Documentos MNR

Acto de Apertura del Encuentro del MNR. Discurso del Dr. Guillermo Estévez Boero

 

 ROSARIO, FACULTAD DE MEDICINA.

Queridas compañeras y compañeros:

Una nueva reunión del Movimiento Nacional Reformista en un momento muy especial, son muchas cosas, en una situación del país también especial. Yo creo que tenemos que tratar de mirar de nuevo la realidad, mirarla cómo es y ver cómo podemos seguir desarrollando en el país una alternativa de futuro que es lo que hoy este país no tiene.

Muchas veces esta historia se ha repetido. No es esta época peor que otras épocas. Muchas veces el país ha estado en crisis y la gente ha pensado más o menos las mismas cosas y ha dado las mismas respuestas. Y entonces yo estaba la otra noche mirando algunos libros ya amarillos buscando en lo viejo que de nuevo podría decirles hoy. Y encontré dos o tres párrafos que me parece que es importante escucharlos para empezar a conversar y a pensar hoy.

Esto, en el año ’40, la editorial “La Vanguardia” del Partido Socialista son trabajos de un gran pensador, que por diversos motivos fue quedando, que fue Dardo Cúneo, que vive Dardo Cúneo y que hablaba acá de las diversas circunstancias, en una época muy difícil, el 40, 41, 42; comenzaba la Guerra Mundial en Europa, el país vivía los finales de la Década Infame con toda su entrega, con los grandes negociados, la tierra del Palomar, hasta los premios de la Lotería se falsificaron, los niños cantores eran los que llevaban en la mano la bolilla trucha, no decían trucha en aquel momento.

Quiero decirles que esto que vivimos es una inundación que ya hemos vivido otras veces, no es una cosa nueva y sin antecedentes. También el país ha vivido otras terribles crisis económicas y de valores. En aquel entonces  estaba todo en manos del extranjero, todos los intereses del campo y de la ciudad. La inmoralidad era la reina, y?, sin embargo las cosas cambiaron, fueron mejorando, ahora van empeorando. Hay que tomar fuerzas para que vayan mejorando. Y en aquel entonces decía Cúneo, comentando a grandes pensadores de aquel tiempo, dice algo que también nosotros debemos fijarnos: “La vida no ejerce la facultad de elegir su mundo, se enfrenta a un mundo bárbaro”, es decir ustedes no pueden elegir el momento de la historia en que actúan, caen en una parte de la historia que ya está siendo así, “No dispone cada uno de elegir su alojamiento, se lo dan. Escuchamos siempre la palabra crisis en la conversación de los maduros. Leímos crisis en los periódicos. Después vimos la crisis en los rostros y supimos de su significado. Nos lo explicaron como un reflejo del pasado inmediato de Europa, -otra vez la guerra que les decía recién-, y como la manifestación también de un viejo régimen en agonía- que era el capitalismo-. Nos dijeron de su extensión, abarcaba a la economía, a la política, al arte, a la literatura, a la educación, a la moral. La encontramos en todas partes y estuvimos alojados en esa realidad. Generación de una época de crisis deberíamos sufrir nuestro destino”. Y, como tantas veces lo dijimos en nuestros discursos, que la juventud era la que más sufría la crisis. Porque la juventud era futuro y esta crisis no tiene futuro, decía también hace 40 años este amigo, hace 50 casi!

“Precisamente jóvenes no encuentran tarea dónde utilizar su potencia juvenil, sus energías juveniles”. Pero hay otra cosa de la crisis. Otro aspecto que hace a esta falta de futuro. A esta falta de poder repetir un futuro.

Dice el maduro de otra época creía reconocer en el joven el devenir mismo de la humanidad, por eso debía éste movilizarse en función del lugar que el futuro le estaba reservando y hacer de su juventud una estación de carga, el período de su capacitación la mocedad era la víspera. Mantenía su actualidad el diálogo de las generaciones en que Plutarco hace decir al viejo de Atenas yo he sido grande, al maduro, yo soy grande y al joven yo seré grande. El estado juventud ligado al tiempo en futuro. Hoy la realidad es otra. “Los jóvenes no somos la representación de la hora que vendrá. Somos del presente y para él sus víctimas primeras. El porvenir ha dejado de ser la propicia escena que se prometía a nuestra acción. Nuestra vida conoce un sólo tiempo. Somos del presente. Nos hallamos incorporados a él y nuestro es su ritmo. Somos del presente y de su grada ausencia mocedad”. Y en una famosa novela contra la guerra dice el personaje “Ninguno de nosotros tiene más de veinte años pero jóvenes eso ya pasó hace mucho tiempo. Somos viejos. Esta es nuestra verdad. Nuestro hoy. Su reconocimiento nos puede conducir al desengaño o a la esperanza. Hacemos nuestra la esperanza. Tomamos a nuestro cargo la labor de hacer de estos días de angustia los mejores; de volvernos hacia la vida para arrebatarle su verdadero sentido. De rescatar nuestra juventud.

En fin yo creo que ahí está bastante sintetizado todo.

Problemas de hoy, yo creo queridos compañeros del MNR en un MNR que ya tiene más de 30 años y que tendrá muchos más, no es el tema puntual del ingreso del arancelamiento de esta pegalotodo que se llama “ley de educación”. Estos son problemas que tenemos que estudiarlos, tenemos que tener respuestas. Son los problemas del momento, de la coyuntura. El gran problema es crear una alternativa diferente. La podemos pensar y recrear si ponemos la cabeza y nuestra vida en otra longitud. En otra alternativa.

Si nos enganchamos exclusivamente en sus alternativas, en sus coyunturas en los problemas del sistema terminamos siendo sistema. Terminamos discutiendo inflación sí, inflación no. Terminamos siendo un Cavallo al revés, pero Cavallo al fin y esto es mortal.

Nosotros tenemos que tratar de no ser caballo, de ser jóvenes, de ser seres humanos, de derrotar a esta concepción cínica e inmoral de la sociedad consumista y generar con fuerza otra forma de existencia, otra forma de vida, otra solidaridad, otra práctica de relaciones. Entre, primero, como dicen la caridad empieza por casa; primero con relación a nosotros mismos tenemos que aclararnos qué queremos ser, en qué equipo queremos jugar, qué queremos hacer con nuestros estudios, con nuestras vidas.

No podemos nosotros vivir en la nebulosa, los años pasan. No podemos enterrar la cabeza como el avestruz para no ver la realidad. Y entonces, tenemos que asumir una responsabilidad frente a nosotros mismos. Yo creo que, no podemos seguir sin estudiar. No podemos seguir pasando la vida mirándola desde afuera. Sin ser protagonistas de un cambio, pero para ser protagonistas de un cambio tenemos que ser concientes del cambio, concientes de la realidad. Hay que estudiar, hay que leer, hay que discutir, dialogar entre ustedes los grandes libros, las grandes ideas. No la mugre cotidiana.

No hay que discutir lo que dice el diario que es sólo mugre. Hay que discutir las grandes líneas del pensamiento que son eterna, que existen y existirán mientras estemos sobre la tierra. Esa es nuestra formación. No es nuestra formación pasarnos discutiendo lo que hace Cavallo, eso es la nada. Nuestra formación es discutir para qué queremos nosotros una Universidad, para qué queremos una enseñanza.

Vamos a hablar del ingreso media hora; vamos a hablar de la gratuidad. Vamos a hablar de la idea de la Universidad todo el día. Para qué sirve esto. Porque si no lo otro no tiene ningún sentido. Estar perdiendo el tiempo en una puerta si atrás no hay un gran edificio. La importancia la tiene el edificio. La puerta sólo es parte de él. Pero lo difícil de la obra es hacer el edificio con sus cimientos, con sus paredes, con sus vigas, con sus columnas, sus aberturas, sus techos. Esto es lo importante.

Entonces no nos pasamos el tiempo hablando de lo que no es importante. Pensando en lo que no es importante. Leyendo lo que no es importante. Del diario lean los títulos muy rápidamente. Y a otra cosa mariposa, son todos los días lo mismo. Esta es la realidad. Hay gente que se pierde una hora leyendo a Clarín todos los días, que tome sol, que haga otra cosa pero que no se perjudique las manos con esa tinta, los ojos con la letra y la cabeza con esa mugre. Lean los titulares. Baje el copete en alguna oportunidad y váyase al libro o vaya a tomar mate con un amigo, a discutir el libro que terminaron anoche.

Pero vayamos al edificio, vayamos a la profundidad. Esta es la crisis de nuestro tiempo. La nuestra, no la de Menem, la de cada unos de nosotros. Es la que nosotros podemos y debemos resolver.

Por todo esto, esto es lo primero que debemos dejarnos de engañar. Decir qué hacemos nosotros mismos. A dónde queremos jugar, un profesional barato, una patente para rebuscarnos o queremos seguir pasando por acá hasta cuándo no sé, hasta cómo tampoco. O sabemos lo que queremos hacer, sabemos lo que queremos leer, sabemos lo que queremos estudiar, sabemos lo que queremos conocer y sabemos dónde tenemos que sumar y qué tenemos que sembrar.

En esta crisis que, ustedes ven que se repite en la vida, lo que se pirde es la brújula. Y lo que tenemos que reconstruir es la brújula. Porque sin brújula no podemos navegar. Esto es lo importante. Esto se puede hacer en un gran partido, en un pequeño partido, en una agrupación, en un club, en una cooperadora, en una cooperativa, en una parroquia.

El que tiene brújula siempre va. El que no tiene brújula vamos dando vueltas, perdiendo el tiempo – que ya nunca más se puede recuperar- y los huecos que quedan, huecos son. El edificio es cada vez más dificil de construir si hay muchos huecos. Sobre todo los cimientos.

Esto, con nosotros mismos. Y después con los otros. ¿cuál es nuestro mensaje en la relación con los compañeros y las compañeras? El mensaje utilitario, el mensaje pícaro, el mensaje de la ventaja,... o el mensaje de la fraternidad, de la amistad, de la comprensión, del amor, de la suma tras objetivos comunes, tras objetivos trascendentales. Esta es nuestra relación con los otros. Como dijo un viejito inglés, que anduvo a caballo mucho tiempo por nuestras tierras Don Roberto Cuning Hangraham, tocando estos dos aspectos consigo mismo y con el otro, el día –decía Don Roberto- que uno cree en sus propias fuerzas y sabe qué hacer con ellas y el día en que tenemos confianza en la honradez del otro para hacer conjuntamente cosas nuevas, ese día ha comenzado el cambio en la tierra.

Y, estas son las bases de las cosas, no son los grandes programas, los grandes actos, los grandes libros, son la predisposición de la gente, la convicción de la gente en cambiar.

 


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