno en la tierra.

En cuanto al punto en que “todo entendimiento resulta ya imposible”, no existe en el futuro. El punto está en el pasado, en el 28 de junio de 1966. Desde ese momento no existe posibilidad de entendimiento entre los argentinos y las fuerzas de ocupación, entre los trabajadores y quienes vienen a congelar sus salarios y a auspiciar el alza del costo de la vida; entre los universitarios y quienes vienen a imponer una universidad militarizada al servicio de las minorías.

 

El enfrentamiento

No existe “un presente enfrentamiento en parte de nuestros estudiantes y las fuerzas del orden”. El enfrentamiento de los estudiantes es con las autoridades universitarias, es con la Dictadura, es con los exámenes de ingresos, es con las sanciones, es con la discriminación ideológica, es contra la subasta de los Comedores universitarios, contra la venta de los Hospitales Escuelas y contra la entrega de todo el Patrimonio Nacional.

Los universitarios reclaman sanciones para los ejecutores de los crímenes cometidos. La lucha contra las llamadas “ fuerzas del orden” no constituye ninguna de sus banderas y falaz pretender plantearla así. Lo que en las realidad sucede, es que a las fuerzas del orden se les hace jugar un papel en defensa de las autoridades universitarias, en defensa de la Dictadura, en defensa de los exámenes de ingreso, en defensa de las sanciones, de la discriminación ideológica, de las subasta de los Comedores y Hospitales Escuelas y en defensa de la entrega de todo el Patrimonio Nacional.

 

Sin razón: Sin sentido

El Rector y los Decanos manifestaron que la sangre de Cabral se había vertido sin razón y sin sentido. Su pequeñez les impide vislumbrar la grandeza de los jóvenes caídos en defensa de las posibilidades culturales de toda la juventud argentina y en defensa del Patrimonio cultura y económico de la república.

 

Sus viajes

Se pretende, explicar los viajes a la Capital Federal t a la capital de la provincia como gestiones para tratar de atemperar la represión, cuando en la realidad se concurrió, como de costumbre, a rendir informes y a recibir órdenes. Las “fuerzas del orden” recibieron la orden de tirar y el delegado interventor la orden de hablar emocionado al pueblo de Rosario para atemperar la unánime repulsa de la ciudadanía.

¿Por qué no vino a hablar el dictador?, ¿Por qué no vino a hablar “el jurista” Borda o el gobernador?. Para montar el falaz mensaje de “cordura” se eligió a un personero acto en la figura falangista del Rector de la Universidad local.

Se habla pomposamente de que la inquietud y la agitación de la juventud universitaria tienen su origen en el desarrollo tecnológico de nuestra civilización; pero, a renglón seguido, se afirma de que “la tranquilidad pública se halla asegurada por otros medios”. Curioso. Para que este desinteresado Rector que se sincera ante la ciudadanía, el estado de emergencia constituye el sinónimo de la “tranquilidad pública”. No coincide por cierto con él, todas las organizaciones de nuestro medio que se han proclamado por el inmediato levantamiento del estado de emergencia, incluso el propio Colegio de Abogados de nuestra ciudad. Por eso, no exagerábamos cuando expresábamos que la paz del falangista es la paz del sepulcro, la no violencia del falangista es el sometimiento a la violencia.

Y en medio de la intranquilidad que vive la población de Rosario, que tiene su vida y sus bienes al arbitrio de un tribunal militar, el señor Rector utiliza los canales de televisión para expresar que la tranquilidad pública está asegurada.

La ciudad y la Universidad han sido injustamente agraviadas por estos hechos, pero no “merecían” una satisfacción, merecen una satisfacción que aún no existe, ni existirá mientras perdure la Dictadura en el país.

 

Plan perfectamente previsto

No existen “grupos subversivos” ni interferencia demasiado visible de sectores políticos que pongan al descubierto un “ plan perfectamente previsto”.

Los cadáveres que existen ponen sí al descubrimiento, un plan perfectamente previsto y una orden de tirar. Esto debe percibirlo el delegado de la Dictadura que si tuvo alguna vez autoridad moral la perdió al aceptar ser delegado de la Dictadura en nuestra Universidad.

El Rector insiste en querer delimitar el problema como un enfrentamiento con las “fuerzas del orden” o con la policía  como entidad. ¡No! ¡Téngalo claro y expréselo!. El enfrentamiento es con esta Dictadura Militar y falangista que él representa en nuestra Universidad. ¡Esos son los términos del enfrentamiento!.

El delegado interventor, en su difícil papel de compungido y en su afán de conformar a los estudiantes a la ciudadanía, y a las “fuerzas del orden”, incurre en contradicciones evidentes. Proclama que, como Rector, conoce que el descontento y la agitación estudiantil son una realidad que responde a “causas profundas”, pero que el estado tiene que proveer a la institución policial de los recursos técnicos y financieros para poder estar en condiciones de neutralizar esa agitación. ¡Magnífico Rector!. ¿Cuáles son las causas de la agitación?. ¿Las profundas o la falta de medios técnicos y financieros de la institución policial?.

Se afirma que si no se neutraliza esta agitación con técnica moderna, la labor de la Universidad se tornará ilusoria y vana. No se percata que desde el 29 de junio de 1966 fecha de intervención a las Universidades nacionales la labor de la Universidad es ya ilusoria y vana.

Promete no “descansar” hasta conseguir de las autoridades una solución definitiva a este “gravísimo problema” porque está convencido que está en juego el “alma misma” de nuestra juventud. Ímproba, resultará la tarea de este falangista, ya que deberá convencer a sus congéneres que abandonen las posiciones gubernamentales usurpadas y devuelvan al pueblo el ejercicio legítimo del poder.

 

Lucha en las aulas

Con posterioridad exclama que tiene una necesidad: “tener la certeza, que no trasladamos a las aulas las luchas de las calles, al reiniciar las actividades docentes”. Su necesidad es muy simple, los universitarios no se han asesinado entre ellos. Con no solicitar la presencia de las “fuerzas del orden”, en el interior de las facultades, como lo ha venido haciendo habitualmente, garantizará el no traslado de la lucha a las aulas.

Para terminar, invita a una especie de cursillo, a los cuales son tan adictos los integrantes de la Dictadura. Así debemos interpretar su llamado a “una indispensable reflexión colectiva sobre el significado de los últimos acontecimientos. La reflexión colectiva ya la efectuado la ciudadanía que ha proclamado unánimemente, su indignación y repudio ante los asesinatos cometidos, el cese de la intervención universitaria y la devolución del gobierno de la república a su pueblo.

Estos son sintéticamente los juicios que nos merecen las palabras del representante de la Dictadura en nuestra Universidad, que pretendió, a través de la televisión, confundir a la ciudadanía con una posición de tercero en la contienda, de la que carece, por ser funcionario de la Dictadura, nombrado por el dictador y autorizado para dar este mensaje, se le otorgó permiso para faltar a la reunión de Rectores que el mismo día efectuaba en la ciudad de Buenos Aires.

La realidad del país, y, dentro de ella, la realidad educativa no le deparan el mejor escenario para su mejor actuación. Es así como en el matutino donde aparecieron sus palabras, en la misma página y en la columna de al lado, se consigna el siguiente juicio: “otros datos conocidos producen alarma: se refundieron 36 escuelas en 1967 y 14 colegios el año pasado, en el transcurso del que corre se cerraron 14 escuelas para adultos cuando en la Capital Federal vivían un millón de personas, había 700 escuelas aproximadamente, que, actualmente, se reducen a alrededor de 400 para 5 millones de habitantes. La transformación de 225 establecimientos en escuelas de doble escolaridad en los últimos tres años, la clausura de grados y el cierre de turnos ha dejado a más de 400 docentes sin ubicación definitiva. La anulación de la “co-educación” en el radio metropolitano deja, como secuela, 22300 adultos sin enseñanza”.

Éste es uno de los aspectos del enfrentamiento real que pretende desconocer el señor Rector.

Mas, no conforme con su mensaje televisado, el miembro informante de la Dictadura, en nuestro medio, realizó declaraciones a un vespertino el día 27.

En las mismas, tras reiterar sus acostumbrados comunes, a los efectos de proyectar la imagen del Rector sensible, expresa algunas aseveraciones que, por su gravedad merecen comentarse.

Al ser preguntado acerca de la eficiencia de la justicia para no condenar a los culpables, respondió: “No puede menos que pensar que así es. Lo contrario significaría un nuevo agravio a la justicia, a la ciudad y al país”.

Pareciera el señor Rector olvida que, hace menos de un año, los jueces que se atrevieron a disentir con el jefe de policía acerca de la autorización de un acto público, fueron golpeados en la calle y luego cesanteados. Hoy, la causa es bastante más concreta y todo juez sabe que la disidencia o la condenación de las actitudes del régimen, involucra su cesantía, por lo que sus aseveraciones son totalmente falsas y tienden a encubrir una vez más a la Dictadura de la cual es vocero.

En el mismo mensaje tiene la desfachatez de poner como ejemplo de represión la de la Capital Federal, olvidándose del vandálico asalto a la Facultad de Ciencias Exactas o sugiriendo que es conveniente abrirle la cabeza a cachiporrazos a profesores y estudiantes, mas no matarlos.

Nadie debe llamarse a engaño acerca de la personalidad del falangista Rector de nuestra Universidad, doctor José Luis Cantini, que, en la actualidad actúa de vocero público de la Dictadura en nuestro medio y que, durante años, dirigió las fuerzas del orden en acción represiva dentro de nuestras Facultades. Este personaje, que a nadie engaña, necesitó tres cadáveres de jóvenes argentinos para prometer el retiro de sus fuerzas del orden de las Facultades.

Confiamos en que no necesite nada más para abandonar los recintos de nuestra Universidad en compañía de todos sus secuaces, los secretarios Roberto A. Puig, Luis Sulier, Luis M. Rassol, Jaime Belfer, Eduardo Súter Schneider, Miguel Chiarpanello, Antonio Margariti, y los Decanos Roberto Brie, Juan P. Picena, Adolfo Rodríguez Hertz, César Benetti Aprossio, Frutos J. Torres, Ernesto Ghirardi y Alberto Domínguez. Para dirigirla hace falta ciencia y conciencia, atributo de los cuales carecen los pre mencionados.